Economía mundial

Una pésima inversión

Las acciones estadounidenses también sufren
su década perdida

Por E.S. Browning
Wall Street Journal, 26/03/08

A lo largo de los últimos 200 años, la marcha ascendente del mercado bursátil estadounidense ha sido interrumpida por extensos períodos de tiempo. La Gran Depresión de los años 30 y una década de los 70 marcada por la inflación son los ejemplos más recientes. Las turbulencias actuales sugieren que las acciones están entrando en otra década perdida.

El mercado está en el mismo nivel en el que se encontraba hace nueve años. Las acciones, que por mucho tiempo han sido promocionadas como la mejor inversión a largo plazo, han sido una de las peores inversiones de los últimos nueve años, siendo ampliamente superadas incluso por los bonos del Tesoro. Al tomar en cuenta los dividendos y la inflación, los inversionistas en renta variable en EE.UU. han perdido dinero desde 1999.

El índice bursátil Standard & Poor’s 500, el pilar de la mitad del US$ 1 billón (millón de millones) invertido en fondos indexados de EE.UU., llegó a 1352 el martes, por debajo de los 1.362 que alcanzó en abril de 1999. Cuando se suman los dividendos y la inflación, el S&P 500 ha subido un promedio de apenas 1,3% al año durante los últimos 10 años, muy por debajo de sus niveles históricos, según Morningstar Inc . En los últimos nueve años, ha caído 0,37% al año y en los últimos ocho 1,4% al año, según Morningstar. A la luz de la debilidad actual del mercado, a algunos economistas y analistas les preocupa que la década perdida no haya terminado.

Hasta finales del año pasado, muchos inversionistas consideraron el estallido de la burbuja tecnológica como un repliegue doloroso, pero efímero. El mercado reanudó su marcha alcista, batiendo nuevas marcas en octubre. Luego, la crisis crediticia y la posibilidad de una recesión empezaron a surtir efecto. El 10 de marzo, el S&P acumuló un descenso de 18,6% desde su récord del 9 de octubre, acercándose al declive de 20% que define un mercado a la baja. Posteriormente ha repuntado gracias a los esfuerzos de la Reserva Federal por estabilizar los mercados financieros. Sin embargo, aún está un 13,3% por debajo de su máximo de octubre.

La opinión generalizada entre los expertos en finanzas es que si los inversionistas compran una amplia gama de acciones y las mantienen, les irá mejor que si ponen su dinero en otros instrumentos. Pero esa regla no ha sido válida para las acciones compradas a finales de los años 90 o en 2000.

A lo largo de los últimos nueve años, el S&P 500 ha tenido el peor desempeño entre nueve vehículos de inversión monitoreados por Morningstar, incluyendo materias primas, fondos de inversión en bienes raíces y acciones internacionales. Las grandes acciones estadounidenses incluso fueron superadas por los bonos del Tesoro, que históricamente tienen un rendimiento más bajo. Los bonos del Tesoro estadounidense han promediado un alza de 4,7% real al año durante los últimos nueve años. Un índice de materias primas y los fondos de inversión en bienes raíces han duplicado esa ganancia.

Las bolsas de otros países no registraron las grandes alzas que experimentaron las de EE.UU. a finales de los 90. Debido, en parte, a ello, han tenido un mejor desempeño que el S&P 500 desde entonces.

La década actual no ha presentado la alta inflación de los 70 o el desempleo masivo de los 30. Eso hace que algunos analistas alberguen la esperanza de que el actual bajón accionario no sea tan agudo ni duradero, pese a la crisis inmobiliaria y el colapso a cámara lenta de los negocios de crédito e hipotecas. Muchos esperan que la Fed haga un mejor trabajo a la hora de corregir el rumbo que en las dos instancias previas.

Jeremy Siegel, profesor de finanzas de la Escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, ha escrito sobre el comportamiento de las acciones. Siegel señala que durante la última década los peores años fueron entre 2000 y 2002, cuando las acciones cayeron en picada. Aunque el S&P 500 ha sido inconsistente desde entonces, subiendo fuertemente en 2003 para luego registrar ganancias de un dígito en 2004, 2005 y 2007, Siegel considera que lo peor ya pasó. Otros concuerdan.

No obstante, el economista de la Universidad de Yale Robert Shiller, advierte que el mercado aún no ha dejado atrás sus excesos. Él y otros analistas creen que los recientes movimientos del mercado son un síntoma de los problemas que se avecinan. "Debo decir que este no es un gran momento para estar en el mercado bursátil", dice Shiller. "La crisis inmobiliaria por la que atravesamos va a poner un freno a la economía que va a durar más que una recesión. No creo que los problemas de las acciones terminen tan rápido como muchos imaginan."

Históricamente, las acciones suben en dos años de cada tres, obteniendo una ganancia promedio real de 7% al año, según Siegel. Las acciones han mostrado ganancias durante casi cualquier período de 10 años a partir de 1925 en un 98,6% de las ocasiones, según los cálculos de Ned Davis Research. Pero cuando la inversión en bolsa se convierte en una manía, como sucedió en EE.UU. en las décadas de los 20, los 60 y los 90, surgen períodos prolongados de pobre desempeño, afirma Richard Sylla, historiador financiero de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York.

Sylla ha examinado los auges y caídas bursátiles a partir de 1800. "Cuando hay retornos extraordinarios, como ocurrió entre 1982 y 1999, usualmente los siguientes 10 años no son muy buenos", explica Sylla. Su investigación sugiere que los auges excepcionales se realizan a costa de las ganancias futuras. Una vez que el auge acaba, los retornos se hunden, de modo que los retornos promedio a largo plazo regresan a la norma del 7%. La idea es que un desempeño excepcional no puede durar para siempre. Sylla cree que las acciones volverán a una tendencia alcista más duradera dentro de los próximos dos años.

Una de las grandes preguntas es en qué medida caerá la confianza de los inversionistas. Jeremy Grantham, de la firma de gestión de capital Grantham, Mayo, Van Otterloo & Co. opina que los inversionistas sentirán el golpe, pero no se volverán tan pesimistas. "Creo que la economía global se mantendrá, en general, no tan mal", pronostica. "No hay razón para que la gente sea tan pesimista como en Japón y ciertamente no tanto como en la Gran Depresión."