Economía mundial

¿Cuál es el verdadero costo de las nacionalizaciones
en Estados Unidos?

Por Sudeep Reddy y John D. McKinnon
Wall Street Journal, 19/09/08

Los funcionarios del gobierno tratan de determinar las implicaciones de su préstamo de US$85.000 millones a American International Group Inc. (AIG), una medida adoptada apenas 10 días después de la estatización de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac.

Las consecuencias financieras de las decisiones del gobierno están supeditadas al desempeño de las compañías. Se espera que Fannie y Freddie sean reestructuradas y estén sujetas a nuevas regulaciones y un nuevo ente supervisor. Se espera a su vez que AIG se desprenda de varias divisiones y su destino final sigue siendo incierto.

Cuando la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca divulgue su propuesta, a inicios del año entrante, el impacto de corto plazo de los rescates de Bear Stearns Cos., Fannie, Freddie y AIG podría fluctuar entre cero y miles de millones de dólares, dicen fuentes del gobierno. En el contexto de un déficit fiscal que en 2009 ascendería a los US$500.000 millones, incluso pérdidas cuantiosas podrían parecer insignificantes. A largo plazo, el gobierno podría ganar dinero sobre estas inversiones, en particular en el caso de AIG.

Las acciones gubernamentales son las últimas en una larga lista de intervenciones para tratar de resolver crisis financieras y económicas. La más importante fue el rescate de la industria de ahorros y préstamos, que acabó costándole al gobierno casi US$500.000 millones. Otros rescates acabaron generando ganancias, incluyendo una garantía de préstamos de US$250 millones a Lockheed Aircraft Corp. en 1971; US$1.200 millones en garantías de préstamos a Chrysler Corp. en 1979, y más de US$6.000 millones en liquidez y préstamos a aerolíneas en 2001.

"En las intervenciones en compañías en la era moderna, el gobierno federal en general no ha perdido dinero", dijo Roger Altman, un alto funcionario del Tesoro durante los gobiernos de Bill Clinton y Jimmy Carter, y el arquitecto del préstamo a Chrysler en 1979. "Estuvieron bien estructuradas y el interés del gobierno estuvo bien resguardado".

Altman agregó que la estructura del acuerdo de AIG podría proteger al gobierno federal de la misma manera. Mientras Estados Unidos esté "en un contexto peligroso para el mercado financiero", dijo, "es completamente posible que después de este período interino el gobierno acabe recuperando su inversión".

De todos modos, persisten ciertos interrogantes. El Secretario del Tesoro, Henry Paulson, colocó a un nuevo presidente ejecutivo en AIG como parte del plan de rescate. El grado de involucramiento de Paulson — y de su sucesor a partir de enero — no está claro. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y otros altos funcionarios, probablemente se verán obligados a dedicar un tiempo considerable a la supervisión del préstamo a AIG mientras gestionan la política monetaria.

La Fed y el Tesoro diseñaron el plan de rescate para AIG, que contempla la inyección de US$85.000 millones en el gigante asegurador, en apenas dos días para contener las consecuencias potencialmente desastrosas en los mercados financieros. A cambio, la Fed se quedó con una participación de casi 80%, y le está cobrando a la empresa un interés alto — 8,5 puntos porcentuales por encima de la tasa Libor, una tasa de préstamo interbancaria. El préstamo está diseñado para que AIG se financie mientras vende sus negocios.

El plazo del préstamo — dos años — indica que el gobierno ha diseñado el paquete para forzar a la aseguradora a liquidar sus activos lo antes posible, dice Tom Gallagher, analista de ISI Group en Washington.

El rol del gobierno en los gigantes hipotecarios con toda probabilidad será más político. Los legisladores ya están discutiendo cómo proteger a ciertos propietarios modificando las hipotecas y minimizando las ejecuciones hipotecarias.

Fannie Mae y Freddie Mac son pilares del mercado inmobiliario al garantizar más de US$5 billones (millones de millones) en créditos hipotecarios. Sin embargo, el costo real del rescate gubernamental podría ser relativamente bajo el año entrante si el mercado de los bienes raíces no sufre un deterioro significativo.

Incertidumbre

El panorama a largo plazo es más complicado. Los legisladores están evaluando los pronósticos más catastróficos de los analistas, que calculan que la exposición del gobierno podría alcanzar los US$300.000 millones si el mercado inmobiliario no se recupera. Tal monto debilitaría las finanzas del fisco en momentos en que la generación de la postguerra comienza a jubilarse.

Tomando en cuenta toda la incertidumbre en torno a los rescates, "es como lanzar una moneda al aire", señala Robert Reischauer, ex director de la Oficina Presupuestaria del Congreso durante la crisis de las instituciones de ahorro y préstamo en los años 90.

En esta ocasión, las dudas abarcan el panorama económico y la potencial reacción del gobierno federal, los inversionistas internacionales y otros participantes.

"Evidentemente existe mucha más incertidumbre sobre quién va a venir a salvaguardar el sistema", dice Reischauer, que actualmente preside el Urban Institute, un centro de estudios de Washington. "Con las instituciones de ahorro y préstamos no había duda — el problema era cuándo íbamos a aceptar la realidad y frenar la hemorragia... Esta crisis podría ser peor debido a las ramificaciones internacionales", especialmente si los inversionistas internacionales deciden retirar su dinero de EE.UU.


La crisis financiera también afecta a la economía real

Por Jennifer Levitz, Lauren A.E. Schuker y Emily Steel
Wall Street Journal, 17/09/08

Las últimas y lúgubres noticias provenientes de Wall Street empiezan a repercutir en la economía real de Estados Unidos.

Jonathan Kelly, vicepresidente de una compañía de juguetes de Los Ángeles, faltó al trabajo el lunes por la mañana y se dirigió con su mujer, Sigal, a la sucursal de Merrill Lynch en Beverly Hills. Cerraron dos cuentas por un total de US$200.000 destinadas a la educación de sus hijos.

"Cuando la Fed no rescató a Lehman sabíamos que era tiempo de retirarnos", dice Kelly, de 40 años. Agrega que los caos de Lehman Brothers Holdings Inc. y Bear Stearns Cos. lo incentivaron a él y su esposa a trasladar su dinero a bancos que no estaban involucrados "en el embrollo de los bienes raíces y las hipotecas".

Jonathan y Sigal Kelly acaban de abrir una nueva cuenta en Bank Leumi, un banco israelí cercano a su domicilio. "Lo importante ahora es tratar de sentirse seguro", dice Kelly.

En Kalamazoo, Michigan, Shirley Larkins, de 64 años, dice que está demasiado nerviosa para ver su cuenta de jubilación, invertida en gran parte en fondos mutuos. Ella y su marido, Darrell, un vendedor jubilado de General Motors Corp., están preocupados por su nivel de gastos. Han retrasado sus planes de viaje y comprar un carro. No invertirán más dinero en los mercados, al menos por ahora. Larkins, quien se jubiló de un banco en junio, decidió no traspasar su plan de pensiones privado a fondos mutuos. Mantendrá el dinero en efectivo y gradualmente volverá al mercado cuando se sienta más confiada. "Este es un punto bajo como no había visto en muchos, muchos años".

Para personas como los Larkins, es difícil mantenerse al tanto de las quiebras en la industria financiera y mucho menos entender las razones. Pero el avance implacable de la debacle financiera hace que personas como ellos se sientan entre la espada y la pared.

La última dosis de malas noticias es la más preocupante porque firmas establecidas y respetadas de Wall Street se están viniendo abajo. Don Phillips, director ejecutivo de Morningstar Inc., firma de investigación sobre inversiones, predice que el colapso de algunas de las principales firmas "afectará la psicología de los inversionistas".

"Lo que se está cayendo a pedazos son las cosas que se creían conservadoras", dice, añadiendo que "eso hace que uno se cuestione en quién poder confiar". Los pequeños inversionistas, añade, observan los problemas de los inversionistas más sagaces, los que dirigen las firmas financieras, y piensan "si ellos no consiguen salir adelante, ¿cómo voy a hacerlo yo?"

En otros lugares de Estados Unidos, las reacciones han sido mixtas. Algunos cambiaron sus inversiones, otros las mantuvieron. Algunos opinan que se necesitaba un colapso y que esto traerá estabilidad.

"El día de la verdad se esperaba hace mucho", dijo Tom Bonnel, director de una empresa de climatización en un suburbio de Chicago.

Otros permanecían relativamente optimistas, poniendo la retahíla de malas noticias de Wall Street en perspectiva.

"Esto no es el crash del 29", dice Dan Ariens, propietario de una empresa familiar de podadoras de césped de Wisconsin que emplea a 1.300 personas. Su empresa no ha tenido problemas para obtener crédito. "Si tienes activos reales y una buena marca y vendes en todo el mundo, estás en una buena situación", dice.

Ariens también detecta una oportunidad para invertir. "Hay que encontrar los lugares donde la valoración sea muy baja".

Otros inversionistas están temerosos, pero no lo suficiente como para cambiar sus inversiones o su gasto. "Lehman, Merrill, todo eso asusta, pero lo que realmente asusta es que empiece una tendencia donde todo el mundo caiga en la trampa de creer que todo el mercado financiero colapse, y yo eso no me lo creo", dice Arnie Harris, propietario de una firma de abogados de Chicago especializada en recolección de deuda. Harris dice que no ha cambiado su portafolio personal, cuyo 80% está destinado a valores.

En Nueva York, empleados de Merrill Lynch se presentaron a sus trabajos en horas regulares el lunes, y tuvieron una reunión a las 11 a.m., que algunos vieron por teleconferencia. El presidente ejecutivo de Merrill Lynch, John Thain, habló sobre el futuro de la empresa, la incertidumbre del mercado y la turbulencia sin precedentes del sector financiero. Algunos empleados se mostraron decepcionados por la venta a Bank of America, otros opinaron que era la única opción.