Cumbre del G-20

Emergen las nuevas potencias – Washington pierde la iniciativa

El poder mundial se desplaza

Por Martine Bulard (*)
Le Monde Diplomatique, noviembre 2008
Traducción de Carlos Alberto Zito

La cumbre entre países industrializados y emergentes (G20), prevista para el 15 de noviembre, apunta a "limpiar" el sistema financiero mundial de sus excesos. Sin embargo, todo indica que es necesario reformularlo por completo.

Existe una nueva geopolítica de los capitales –China se ha convertido en el banquero de Estados Unidos– que se suma a la ebullición en las relaciones de poder internacionales.

La anécdota circul6 en los bancos y en las instituciones financieras, y llegó finalmente a las salas de prensa de todo el mundo: fue gracias a una llamada telef6nica del presidente chino Hu Jintao a su homólogo estadounidense George W. Bush, que Fanny Mae y Freddie Mac, las dos firmas especialistas en el crédito hipotecario, fueron salvadas de la quiebra en septiembre de 2008: las autoridades chinas habían amenazado en caso contrario con no comprar más bonos del Tesoro estadounidense. Estados Unidos habria cedido.

En Washington se desmintió la informaci6n. En Pekín se limitaron a sonreír ... y a remitir a los hechos: Fanny Mae y Freddie Mac no cayeron, y se garantizaron los prestamos chinos: 595.900 millones de dólares. Esa historia, verdadera o falsa, es igualmente simbólica de los cambios que se están produciendo en la geopolítica de los capitales.

Estados Unidos ya no puede decidir solo sobre las cuestiones financieras mundiales. Ahora esta en el banquillo de los acusados. En plena Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la número 63 de la historia, el 24 de septiembre pasado, George W. Bush debió escuchar en directo los reproches de varios jefes de Estado, quienes le recordaron que en tiempos pasados su administración "pretendía enseñar a las otras naciones las ventajas de los mercados sin barreras", mientras que hoy en día "reniega de su propia medicina y propone ir en auxilio de instituciones financieras."(1)

Unos días más tarde, durante el "Davos chino", que reúne a la elite de las finanzas mundiales en Tianjian, China, fue el turno de los economistas y dirigentes locales de recordar que ellos tenían razón en no ceder a las presiones para liberar totalmente el sistema financiero.

"Cuando vimos a los reguladores estadounidenses bajar el nivel de aporte personal a cero, y luego inventar prestamos hipotecarios invertidos, nos dijimos: “Es ridículo” (2), afirmo Liu Mingkang, presidente de la Comisión de Regulación Bancaria.

Bajos sueldos, altos préstamos

En los últimos años, Liu se ocupo de poner (un poco) de orden en ese sector, que estaba muy mal, cuidando mantener la mano del Estado sobre los mercados, sin hacerse ilusión sobre la otra –invisible– de... los mercados. Y añadió Liu: "Finalmente, comprendimos que muchas cosas que habíamos aprendido de nuestros profesores, estaban equivocadas." La ironía no escapó a los banqueros presentes, que admitieron su culpa... por primera vez en el mundo de las finanzas. "Hemos cometido enormes tonterías en materia de política monetaria", explico Stephen Roach, presidente de Morgan Stanley en Asia, acusando a la política del banco central estadounidense, la Reserva Federal, que empujó al país a "una orgía de consumo".

Entre paréntesis, digamos que la "orgía" en cuestión concierne a una ínfima minoría de la población. El 1,% de los estadounidenses se reparte un 20% de los ingresos nacionales –record histórico– pero la mediana del salario quedó casi estancada entre 2000 y 2007 (+ 0,1% por año).

No es tanto que el consumo haya aumentado demasiado, sino que los salarios bajaron mucho, obligando a tomar créditos para tener un techo, educar a los hijos o cuidar la salud (las tarifas de los seguros de salud, por ejemplo, aumentaron un 68% en el mismo período). Además, las grandes fortunas y los grandes grupos decidieron invertir en otras latitudes, en detrimento del potencial industrial, obligando a importar más y a exportar menos, lo que generó déficits.

En realidad, en Estados Unidos el sector alto de la sociedad se enriquece, y empuja al sector bajo hacia las instituciones de crédito, para evitar pagar salarios decentes. El Sur salda las cuentas. Así, los capitales, en lugar de ir de los países del norte hacia los del sur, como fue el caso hasta mediados de la década de 1980, siguen actualmente el camino inverso. Son principalmente los países emergentes los que compensan los déficits estadounidenses, por medio de la compra de bonos del Tesoro, esos prestamos emitidos por Washington, tomados en un 80% o 90% en el extranjero.

Por supuesto, Jap6n, muy desarrollado, sigue siendo el más fiel comprador de esos titulos (1,2 billones de dólares) (3). Pero Pekín se sitúa en segundo lugar 1 (992.000 millones de dólares). China ya no es solamente "el taller del mundo", sino se que se convirtió en el banquero de Estados Unidos. Y si incluimos a los otros grandes de la región (Hong Kong, Corea del Sur, Singapur) vemos que Asia absorbe más de la mitad de la deuda estadounidense acumulada en el exterior.

A ellos hay que sumar los países exportadores de petróleo, importantes suministradores de fondos (sin embargo, dos veces menos que los chinos) y las naciones emergentes, como México o Brasil... Rusia, tan criticada por el presidente Bush, figura entre los primeros prestamistas mundiales. Es decir que se pueden emitir declaraciones vindicativas, y a la vez abrir de par en par la caja para recibir dinero.

EI que paga, manda

A pesar de ello, como dice el refrán, "el que paga el baile, dirige la danza"... o espera hacerlo algún día. Es posible imaginar la conmoción que se produciría en Wall Street si, supongamos, China redujera su financiamiento, o pensara en dejar de comprar bonos del Tesoro. No es eso lo que piensan las autoridades en Pekín. Incluso el primer ministro Wen Jiabao dijo en una entrevista al semanario estadounidense Newsweek "Tenemos que unirnos. En estos tiempos tan difíciles, China se une a Estados Unidos. Y creemos que esa ayuda permitirá estabilizar la economía y las finanzas mundiales, e impedir un caos mayor. Creo que la cooperación es indispensable" (4).

Es posible ver allí, como lo han hecho ciertos comentaristas, la prueba de una alianza ideológica entre campeones del capitalismo. De manera más prosaica, Pekín trata de defender sus intereses: "Si las cosas fueran mal para el sector financiero estadounidense, nos preocuparíamos por la seguridad de los capitales chinos." Eso vale para el exterior –la caída bursátil afectó también los haberes chinos en el extranjero– y también para el interior del país.

En efecto, la compra de bonos del Tesoro, que permitió financiar el déficit estadounidense y prestar a Estados Unidos para que compre productos chinos a bajo precio, es sólo la parte visible del iceberg. Pekín posee la mayor reserva mundial de dólares (cerca de 2 billones) (5). Eso representa más de dos tercios de un año de producción china. Si el tsunami arrasara con el sistema financiero estadounidense, arrastrando en su caída al dólar, esa fortuna china se desinflaría como un globo. Eso mismo es lo que le impide a Pekín detener la maquina, ignorar los próximos bonos del Tesoro o disminuir espectacularmente sus reservas de cambio en dólares. Cualquier caída del billete verde implicaría una suba del yuan, y sobre todo contribuiría a desvalorizar sus reservas, algo así como si en los últimos años China hubiera cobrado en moneda falsa. Una realidad que puede hacerle bajar la fiebre a muchos.

Lo que Keynes no pudo

En realidad, Estados Unidos ya no puede prescindir del financiamiento de China, como Pekín tampoco puede desinteresarse de la suerte del gigante norteamericano. Esa imbricaci6n existe también con Tokio, que posee las segundas reservas mundiales en dólares, e incluso con Rusia, que ocupa el tercer lugar. Ese es el precio del papel especifico del dólar en los intercambios mundiales, heredado de la Segunda Guerra Mundial.

Por entonces, Estados Unidos fue el único país que al fin del conflicto se encontró más rico. Inglaterra, endeudada, estaba debilitada; Francia, extenuada; la Unión Soviética, desangrada.

Los acuerdos de Bretton Woods –así llamados por el nombre de la ciudad de New Hampshire donde se definieron las nuevas reglas financieras en julio de 1944– consagraron esa potencia. Los mismos afirmaban el papel de pivote del d61ar (en lugar de la libra inglesa) y crearon las dos instituciones que se convertirían en los brazos "armados" de Washington: el Banco Internacional para la Reconstrucci6n y el Desarrollo (BIRD, posteriormente Banco Mundial), y el Fondo Monetario Internacional (FMI). EI Plan Marshall para Europa fue financiado en dólares para reforzar el peso del billete verde y asegurar la exportación de productos estadounidenses.

Uno de los celebres negociadores de entonces, John Maynard Keynes, trató de oponerse a esa toma de control, proponiendo un sistema monetario basado en una unidad de cuenta, una moneda realmente internacional, el bancor (6). La relación de fuerzas no lo perrnitió. EI dólar se impuso, y con él la hegemonía estadounidense sobre el mundo occidental. A partir de entonces, los dirigentes estadounidenses podían hacer lo que quisieran, y los otros debían pagar. Cuando la situación se les torna demasiado difícil, cambian unilateralmente las reglas de juego. Según la frase muy celebre del secretario del Tesoro estadounidense, John Connally: "El dólar es nuestra moneda, pero es vuestro problema".

Así, el 15 de agosto de 1971, el presidente Richard Nixon decretó que la moneda estadounidense ya no seria convertible en oro. No habría más que el papel, fluctuando según lo decidieran los mercados y las políticas estadounidenses. "El privilegio exorbitante del dólar", denunciado desde mediados de la década de 1960 por el general Charles de Gaulle, fue en aumento.

Los gobiernos cedieron, las transacciones comerciales pasaron a realizarse principal mente en billete verde, los bancos centrales los acumulaban (junto a los marcos, los yenes y luego los euros). Aún hoy en día, ese sistema–dólar domina la escena mundial. Estados Unidos no sólo puede acumular deudas y hacerlas pagar por sus "socios", sino que puede atraer capitales a su territorio (para la industria, la investigaci6n o para rescatar empresas...) y exportarlos para facilitar las implantaciones de multinacionales en el exterior...

Si se toma la totalidad de las inversiones extranjeras directas (lED) realizadas en el mundo en 2007, Estados Unidos sigue siendo el primer beneficiario de las mismas, y a la vez el principal inversor en el exterior (7). De esa manera, goza de un excepcional poder de selecci6n geopolítica de capitales.

Revisión de un política

Aunque sigue estando en vigor, ese sistema se tambalea. Los estados que acumularon reservas no se conforman con depositar el dinero en los bancos, como habían hecho los países exportadores de petróleo en la década de 1970, sino que crearon los llamados "fondos soberanos" (4 billones de dólares, al menos). Estos sirven para invertir en proyectos de desarrollo, más o menos faraónicos, como en los países del Golfo, o para comprar empresas extranjeras (8): un arma de intervención que muchos países occidentales temen.

Además, el peso del dólar en las reservas de cambio mundiales bajo casi diez puntos en menos de diez años: representa el 62,4% de las divisas en poder de los bancos centrales a fines del primer semestre de 2008, contra 71,2% a fines de 2000. Durante el mismo periodo, la parte del euro paso de 18,3% a 27% (9). Símbolo del poderío japonés de los años 1970–1990, que (ya por entonces) llevaba a algunos a pronosticar la "decadencia estadounidense", el yen también bajó de 6,1% a 3,4%.

Sin embargo, ni el euro, ni por supuesto el yuan, son capaces –por ahora– de ocupar el lugar del dólar. Sólo la combinación de una potencia económica afirmada y de una visión política original fuerte puede modificar el sistema, o al menos permitir un trato de igual a igual.

La Unión Europea, que se zambulló en las delicias de la desregulación al estilo estadounidense, no puede responder a ese desafío. Actualmente, los expertos mejor intencionados calculan que su crecimiento promedio rondara el 0%, lo que implica un aumento exponencial del desempleo y de las quiebras de empresas.

En el plano político, la Unión Europea sigue siendo inexistente, y contrariamente a la fábula mediática, "la pifió" en la crisis. Incluso, algunos de sus principios, presentados como intangibles, fueron tirados por la borda; cosa que nadie lamentará. Adiós a los criterios de Maastricht que debían limitar los déficits públicos. Fuera la negativa a las subvenciones públicas a los grupos nacionales. Nada de programa único de acción. Cada estado adoptó, en mayor o menor medida, el plan de nacionalización bancaria definido originalmente por el primer ministro laborista Gordon Brow, ¡el menos europeo de todos, y dirigente de un país que ni siquiera forma parte de la zona del euro!

¿Y China? "Aun no ha llegado el tiempo en que estará al mismo nivel de Estados Unidos, pero el cambio relativo del centro de gravedad le dará confianza" (10), señaló Dingli Shen, director del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Fudan de Shangai. Tercera potencia económica del mundo (Golub, pag. 9), muy insertada en el maelstrom financiero, China no está, evidentemente, a cubierto de turbulencias. Los economistas chinos ya estiman que "todas las grandes inversiones realizadas offshore (fuera de China) el año pasado, ya están en rojo" (11). Así es que las participaciones en los bancos Morgan Stanley (5.000 millones de dólares) y Blackstone (3.000 millones de dólares), que simbolizaron la irrupción de China en los negocios financieros, se desvalorizaron fuertemente.

A raíz de ella, en el seno de los equipos dirigentes del Partido Comunista y en internet va tomando cuerpo el debate sobre la legitimidad de esa política. Por otra parte, el gobierno chino se negó a rescatar al banco estadounidense Lehman Brothers. Los aportes chinos, afirmó un responsable bancario, no "deben ser considerados más como basurales para activos dudosos (dump money)" ni como sleeping partners, es decir, sin derecho a intervención. Y citó como ejemplo la compra del banco Morgan Stanley por el banco japonés Mitsubishi IC, que dispondrá de un puesto en el consejo de administración.

Espejo frente a espejo

Por ahora, el gigante asiático se mantuvo al margen de las inversiones más alocadas. En los últimos tiempos circula en Pekín una historia que resumió bien el Financial Times (12). Cuando Zhu Ronqji era primer ministro, a comienzos de la década de 2000, reunió todo un areópago de economistas, funcionarios y especialistas de las finanzas, para informarse sobre las nuevas herramientas de inversión mundiales. Estas les fueron presentadas comparándolas con "un espejo que se pone frente a otro espejo, y que se reflejan mutuamente, hasta el infinito". Se trata efectivamente de una buena definición de los llamados "productos derivados" (productos de la especulación que sirven para especular), cuyos stocks a escala mundial superan hoy en día el trillón de dólares, es decir el equivalente de veinte años de la producción mundial, sin base sólida, algo totalmente virtual...

Esclarecido de esa manera, y convencido de que "no se juega con las cosas que uno no comprende" –según afirma un viejo adagio chino– Zhu no abrió demasiado las compuertas; tampoco sus sucesores. Aunque "no sabemos exactamente cuántos cadáveres hay en el placard", los compromisos de los bancos chinos en ese tipo de inversiones parecen limitados, nos afirmó un economista del Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) de Shanghai. Sin embargo, es posible interrogarse sobre la reciente decisi6n de autorizar las ventas a termino en las Bolsas chinas, mientras que ciertos países occidentales limitaron su uso a causa de las cadenas especulativas.

Otra fragilidad: la burbuja inmobiliaria, que sigue siendo importante, a pesar de que en los últimos dos años se desinfló un poco. De todas formas, como lo indica el citado economista, en la medida en que se trata de edificios públicos, la exigencia de rentabilidad es menos fuerte, pues "el estado chino tiene tiempo...".

En general, China mantuvo barreras de seguridad. Según las palabras del profesor Yang Baoyun, de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín, "el sistema financiero aún está bajo control". A pesar de las presiones internacionales, China posee un sector bancario ampliamente nacionalizado, y mantiene un control de cambio y una gestión prudente de su moneda (13). Ironía de la historia, el FMI había preparado para octubre un alegato contra esas reglamentaciones... que debió archivar en espera de una mejor oportunidad: "El desequilibrio de China (a la que se acusaba de forzar una baja cotización de su moneda y de no desregular sus finanzas) es un problema a largo plazo y puede esperar un mes", comento Dominique Strauss–Kahn, quien aparentemente no se da cuenta de lo absolutamente ridículo del asunto (14).

Pekín no sólo conservó instrumentos de intervención pública, sino que su crecimiento se apoya en la producción y en la investigación, lo que tiene gran importancia. En efecto, la crisis sistémica que golpea a Estados Unidos y a los países europeos muestra que no se pueden desarticular por mucho tiempo los servicios y las finanzas de la producción material.

Evidentemente, el modelo de desarrollo chino se basa en la exportaci6n; por lo tanto, la previsible caída del consumo de dos de sus principales clientes (Estados Unidos y los países de la Unión Europea) puede generar una baja en sus ventas, y por lo tanto en los volúmenes producidos (15).

A comienzos de 2008 muchos especialistas creían en un "desacople", gracias al cual China proseguiría su avance a pesar de la caída de los países desarrollados: 60% de su intercambio comercial se realiza con los otros países asiáticos. Pero estos últimos no sólo no están a cubierto de una desaceleraci6n (Japón está al borde de la recesión, Corea del Sur sufre, India no esta mejor...) sino que entre la mitad y los dos tercios de ese comercio intra–asiático "termina su carrera en los mercados del G3 (Estados Unidos, Unión Europea y Japón)", estimó Sopanha Sa, economista del banco Société Générale. Si ese mercado se cierra, las consecuencias serán inmediatas.

Problemas en ciernes

Un editorial –sin firma– del muy oficial Diario del Pueblo, resume perfectamente la situaci6n: afirma que "el mito de Wall Street se derrumba" y que el comercio mundial está directamente amenazado. Pero, sobre todo, dice que "a largo plazo, las ventajas relativas del made in China podrían reducirse, y la competitividad de las exportaciones chinas podría ser menor. Además, la geopolítica mundial se tornará cada vez más compleja. Va a llegar el neoproteccionismo, y las barreras comerciales aumentarían en lugar de disminuir" (16).

En síntesis, las autoridades chinas son conscientes de que se abre una nueva fase, y buscan nuevas vías para su crecimiento. El profesor Yang lo dice sin vueltas: "No hay otro medio que desarrollar el mercado interno. Ahora hay que hacer en serio lo que se anuncia desde hace mucho tiempo". Particularmente, reducir las desigualdades entre las ciudades y el campo. El aumento de los productos alimentarios ya permitió elevar los ingresos de los campesinos en un 17,9% en el d primer semestre de 2008 (17). Pero no alcanza con aumentar el poder adquisitivo para impulsar el consumo: hoy en día, una parte de lo que se gana va al ahorro (el porcentaje más elevado del mundo), ya que las familias guardan dinero para poder hacer frente a enfermedades o para la jubilación... Por lo tanto, es necesario seguir construyendo un sistema eficaz de seguridad social colectiva que recién comienza a generarse y, simultáneamente, aumentar los ingresos.

Sin embargo, los resortes internos del crecimiento ya comenzaron a moverse. Del 11,4% de crecimiento en 2007, "4,4% provenía de los gastos de consumo, 4,3% de las inversiones y 2,7% de las exportaciones netas", explicó el portavoz de la oficina nacional de estadísticas Li Xiaochao (18). La tendencia debería continuar este año, con una tasa del 10%. Para 2009, los especialistas calculan que el crecimiento será de entre el 7 y el 8%; lo que haría soñar a cualquier dirigente occidental. Pero teniendo en cuenta los desafíos internos pendientes (pobreza, descontento de los campesinos, fragilidad política de las clases medias), bajar de esas cifras indicaría seguramente el comienzo de los problemas. Y queda también una cuestión esencial hoy en día: un nuevo modo de crecimiento, más preocupado por el medio ambiente.

En lo externo, China trata de liberarse de las limitaciones del dólar. Por ejemplo, reciclo una parte de sus excedentes en África y prestó fondos, fuera de las condiciones impuestas por el Banco Mundial y el FMI. Además firmó varios acuerdos comerciales bilaterales, a la vez para garantizar su aprovisionamiento energético (con Venezuela, Rusia, Irak, Irán) y para abrir nuevos mercados (Japón, India...).

Pekín apoyó la creación del Fondo Monetario Asiático, lanzado en mayo de 2007 con Japón y Corea del Sur. Ese fondo, dotado de 80.000 millones de dólares, asegura una solidaridad financiera entre los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, en inglés) sin recurrir al FMI, de siniestra memoria en la región.

Iniciativas similares florecen en otras 16 regiones del mundo, deseosas de emanciparse del dólar. En América Latina, el Banco del Sur, que reúne a Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, tiene por objeto ayudar al financiamiento de infraestructuras evitando las instancias de Bretton Woods. Además, Argentina y Brasil decidieron pagar sus compras reciprocas en sus monedas locales, abandonando en su comercio el billete verde.

Lazos casi institucionales se forman entre Brasil, Rusia, India y China, grupo conocido como BRIC. Rusia se afirma en Europa; y no sólo por poseer materias primas. Brasil tiene peso en América Latina, aun si corre riesgo de sufrir por la recesion estadounidense. El comercio sur–sur se desarrolla rápidamente, pero aun se está lejos de un frente unido capaz de imponer nuevas reglas internacionales que destronen al dólar y sus muletas institucionales: el FMI y el Banco Mundial. Sin embargo, surgen algunas pistas, como la del profesor Arvind Subramanian (19), que en el Financial Times imaginó que China podría llegar a prestarle fondos a Estados Unidos bajo el modelo de las "condicionalidades" otrora impuestas por el FMI: los criterios serían tanto públicos (control de los bancos) como sociales (creación de "redes de protección social"). China, escribió, "se colocaría en posición de superpotencia". Por ahora, Pekín no tiene ni las ganas ni los medios. "¿Pero en un futuro próximo?


(*) Jefa de redacción adjunta, Le Monde Diplomatioue, París.

1.– Neil MacFarquhar. "Upheaval on Wall Street stirs anger in UN", International Herald Tribune, Paris. 24–9–08.

2.– Esas declaraciones, al igual que las siguientes. provienen del articulo de Yann Rousseau, "Quand Pekín donne des leçons de capitalisme ill'Amerique", Les Echos, Paris, 29–9–08.

3.– "Foreign holdings of US Securities", Departamento de Asuntos Publicos del Tesoro estadounidense, Washington, 29–2–08.

4.– Entrevista con Fareed Zakaria, "We should join Hands", Newsweek, Nueva York, 6–10–08.

5.– "The World Factbook", Central Intelligence Agency (CIA), Washington.

6.– Keynes proponía toda una arquitectura internacional. una organización para el comercio. un banco central: la Unión Internacional de Compensación. Ver Susan George, "Otra organización del comercio internacional era posible”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2007.

7.– A fines de 2007, las IED recibidas por Estados Unidos llegaban a 237.500 millones de dólares, y las que realizaba en el exterior fueron de 333.300 millones de dólares. Cf. "World Investment Report", Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, en ingles), Nueva York,24–9–08.

8.– Ibrahim Warde, "Fondos soberanos, ¿predadores, salvadores o victimas?", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, junio de 2008; y Akram Belkaïd, "Nuevas ciudades en el desierto", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, agosto de 2008.

9.– "Currency Composition of Foreign Exchanges Reserves (COFER)", Fondo Monetario Internacional, Washington, septiembre de 2008, www.imf.org

10.– David Pillign, "America's chance to end its Asian addiction", Financial Times, Londres, 2–10–08.

11.– Jamil Anderlini, "Prudences guides China's outlook", Financial Times, 24–9–08.

12.– "Prudences guides ... ", op. cit.

13.– Chine Inde, la course du dragon et de /'elephant, Fayard, Paris, 2008.

14.– "IMF delays China report" (el FMI aplaza su informe sobre China), South China Morning Post, Hong Kong, 1–10–08.

15.– EI 19% de las exportaciones chinas van a Estados Unidos, 20% a la Unión Europea, según estadísticas chinas, www.stats.gov.cn

16.– "Wall Street turn moil tests China's foreign trade" (La tormenta de Wall Street pone a prueba el comercio exterior chino), People's Daily, Pekín, 6–10–08.

17.– Oficina Nacional de Estadísticas, octubre de 2008, www.stats.gov.cn. Pero la suba afecto el poder de compra de los ciudadanos urbanos.

18.– People's Daily, 30–1–08.

19.–Investigador del Peterson Institute for International Economic, Washington. Ver "A master plan for China to bail out America", Financial Times, 7–10–08.