Cumbre del G-20

Por un nuevo Bretton Woods

Por Joseph Stiglitz (*)
SFBG Blog, 06/11/08

El mundo está cayendo en una gran desaceleración que probablemente sea la peor en un cuarto de siglo y tal vez desde la Gran Depresión. Esta crisis fue "Made in USA” en varios sentidos.

Este país exportó sus hipotecas tóxicas a todo el mundo bajo la forma de valores respaldados por activos. EE.UU. exportó su filosofía de desregulación de libre mercado cuyo gran sacerdote, Alan Greenspan, ahora admite que fue un error. EE.UU. exportó su cultura de irresponsabilidad corporativa –opciones de compra de acciones no transparentes, que fomentan la mala contabilidad, como en los escándalos de Enron y Worldcom. Y, por último, EE.UU. ha exportado su deterioro económico.

El gobierno de Bush por fin se decidió a hacer lo que los economistas le insistieron que hiciera: poner más capital en los bancos. Pero como siempre, el problema está en los detalles, y el Secretario del Tesoro, Henry Paulson, puede haber logrado trastornar incluso esta buena idea; parece haber descubierto la manera de recapitalizar a los bancos de forma que el resultado no sea la vuelta del crédito, lo cual no presagia nada bueno para la economía.

A medida que EE.UU. absorbe los ahorros del planeta para abordar sus problemas, los países en desarrollo se enfrentarán a tiempos difíciles. Es probable que algunos –aquellos con grandes déficit comerciales, los que deben refinanciar grandes deudas nacionales y los que tienen lazos comerciales estrechos con EE.UU.– resulten más afectados. Los países que no liberalizaron sus mercados financieros, como China, darán gracias por no haber seguido las recomendaciones de Paulson para hacerlo.

Muchos ya están recurriendo al FMI en busca de ayuda. Lo que preocupa es que, al menos en algunos casos, el FMI volverá a sus viejas recetas fracasadas: la contracción fiscal y monetaria, que sólo aumentaría las desigualdades globales. Mientras los países desarrollados se dedican a estabilizar políticas anticíclicas, los países en desarrollo se verían obligados a adoptar políticas desestabilizadoras, ahuyentando al capital cuando más lo necesitan.

Hace diez años, cuando estalló la crisis financiera de Asia, se habló mucho de la necesidad de reformar la arquitectura financiera global. Se hizo muy poco, demasiado poco, como ahora ha quedado claro. Podemos estar en un nuevo momento de "Bretton Woods". Las viejas instituciones han reconocido la necesidad de las reformas. Fueron necesarios 15 años y una guerra mundial para que el mundo se reuniera con el fin de atacar las debilidades del sistema financiero que contribuyeron a la Gran Depresión. Esperemos que esta vez no nos tome tanto tiempo: dado el nivel de interdependencia, los costos serían sencillamente demasiado altos.

Pero mientras que EE.UU. y Gran Bretaña dominaron el viejo Bretton Woods, el paisaje mundial actual es notablemente diferente. De la misma forma, las viejas instituciones de Bretton Woods estuvieron definidas por un conjunto de doctrinas económicas que ya se ha demostrado que fracasan no sólo en los países en desarrollo sino incluso en el corazón del capitalismo. La próxima cumbre mundial debe enfrentarse a esas nuevas realidades si se quiere trabajar efectivamente hacia la creación de un sistema financiero global más estable y equitativo.


(*) Joseph E. Stiglitz, profesor de Economía en la Columbia University, recibió en el 2001 el Premio Nóbel en su especialidad. Es coautor, con Linda Bilmes, de “The Three Trillion Dollar War: The True Costs of the Iraq Conflict”.