Crisis mundial

Bancarrota de Chrysler:; ¿le seguirá General Motors?

Por Neil King Jr. y Jeffrey McCracken
Wall Street Journal, 01/05/09

Washington.– El presidente estadounidense, Barack Obama, prometió darle a Chrysler LLC otra oportunidad, obligando a la compañía a iniciar un proceso de reestructuración bajo la supervisión de un tribunal de bancarrota. La reorganización promete fortalecer la posición del sindicato y de Fiat SpA de Italia, a la vez que presiona a los acreedores.

La iniciativa para preservar a la compañía estadounidense fundada hace 84 años está lejos de ser definitiva y podría prolongarse en los tribunales, especialmente si los acreedores y concesionarios deciden interponer acciones legales. Funcionarios del gobierno dicen que el proceso de bancarrota podría durar dos meses y aún tiene el potencial de perturbar la frágil industria de los proveedores de autopartes y ahuyentar a los ya desconfiados clientes de Chrysler.

El plan contempla una sociedad entre Fiat y el sindicato de trabajadores United Auto Workers (UAW), una de las estructuras de propiedad más peculiares en la tortuosa historia de Chrysler. La medida podría allanar el camino para General Motors Corp., cuyo plazo dado por el gobierno para reorganizarse vence en un mes.

 La decisión de frenar con un proceso de bancarrota el prolongado declive de Chrysler, que hizo popular los Jeep y las minivans, marca la última de una serie de intervenciones gubernamentales extraordinarias en la economía de Estados Unidos. En meses anteriores, Washington se hizo con participaciones en bancos en problemas y en el gigante de seguros American International Group Inc.

Con la medida, el gobierno demostró su férrea voluntad de proteger los empleos de los miembros del sindicato UAW y a salvar al tercer fabricante de automóviles de EE.UU., aunque eso perjudique a los acreedores no asegurados de Chrysler.

Críticos dentro del grupo de acreedores dijeron que el acuerdo dejaría por el suelo prácticas establecidas del proceso de bancarrota, al darle prioridad a los acreedores secundarios sobre los asegurados.

El inicio del proceso de bancarrota en una corte de Nueva York representó el fin de meses de enfrentamientos que empezaron el año pasado cuando Chrysler y General Motors Corp. le pidieron al gobierno estadounidense un paquete de rescate. Esto finalizó con un acuerdo para que Fiat asuma el control de Chrysler, un nuevo pacto sindical que cubre a unos 150.000 trabajadores y jubilados y un polémico intercambio de deuda por efectivo.

El Departamento del Tesoro de EE.UU. contribuirá con US$3.300 millones en fondos para pagar las cuentas de Chrysler durante el proceso de bancarrota, US$2.000 millones de los cuales se usarán para pagarles a los acreedores. El gobierno está preparado para inyectar US$4.760 millones adicionales para que la automotriz siga operando durante los próximos meses. Este monto se suma a los US$4.000 millones que el gobierno ya le ha prestado a la compañía en meses recientes, una deuda que será perdonada como parte de las negociaciones con el sindicato y los acreedores.

El anuncio fue una victoria no muy clara para el presidente Obama, quien en un discurso ayer tuvo que explicar por qué planeaba salvar a Chrysler y sus empleados, obligándola a declararse en bancarrota. Una sociedad con Fiat, dijo, le daría ahora a Chrysler no sólo "una oportunidad de sobrevivir, sino de prosperar en el marco de la industria automotriz global".

Desde hace tiempo que el equipo de Obama había identificado las ventajas de hacer desaparecer los pasivos más onerosos de Chrysler a través de un procedimiento de bancarrota. Fiat ahora puede elegir las operaciones y los negocios que quiera y deshacerse con mayor facilidad de cientos de acuerdos con concesionarios y otras obligaciones.

 A la vez, en una nueva muestra de las fuertes tensiones entre Washington y Wall Street, el presidente y sus asesores culparon de lleno por la solicitud de bancarrota a un grupo de unas 20 pequeñas firmas de inversión y fondos de cobertura. Este grupo votó contra la última oferta del gobierno para eliminar US$6.900 millones en deuda.

"Decidieron esperar que surgiera la posibilidad de un rescate injustificado con fondos de los contribuyentes", acusó Obama. El legislador demócrata John Dingell calificó a los acreedores que se negaron a canjear la deuda como "fondos de cobertura deshonestos" y "buitres", y afirmó que "ahora se lidiará con ellos como corresponda en la corte".

Los más sumisos entre los grandes acreedores de Chrysler –entre ellos J.P. Morgan Chase & Co. y Citigroup Inc.– han recibido cientos de miles de millones de dólares en ayuda del Tesoro.

Fiat no contribuirá con dinero. Se ha comprometido con lo que ha caracterizado como miles de millones de dólares en nuevas tecnologías y plataformas para nuevos vehículos.

Los bancos más pequeños representan cierta amenaza al proceso de reestructuración de Chrysler, que más allá de eso podría ser relativamente tranquilo, según abogados y banqueros involucrados en el caso. Estos probablemente argumenten en la corte que EE.UU. está pasando por alto leyes contractuales y de bancarrota, además de protecciones constitucionales contra la confiscación de la propiedad privada.

El gobierno estadounidense ha dicho en repetidas ocasiones que no tiene planes de administrar Chrysler ni de dictar su plan de negocios. Pero su rol central en el futuro de la empresa ha llevado al gobierno a participar en una empresa privada de una forma que no se veía desde hacía décadas.


A Fiat, el gran vencedor, ahora le toca lo más difícil

Por Stacy Meichtry
Wall Street Journal, 01/05/09

Roma.– Tras meses de negociaciones, Fiat SpA selló una alianza con Chrysler LLC. Ahora su presidente ejecutivo, Sergio Marchionne, enfrenta un desafío mayor: reestructurar una de las automotrices más atribuladas de Estados Unidos. Marchionne enfrentará una verdadera carrera contra el tiempo para refrescar la línea de productos de Chrysler, mientras la empresa utiliza rápidamente los fondos facilitados por el gobierno.

Según los términos del acuerdo firmado ayer, que se anunció paralelamente a la noticia de que Chrysler reestructurará sus pasivos bajo las leyes de protección por bancarrota, el sindicato United Auto Workers (UAW) tendrá un 55% de la empresa resultante de la alianza entre Fiat y Chrysler, lo que puede limitar la capacidad de Marchionne para realizar una reorganización más profunda. "Tenemos que pensar que la UAW tendrá una gran influencia en las decisiones sobre dónde se fabricarán en el futuro los vehículos", señaló Mark Fulthorpe, analista de CSM Worldwide.

Fiat recibirá inicialmente una participación de 20% en Chrysler, la cual podría ascender a 35% si se cumplen algunas metas. La automotriz italiana tiene la opción de convertirse en un socio mayoritario una vez que se paguen los préstamos del gobierno. A cambio, Fiat le proveerá a Chrysler la tecnología para producir modelos pequeños y económicos, además de acceso a su red de concesionarios en Europa y América Latina.

Se espera que, al mismo tiempo que se ocupa de Chrysler, Marchionne siga al mando en la sede central de Fiat, en Turín, donde una de sus prioridades será forjar nuevas alianzas, incluyendo la posibilidad de un pacto con Opel, la filial alemana de General Motors.

La agresiva campaña para hallar nuevos socios es parte de la receta de Marchionne para asegurar la supervivencia a largo plazo de Fiat. El ejecutivo pretende impulsar la producción de los actuales 2,2 millones de vehículos a cerca de 5,5 millones, un aumento que, según espera, reducirá proporcionalmente las sumas que Fiat invierte en el desarrollo y lanzamiento de nuevos modelos. Chrysler y Fiat fabricaron 4,4 millones de vehículos en 2008. "Nuestro trabajo apenas comienza, pero con nuestros socios de Chrysler esperamos aprovechar el vasto potencial de la alianza", dijo Marchionne el jueves.

Marchionne tiene un historial de escapar airoso de situaciones difíciles. Cuando asumió la presidencia ejecutiva de Fiat, en 2004, el fabricante italiano tenía una deuda de US$8.800 millones y sus relaciones con los sindicatos eran tensas en momentos en que la compañía intentaba reducir costos a través del cierre de plantas en Italia. La automotriz también mantenía una tensa alianza con GM. Marchionne "no estaba al tanto de la magnitud de los problemas hasta que empezó a trabajar. Lo importante era sobrevivir", dijo John Elkann, director del patrimonio de la familia Agnelli y presidente de Exor SpA, el conglomerado que controla a Fiat.

Más allá de un fugaz paso por la junta directiva de Fiat, Marchionne no tenía experiencia en la industria automovilística. Llegó a Fiat después de encabezar SGS, una firma especializada en la inspección y certificación de productos de exportación, desde alimentos a materiales de construcción.

Su falta de familiaridad con Fiat y el sector terminó siendo útil para Marchionne, quien convenció a General Motors para que pagara US$2.000 millones para anular la alianza con la empresa italiana. El pago le dio más tiempo para reestructurar Fiat y el capital necesario para lanzar nuevos modelos y recuperar participación de mercado. En lugar de cerrar fábricas en Italia, Marchionne eliminó varias capas gerenciales.

Las medidas ayudaron a mejorar la relación con los sindicatos, que dialogan con Marchionne sobre cómo mejorar las condiciones de trabajo y la productividad en las plantas de la automotriz.

La semana pasada, representantes de los sindicatos italianos de Fiat viajaron a Detroit para hacer una presentación ante Ron Gettelfinger, el líder de la UAW, sobre su jefe. "Les dije que Marchionne podría ser el hombre adecuado para el trabajo", dice Bruno Vitali, representante sindical de Fiat.