Crisis mundial

Crisis: tras los planes de relanzamiento,
la hora de la verdad

Por Isaac Johsua (*)
Corriente[a]lterna, 17/08/09
Traducido por Miquel García

Algunos medios de comunicación apoyan la tesis de una mejora económica. Damos aquí el punto de vista del economista marxista Isaac Johsua. Basándose en un análisis de los mecanismos de la crisis y de la forma en que se está produciendo la supuesta "recuperación", Johsua formula como una de las hipótesis probables que la actual crisis pueda dar finalmente paso a una verdadera depresión económica.

1) Economías que funcionan basándose en las ayudas públicas

El PIB norteamericano se ha contraído un 1% en el segundo trimestre de 2009, mientras que el ritmo de la caída había sido del 5,4% para el cuarto trimestre de 2008 y del 6.4% para el primer trimestre de 2009 (en cada ocasión en referencia al trimestre precedente y en ritmo anual). En este segundo trimestre del 2009, los PIB francés y alemán han subido igualmente un 3% (en relación al trimestre precedente). No hay duda: por el momento [la economía] va menos mal.

La primera explicación– la más importante con mucho –es que nos encontramos en presencia de economías que funcionan masivamente basándose en el apoyo público. Este apoyo es de una amplitud extraordinaria, nunca antes conocida, sin precedente.

Recordemos sólo para hacer memoria la política monetaria: el principal tipo director de la Fed se ha fijado durante meses entre el 0% y el 0,25% (algo nunca visto), el tipo del BCE está en el 1% (algo nunca visto igualmente), sin contar Japón, Suiza, etc. Para hacer memoria, porque el impacto de esta política ha sido débil (incluso muy débil) en comparación al de la política presupuestaria.

Es a partir de esta última que se ha originado el cambio. Primer aspecto de esta política: se ha permitido voluntariamente aumentar los déficits, pues la recesión supone automáticamente una disminución de los ingresos presupuestarios y una subida de los gastos públicos. En los Estados Unidos, el déficit del presente año presupuestario (que acaba el 30 de setiembre) debería alcanzar (incluso superar) el 11% del PIB (del 2008). Cantidad sin precedentes, jamás vista en tiempos de paz. Esto supone para la economía norteamericana 11 puntos de PIB que le han sido inyectados. Recordemos que la UE autoriza el déficit presupuestario sólo hasta un 3% del PIB. En un año, en los EEUU, en julio de 2009 (en relación a julio del 2008) el gasto público ha aumentado un 21% mientras que los ingresos disminuían un 17%. Fenómeno universal: en Gran Bretaña, para el ejercicio fiscal en curso, que comenzó en abril del 2009, está previsto un déficit presupuestario del 12,4% del PIB. En Francia, el déficit presupuestario se eleva a 86.6 millardos de euros en junio del 2009: esto es el 4,4% del PIB del 2008, y a finales de junio queda aun la mitad del año por pasar.

También se han inyectado en las economías enormes cantidades de dinero. Son éstas las que mantienen la actividad, algunas veces de manera global, pero otras veces con una orientación precisa: tal es el caso de las ayudas para renovación de vehículos, introducidas en general e igualmente en EEUU, una medida que ha tenido un gran éxito y ha ayudado mucho a la reciente recuperación, en particular en Francia. Éxito fulgurante también en los Estados Unidos desde su puesta en funcionamiento a finales de julio (el gobierno da una prima que llega a los 4500 dólares por el vehículo usado).

Segunda forma de apoyo público: los planes de relanzamiento. El de los EEUU alcanza 787 millardos de dólares (es decir el 5,5% del PIB del 2008), el de la China estaba previsto en 585 millardos de dólares, el de Alemania representa el 3,2% de su PIB y el Banco de Pagos Internacionales estima su montante total en un 5% del PIB mundial, que es una cantidad enorme.

Déficits abisales y planes de relanzamiento se han puesto en funcionamiento simultáneamente en diversas regiones del mundo (pero esencialmente en los EEUU, en Europa y en Asia), la actividad puede ser sostenida en un país dado no sólo a través de las medidas internas sino igualmente por las exportaciones, es decir por el repunte de la actividad en otras regiones del mundo. Así, el papel de las exportaciones ha sido esencial para el resultado positivo del segundo trimestre del 2009 en Francia y Alemania.

Apoyo presupuestario, “prima de renovación”, exportaciones, he aquí más o menos el conjunto de elementos que, en los países desarrollados, explica los mejores resultados del segundo trimestre del 2009, y todos ellos se basan, directa o indirectamente, en el gasto público.

En los EEUU, la intervención pública se ha manifestado sobre todo mediante el apoyo a las rentas de los hogares. Se trate del primer o del segundo semestre del 2009, el esquema es aproximadamente el mismo: la masa salarial distribuida disminuye, pero los ingresos de los hogares no disminuyen en la misma proporción o aumentan (gracias a las transferencias públicas, asignaciones, etc., que se hinchan rápidamente); a continuación, las rentas disponibles de los hogares disminuyen en una proporción aun menor o aumentan, gracias a reducciones masivas de impuestos. De golpe, el consumo (que juega un papel esencial en los EEUU) permanece estable o no disminuye más que débilmente, mientras que debería derrumbarse pues los hogares norteamericanos, asustados, empiezan a realizar a toda velocidad un ahorro preventivo, a expensas del consumo: la tasa de ahorro de los hogares era del 2,2% en el tercer trimestre del 2008, ha pasado al 5,2% en el tercer trimestre del 2008. Sin el carácter masivo de la intervención pública, el PIB estaría treinta y seis veces por debajo.

Por lo que respecta a Francia, los elementos que han contribuido a la degradación de la actividad continúan siempre presentes, aunque de manera atenuada: prosigue la disminución de reservas de productos [stocks], la inversión continúa contrayéndose (aunque de forma menos marcada). Los aspectos que marcan la diferencia son: en primer lugar, un repunte de las exportaciones (“fuerte contribución del comercio exterior en este trimestre”, nota del INSEE); en segundo, una ligera aceleración del consumo de los hogares, especialmente en compras de autos (cf. primas de renovación), del que se deriva un repunte de la producción manufacturera.

En cuanto al resultado de Alemania, los comentaristas ponen el acento sobre “impulsos positivos provenientes del gasto privado y público, así como de la edificación” sobre el fondo del plan de relanzamiento. Señalan también que las importaciones han retrocedido más fuertemente que las exportaciones (es decir, aportación positiva del comercio exterior para una economía que depende de él muy ampliamente).

2) El papel secundario de los niveles de resistencia

Toda crisis pone en acción fuerzas en sentidos opuestos: por una parte, la espiral descendente de la crisis (los agentes reducen sus gastos y así propagan la crisis) y, por otro lado, niveles de resistencia (que pueden ser puntos de inversión de la coyuntura).

El ejemplo tipo es el de los stocks de las empresas: cuando éstas toman conciencia de la gravedad de la crisis, temen ver los stocks de productos acabados acumulándose; reducen pues brutalmente sus encargos de materias primas o de productos semielaborados, lo cual extiende la crisis. Pero, llegados a un cierto nivel, se encuentran al borde de la insuficiencia de stocks; realizan entonces encargos muy fuertes: es el “restockage” que juega, en sentido contrario, un papel positivo.

No se ha visto aun en marcha este fenómeno en Francia o en EEUU pero, según los especialistas, no deberá tardar en manifestarse. Por el contrario, otro nivel de resistencia ha jugado ya un papel en la ralentización de la caída norteamericana: es el de la inversión de las empresas. En términos reales y a ritmo anual, éste ha caído un 6% en el tercer trimestre del 2008, un 19,5% en el cuarto trimestre, un 39,2% en el primer trimestre de 2009. Una aceleración importantísima pues, y se entiende que los proyectos de inversiones más inciertos sean suprimidos los primeros, poco a poco se producen cambios en los que se eliminan los proyectos sucesivos, en la medida que se va recortando sobre la masa de proyectos existentes. De donde una caída en los EEUU de la inversión empresarial de sólo el 9% para el segundo trimestre del 2009 contribuye a explicar el resultado (menos malo) de este trimestre.

Dicho esto, se ve enseguida que los niveles de resistencia han jugado un papel secundario en relación al elemento ampliamente dominante: el gasto público. Se ve igualmente que no se trata de otra cosa que de niveles de resistencia: pueden constituir un punto de apoyo para salir adelante, pero pueden ser rápidamente superados si el contexto general no es favorable. La espiral a la baja se reinicia entonces, y se dirige hacia nuevos niveles de resistencia, etc...

3) De dos cosas una (la otra, es el sol)

Está claro: el apoyo público no puede durar indefinidamente si es masivo. En los EEUU los márgenes de maniobra de Obama en este punto son más y más reducidos. En Francia, la deuda pública llega al 73% del PIB y se avecinará al 80% en 2010–2011. Ya las agencias de calificación han valorado negativamente los niveles de deuda pública de Grecia, España, Portugal; el Reino Unido mismo está amenazado.

Para tomarle la medida al problema, citemos a Laurence Boone, economista jefe en Francia de Barclay's Capital: “para restablecer su deuda al 60% del PIB en 20 años, Francia deberá consentir, cada año, un esfuerzo de 40 a 50 millardos de euros, o sea el equivalente en ingresos de impuestos sobre las rentas” (Figaro, 10/08/09). Dicho de otra forma, para volver a un nivel aceptable de deuda pública, sería preciso consagrarle durante 20 años seguidos la integridad de los ingresos del impuesto sobre la renta.

El apoyo público deberá pues pararse o ralentizarse significativamente y esto en unos plazos que no son extensibles al infinito. Es entonces cuando llegará la hora de la verdad.

En este momento, de dos cosas una. Puede suceder que lo privado (consumo de los hogares, inversión de las empresas, etc.) no supla a lo público, no tome el relevo. La espiral descendente ha prevalecido y los remedios proyectados se han utilizado prácticamente todos. Hemos pasado de una recesión a una profunda depresión, entramos entonces en un mundo nuevo.

Puede suceder que lo privado supla el apoyo público. Es difícil de apreciar la probabilidad de un acontecimiento tal, pero es preciso señalar que no es el caso de la situación actual: no existe en estos momentos en los países desarrollados dinámica autónoma de lo privado que ande sin las muletas públicas.

Así, en los EEUU, el consumo de los hogares, no se puede sostener por sí solo, la inversión de las empresas continúa cayendo si bien más lentamente, la pérdida de stocks prosigue. Por lo tanto, una recaída es posible en todo momento, pues la crisis está siempre presente.

En efecto, el paro explosiona, amenazando los gastos de los particulares, consumo pero también compras de alojamientos. El mercado inmobiliario ralentiza su caída, pero pasará tiempo antes de que pueda ayudar a una sólida recuperación. En cuanto a los bancos, los resultados recientes no deben crear ilusiones: la presentación contable es más laxa, las ventas excepcionales de elementos activos pulen los balances y lo esencial de las ganancias es proporcionado por las entradas obtenidas por las operaciones de una Bolsa reanimada. Nuevos impagos se juntan a los antiguos y los activos tóxicos están siempre ahí: el único país que ha previsto una “estructura de rescate” en buena y adecuada forma es Alemania. En los EEUU, el plan puesto en marcha ha resultado miserable, implicándose el Tesoro público en el ridículo montante de 30 millardos de dólares. Tanto como decir que el fin de las restricciones de crédito (y de su efecto desastroso sobre la economía) no es para mañana.

De todas formas, aunque el crecimiento vuelva, será un crecimiento blando, caótico, y esto por algunos años. En efecto, no se podrán explotar de nuevo a fondo los mismos filones: bajada de los ahorros de los hogares, endeudamiento, etc., y nada nuevo parece emerger de la crisis, a pesar de su amplitud y violencia.

Los capitalistas se aferran ferozmente al mismo modelo que acaba de fallar. Sin embargo, un crecimiento no es excluible para los dos o tres trimestres próximos. Por una parte, el apoyo público va, en lo inmediato, a continuar. Por otra, un efecto de recuperación se puede manifestar temporalmente: los planes de gasto de los agentes económicos, aplazados debido a la crisis, pueden comenzar a aplicarse. Los hogares pueden proceder a compras que habían considerado antes de la recesión, las empresas realizar inversiones que se han vuelto indispensables, etc...

Todo por supuesto bajo la tensión de una crisis que se prolonga, con el paro (que mina las bases del consumo), la crisis bancaria (que restringe los créditos), etc.


(*) Isaac Johsua es economista, miembro del consejo científico de ATTAC, Francia.