Crisis mundial

Según el BIS, el problema es mucho más serio de lo que indican las cifras oficiales

¿Cuándo va a explotar burbuja de la deuda pública
en el mundo industrializado?

Lo que está pasando en Grecia es sólo la punta del iceberg

Por Emilio Ocampo (*)
Ámbito Financiero, 16/03/10

La recuperación de los mercados durante el año pasado convenció a muchos de que la crisis de 2007-2008 se había superado y que todo volvería a ser como era antes. Pero poco a poco van surgiendo señales de que no es así. Está pasando algo inédito en el mundo. Los países industrializados están exhibiendo índices que antes eran patrimonio de los mercados emergentes y viceversa.

¿A qué nos estamos refiriendo? Lo que está pasando en Grecia es sólo la punta del iceberg, el eslabón más débil de la cadena. Como consecuencia de la crisis, la contracción económica y los programas de rescate y estímulo, por primera vez en tiempos de paz, el nivel de endeudamiento público en EE.UU. y los principales países de Europa occidental va a ser cercano o superior al 100% de su PBI en 2011. En cuanto al déficit fiscal, agregadamente alcanzará a casi el 6% del PBI. Recordemos que los criterios de Maastricht para ingresar al euro requerían un nivel de deuda pública que no excediera el 60% del PBI y un déficit fiscal inferior al 3% del PBI.

Curiosamente, al mismo tiempo los niveles de endeudamiento en América Latina caerán y representarán sólo el 35% del PBI con déficits fiscales de sólo 2% del PBI en 2011. Es decir que se han revertido los papeles. La próxima crisis de deuda soberana probablemente vendrá de Europa y no de América Latina. Esto presenta grandes riesgos, pero también enormes oportunidades para aquellos países de esta región que sepan leer bien la situación y se posicionen inteligentemente en el escenario económico internacional.

Los altos niveles de endeudamiento público no necesariamente deberían ser un problema para el mundo industrializado. Durante años Japón ha tenido índices de endeudamiento cercanos al 150% del PBI y ha podido financiarse a tasas muy bajas.

Además, con excepción de Grecia y el resto de los PIGS, el mercado de bonos no parece muy preocupado por esta situación. Los Gobiernos de EE.UU. y Europa todavía siguen financiándose a tasas de interés muy bajas.

Pero lo que están experimentando Estados Unidos y Europa es un fenómeno nuevo. Como señala Stephen Cecchetti, economista en jefe del BIS [Bank of International Settlements – Banco Internacional de Pagos], en un trabajo reciente [ver “The future of public debt: prospects and implications”], el problema es mucho más serio de lo que indican las cifras oficiales. La población del mundo industrializado está envejeciendo rápidamente y esto impone una onerosa carga futura a sus cuentas fiscales (y a los jóvenes que tendrán que hacerse cargo de estas obligaciones). Nadie se ha tomado el trabajo aún de hacer el cálculo actuarial de cuánto son las obligaciones no fondeadas del sistema de seguridad social, pero cualquier cálculo simplificado sugiere un problema de enorme magnitud.

Las proyecciones que presenta Cecchetti en su paper son más que elocuentes: en algunos países del mundo industrializado la clase pasiva representará más de la mitad de la población económicamente activa en 2050. Los países con una situación más complicada son Japón, EE.UU., España, Italia, Grecia, Alemania y Reino Unido. En estos países se estima que los gastos de seguridad social alcanzarán más del 10% de su PBI en los próximos quince años.

Teniendo en cuenta esta realidad demográfica y fiscal, Cecchetti proyectó la trayectoria de la deuda pública para cada uno de estos países. Los resultados son alarmantes. En la mayoría de los casos, incluso aunque realizaran programas de ajuste fiscal, los niveles de endeudamiento en relación con el PBI aumentarían a niveles nunca vistos. Nuevamente Estados Unidos, Japón y el Reino Unido están a la cabeza de los países problemáticos, seguidos de cerca por Francia, Grecia, Irlanda y España.

Según algunos estudios econométricos, para volver a los niveles de endeudamiento sobre PBI de 2007, estos países necesitarán un superávit primario promedio en los próximos cinco años equivalente a casi el 5% del PBI, lo cual es prácticamente imposible. Para resolver sus problemas estructurales, estos países deben moderar la tasa de envejecimiento de su población y retardar la edad de retiro (como hizo recientemente España). Una solución más rápida a este problema es la inmigración. Muchos escaparán de América Latina a Europa en busca de oportunidades sin saber que ellos serán quienes de acá a 20 años deberán pagar con mayores impuestos el costo de su sistema de seguridad social.

La pregunta del millón de dólares es cuándo se va a despertar el mercado de bonos. Es decir, cuándo los inversores van a requerir una prima de riesgo mayor para financiar estos países que exhiben situaciones fiscales y de endeudamiento insostenibles. Por ahora, las tasas de interés a la que se financian estos países (exceptuando los PIGS) no refleja la severidad de la situación. En cuanto a las expectativas inflacionarias, se han mantenido constantes e incluso han bajado en estos últimos años. Pero esto inevitablemente va a cambiar y planteará un enorme desafío para la Fed y el Banco Central Europeo.

La persistencia de estos déficits fiscales y el creciente endeudamiento público pueden provocar una mayor inflación. Y una política monetaria restrictiva empeoraría la situación fiscal al aumentar las tasas de interés a las que se deben financiar los Gobiernos (ésta es la famosa «desagradable aritmética monetarista»). La salida más obvia de este conundrum sería la licuación de la deuda pública a través de mayor inflación (aunque fuera de un solo dígito).

Ésta fue la solución ensayada varias veces en la Argentina. El mundo industrializado aún no está preparado para considerarla. Pero como señala Cecchetti, los incentivos para hacerlo son mayores cuanto mayor sea el nivel de deuda, el plazo y la proporción en manos de extranjeros (como es en el caso de Estados Unidos).

En países como la Argentina, situaciones como ésta ya hubieran provocado una crisis. Pero en el mundo desarrollado existe cierta inercia que les da un grado mayor de libertad a las autoridades para ir manejando las cosas gradualmente. Esta inercia es consecuencia de una historia sin «corralitos», «corralones» ni hiperinflación, un marco institucional y jurídico estable, alto nivel de profesionalismo en los bancos centrales y una relativamente alta capacidad de gestión de la clase política.

Además, como observó un famoso economista, «las tendencias insostenibles tienden a no sostenerse.» Algo termina cediendo. De cualquier manera, la aritmética fiscal y financiera es inexorable. Tarde o temprano, el mundo industrializado tiene que hacer frente a esta deuda. En las próximas décadas, esto presentará desafíos y oportunidades para la Argentina. Para sortear los primeros y potenciar las segundas será necesario que los gobernantes argentinos tengan una lectura acertada de la situación internacional. Disciplina fiscal y reglas de juego que atraigan la inversión extranjera deberán ser dos ingredientes básicos de la política económica.


(*) Economista.