Crisis en
Estados Unidos

El deterioro de la economía de EEUU
asusta
a los mercados

Por Jonathan Cheng y Justin Lahart
Wall Street Journal, 02/06/11

Las malas noticias de la economía estadounidense se intensificaron el miércoles, sacudiendo los mercados financieros y generando la mayor caída bursátil de los últimos 12 meses.

El sector fabril de Estados Unidos, que ha sido un motor de la recuperación, anotó su mayor caída mensual desde 1984 conforme las compañías frenaron la contratación de personal y la producción. Otro informe mostró que la contratación de empleados en el sector privado se desplomó en mayo, moderando las expectativas de los economistas de cara al informe de nóminas no agrícolas que se dará a conocer el viernes.

El Promedio Industrial Dow Jones cayó 279,65 puntos, o 2,2%, para ubicarse en 12.290,14 unidades, su mayor descenso en puntos desde el 4 de junio del año pasado. Los inversionistas se refugiaron en los bonos del Tesoro estadounidense, haciendo caer los rendimientos de los instrumentos a 10 años a menos de 3% por primera vez en lo que va del año. Los rendimientos se mueven en dirección contraria al precio.

La jornada del miércoles marcó un cambio notorio en el ánimo de los inversionistas, en particular los de renta variable, quienes hasta ahora habían pasado por alto los signos de debilidad económica para concentrarse en las sólidas ganancias de muchas empresas. La desaceleración de las manufacturas, no obstante, podría mermar tales utilidades.

Los decepcionantes datos económicos de EE.UU. se divulgaron justo después de deslucidos informes de producción industrial en el mundo. Los números, junto con pruebas de una continua merma en el sector de bienes raíces residenciales y señales de que las compañías y las personas todavía tienen dudas a la hora de llevarse la mano al bolsillo, sugieren que la economía está perdiendo velocidad rápidamente.

"Estábamos aguantando, pensando que se trataba una mala racha pasajera", dijo James Paulsen, estratega jefe de inversiones de Wells Capital Management. Si las compañías no contratan personal y la producción fabril se estanca, añadió, "el cuadro empieza a cambiar radicalmente".

La desaceleración, en todo caso, podría ser breve. Los economistas predicen que algunos de los problemas que obstaculizan el crecimiento, como el alza en los precios del combustible y las interrupciones en la cadena de suministro causadas por el terremoto y tsunami de Japón, se moderarán más adelante. Pero dado el alto desempleo imperante en EE.UU., el alicaído mercado inmobiliario y la crisis financiera en Europa, la desaceleración también podría agravarse. Esto "me pone más nervioso", confesó David Greenlaw, economista de Morgan Stanley. "La economía no puede soportar mucho más que un frenazo temporal a estas alturas".

La desaceleración de la economía estadounidense coincide con un acalorado debate en Washington acerca de si se debe reducir el gasto para controlar el déficit fiscal o seguir estimulando la economía.

El líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, dijo que la economía podría ser un problema político para el presidente Barack Obama. "Claramente nuestro presidente se ve afectado hasta cierto punto por un desempeño económico pobre", manifestó.

Ron Bloom, el asesor de Obama para la política industrial, dijo que el frenazo del sector manufacturero se debe fundamentalmente a "factores externos", como la situación de Japón. "La tendencia a largo plazo en el sector industrial desde que la recesión tocó fondo es bastante positiva", afirmó.

Los altibajos económicos se parecen a los de 12 meses atrás, cuando la economía se estancaba y las acciones caían. Eso llevó a la Reserva Federal a comenzar una segunda ronda de relajamiento cuantitativo. Ese programa para comprar US$600.000 millones de bonos estadounidenses expira el 30 de junio, lo que suma otro factor de nerviosismo para los inversionistas.

Algunos inversionistas argumentan que el mercado bursátil está en mucho mejor forma que hace un año. El Dow ha bajado alrededor de 4% desde el 29 de abril, pero acumula un alza de 6,2% en lo que va de 2011. Las acciones han subido sostenidamente durante los dos últimos años y el Dow está hoy 13% por debajo de su máximo de 14.164,53 puntos, al que llegó en octubre de 2007.

El tropiezo del miércoles revirtió cuatro días de alzas para el Dow Jones. Las 30 acciones que componen el índice bajaron, al igual que 490 de las acciones del Standard&Poor's 500. Las acciones de compañías financieras fueron las más vapuleadas ante la preocupación por el impacto de una economía débil en sus finanzas. Las acciones de Bank of America retrocedieron 4,3% y las de Citigroup 3,7%.

Los bonos del Tesoro subieron, prolongando una racha alcista que ha sorprendido a muchos inversionistas, en parte porque los avances se produjeron en medio de las dudas en torno a la deuda del gobierno estadounidense, las disputas sobre el incremento del límite de su deuda y el final del programa de relajamiento cuantitativo de la Fed.

El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años ha caído de 3,72% en febrero a 2,964%.


La debilidad de la economía de EEUU
es peor de lo que algunos creen

Por Irwin Kellner
Wall Street Journal, 02/06/11

La mayoría de los economistas no pensaba que la economía estadounidense atravesaría por un período de debilidad tan pronto.

Ahora que ya han transcurrido dos terceras partes del trimestre actual, se está haciendo evidente con rapidez que, por segundo trimestre consecutivo, los expertos sobrestimaron el ritmo de la actividad económica.

Las proyecciones de los economistas para la tasa de crecimiento del primer trimestre se equivocaron por un amplio margen. En lugar de expandirse el 4%, como anticipaban, la economía creció sólo el 1,8% en los primeros tres meses del año.

Las expectativas surgieron a partir de una temporada razonablemente buena para las compras de fin de año, una mejora en el mercado laboral y otros indicadores económicos positivos.

Pero para el momento en que arribó el primer trimestre, la economía del país comenzó a ser afectada por una serie de contratiempos: el repentino aumento en los precios del petróleo, el terremoto en Japón (que produjo interrupciones en el suministro de componentes clave para el sector automotriz y otros bienes) y los problemas en Washington en torno al presupuesto, que casi provocaron el cierre de las oficinas y dependencias del gobierno.

Las tormentas de invierno y los problemas del sector de la viviendas también afectaron negativamente al crecimiento del primer trimestre.

Impertérritos, los economistas dieron rienda suelta a sus modelos y salieron con proyecciones que mostraron que el crecimiento rebotaría hasta un 3,5% en el actual trimestre. Imaginaban que esos obstáculos serían eliminados, o contrarrestados, por acontecimientos más positivos.

Bien, parece que se equivocaron nuevamente. A medida que se publicaban los datos de abril y mayo, muchos economistas comenzaron a dar marcha atrás con dichas proyecciones optimistas. El consenso de MarketWatch proyecta ahora un crecimiento de apenas superior al 3% en el segundo trimestre.

En mi opinión (que, por cierto, ha sido consistente) esas proyecciones demostrarán una vez más ser demasiado optimistas. Los precios de la energía aún son altos, los políticos están empeñados en reducir los gastos, provocando un lastre al crecimiento económico, y la inflación continúa causando estragos en los presupuestos de la gente.

El sector de la vivienda sigue alicaído, la producción de las fábricas aún está sintiendo los efectos de las interrupciones en los suministros de componentes como consecuencia del sismo en Japón, y para coronar todo eso, los aumentos en el empleo parece estar cediendo.

El segundo trimestre comenzó con una nota débil, en el que las ventas minoristas de abril en realidad cayeron si se descarta el aumento en los precios. El actual período también sufrirá con la pronunciada revisión al alza de los inventarios de las empresas en el primer trimestre: la combinación de inventarios crecientes con caída en las ventas nunca es presagio de buenas noticias para el crecimiento futuro.

Y no hay que dejarse engañar por un reporte que sugiere que los consumidores están más contentos de lo usual. La confianza de los consumidores es una guía poco confiable de cómo las familias están recortando sus gastos en realidad.

La gente podría sentirse cómoda cuando son contactadas por los encuestadores que sondean el humor e incluso sus intenciones de compra, pero fácilmente podrían tener un comportamiento diferente cuando llega el momento de hacer una compra.

Esto es especialmente cierto si algo ha cambiado en su mundo, como la caída del mercado de acciones, otra racha de mal clima, o si un miembro de la familia pierde su empleo.

Creo que lo mejor que podemos esperar es una tasa de crecimiento anual del 2% para el actual trimestre y para los próximos dos.