Estados Unidos

Muerte y resurrección de Hillary Clinton

Por Mario Diament
La Nación, 08/03/08

Miami.– "Los informes acerca de mi muerte han sido grandemente exagerados", proclamó Mark Twain en 1897, después de que The New York Times publicara un prematuro obituario del escritor. Hillary Clinton podría decir lo mismo.

Tras quebrar la sucesión de 12 derrotas con sus victorias en Ohio, Texas y Rhode Island, Clinton ha resurgido de las cenizas y parece dispuesta a reclamar una vez más la nominación de su partido.

Barack Obama aún mantiene su ventaja en el número de delegados (1458 contra 1370) y en el número de estados en los que ha salido ganador (25–16), pero, ante la evidencia de que ninguno de los dos podrá alcanzar la mágica cifra de 2025 que le asegure la coronación, los resultados del martes pasado han tenido el efecto de sofrenar la carrera de Obama y revitalizar la de Clinton.

La sorpresiva resurrección de Clinton ha contenido momentáneamente la apresurada emigración al campo de Obama de los superdelegados, ese grupo de 794 prominentes del partido que pueden votar a su antojo.

Según The New York Times , hoy, 254 apoyan a Clinton y 200 a Obama. El resto se declara indeciso o prefiere mantener su predilección en secreto.

Así las cosas, la atención ha vuelto a centrarse en Michigan y Florida, los dos estados penalizados por adelantar la fecha de sus primarias sin autorización del Comité Nacional Demócrata (CND) y cuyos 367 delegados han sido eliminados de la Convención.

Ninguno de los candidatos hizo campaña en estos estados. Sólo Clinton figuraba en las boletas de Michigan (la oposición fue agrupada bajo el título de "no comprometidos") mientras que, en Florida, las boletas consignaban tanto a Clinton como a Obama.

Clinton ganó en Michigan con el 55% de los votos contra el 40% de los "no comprometidos" y en Florida por 50–33. Si estos delegados fueran finalmente autorizados, Clinton recibiría 73 de Michigan y 105 de Florida, mientras que a Obama le corresponderían 55 y 67 respectivamente. Esto podría darle una ligera ventaja a Clinton, pero de ninguna manera determinante.

Otra posibilidad que se considera es la de convocar a nuevas primarias en ambos estados, aunque los gobernadores han dicho que no pagarán por ellas y el CND tampoco quiere asumir el costo, que se estima que superará los 25 millones de dólares.

A Clinton le bastaría con asegurarse una pequeña ventaja en el número de delegados para tratar de convencer a Obama de integrar una fórmula conjunta encabezada por ella. De hecho, en esta semana, Clinton aludió a esta posibilidad dos veces, mientras Obama se limitó a decir que aún era prematuro hablar de eso.

Dado el nivel de agresividad y ataques personales que han rodeado la contienda demócrata, particularmente en las últimas semanas, muchos se preguntan si será realista pensar que Clinton y Obama pudiesen vivir bajo una misma fórmula.

Estos ataques prometen volverse más intensos en los días que siguen, hasta las primarias de Pensilvania, el 22 de abril, con 158 delegados en juego.

Hoy, los candidatos se medirán en Wyoming, que acarrea 12 delegados, y el 11 de marzo lo harán en Mississippi, que aporta 33.

¿Qué sucedió entre la víspera del 4 de marzo, cuando Clinton parecía poco menos que derrotada, y la triple victoria del día siguiente?

Publicidad o demografía

Algunos analistas se inclinan por la teoría de que la intensa campaña publicitaria de Clinton cuestionando aspectos de la personalidad y las posturas de Obama encontró, finalmente, resonancia entre los votantes.

Otros prefieren explicar las victorias en términos puramente demográficos, señalando que tanto Ohio como Texas contienen la mezcla que más beneficia a Clinton: mujeres, hispanos y obreros.

Todo lo cual resulta muy entretenido y excitante para todo el mundo excepto para los demócratas, que observan con creciente inquietud cómo sus candidatos se desangran en la lucha por la nominación, mientras todo lo que tiene que hacer John McCain, ya consagrado candidato republicano, es sentarse a un lado con lápiz y papel y tomar nota de las acusaciones que ambos intercambian, para usarlas luego en su beneficio.

Las encuestas más recientes asignan todavía una ventaja a cualquiera de los candidatos demócratas por sobre McCain, pero la verdadera batalla no ha comenzado aún.

Los demócratas están seriamente preocupados por la posibilidad de que, si no se logra configurar la fórmula conjunta, quien finalmente obtenga la nominación lo haga al precio de una decisión de los superdelegados o porque se utilicen los resultados de Michigan y Florida para inclinar la balanza.

En cualquiera de los dos casos, su candidatura aparecerá envuelta en una nube de relativa ilegitimidad que puede dejar a algunos de los grupos más susceptibles –mujeres o negros– peligrosamente resentidos.