Estados Unidos

Del estado de urgencia al estado de excepción permanente

El régimen político de EEUU bajo el gobierno Bush

Por Jean–Claude Paye (*)
Red Voltaire, 04/04/08

El 11 de septiembre no ha sido otra cosa que un pretexto para suspender, primeramente de forma temporal y después definitivamente, numerosas libertades públicas e individuales en Estados Unidos. El sociólogo Jean–Claude Paye analiza la renovación de la Patriot Act, las disposiciones que se mantienen y las que han sido modificadas. Jean–Claude Paye nos muestra que las supresiones de libertades adoptadas en medio del pánico que provocaron los atentados de New York y Washington han adquirido un carácter permanente sin que se produzca por ello una amplia oposición. Esta situación no llegará a su fin con el mandato de George W. Bush como lo demuestra el hecho de que ninguno de los candidatos a la sucesión la ha puesto hasta ahora en tela de juicio.

La renovación de la Patriot Act ha permitido otorgar un carácter duradero a una serie de medidas que, en el momento de su adopción en 2001, fueron presentadas como la necesaria respuesta a una situación de urgencia. Las medidas de excepción que tomó el gobierno estadounidense, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se basan en el voto del Congreso que estipula «que el Presidente está autorizado a utilizar toda la fuerza necesaria y apropiada contra las naciones, organizaciones o personas que planificaron, autorizaron, cometieron o ayudaron [a cometer] los atentados terroristas ocurridos el 11 de septiembre de 2001....» [1]

La Patriot Act autoriza por tanto la encarcelación, sin juicio ni presentación de cargos y por tiempo indeterminado, de extranjeros sospechosos de terrorismo, así como la instauración de una vigilancia generalizado sobre la población. Algunas de estas medidas de control son de carácter permanente. Otras fueron aprobadas por votación para un período de 4 años. Estas últimas, enumeradas en 16 artículos, expiraban a finales de 2005 [2]. Para poder prolongarlas, había que someterlas a un voto de las dos Cámaras para que estas autorizaran su reinstalación.

La Patriot Act Reauthorization

Si el voto de aprobación de la Patriot Act se produjo de forma muy rápida, no sucedió lo mismo con su renovación. El presidente George W. Bush no pudo firmar «The Patriot Act Improvement and Reauthorization Act [3] hasta el 9 de marzo de 2006. La resistencia se organizó a nivel del Senado y varios senadores acudieron incluso al sistema conocido como «del filibustero», que consiste en conservar el uso de la palabra para impedir el voto. Aunque este interminable proceso permitió por primera vez que se produjera una discusión parlamentaria sobre el contenido y las consecuencias de la mencionada ley, el proyecto gubernamental acabaría siendo adoptado. Las disposiciones que contiene la Patriot Act extienden considerablemente las prerrogativas del poder ejecutivo y, principalmente, las del FBI.

Las pocas modificaciones incluidas, a través del procedimiento de renovación de la ley, están lejos de restablecer el equilibrio a favor del poder judicial. Los que se oponen a la Patriot Act querían establecer medidas de control tendientes a garantizar las libertades individuales, mientras que el gobierno quería aprovechar el voto para reforzar las prerrogativas del FBI. Las discusiones se extendieron durante unos 10 meses pero el gobierno logró evitar la imposición de controles judiciales a las disposiciones permanentes renovadas durante ese proceso y consiguió que 14 medidas temporales, adoptadas en 2001 como procedimientos de urgencia, se convirtieran en disposiciones permanentes.

Se prolongó así el artículo 213, un procedimiento permanente que establece técnicas investigativas muy intrusivas, denominadas «sneak and peek». En virtud de dicho procedimiento el FBI está autorizado a penetrar en un domicilio u oficina en ausencia de su ocupante. Durante esta investigación secreta, los agentes federales están autorizados a tomar fotos, a examinar el disco duro de una computadora y a introducir en esta un dispositivo digital de espionaje conocido como «linterna mágica». Después de su instalación este sistema registra toda la actividad informática, aunque esta no sea transmitida por Internet.

Esta posibilidad existe ya en el procedimiento criminal clásico, pero está sometida a la obtención de una autorización proveniente de un tribunal y los agentes están obligados a notificar inmediatamente su aplicación a la persona interesada. Con la Patriot Act el plazo de notificación se amplió a 3 meses o más, si se obtiene la autorización de un tribunal. Además, el gobierno tenía la posibilidad de posponer la notificación por tiempo indefinido por razones de «seguridad nacional». Lo que se decidió durante el proceso de renovación fue implantar el envío obligatorio de una notificación en un plazo de 30 días [4].

También se prorrogó el procedimiento permanente establecido en la cláusula 505. Esta amplía las posibilidades, concedidas al FBI y a diversas administraciones, de obtener «cartas de seguridad nacional», una forma de citación administrativa que proporciona acceso a datos personales, médicos, financieros, datos de agencias de viajes, de alquiler de autos y de los casinos, así como a ficheros de bibliotecas [5]. Antes de la adopción de la Patriot Act, las «cartas de seguridad nacional» se limitaban a los casos de personas «vinculadas a una potencia extranjero». La sección 505 amplía la capacidad del FBI para la obtención de dicha autorización fuera de ese marco. El campo de utilización de dicho procedimiento se extiende así ampliamente a toda actividad criminal. Durante los debates parlamentarios se pudo saber que el gobierno está utilizando cada año 30 000 «cartas de seguridad nacional» desde los atentados del 11 de septiembre. [6]

Un estado de sitio permanente

Las medidas establecidas en los artículos 212 y 214 tenían un carácter temporal y se convirtieron en permanentes. El artículo 212 autoriza a las compañías telefónicas y los proveedores de acceso a Internet a proporcionar al gobierno el contenido y el registro de las comunicaciones, si dichas compañías estiman que tales datos implican un peligro de muerte o constituyen un «delito grave». No hay control judicial, como pudiera ser el análisis por parte de un tribunal de los resultados de la transmisión de informaciones provenientes del operador. Tampoco se establece notificación alguna de dicha medida a la persona interesada. Las informaciones obtenidas por esta vía podrán ser utilizadas en investigaciones criminales y no sólo en materia de terrorismo.

La sección 214 facilita la obtención, por parte del FBI y en el marco de la Foreign Intelligence and Security Act de 1978, de los datos sobre las conexiones electrónicas entrantes y salientes. No se exige para ello ningún tipo de mandato judicial. Antes de la Patriot Act, el gobierno tenía que probar que la persona vigilada era agente de una potencia extranjera. Ahora simplemente tiene que notificar que la información interceptada tiene «relación» con una investigación vinculada al terrorismo. La vaguedad de dicha calificación permite justificar cualquier investigación.

También pasó a ser permanente el artículo 209. Este amplía la posibilidad de proceder legalmente a la intercepción de mensajes vocales. Antes de la Patriot Act, se exigía un mandato judicial para poder proceder a la captura de este tipo de mensajes a partir de un contestador instalado en un domicilio. Los mensajes vocales enviados por un proveedor de servicios exigían la obtención de una orden proveniente de un tribunal. Esas autorizaciones proporcionan más protección que una simple orden de investigación concedida previa notificación de que existe «presunción razonable que permite pensar que se va a cometer un delito».

La sección 209 modifica la ley para permitir el procesamiento de los mensajes vocales como simples mensajes electrónicos. La posibilidad de intercepción se amplía así considerablemente. Cualquier fiscal tiene la posibilidad de conceder, en cualquier momento, ese tipo de autorización. Si los datos se obtienen a partir de mensajes enviados, en vez de realizarse a partir de un contestador situado en un domicilio, la intercepción puede llevarse a cabo sin notificar a la persona interesada.

El artículo 218, que también se convierte en permanente, autoriza la realización de investigaciones secretas en un domicilio u oficina, si existe «presunción razonable» que permita pensar que dicho domicilio u oficina puede contener información relativa a la actividad de un agente de una potencia extranjero, sin que exista necesariamente prueba alguna o indicio de un delito. Los agentes obtienen una orden de una corte secreta, instaurada por la FISA [7] Antes de la Patriot Act, los agentes federales tenían que certificar que el objetivo primario de la investigación estaba vinculado a la obtención de información vinculada con el extranjero. El artículo 218 reduce dicha obligación ya que los agentes no tendrán más que declarar que la obtención de información vinculada con el extranjero es un «objetivo significativo» de la investigación. [8]

El artículo 207 amplía de 30 días a 6 meses, con posibilidades de renovación que pueden llegar a un año, el tiempo durante el cual se pueden utilizar conexiones, en materia de información vinculada con el extranjero, antes de que exista la obligación de pedir una autorización a un tribunal. Esta disposición también adquirió un carácter permanente, al igual que la del artículo 216, que permite que un juez federal o un magistrado de otra jurisdicción extiendan una orden para poder registrar los datos entrantes y salientes que pasan por una conexión electrónica. En dicha orden no se precisa la dirección IP afectada. Este tipo de orden se puede obtener en cualquier lugar del territorio estadounidense.

Se trata de un verdadero cheque en blanco que se otorga a los agentes federales. Para obtener la autorización, el agente federal no tiene más que certificar que la información que busca resulta «pertinente en la investigación de un crimen en ejecución». El juez está obligado a otorgar la autorización en el momento de recibir la certificación, aunque no esté de acuerdo con el procedimiento en marcha.

Identidad entre labor de inteligencia e investigación criminal

El proceso de renovación de la Patriot Act también permitió prolongar por 4 años más la sección 6001 de la Intelligence Reform and Terrorism Prevention Act de 2004, que autoriza la vigilancia de personas aisladas, sospechosas de ser terroristas [9] Se supone que estos individuos, designados como «lobos solitarios», aunque vinculados al terrorismo internacional, actúan solos. El mencionado artículo redefine la noción de «agente de una potencia extranjera» incluyendo en esta a las personas implicadas en el «terrorismo internacional» o en «actividades terroristas en preparación». O sea, para ser considerado agente de una potencia extranjera ya no es necesario estar en contacto con dicha potencia. Esa disposición se aplica a las personas que no tienen la ciudadanía estadounidense.

También se prolongan por un nuevo período de 4 años las medidas que aparecen en los artículos 215 y 206 de la Patriot Act. La sección 215 permite, previa obtención de una autorización secreta proveniente de un tribunal, que el FBI tenga acceso a los datos médicos, cuentas bancarias, datos sobre préstamos en bibliotecas o a «toda cosa tangible» sin que los investigadores tengan que demostrar que la investigación está ligada a hechos vinculados al terrorismo o con alguna potencia extranjera. El FBI tiene que señalar que pide la orden para realizar una investigación de inteligencia vinculada con el exterior o con el terrorismo, pero sin tener que precisar la existencia de «presunción razonable» sobre la existencia de un vínculo entre los datos solicitados y una potencia extranjera.

Las personas interesadas no podían hablar con nadie sobre dicha acción. El acuerdo adoptado les permite oponerse a este procedimiento al término de un plazo de un año. Se introduce así un proceso formal de oposición que no existía anteriormente. Sin embargo, el gobierno tiene la posibilidad de impedir dicho proceso por razones de seguridad nacional [10]

En cuanto al artículo 206, este autoriza la utilización de conexiones «nómadas». Los agentes del FBI no están obligados a identificar al sospechoso para poder obtener la autorización que les permite instalar sus dispositivos de vigilancia de las comunicaciones. Se instala una conexión «bajo cobertura» en el conjunto de teléfonos instalados en el entorno de la persona objeto de la vigilancia, sin que sea necesario demostrar que la persona vigilada utiliza esos aparatos. Eso explica por qué ese tipo de dispositivo es llamado conexión «John Doe» [Equivalente en inglés del término “persona no identificada”. Nota del Traductor.]. Como no está obligado a identificar al individuo objeto de la vigilancia, el gobierno puede vigilar legalmente el teléfono de cualquier persona, sin tener que demostrar que esa persona mantiene algún tipo de vínculo con una potencia extranjera, con el terrorismo o que tiene algún contacto con cualquier tipo de actividad criminal.

Antes de la Patriot Act, las conexiones «nómadas» sólo podían utilizarse en investigaciones criminales, incluyendo el terrorismo, pero no estaban permitidas en investigaciones de inteligencia. La investigación criminal comprende una serie de medidas de resguardo en materia de protección de la vida privada. Para establecer ese tipo de conexión hay que especificar la identidad de la persona vigilada o del teléfono vigilado. Para pasar de un aparato a otro, el gobierno tiene que certificar que el sujeto identificado en la orden está utilizando actualmente ese aparato. Con la Patriot Act, las conexiones nómadas que pasan de un aparato a otro se autorizan en materia de inteligencia, como investigaciones bajo FISA, sin incluir dichas medidas de protección.

La Patriot Act, específicamente sus artículos 206 y 215, generaliza, en el conjunto de materias criminales, varias disposiciones establecidas, en materia de espionaje, por la Foreing Intelligence Surveillance Act de 1978. Esta última ley confiere a la administración poderes excepcionales en dichas materias al sustraer los actos de la administración a un verdadero control judicial, aparte de la autorización –previa y sin seguimiento– que conceden tribunales de excepción, a menudo secretos.

La Patriot Act disuelve la diferencia entre investigación criminal y labor de inteligencia permitiendo al FBI la realización de investigaciones en el marco del llamado Título III (materia criminal) y la obtención de las autorizaciones necesarias bajo los procedimientos y con las garantías reducidas de la FISA. También establece autorizaciones permanentes para el intercambio de información entre agencias de inteligencia y servicios de policía, lo que permite rebasar las barreras administrativas que impiden tales conexiones.

El artículo 905 autoriza al secretario de Justicia (Attorney General) ha recurrir al director de la National Inteligence para proporcionar pruebas obtenidas mediante procedimientos de inteligencia, como las investigaciones realizadas bajo falsa identidad, en un proceso judicial. El artículo 504 autoriza la entrega de informaciones FISA a las divisiones criminales. [11] El Departamento de Justicia admitió que envió cerca 4 500 expedientes FISA a la división criminal. Se desconoce la cantidad de acciones legales emprendidas [12].

La renovación de la Patriot Act permite otorgar un carácter duradero a medidas que, en el momento de su primera adopción –en 2001– tuvieron como argumento justificativo la existencia de una situación de urgencia. Al convertirse en disposiciones permanentes, estas medidas intrusivas de vigilancia se convierten en la base de nuevo orden político que otorga a la administración una serie de prerrogativas pertenecientes al poder judicial. Sin embargo, contrariamente a la primera versión, aprobada por la Cámara de Representantes en junio de 2005, la forma jurídica adoptada sigue siendo la del estado de excepción permanente, no directamente la de la dictadura. La resistencia del Senado permitió conservar e introducir algunas posibilidades formales de control y de interponer recursos judiciales, sin que esas posibilidades afecten realmente las prerrogativas del FBI y del gobierno.


Notas:

(*) Jean–Claude Paye es sociólogo. Últimas obras publicadas: La Fin de l’État de droit (El fin del Estado de derecho), La Dispute 2004; Global War on Liberty, Telos Press 2007.

[1] Authorization for Use of Military force, Pub. L. 107–40, &&1–2, 115 Stat. 224.

[2] «USA Patriot Act Sunset», Electronic Privacy Information Center.

[3] H.R. 3199, versión final.

[4] Sen.John E. Senunu, «Patriot Act deal balances liberty, security, Washington Memo, February, 12, 2006.

[5] «National Security Letters and your Privacy», ACLU.

[6] Idem.

[7] La Foreign Intelligence and Security Act de 1978 establece una Corte Especial encargada de autorizar la realización de operaciones de vigilancia sobre «agentes de una potencia extranjera». Se trata de una corte secreta que se compone de 11 magistrados designados por el secretario de Justicia. Fuente: Electronic Privacy Information Center.

[8] «Memo to interested Persons Outlining What Congress Should Do About the Patriot Act Sunsets», ACLU, March, 28, 2005.

[9] Intelligence Reform and Terrorism Prevention Act of 2004; «Lone Wolf» Amendement to the Foreign Intelligence Surveillance Act.

[10] «Conyers calls Patriot Act reauthorization ’dangerous’», February, 28, 2006,

[11] Kate Martin, «Why Section 203 and 905 Should be Modified», American Bar Association’s Patriot Debates,

[12] Oversight answers, submitted by Jamie E. Brown, Acting Assistant Attorney General, May 13, 2003, on file with the House Judiciary Committee.


Enemigo del Imperio

Por Jean-Claude Paye (*)
Corriente[a]lterna / Correspondencia de Prensa, 30/03/08

La última ley antiterrorista estadounidense, la "Military Commissions Act" de 2006, al introducir la noción de guerra dentro del derecho nacional, provoca un giro en la organización jurídica y política del mundo occidental. Pone fin a una forma de Estado que había conseguido "instaurar la paz en el interior y excluir la hostilidad en el exterior del derecho". Es el acto constituyente de una nueva forma de Estado que inscribe la guerra como relación política entre las autoridades constituidas y sus poblaciones.

A través de la lucha contra el terrorismo, la noción de guerra se introduce en el derecho penal. La inserción de la hostilidad en el orden jurídico interior se ha efectuado primero mediante actos administrativos relativos a los extranjeros y justificados en nombre del estado de urgencia. La Military Commissions Act inscribe ahora esa noción de guerra dentro de la ley y de forma permanente. Al mismo tiempo, modifica su campo de aplicación y su contenido. Permite al Presidente de EEUU definir como enemigos a sus propios ciudadanos y a sus adversarios políticos.

Estado de guerra

Para el poder ejecutivo de EEUU la lucha contra el terrorismo es una guerra y no una simple operación de policía. Gracias a esa lectura ha establecido un conjunto de medidas liberticidas, justificadas en nombre del estado de urgencia. Esa situación autoriza la supresión del Habeas Corpus de los extranjeros sospechosos de terrorismo y la puesta en pie de una vigilancia permanente del conjunto de las poblaciones.

La referencia a un estado de guerra ha permitido al gobierno tratar a los "terroristas" extranjeros como enemigos y así encarcelarlos administrativamente, sin acusación y sin juicio, hasta el final del conflicto. Como se trata de una guerra permanente e indefinida, la detención de esas personas es indeterminada. Esos "enemigos combatientes" no pueden tampoco beneficiarse de las protecciones reconocidas a los presos de guerra. El enemigo pierde su estatus y se convierte en un criminal, pero no goza de las garantías judiciales previstas en materia penal. Por consiguiente, el extranjero, llamado "enemigo combatiente ilegal" por el poder ejecutivo, está completamente sometido al arbitrio de este último.

El punto de vista gubernamental, que considera que los atentados del 11 de septiembre son un acto de guerra y no sólamente un crimen, se apoya en una resolución del Congreso del 18 de septiembre de 2001, "the Authorisation for Use of Military Force", que da poderes especiales al ejecutivo. La lectura que hace la Administración de ese texto es la de un Estado que está en guerra, no contra otras naciones, sino contra organizaciones que no están ligadas a un gobierno extranjero o contra individuos. Esta interpretación redefine la noción de guerra. Le da un carácter asimétrico, el de una "lucha a muerte" entre la superpotencia mundial y personas definidas como enemigos. Ese nuevo concepto se libera de la existencia de toda amenaza real contra la nación estadounidense. Es un mero producto de la subjetividad del poder: el estado de guerra existe por su simple enunciación. En nombre de la lucha "del bien contra el mal", el Estado norteamericano niega el carácter político de su acción y, confundiendo enemigo con criminal, fusiona soberanía externa e interna.

Yendo más allá de los poderes otorgados por la autorización abstracta del Congreso, el Presidente promulga un acto administrativo, la Military Order del 13 de noviembre de 2001, que permite el juicio de los extranjeros sospechosos de terrorismo por tribunales militares especiales. Los términos "enemigo combatiente" o "combatiente ilegal" no forman parte del texto mismo del acto jurídico del ejecutivo sino de la lectura que es hecha por la administración. Votando la "Military Commissions Act" el 28 y el 29 de septiembre de 2006, la Cámara y el Senado han extendido ampliamente el campo de aplicación de la incriminación de enemigo combatiente ya que, ahora, los extranjeros que residan en EEUU, al igual que los ciudadanos estadounidenses, pueden ser calificados como tales. La incorporación de "enemigo combatiente ilegal" a la ley tiene como consecuencia que esa noción no se inscribe ya dentro del estado de urgencia sino de forma permanente. La excepción se convierte en norma.

El derecho penal adquiere un carácter constituyente. Las Cámaras han legalizado un nuevo orden jurídico y político que fusiona acto de guerra y función de policía y que da a la administración el poder de transformar en enemigo a todo ciudadano estadounidense o a todo miembro de una nación extranjera con la cual EEUU no está en guerra.

Así, el gobierno modifica la relación entre lo interior y lo exterior. Los ciudadanos de EEUU pueden convertirse en enemigos y ser colocados fuera de la nación estadounidense. Al poder calificar como "enemigo combatiente" a todo habitante del planeta y hacer de éste un "combatiente ilegal", o sea, un criminal, EEUU se atribuye una función de policía que ejerce a escala mundial. Los otros estados, a través de los diferentes acuerdos de extradición firmados con EEUU, no ponen en cuestión ese derecho que se atribuye EEUU y le otorgan una parte de su soberanía, Aceptando entregar a sus nacionales, así llamados, a las autoridades de EEUU, les reconocen un poder jurisdiccional imperial.

El extranjero enemigo combatiente

La primera utilización de las nociones de enemigo combatiente o de combatiente ilegal, en el marco de la lucha contra el terrorismo, se encuentra en la lectura hecha por la administración de la Executive Order del 13 de noviembre de 2001 /2, que autoriza juzgar a extranjeros por violación de las leyes de la guerra por tribunales militares.

Esa primera definición crea un delito de pertenencia, pero limitado a Al Qaeda. La sospecha de que una persona sea miembro de la organización incriminada, sin que haya cometido un delito material, autoriza su detención administrativa indefinida o permite juzgarla por una comisión militar. Lo mismo ocurre si el Ministro de Justicia sospecha que una persona "esté implicada en acciones, haya intentado o tenga la intención de cometer actos que han producido efectos desfavorables en la política extranjera o el sistema político y económico de EEUU". Esto permite justificar cualquier detención.

El gobierno ha utilizado de manera extensiva la posibilidad de calificar a extranjeros como enemigos combatientes ilegales. Fue utilizada no sólo para los miembros de Al Qaeada, como prevé la Executive order de 2001, sino también para todos los presos capturados durante la guerra de Afganistán. Según la interpretación dada por el antiguo consejero de la Casa Blanca, Alberto Gonzales, el no respeto de la Convención de Ginebra estará justificado por el hecho de que Afganistán es un "failed State" /3 (Estado fallido o fracasado).

La extensión del campo de aplicación de esa noción ha continuado en el marco de los Tribunales de Revisión del Estatuto de combatiente /4, creados en 2004 con el fin de juzgar a los presos de Guantánamo. Se convierte en enemigo combatiente todo extranjero, capturado en el marco de la lucha antiterrorista, en cualquier parte del mundo.

Un juicio del Tribunal Supremo del 28 de junio de 2004, Rasul v. Bush /5, realiza una primera racionalización de ese derecho completamente creado por el poder ejecutivo. Su sentencia precisa que los combatientes ilegales extranjeros tienen el derecho de recurrir ante una jurisdicción civil frente al hecho de que esa acusación sea aplicable. Pero, al no denunciar su carácter inconstitucional, implica un reconocimiento de esa incriminación  administrativa y la incluye en la jurisprudencia.

En cuanto a la posibilidad para un extranjero de cuestionar la base factual de la detención ante una jurisdicción civil, ésta fue prácticamente eliminada por la Detainee Traitment Act de 2005 /6. Esta ley quita toda competencia a los tribunales federales para examinar la situación de los detenidos en Guantánamo y la sustituye por un mecanismo exclusivo de revisión de las decisiones tomadas por los Tribunales de Revisión del estatuto de Combatiente.

El estadounidense enemigo combatiente

Violando la Military Order, que él mismo ha promulgado, el poder ejecutivo ha utilizado inmediatamente la noción de enemigo combatiente para calificar también como tales a ciudadanos estadounidenses. Así, la detención, sin cargos, durante tres años de Yaser Esam Hamdi, capturado en Afganistán en 2001, fue justificada por el hecho de que había sido definido por la administración como "illegal ennemy combatant". El ministerio de Justicia precisó que la situación de Hamdi no era diferente de la de un extranjero, ya que había sido capturado en el campo de batalla. Sin embargo, en junio de 2002, la administración ha utilizado también ese término con el fin de justificar la detención administrativa indefinida de otro estadounidense, José Padilla, capturado en suelo de su propio país, y negarle cualquier protección prevista por el Código Penal estadounidense o por las Convenciones de Ginebra.

El poder que se ha atribuido el ejecutivo de transformar a sus propios ciudadanos en enemigos será integrado dentro del orden jurídico por una Opinión del Tribunal Supremo del 28 de junio de 2004, Hamdi v. Rumsfeld. En lugar de afirmar que todo ciudadano debe gozar de las garantías ofrecidas por la Constitución, el Tribunal estipula que no existe ningún obstáculo para calificar a un ciudadano estadounidense como enemigo. Ese tribunal se refiere a uno de sus anteriores juicios; el caso Ex Parte Quirin /7. Este se refería a los saboteadores al servicio de Alemania, capturados en suelo estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de los presos tenía la nacionalidad estadounidense. El Tribunal establecía que determinados actos, por su propia naturaleza, en este caso violaciones de las leyes de la guerra, no pueden ser sometidos a jurisdicciones civiles y deben ser llevados a jurisdicciones militares.

De esta forma, el Tribunal modificaba radicalmente otro de sus juicios anteriores, el caso Ex Parte Milligan /8 de 1866, relativo a un civil del norte acusado de "conspiración" y de "violación de las leyes de la guerra" en beneficio del ejército del sur. El Tribunal precisó entonces que la utilización de jurisdicciones militares estaba exclusivamente reservada a los soldados y a los ciudadanos, militares o civiles, de un Estado enemigo. El Tribunal añadía que ese caso debía ser juzgado por traición ante un jurado en un tribunal civil y no militar.

En su juicio de 2004, el Tribunal Supremo confirma el profundo cambio de jurisprudencia provocado por el juicio Ex Parte Quirin y autoriza al gobierno a calificar como enemigo a uno de sus ciudadanos. Sin embargo, la Opinion Hamdi v. Rumsfeld implica un desplazamiento del campo de aplicación de esa acusación, del terreno de una guerra real al de la lucha permanente e indefinida contra el terrorismo. Ese juicio de 2004, que autoriza a los presos de Guantánamo a llevar su caso ante una jurisdicción civil, fue saludado por las organizaciones de defensa de las libertades individuales como un retorno al Estado de derecho. Pero, en realidad, implica un reconocimiento de esas acusaciones ilegales y ofrece al gobierno la posibilidad de apelar al Congreso para construirse un nuevo orden legal a su medida.

Enemigo del gobierno

Ésa es la vía que va a seguir el poder ejecutivo. El 17 de octubre de 2006 el Presidente Bush firmó la "Military Commissions Act" /9. Esa ley es continuación de un nuevo juicio del Tribunal Supremo con fecha 29 de junio de 2006 /10 que declaraba ilegales las comisiones militares, estableciendo que sus estructuras y procedimientos violan los derechos de la defensa, contenidos en el Código Militar de EEUU y en la Convención de Ginebra de 1949. Sin embargo, el Tribunal Supremo no ha modificado el estatuto de esos prisioneros y ha permitido a la administración poner en pie otros medios para juzgar a esos detenidos.

Ese texto inscribe, por primera vez, la noción de enemigo combatiente ilegal dentro de la ley y extende el campo de aplicación de la acusación. Mientras que la Military Order de noviembre de 2001 se refería únicamente a los extranjeros capturados fuera de EEUU, la "Military Commissions Act" autorizar definir como "enemigo combatiente ilegal" a todo estadounidense o a todo extranjero que viva en EEUU. Calificando como enemigos a personas que no han abandonado nunca el suelo estadounidense y que no han frecuentado ningún campo de batalla, la acusación afecta a personas que no han estado comprometidas en acciones realizadas en el exterior de EEUU, sino a individuos, entre ellos los estadounidenses, que se oponen en territorio nacional a la política del gobierno.

Así, la ley da a esa discriminación un carácter directamente político al considerar como enemigos combatientes ilegales a personas "implicadas en o que apoyan hostilidades hacia EEUU". Esa definición existía ya en la Executive Order de 2001, pero el contexto reducía su alcance a los extranjeros capturados en el campo de batalla afgano. En la "Military Commissions Act" ese elemento se aplica a todas partes del mundo, incluido EEUU, en un contexto que no tiene ya nada que ver con una implicación militar sino en el de, libre de toda delimitación territorial, de la lucha antiterrorista mundial. En ese contexto tan abstracto, esa definición puede aplicarse a movimientos sociales o a acciones de desobediencia civil, en realidad, a toda acción que cuestione la política del gobierno estadounidense o de potencias aliadas.

Si, a la luz de la jurisprudencia del juicio Ex Parte Quirin, se considera que es la naturaleza misma de sus actos la que hace de la persona un enemigo combatiente, cabe por tanto concluir que, en el contexto de la "Military Commissions Act", es el carácter político de éstos el que define a su autor como un enemigo.

Una persona puede también ser calificada como combatiente ilegal por un Tribunal de Revisión del Estatuto de Combatiente o por cualquier otro tribunal establecido bajo la autoridad del Presidente o del Secretario de la Defensa. Alguien es enemigo combatiente no porque sea sospechoso de haber cometido un acto o de tener la intención de cometerlo sino únicamente porque es considerado como tal por el poder ejecutivo. Una lectura rápida podría dejar suponer que sólo los extranjeros podrían verse afectados por ese procedimiento, ya que los Tribunales de Revisión del Estatuto de Comabtiente sólo se refieren a los no estadounidenses. Sin embargo, el texto prevé la posibilidad de extender esa definición por parte de eventuales nuevos tribunales administrativos y nada prohibe que éstos últimos afecten a los nacionales.

Legalización de las comisiones militares

La "Military Commissions Act" legaliza las comisiones militares, esos tribunales militares especiales creados por la Executive Order de 2001. Estaban destinados a juzgar a los extranjeros capturados en Afganistán, contra los cuales no había el menor inicio de prueba que hubiera permitido llevarlos ante una jurisdicción civil. Esa ley extiende la competencia de esos tribunales a todos los extranjeros, incluidos los residentes en EEUU.

Ese sistema reduce los derechos de la defensa a una piel de zapa. El acusado no puede optar a un abogado. Ëste es un militar designado por el poder ejecutivo. Esos tribunales practican una inversión de la carga de la prueba, Es el acusado quien tiene que probar su inocencia, mientras que puede ser excluido de determinadas fases de su proceso y no tiene acceso a todo el dossier, especialmente a las "pruebas" dirigidas contra él, si esos elementos son clasificados secretos.

Las comisiones militares pueden aceptar pruebas y confesiones arrancadas mediante malos tratos. Si bien la tortura está formalmente prohibida, "cierto grado de coerción" es permitido y es el Presidente el encargado de fijar el nivel de dureza de los interrogatorios. Se aceptan también "pruebas" obtenidas a base de confesiones, conseguidas en países que practican la tortura.

La ley prevé un sistema formal de revisión de los juicios ante un tribunal civil. El Tribunal de Casación del distrito de Columbia es la única jurisdicción superior competente, pero está únicamente autorizado a juzgar que el procedimiento seguido es conforme a ley. No hay verificación de la veracidad de los hechos descritos por la acusación. Como ese tribunal ha rechazado, el 20 de febrero de 2007 /11, toda posibilidad para los presos de Guantánamo de poder impugnar su detención ante una jurisdicción civil, esta última posibilidad formal de un control judicial está en adelante cerrada.

La ley no concede a los detenidos el derecho a un juicio rápido, incluso ante una jurisdicción miltiar. De esta forma, perpetua la posibilidad, reconocida por la Patriot Act, de mantener en detención administrativa indefinida a todo extranjero sospechoso de terrorismo.

Un sistema previsto para los nacionales

Sólo los enemigos combatientes ilegales extranjeros pueden ser conducidos ante las comisiones militares. Los estadounidenses podrán hacer valer un recurso de Habeas Corpus ante una jurisdicción civil.

Sin embargo, esa ley ha sido concebida para que esos tribunales especiales puedan aplicarse igualmente a los nacionales. Así, entre las infracciones que pueden ser juzgadas por una comisión militar, se encuentra la que castiga a toda persona que "en una posición de juramento de fidelidad o de deber hacia EEUU" /12, apoya intencionadamente acciones hostiles a EEUU o a sus aliados. ¿Quién, aparte de un ciudadano estadounidense, puede encontrarse en una posición de lealtad hacia EEUU?

Para caracterizar los delitos que pueden ser juzgados por las comisiones militares, se encuentran definiciones que atacan directamente a las luchas sociales, como la noción de ataque a una propiedad protegida o la relativa al saqueo, transformando ambas una ocupación ilegal en acción terrorista. El carácter directamente político de esos delitos es también indicativo de la intención del gobierno de presentar a estadounidenses ante esas comisiones.

La legalización de las comisiones militares sólo se inscribe formalmente dentro de la tradición judicial desarrollada en Occidente, la de un doble sistema jurídico: Estado de derecho restringido para los nacionales y violencia pura para los extranjeros. El fin de la administración es generalizar, al nivel del conjunto de la población, los procedimientos que le permiten hacerse cargo de los extranjeros, torturarlos y mantenerlos detenidos a voluntad.

El proyecto "Domestic Security Enhancement Act of 2003", conocido con el nombre de "Patriot II", constituye la tentativa precedente del gobierno para alcanzar ese objetivo. Tenía como fin quitar la nacionalidad a los estadounidenses sospechosos de terrorismo y así tratarlos como extranjeros. La "Military Commissions Act" no permite todavía suprimir el Habeas Corpus para toda la población, pero poder considerar a todo estadounidense como enemigo es un buen comienzo.

Enemigo del Imperio

La doble inserción, en el seno del derecho estadounidense, de lo que estaba situado fuera del orden jurídico occidental, la violencia pura y la guerra, supone un cambio radical de éste. La "Military Commissions Act" procede a una mutación en la organización del Estado. Pone fin a la separación formal de poderes dando poderes de magistrado, de forma permanente, al Presidente. Crea un derecho puramente subjetivo que deja en manos del poder ejecutivo. Este último puede calificar a cualquier persona como enemigo, decidir la detención  administrativa, de por vida, para cualquier extranjero o, si decide juzgarlo, puede nombrar a los jueces militares, al abogado y fijar el nivel de coacción de los interrogatorios.

Si la "Military Commissions Act" empuja a todos los extranjeros, sospechosos de terrorismo, dentro de un sistema que niega su derecho a disponer de sí mismos, eso no afecta únicamente a las personas capturadas fuera del territorio estadounidense, al igual que a los extranjeros residentes en EEUU, sino también, por ejemplo, a cualquier habitante de la Unión Europea. En el marco de los acuerdos de extradición firmados en junio de 2003 /13, cualquier residente de un Estado miembro, sospechoso de terrorismo, podría ser entregado a las autoridades estadounidenses y ser sometido al arbitrio del poder ejecutivo. Los acuerdos establecidos con EEUU aceptan las leyes y las disposiciones de excepción de ese país. EEUU tiene la capacidad de imponer sus propios criterios y sus jurisdicciones especiales destinadas a juzgar a los extranjeros. Abandonando su propia legalidad, los países europeos aceptan someter a sus residentes a esos procedimientos. Esas medidas insertan a los europeos dentro del sistema estadounidense de supresión de las garantías judiciales. Revelan así una verdadera estructura imperial a través de la cual el ejecutivo estadounidense tiene el poder de decidir la excepción y de hacer de ella la base de un nuevo orden jurídico mundial.

Mientras el derecho internacional no es ya respetado y la guerra es presentada como una operación policial, el derecho penal estadounidense establece una nueva definición de la hostilidad que se aplica a nivel mundial. La primera condena pronunciada por una comisión militar, la del "talibán australiano" David Hicks, tuvo lugar el 27 de marzo de 2007. Revela la capacidad de que dispone el ejecutivo de EEUU de hacer legitimar por otras naciones su poder de suprimir el Habeas Corpus de cualquier no estadounidense. Al aceptar que ese preso de Guantánamo pueda purgar su pena en Austalia /14, el gobierno de ese país expresa su reconocimiento de hecho de las comisiones militares, que violan tanto el Derecho Internacional como las Constituciones estadounidense y australiana.

El gobierno australiano ha estudiado también poner a David Hicks bajo control administrativo cuando haya purgado su pena. Esta medida no está prevista por la sentencia adoptada por la comisión miltiar. Una persona condenada por una jurisdicción de excepción estadounidense entra en un sistema global de "no derecho".

La "Military Commissions Act" pone formalmente fin al modelo clásico del Estado occidental, a esa forma de organización política que realizaba una "unidad política única y pacificada en el interior, única y soberana en el exterior, en donde hace frente a otras unidades soberanas" /15, tal como la define Carl Schmitt en La notion de politique. Éste último había caracterizado así al Estado europeo por su capacidad para establecer "la tranquilidad, la seguridad y el orden" en el interior y repeler la guerra al exterior.

En ruptura con esa forma de Estado, las reformas emprendidas en el marco de la "guerra" contra el terrorismo, confunden funciones de guerra y de policía. Las medidas de vigilancia general aplican a los ciudadanos procedimientos que en el pasado tenían que ver sólo con el contraespionaje. Los civiles, por elhecho de ser simplemente sospechosos de terrorismo por la administración, son sometidos a medidas de privación de libertad más restrictivas que las aplicadas a los prisioneros de guerra.

La "Military Commissions Act" da todo su sentido a las reformas existentes. Inscribiendo la noción de "enemigo combatiente ilegal" dentro de un orden jurídico reconocido de hecho por los otros Estados, esta ley pone a las poblaciones del mundo a merced del poder ejecutivo de EEUU. La "Military Commissions Act" es un acto constituyente de una estructura imperial que no distingue ya interior y exterior o, más bien, que da a esa separación un carácter puramente subjetivo. El enemigo pierde todo carácter objetivo, es un simple producto de la palabra del poder. Es el poder ejecutivo de EEUU el que, al designar a otra persona como enemigo, le arrebata toda protección jurídica y la coloca fuera de la nación estadounidense o fuera de la "comunidad internacional".

Es a esa estructura imperial a la que los otros Estados entregan no sólo el poder de hacer la guerra sino también su soberanía interna, el control de sus propios ciudadanos. Se puede aplicar así a éstos el término utilizado por Alberto Gonzales para caracterizar a Afganistán: "failed State(s)".


Notas:

(*) Sociólogo y autor de «Global War on Liberty» (de próxima publicación en castellano).

1. Carl Schmitt, La notion de politique, p. 43, Chams Flammarion, 1992

2. Presidente G. W. Bush's Military Order of November 13, 2001. http://www.law.uchicago.edu/ribunals/exec_order.html

3. http://www.utrechtlawreview.org/publish/articles/000003/article.pdf

4. http://www.defenselink.mil/news/Combattant_Tribunals.html

5. www.supremecourtus.gov/opinions/03-334.pdf

6. Detenee Treatment Act of 2005, December 31, 2005.

7. U S Supreme Court, Ex Parte Quirin 317 U.S. (1942)

8. U S Supreme Court, Ex Parte Milligan 71 U.S. 2.

9. S.3930 Military Commsissions act of 2006, www.govtrack.us/data/us/bills.text/109/s/s/3930.pdf

10. Supreme Court of the United States, Hamdan v. Rumsfeld (nº 5-184), http://www.supremecourts.gov/opinions/05pdf/05-184.pdf

11. Josh White, "Guantanamo Detainess Lose Appeal", Washington Post, 21 de febrero de 2007.

12. Military Commissions Act of 2006, article 950v. (b)26.

13. Diario Oficial de las Comunidades Europeas, L 181, 19/7/2003.

14. "Le tribunal militaire de Guantanamo rend sa première condamnation », Le Monde, le 31/3/2007.

15. Carl Schmitt, La notion de politique, op. cit., p. 42.