Estados Unidos

Obama

Cambios de forma continuidad de fondo

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 19/06/08

Ha finalizado el primer acto del circo electoral estadounidense, al que los monopolios mediáticos nos obligan a asistir, quieras que no, en primera fila. El segundo acto, va a ser la carrera entre Barack Obama y John McCain.

Sobre el segundo de ellos –McCain– no hay mucho que decir, ya que (aunque hace esfuerzos por disimularlo) representa la continuidad de Bush. Por eso, los reflectores de la pista del circo y las miradas de los espectadores están enfocados en Obama.

La mayoría de los charlatanes mediáticos presentan a Obama como un cambio profundo en relación a la administración Bush. Sin embargo, como veremos, los cambios son más de formas y de modales, que de fondo… de tácticas y no de programa y objetivos estratégicos.

El rechazo, tanto al interior de EEUU como mundial, a la “era Bush” y sus políticas, y la doble crisis que padece el imperialismo yanqui (en el dominio mundial y en la economía) hizo necesario presentar una alternativa de “cambio”. Ese fue, precisamente, el lema de Obama: “Change, we can believe in” (Cambio: podemos creer en él).

En ese sentido, no sólo ese lema sino también lo de poner de candidato a un negro con lejanos antecedentes “progres” (“liberals”, en la jerga estadounidense), es una “puesta en escena” genial. Pero los “directores” de esa “puesta en escena” son los mismos de siempre: las grandes corporaciones, corazón del imperialismo yanqui. Ellos son los dueños del circo, que permanecen mientras “cambian” los presidentes.

Dime quién te paga y te diré quién eres

Las elecciones burguesas se asemejan a las artes de la magia y el ilusionismo: nada es lo que aparenta ser y las masas espectadoras siempre reciben gato por liebre. EEUU ha llevado esto a su máxima sofisticación.

El sistema electoral norteamericano está diseñado, quizás más que ningún otro en el mundo, para cerrar el paso a cualquier alternativa que no represente a las grandes corporaciones y su aparato político demócrata–republicano. Por eso, muchos analistas sostienen que, de hecho, hoy en EEUU no hay ni siquiera “bipartidismo”, sino un solo partido con dos cabezas: una, se llama “Demócrata”, usa de símbolo un burro y su color es el azul; la otra cabeza se denomina “Republicana”, su emblema es un elefante y su color, el rojo.

Como son dos cabezas, a veces piensan distinto; por ejemplo, en temas religiosos y “morales”. Pero ambas tienen el mismo cuerpo al que alimentan y defienden: el gran capital imperialista estadounidense y su dominación mundial.

Un gran problema es cómo convencer a los votantes de que republicanos y demócratas son muy diferentes. Entonces, las campañas versan en buena medida sobre minucias personales de los candidatos y sus familiares, los “valores morales”, etc. Ahora, por ejemplo, los republicanos han comenzado una campaña contra Obama basada en que su esposa es muy “mandona” y de mal carácter. Sin embargo, la crisis política y económica, y el descontento empujan ahora a tocar temas menos imbéciles.

En estas elecciones, la doble crisis y el descontento profundo que anida en las masas estadounidenses, acentúa esa necesidad de presentar como muy diversos a los candidatos. Así Obama es pintado como un “outsider”, alguien que viene “desde afuera”, un “insurgente” contra el “establishment”. A su vez, Obama declaraba que sus fondos de campaña le vienen de “pequeños donantes individuales” y que “no aceptaría dinero de los lobbies” (“grupos de presión” económicos y políticos).

Estos mitos se desvanecen cuando se va al tema de fondo; es decir, los fondos: ¿quién paga realmente la campaña de Obama? O dicho de otro modo: ¿por quién votaron ya las corporaciones y los millonarios?

Es conocido que las presidenciales en noviembre van precedidas meses antes por las llamadas “elecciones primarias” (que esta vez aturdieron a todo el mundo con la competencia Hillary–Obama). Sin embargo, fuera de EEUU pocos saben que, mucho antes, se inicia lo que alguien llamó la “money primary” (“primaria del dinero”), que continúa después de nominados los candidatos.

En ellas no se vota con papeletas ni máquinas electrónicas, sino con dólares. Y el dato es que Obama viene ganando con porcentajes abrumadores. El “outsider” es, de lejos, el candidato favorito de los millonarios.

El régimen estadounidense tiene legalizada la compra–venta de políticos, directa o indirectamente a través de lobbies. Según la ley, las “donaciones” al bolsillo de los políticos deben hacerse públicas. Aunque, por supuesto, hay ríos de dólares que corren por vías subterráneas, los datos públicos indican sin embargo desde dónde sopla el viento… Por ejemplo, durante el mes de enero de 2008, Obama recaudó “en blanco” 28 millones. Mientras tanto, a su actual rival, McCain, le había llevado un año recolectar la misma suma… Las corporaciones ya estaban votando por Obama y su “cambio”…

Hoy, la lista de contribuyentes a Obama habla por sí misma, acerca de a quiénes representa el presunto “outsider”: En la primera fila de donantes están las más grandes firmas de Wall Street: Goldman Sachs, UBS AG, Lehman Brothers, JPMorgan Chase, Citigroup, Morgan Stanley, el Credit Suisse y el gigantesto hedge fund Citadel Investment Group. “Siete de los 14 principales donantes –escribe el investigador Pall Martens– son de las mismas firmas de Wall Street que están implicadas en los fraudes hipotecarios”. [1]

Detrás de esta impresionante “vanguardia” de donantes, se alinean las corporaciones de otros rubros, como de la industria de guerra, farmaceúticas y salud, y una larga lista…

Aunque la mayoría de ellos también ponen dólares en la gorra de McCain, la desproporción es aplastante. Las corporaciones ya votaron por Barack Obama.


1.–Citado por Socialist Worker, EEUU, 02/06/08.