Estados Unidos

La elección presidencial de EEUU: una evaluación

Por Rodrigue Tremblay (*)
Boletín Entorno, 15/09/08

“Bombardear, bombardear, bombardear Irán.” - “El tema de la economía no es algo que haya comprendido tan bien como debiera... Yo sé mucho menos de economía que de temas militares y de política exterior. Todavía necesito que se me eduque.” - “Pienso que [ser rico] si sólo habla de ingresos, ¿serán unos 5 millones de dólares? (John McCain, candidato presidencial republicano para 2008)

“Nuestros dirigentes nacionales los están enviando [a los soldados estadounidenses a Iraq] a una misión que es divina... Es lo que tenemos que asegurar, que es por lo que estamos orando, que existe un plan y que el plan es el plan divino.” (Gobernadora de Alaska, Sarah Palin, junio de 2008)

“Ella no está preparada para ser gobernadora. ¿Cómo puede estar preparada para ser vicepresidenta o presidente? Mirad lo que ha hecho a este Estado. ¿Qué haría a la nación?” [Sobre la gobernadora Sarah Palin, elegida por McCain como compañera de lista] (Lyda Green, presidenta republicana del Senado de Alaska)

“Si mis conjeturas se confirman, entonces provocan la sospecha de que alguien en EE.UU. creó intencionalmente este conflicto [el conflicto del 7 y 8 de agosto entre Georgia y Rusia] con el objetivo de agravar la situación y crear una ventaja... para uno de los candidatos en la batalla por el puesto de presidente de EE.UU.” (Vladimir Putin, primer ministro ruso y ex presidente, 28 de agosto de 2008)

Tradicionalmente, las elecciones presidenciales de EE.UU. alcanzan su máxima actividad después del Día del Trabajo, una vez terminadas las convenciones políticas, hechos los principales discursos y escogidos los candidatos a vicepresidente. Por ello, es un buen momento para hacer una evaluación general de donde se encuentra la elección de este año, qué campo político tiene el ímpetu (o lo está perdiendo) y qué decisiones buenas o malas han sido hechas por cualquiera de los dos principales candidatos a la presidencia.

1. Comencemos por los sondeos

Hace tres meses, a mediados de junio, al final de la temporada de las primarias, la posición en los sondeos de los dos – presuntos – principales candidatos a la presidencia era: Los sondeos mostraban que el candidato demócrata, senador Barack Obama, aventajaba a su oponente republicano, senador John McCain por un margen confortable. Fue después de la victoria de Obama en las primarias sobre la senadora Hillary Clinton. Por ejemplo, el sondeo USA Today/Gallup mostró generalmente que el senador Obama superaba al senador McCain con algo como 50% contra 44%, entre los probables votantes.

A fines de agosto, según el mismo Sondeo USA Today/Gallup Poll, el senador Obama todavía tenía un margen de 48% contra 45% sobre su oponente entre los probables votantes, pero unos pocos sondeos lo ubicaban detrás de McCain. Un sondeo Gallup del sábado 6 de septiembre mostró que Obama sobrepasaba a McCain sólo por 47% contra 45%, indicando que las dos candidaturas presidenciales estaban muy cerca la una de la otra, según las estadísticas después de las dos convenciones.

Habría que mencionar que 10 de 12 veces, la candidatura presidencial que sale ganando después de las convenciones también gana en noviembre. Pero este año, los datos de los sondeos deben ser analizados a la luz de un “Efecto Bradley” probablemente negativo para la candidatura Obama-Biden. (Vea a continuación).

Por ello, una conclusión es evidente: Va a ser una elección presidencial estrecha, mucho más estrecha de lo que se pudiera esperar después de ocho años de gobierno republicano propenso a las crisis. ¿Por qué?

2. Los ataques contra la persona del candidato demócrata

En general se reconoce que si los estadounidenses eligen presidente al senador Barack Obama, será considerado como una especie de milagro político. Es porque el senador Obama no es el tipo usual de candidato presidencial estadounidense. Joven senador de EE.UU. con poca experiencia administrativa, ha tenido que enfrentar la acusación de ser inexperto y no probado. Por ello, su elección del candidato a vicepresidente era crucial. No podía permitirse un fracaso en esa prueba. (Vea más abajo).

El senador Obama es también la primera persona de ascendencia afro-estadounidense que se haya presentado como candidato a presidente por uno de los dos partidos políticos dominantes de EE.UU. En sí es un desafío histórico ya que no corresponde totalmente a la imagen que muchos estadounidenses se hacen de su presidente. Por cierto, algunos observadores dijeron que ciertos segmentos del público estadounidenses no se sienten enteramente cómodos con el candidato Obama y su enrevesada historia personal.

Más importante, sin embargo, es que el senador Obama es considerado progresista y a la izquierda respecto a numerosos temas de política interior. Podría ser un obstáculo menor para el votante promedio de EE.UU., que ha sufrido miserablemente bajo el gobierno de políticos de extrema derecha, que para la nomenclatura neoconservadora que controla las palancas de numerosas máquinas de propaganda.

Como en el caso de anteriores candidatos presidenciales demócratas del pasado reciente, se podía esperar que el cartel político gobernante en EE.UU., se mostrara menos que entusiasta de permitir que un candidato relativamente desconocido, y por lo tanto algo más arriesgado, llegara a la Casa Blanca. Es obvio que existe una fuerte coalición de diversos intereses a los que no les gusta la perspectiva de que el senador Obama se convierta en el presidente Obama, y que están tomando los pasos necesarios para tratar de impedir su victoria.

Para lograrlo, han adoptado la estrategia republicana tradicional de “atacar y destruir.” La maquinaria propagandística neoconservadora, que controla un 90% de los medios corporativos de EE.UU., ya ha realizado un efectivo trabajo de sabotaje de la campaña de Obama. Por cierto, los presentadores de las redes dominantes, los demagogos pagados del cable y otros artistas de la calumnia se han ensañado ferozmente en su contra con insinuaciones, verdades a medias y calumnias, a fin de distanciarlo del votante promedio, cuyos intereses han sido defendidos por el senador Obama.

Es obvio que esta poderosa maquinaria de propaganda se propone elegir a un candidato neoconservador y favorable al complejo militar-industrial, no importa lo deficiente y poco adecuado que pueda ser ese candidato, y hasta ahora han utilizado considerables recursos para lograr sus objetivos, incluyendo los de organizaciones sin fines de lucro 501(c)4 [organizaciones de cabildeo, cuyas contribuciones no son deducibles de impuestos. N. del T.]. El propio candidato deficiente, senador John McCain, ha marcado nuevos niveles de bajeza en campañas electorales sucias, en calumnias y en mentiras políticas, llegando a acusar al senador Obama de ser responsable por los altos precios de la gasolina, mientras exonera a culpables como el gobierno saliente de Bush/Cheney, su ineficaz política energética y sus guerras de agresión.

3. La débil reacción del campo de Obama

Pero la estrategia de ataque “ad hominen” de los republicanos era previsible, ya que la han utilizado con éxito anteriormente, y el campo de Obama debiera haber planificado como corresponde. Se dice que el candidato Obama “concedió” el mes crucial de agosto a sus adversarios. Es el mismo mes del que también se dice que fue concedido a sus atacantes por los candidatos presidenciales demócratas Michael Dukakis y John Kerry en las campañas de 1988 y 2004. Por ello, el hecho de que el senador Obama haya permanecido a la defensiva y no haya contraatacado enérgicamente dice mucho para explicar su actual falta de ímpetu político. Para ganar, los demócratas no pueden dejar que la propaganda corrosiva en su contra quede sin respuesta, con sólo refutaciones esporádicas y débiles, mientras el historial y el carácter deficientes de su oponente se quedan en general libres de polvo y paja.

Ya que fue un error cometido por el campo de Dukakis en 1988 y el campo de Kerry en 2004, se podría pensar que los demócratas hayan aprendido algo de esos dos fiascos. Pero a juzgar por lo que sucedió en agosto de este año, es obvio que no es así. Por lo tanto hay que preguntarse: ¿Existe un continuo intento desde el interior del Partido Demócrata de sabotear la campaña de Obama? Cuando sucede algo extraño e inexplicado, hay que preguntar si no habrá una razón más racional que lo explique.

4. Los trucos sucios de los republicanos

Esta elección ha sido caracterizada hasta ahora por el uso intenso de trucos políticos sucios por el campo de McCain para destruir al candidato presidencial demócrata y desbaratar su campaña. ¿Cómo es posible que la maquinaria de McCain haya sido tan sorprendentemente exitosa en el control del debate, especialmente al lograr que los temas de asuntos exteriores y de seguridad dominen la campaña electoral presidencial, en tiempos en los que millones de estadounidenses pierden sus casas, cuando la economía pasa por una de las peores crisis financieras y bancarias y está en medio de una crisis económica?

En cuanto a la pregunta sobre el predominio de los temas de seguridad nacional, ciertamente se puede preguntar si el senador Barack Obama no ha sido ya víctima de un astuto y malévolo ardid de “Wag the Dog” [La película “La cortina de humo”]. Un ardid semejante podría haber sido fabricado por la Casa Blanca Bush-Cheney para colocar los asuntos de política exterior y de seguridad al frente y al centro de días estratégicamente importantes en la campaña presidencial de EE.UU., en el mes de agosto, a fin de reforzar la campaña de McCain y ayudar a que el candidato McCain capitalice por su ventaja percibida en aspectos semejantes.

Por cierto, la curiosa crisis internacional que el amigo personal de McCain, Mikhail Saakashvili, presidente de Georgia, creó de punta a cabo a comienzos de los Juegos Olímpicos de 2008, durante la noche del 7 al 8 de agosto (un período en el que el senador Obama estaba de vacaciones en Hawai) tiene todas las características de una operación “Cortina de humo.”

Desde que los países occidentales apoyaron la separación del territorio separatista Kosovo de Serbia en febrero de 2008 y crearon un precedente para aplicarlo en otros sitios, el presidente Saakashvili de Georgia sabía perfectamente que Rusia estaba lista para reaccionar contra cualquier provocación en Osetia del Sur. ¿Por qué entonces fue el exaltado Saakashvili y provocó a Rusia bombardeando e invadiendo Osetia del Sur? Y con “asesores” estadounidenses e israelíes en el terreno, en Georgia, podemos estar seguros de que Saakashvili jamás hubiera enviado tanques georgianos a Osetia del Sur sin recibir algún tipo de luz verde de Washington. Un signo ominoso fue la presencia de un alto asesor nacional de seguridad del vicepresidente Dick Cheney en Georgia (Joseph R. Wood), justo antes del ataque de ese país del 7-8 de agosto contra Osetia del Sur. Por ello, podemos estar seguros de que hubo un lazo directo entre el gobierno georgiano y la Casa Blanca de Dick Cheney mientras George W. Bush estaba en los Juegos Olímpicos de Beijing.

Muchos consideran que el peligroso plan georgiano, respaldado por Washington de atacar a soldados rusos en Osetia del Sur “va más allá de lo comprensible”. ¿Pero fue así? ¿Tuvo la intención, desde el punto de vista georgiano, de atraer a EE.UU. a un recién creado conflicto de facto con Rusia, pensando incluso que el ejército georgiano podría ocupar exitosamente Osetia del Sur con soldados rusos allí estacionados, como algunos observadores creyeron inicialmente, o – fue también, y sería más lógico, parte de un plan para fortalecer la campaña del senador John McCain, cuando iba muy rezagado en los sondeos? Es permisible, por cierto, que se sospeche que la oficina del vicepresidente Cheney pueda haber estado interesada en provocar una disputa con Rusia respecto a la OTAN, a fin de alejar el debate político en EE.UU. de la economía y conducirlo hacia el tema de la seguridad nacional y de los asuntos internacionales.

El hecho de que las incursiones militares georgianas en Osetia del Sur hayan sido seguidas por declaraciones preparadas anteriormente por el candidato McCain (“Somos todos georgianos”) en la secuela de esa crisis provocada e injustificada apunta a un posible escenario político más cínico. – Se dice que cuando algo se parece a un pato, camina como un pato y hace “¡Cua-cua!” como un pato, es muy posible que sea un pato. – Por lo menos, es una hipótesis que merece ser investigada con todos los indicios disponibles. También es una hipótesis que ha recibido el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin.

Y podéis estar seguros de que si la Casa Blanca de Bush-Cheney lanzara un ataque innecesario contra Irán en las próximas semanas, también lo haría pensando en la actual elección presidencial. Por eso siempre existe el temor de que un error de cálculo pueda llevar a la Tercera Guerra Mundial.

5. Una evaluación del candidato republicano

En comparación con el senador Barack Obama, parece ser obvio que un presidente John McCain sería una bomba de tiempo. El sujeto es un militarista al estilo antiguo quien confesa que no sabe nada de economía (“Tengo que ser educado”)

Son los peores atributos que uno quisiera ver en un dirigente en estos días de tensión económica y financiera, y con costosas guerras que persisten en los lejanos Iraq y Afganistán, y drenan el presupuesto público. Por cierto, si estudiamos sus declaraciones, todo indica que el senador McCain sería un presidente de gatillo fácil “que se la juega”. Sería un presidente intervencionista, quien comenzaría jubilosamente nuevas guerras, mientras su disposición a restablecer el servicio militar obligatorio causaría estragos en miles de familias. Ese mensaje no parece haber sido comunicado efectivamente al electorado estadounidense. ¿Por qué?

6. La selección de los candidatos a vicepresidente

El sábado 23 de agosto, el senador Barack Obama anunció que había escogido como candidato a vicepresidente a un veterano senador. Por cierto, el senador Joe Biden (Demócrata de Delaware), su candidato a vicepresidente demócrata, es un conocedor y maestro de políticas en Washington, habiendo estado en el Senado de EE.UU. durante unos 35 años. Abogado y especialista en asuntos internacionales, el senador Biden es indudablemente tan calificado para ser presidente como el mejor.

Pero, la selección tuvo el efecto de negar en cierto modo la promesa central de Obama de un cambio fundamental en el gobierno. Además, ya que el senador Biden apoyó la “Resolución de la Guerra de Iraq” de octubre de 2002, inspirada por los neoconservadores, su selección eliminó, considerablemente, la justificación para que los se oponen a la guerra de Iraq trabajen especialmente duro a favor de la candidatura demócrata.

Recordemos que una de las acusaciones más serias y efectivas de Obama contra la senadora Hillary Clinton durante las primarias fue que, desde el comienzo, él había mostrado “mejor juicio” que ella al oponerse a la Guerra de Iraq. Se ha hecho mucho más difícil hacer esa acusación contra el senador McCain, ahora que el senador Biden está a su lado. También, en política exterior, el senador Obama quiere reducir las tropas estadounidenses en Iraq al mismo tiempo que propone una “oleada” militar en Afganistán, enviando dos brigadas estadounidenses más a ese devastado país, e incluso posiblemente a Pakistán. Todo esto desdibuja el mensaje general del senador Obama y su presunción de que representa la esperanza de un cambio fundamental en la política exterior estadounidense.

Por ello, la selección de Biden para la vicepresidencia, aunque no sea mala, fue ciertamente conservadora. Podría reforzar la idea, en las mentes de algunos votantes jóvenes, de que cuando se trata de la política exterior de EE.UU., siempre existe realmente en Washington un solo partido bipartidario y derechista favorable a la guerra. Esta imagen contradice aquella proyectada anteriormente por el senador Barack Obama cuando postulaba a la candidatura demócrata.

Por cierto, a muchos de sus partidarios les cuesta comprender cómo el senador Obama pudo presentarse como un candidato contra el establishment y contra la guerra y luego dar media vuelta y escoger a un candidato a vicepresidente del establishment y favorable a la guerra quien ha tenido una prolongada y estrecha asociación con la organización AIPAC [Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel]. La justificación, por cierto, fue que un senador informado como el senador Biden ayudaría a un gobierno de Obama a tratar con el Congreso... una vez elegido. Pero antes de gobernar, hay que ganar la elección. Y en este sentido, es cuestionable si ese candidato a vicepresidente fue la mejor decisión para unir a un partido fuertemente dividido entre el campo de Obama y el de Clinton.

Para cerrar la brecha e introducir energía en el Partido Demócrata, el senador Obama podría haber recurrido al ex vicepresidente Al Gore y haberlo introducido a la campaña. Es comprensible que un joven senador pueda haber temido que un candidato demócrata a vicepresidente tan prominente podría dejar en la sombra a su propia persona. Pero una decisión en esta decisión habría sido electrizante en la Convención Demócrata y llegado muy lejos en la tarea de unir al partido.

Claro está que la otra alternativa obvia que podría haber unido al Partido Demócrata hubiera sido que Obama se tragara su orgullo, superado su complejo de inferioridad y elegido como candidata a vicepresidente a la senadora Hillary Clinton (Demócrata por Nueva York), una adversaria que recibió casi tanto apoyo (18 millones de votos en las primarias) como él mismo dentro del partido. Por cierto, la senadora Clinton podría haber ayudado a la candidatura demócrata a ganar una fuerte mayoría en el crucial voto femenino, especialmente el voto de mujeres blancas mayores, ya que es ampliamente reconocido que el senador Obama no va a ganar el voto blanco masculino.

En 1960, por ejemplo, el senador John F. Kennedy estaba menos que personalmente enamorado del senador. Lyndon B. Johnson de Texas, pero tenía que vencer en ese Estado del sur para ganar la elección. Superó sus sentimientos personales, y gracias a la victoria en Texas, Kennedy ganó la elección y llegó a ser presidente. Por ello, a fin de cuentas, se puede decir que el senador Obama decidió no ser audaz, sino ir a lo seguro en su elección de un candidato a vicepresidente.

Se puede decir lo contrario del senador McCain. En una acción cínica y manifiestamente calculada, John McCain anunció el viernes, 29 de agosto, que había escogido a una mujer relativamente desconocida e inexperta, Sarah Palin, de 44 años, ex finalista del concurso de belleza Miss Alaska en 1984 y ex periodista deportiva. Despertó recuerdos de George H. Bush quien, en 1988, escogió a un oscuro senador llamado Dan Quayle, de 41 años, como candidato a vicepresidente. En el caso de la señora Palin, es ex alcaldesa de una pequeña ciudad y recientemente elegida gobernadora de Alaska, y no tiene ni un gramo de experiencia en asuntos mundiales. Es un buen ejemplo de como la política estadounidense se vuelve estúpida, donde se puede decir, hacer o vender cualquier cosa (“Ella tiene experiencia en asuntos exteriores porque vive en un Estado cercano a Rusia”) siempre que convenga.

Por ello, ya que según el propio senador McCain él carece de competencia en economía o finanzas, se podría haber esperado que escogiera a alguien mejor preparado en esa área crucial. Un candidato que correspondería a esos requerimientos podría haber sido el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, quien posee considerable experiencia empresarial y ejecutiva. En su lugar, el senador McCain escogió a una mujer que no tiene base en economía o finanzas. ¿Por qué? Esencialmente, porque en EE.UU., la religión triunfa en todo momento por sobre la economía. Y, ese es el problema.

7. Una candidatura republicana del gusto de la extrema derecha religiosa

En los hechos, lo que atrajo al candidato McCain a Sarah Palin fueron sus credenciales religiosas de extrema derecha, por ser una ferviente cristiana pentecostala, favorable a la pena de muerte impuesta por el Estado, contraria a la educación sexual, a los matrimonios del mismo sexo, al aborto (incluso para víctimas de violación o incesto), pro-creacionismo, pro-censura, pro-propiedad de armas de fuego, y pro-guerra. ¡Más a la derecha que eso, y se cae al precipicio!

Para obtener el voto evangélico, había que hacer la corte a los dirigentes evangélicos. Para los dirigentes religiosos de extrema derecha, por cierto, como James Dobson, presidente del movimiento Foco en la Familia, el único tema que realmente importa es tomar el control absoluto de la Corte Suprema de EE.UU. a fin de imponer su agenda cultural interior de extrema derecha. Particularmente, quieren que la Corte revoque la decisión en 1973 de Roe contra Wade que dio a las mujeres estadounidenses el control sobre su propio cuerpo. Cualquier político que pueda ayudarles a lograr ese objetivo recibirá su apoyo, sean cuales sean sus aptitudes.

Por eso Dobson declaró al saber que su candidata favorita había sido seleccionada: “apretaría esa palanca” [por John McCain – Sarah Palin],” después de haber dicho anteriormente que “no puedo votar ni votaré por el senador John McCain.”

En 2004, la maquinaria religiosa de extrema derecha de Dobson puso su considerable poder mediático (7 millones de radioescuchas estadounidenses) detrás de la desastrosa candidatura Bush-Cheney para un segundo período. Y ganó. En 2008, si la deficiente y controvertida candidatura McCain-Palin fuera a ganar, sería debido en gran medida al mismo apoyo religioso de extrema derecha. Gente al exterior de EE.UU. debe saber cosas semejantes si ha de comprender la política estadounidense.

¿Pero no habrá sido que el senador McCain hizo una vez más una política chabacana y que ha demostrado nuevamente su falta de discernimiento con una selección tan sorprendente como compañera de lista? Por cierto, si hubiera colocado en primer lugar el bien de su país ¿habría escogido a una persona tan inexperimentada para estar a un paso de la presidencia, de ser comandante en jefe, especialmente ya que él mismo ya tiene 72 años y que, si es elegido, sería el presidente de más edad que jamás haya asumido el cargo? [Nótese bien: El padre de John McCain (de 70 años) y su abuelo (de 61) murieron ambos repentinamente de ataques al corazón.]

La verdad es que la extrema derecha religiosa de EE.UU. tenía sus dudas sobre el candidato McCain y estaba a punto de abstenerse en la elección. Había que improvisar algo para movilizar a la extrema derecha religiosa. Y la señora Palin reunía las condiciones. Sus credenciales de extrema derecha “activarían” a una parte estratégica de la base republicana. Ese fue el cálculo.

Claro está que también existió la esperanza de matar dos pájaros de un tiro al atraer a algunas distraídas mujeres demócratas independientes favorables a Hillary Clinton que podrían haberse sentido desairadas por la elección del senador Joe Biden por Obama como su candidato a vicepresidente. Pero considerando lo lejos a la extrema derecha que está políticamente la señora Palin, es dudoso que muchas mujeres de tendencia demócrata o independiente vayan a caer en la trampa que el campo de McCain les ha tendido.

Aunque es verdad que la campaña conducida por la senadora Hillary Clinton legitimó la posibilidad de que una mujer llegue a presidente, eso no se aplica a cualquier mujer. No a una mujer sólo porque sea mujer. Tiene que estar calificada para el puesto. De hecho, la selección de la señora Sarah Palin como su candidata a vicepresidente y su venta a la extrema derecha pueden haber sido un importante error por parte del senador McCain, porque una decisión tan precipitada e impulsiva pone en duda su sentido común.

En general, la religión sigue siendo el factor más divisivo desde el punto de vista político en EE.UU. Gallup estableció, por ejemplo, que casi dos tercios (65%) de los votantes blancos estadounidenses altamente religiosos votarían por los republicanos, no importa cuáles sean sus intereses en otros temas. Son votantes de un solo tema y su conducta política explica en gran medida por qué gente relativamente pobre y de la clase media en EE.UU. sigue votando por políticas de extrema derecha que benefician sobre todo a los ricos. Y ese único tema es un deseo insalubre de imponer el dogma religioso a la ley del país, no importa lo que diga la Constitución de EE.UU. sobre la división entre la Iglesia y el Estado y el requerimiento de que no haya una prueba religiosa determinante para ningún puesto público [El Artículo 6, cláusula 3 de la Constitución de EE.UU. dice:.. “nunca se exigirá una declaración religiosa como condición para ocupar ningún empleo o mandato público de los Estados Unidos.”] La constitución dice una cosa, pero las iglesias dicen otra. Eso explica por qué el candidato McCain se sintió obligado a halagar al movimiento religioso derechista de EE.UU.

Ya que los estudios económicos muestran que cuando los demócratas estuvieron en la Casa Blanca las familias estadounidenses tuvieron un aumento de los ingresos ligeramente más rápido que las familias de ingresos superiores, y que lo contrario ocurrió bajo control republicano, se podría esperar que los demócratas fueran los favoritos en este año de adversidad económica. Eso, si la gente votara racionalmente por sus intereses económicos en lugar de votar siguiendo líneas religiosas.

8. El “Efecto Bradley” no puede ser subestimado

Por la naturaleza del candidato demócrata, sería imprudente descartar la posibilidad de un fuerte “efecto Bradley.” Al contrario, un sondeo del Pew Research Center realizado a mediados de agosto podría indicar que ese va a ser el caso. Por ejemplo, una mayoría de los partidarios de McCain (un 53%) rechazó al candidato Obama abrumadoramente y no encontró nada positivo en su persona, mientras numerosos partidarios de Obama pudieron decir algo positivo sobre el candidato McCain. Para mí, eso huele a una cierta posición racista de parte de numerosos votantes estadounidenses atraídos por el candidato McCain. Simplemente no pueden aguantar la idea de tener a una persona negra como su presidente.

Es un hecho político que tienen que encarar los asesores de Obama. Al llegar noviembre, por cierto, la candidatura Obama-Biden tendrá que tener entre 2 y 3 puntos de porcentaje más que la republicana para contrarrestar el esperado “efecto Bradley” a fin de ganar.

Por lo tanto, uno se puede preguntar si su estrategia de colocar énfasis en una campaña “Obama: la celebridad,” en lugar de una campaña “basada en temas” sea realmente lo que requeriría la situación. En otras palabras, ¿es una buena idea convertir la elección de 2008 en un concurso de popularidad entre el senador Obama y el senador McCain?

La realidad es que el senador Obama también es un candidato que tiene una mujer prominente y extrovertida que ciertamente no es la típica primera dama estadounidense retraída (¡por lo menos antes de la elección!). Eso podría reforzar excesivamente el tono de “celebridad” de la campaña demócrata. En el mismo ámbito, puede discutirse si la idea de que el candidato demócrata haya aceptado la candidatura de su partido ante una multitud impresionante de 75.000 en el estadio de fútbol Invesco Field Stadium, de estilo Monte Olimpo-Partenón, fue la mejor. Ayudó a reforzar el mensaje de “la celebridad”. Es demasiado temprano para saber si fue el mensaje equivocado en el momento equivocado. La respuesta se tendrá el 4 de noviembre.

9. ¿Obama el bueno contra McCain el malo?

Finalmente, hablando de caracteres, tengo la impresión de que hay una cierta apariencia de falta de fuerza moral de parte del candidato Obama. Hay quien podría tener la impresión de que el senador Obama no es suficientemente independiente. Que dice y hace lo que otros le dicen que diga y haga y que esto podría explicar sus bruscos cambios ocasionales. Esa imagen, incluso si fuera injusta y falsa, puede ser peligrosa en la política porque los votantes aprecian a veces el carácter por sobre cualquier otra cosa en un candidato a un puesto público.

Por otra parte, a pesar de que los que lo conocen se han referido a menudo a John McCain, desde sus años en la universidad, como John “McNasty” [McMalo], los demócratas parecen ser incapaces de comunicar al público esa información sobre los defectos del carácter de McCain. Si no lo hacen ellos mismos, ¡por cierto no pueden contar conque los medios corporativos neoconservadores lo hagan por ellos! Hasta ahora, los asesores de Obama se han andado con miramientos. Repiten todo el tiempo que “Hay que tener cuidado con atacar a McCain.” Bueno, el campo de McCain no se muestra tan cohibido en sus ataques contra el senador Obama. Hicieron exactamente lo mismo con el senador John Kerry en 2004. En la política estadounidense, los tipos buenos tienen la costumbre de llegar últimos.

10. Conclusión

La elección presidencial estadounidense de 2008 es una elección extremadamente fuera de serie e interesante, y será estudiada de modo intensivo en los años por venir. Mi evaluación preliminar es que sigue siendo una elección presidencial que puede ser perdida por los demócratas, pero pueden perderla, por lo menos al estratégico nivel presidencial.

Claro está, los demócratas todavía no han perdido la elección presidencial de 2008, lejos de eso, pero deben recuperar rápidamente el ritmo y tomar control de la agenda política reorientando su estrategia y táctica. Como dijo una vez el presidente John Kennedy: “Un error no es una equivocación a menos que te niegues a corregirlo.”

En cuanto a estrategia, por ejemplo, sería atinado colocar menos énfasis en las personas del senador Obama y de su mujer, y más en los temas. Tienen que demostrar al electorado estadounidense que están mejor preparados para encararlos, mientras que sus adversarios probablemente empeorarán las cosas.

¿Les va mejor a los estadounidenses hoy que hace ocho años? Según la mayoría de los puntos de vista, no es así. No es sorprendente que los estadounidenses estén ansiosos de que haya un cambio en la dirigencia, especialmente en lo que se relaciona con su preocupación número uno: la economía. Si votaran por cuatro años más de lo mismo, sería sólo por omisión. ¿Cómo podía ser de otra manera si el presidente republicano saliente George W. Bush tiene la tasa más elevada de desaprobación (69%) de cualquier presidente estadounidense?

Sorprendentemente, sin embargo, los demócratas parecen tener un cierto problema para concentrarse en un eslogan. Tal vez debieran adoptar una consigna como ser; “Por un EE.UU. mejor y más próspero.” Puede que me equivoque, pero pienso que es lo que quiere la mayoría de los estadounidenses.


(*) Rodrigue Tremblay es profesor emérito de economía en la Universidad de Montreal. Es autor del libro: 'The New American Empire' Fuente: Global Research.