Estados Unidos

Los norteamericanos a los que nadie rescata

Por Joan Subirats (*)
Sin Permiso, 12/10/08

El presidente Bush estuvo días atrás muy activo, tratando de convencer al Congreso de Estados Unidos para que aprobaran el plan de respuesta a la catástrofe financiera. Su principal argumento era que, de esa manera, se estaban evitando males mayores a las comunidades locales y a los ciudadanos. Lo cierto es que nadie quería comprar los fondos "tóxicos", y la gran operación de rescate trataba de asegurar que fueran los contribuyentes los que lo hicieran. Pero ese plan no va a resolver los problemas estructurales de fondo que han generado el pánico financiero; tan sólo terminó encontrándose una manera de aprobar los fondos públicos de rescate, apoyar una pistola en la sien de cada congresista: "O votas el plan, o los ciudadanos (tus votantes) van a pasarlo mal, muy mal". El mensaje era diáfano: las irresponsables aventuras de Wall Street han de ser rescatadas por la gente de Main Street, la Calle Mayor, los ciudadanos de a pie, porque, si no, vamos al caos. Pasamos del laissez faire, laissez passer al laissez nous faire, laissez nous passer.

Mientras, en Nueva York y otras ciudades estadounidenses, hubo concentraciones de personas que respondían a ese acuerdo entre élites económicas y políticas poniendo de relieve el cinismo del sistema. "Hasta hace poco nos decían que 6.000 millones de dólares eran demasiados para proteger la salud de nueve millones de niños estadounidenses que no tienen cobertura sanitaria. Y ahora, lanzan la casa por la ventana para salvar el culo a sus amigos", afirmó Arun Gupta, periodista de Indypendent, un medio de prensa alternativo de Nueva York (www.indypendent.org).

Lo cierto es que el nivel de protección social de la sociedad norteamericana no es precisamente para lanzar las campanas al vuelo, por lo que sorprende aún más que todo el esfuerzo gubernamental se concentre en recomponer el maltrecho sistema financiero, sin reconocer que mucha gente lo está pasando realmente mal en ese país. El eslogan utilizado en la campaña para la aprobación del plan de Henry Paulson ha sido Reinvest, reimburse and reform (Reinvertir, reembolsar y reformar), lo que de alguna manera recuerda el que se utilizó tras la gran crisis de 1929: Relief, reform and reconstruction (Alivio, reforma y reconstrucción). Pero esta vez el alivio es sólo para unos pocos, los de Wall Street. Socialismo para los bancos, neoliberalismo conservador para la gente.

Es significativo que la mayor organización de defensa de los intereses de las familias con bajos ingresos, ACORN (www.acorn.org), que articula más de 400.000 familias en 110 ciudades en todo EE UU, haya lanzado una campaña con el significativo título de Bail Out Main Street Not just Wall Street(Rescatar a la Calle Mayor, no sólo a Wall Street).

En esa campaña se pide algo tan simple como que cada institución financiera que haya sido beneficiada por el plan de Paulson deba, automáticamente, reducir la carga financiera de las hipotecas que estén a su cargo, favoreciendo así la capacidad de pago de los propietarios hipotecados. Al mismo tiempo, se solicita que las instituciones financieras que no tengan a su cargo hipotecas, se vean obligadas a poner en marcha planes de ayuda para las comunidades más necesitadas. Y, además, se exige que se limiten los sueldos de los ejecutivos, vinculándolos de manera clara a los resultados reales de sus empresas.

Una de las campañas de ACORN que está teniendo más impacto, y a la que se han ido sumando otras organizaciones con sus propias iniciativas, ha sido la relacionada con la defensa de las familias norteamericanas que pueden perder sus casas en los próximos meses, al no poder cumplir sus obligaciones hipotecarias. Se calcula que más de dos millones de hogares pueden estar en esa situación en breve tiempo, ya que precisamente ése era el objetivo de las hipotecas subprime: convencer a los NINJA (No Income, No Jobs, no Assets; sin rentas, sin trabajos, sin patrimonio) de que ellos podían también acceder a una vivienda.

En 2006 casi el 50% de las hipotecas basura fue a parar a hispanos de bajos ingresos, y son ellos, precisamente, los más vulnerables en esta nueva fase. Medio millón de hispanos han perdido sus empleos en EE UU desde inicios del 2007, y la situación se agrava por momentos. Es evidente que los 12 millones de "sin papeles" de ese país van a ser los primeros en ser despedidos y/o deportados.

En Estados Unidos el salario mínimo por hora era hasta el año pasado de 5,15 dólares hora (3,70 euros). Una resolución del Congreso acordó que, en tres años, ese salario–hora mínimo debería pasar a 7,25 (5,25 euros). Se calcula que en estos momentos hay 13 millones de norteamericanos que cobran estrictamente ese mínimo. Pero, en 13 Estados de la Unión, el salario mínimo o no está establecido o incluso está por debajo del acuerdo federal. Los datos apuntan asimismo que la mitad de los trabajadores del país, casi 60 millones, no tienen cubiertos salarialmente los días de enfermedad, y ello provoca muchos problemas de presencia de personas enfermas o con mermas significativas de sus facultades en sus lugares de trabajo. Es evidente que el tema afecta sobre todo a las personas que trabajan por horas o a los de salarios más bajos.

Por otro lado, hay muchas Main Street en el mundo que ven también con alarma los efectos que sobre sus comunidades va a tener la crisis financiera. La tradicional tacañería norteamericana en relación a la ONU o a otros organismos de cooperación y ayuda internacional, o su intransigencia en lo concerniente a la deuda externa de los países en desarrollo, se ve ahora dramáticamente en entredicho al comprobar la generosidad con que se abordan los problemas de los classmates, los colegas de los tiempos universitarios. "El dispendio con Fannie Mae and Freddie Mac", afirma Alex Wilks, director del European Network on Debt and Development, "representa cuatro veces la deuda pública externa de todos los países en vías de desarrollo". Evidentemente, desde esos países el temor es creciente en relación a un futuro en el que Estados Unidos socializa con el mundo sus pérdidas, mientras refuerza los privilegios de sus élites. Ahora entendemos cuáles son las ventajas de la globalización.

En un país que ha visto crecer la desigualdad y la vulnerabilidad en los ocho años de Administración republicana, resulta escandaloso que suenen todas las alarmas sólo cuando los afectados son los sectores más privilegiados del establishment económico–político–financiero. Algunos de los centenares de grupos movilizados en las últimas semanas contra el plan de rescate sólo para algunos, entienden que es precisamente esta escandalosa situación la que va a constituir una importante oportunidad para modificar no sólo el sistema financiero estadounidense, sino también para influir en otra manera de entender la política y sus relaciones y connivencias con las élites económicas.

El problema es que para muchos de los que peor lo pasan las elecciones y el sistema político no han ofrecido hasta ahora esperanza alguna. Si la comunidad hispana con derecho a voto representa el 15% del electorado, sólo el 6,5% usó esa prerrogativa en las últimas elecciones presidenciales. Quizá para que nos hagan caso y no dejen de nuevo el futuro en manos de los de siempre podríamos recordar las palabras de Adam Smith en su clásico La Riqueza de las Naciones: "Cualquier nueva ley o regulación del comercio que provenga de los directamente beneficiarios de los negocios ha de ser asumida sólo tras larga y cuidadosa comprobación. Provienen de un tipo de personas cuyo interés nunca es el de la gente, y que más bien pretende decepcionar sus esperanzas y seguir oprimiéndola".


(*) Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).


La presidenta de la FDIC critica el énfasis del
plan de rescate

Por Damian Paletta
Wall Street Journal, 16/10/08

La presidenta de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), Sheila Bair, criticó el miércoles al gobierno federal por no tomar medidas más agresivas para evitar que los estadounidenses pierdan sus viviendas. De esta manera puso de relieve una brecha con otros altos funcionarios sobre los términos de los US$700.000 millones del plan de rescate.

El plan del gobierno ayudará a estabilizar los mercados, pero no hace lo suficiente por luchar contra las ejecuciones hipotecarias, la raíz del problema, dijo en entrevista con The Wall Street Journal.

"¿Por qué ha habido tanto empeño político en asegurarse de que no estamos ayudando en exceso a los prestatarios, pero sí proporcionamos esta enorme asistencia en un plano institucional?. Yo no lo entiendo", dijo. "Para mí ha sido frustrante".

Bair no señaló a funcionarios o dirigentes, pero sus críticas aludieron a decisiones tomadas tanto por el gobierno de George W. Bush como por el Congreso. Describió, por ejemplo, los denodados esfuerzos de los legisladores por asegurarse de que el programa federal "Hope for Homeowners" (Esperanza para los dueños de vivienda) limitara las ganancias de reventa a los prestatarios que recibieron préstamos para vivienda social.

Bair, que fue nominada por la Casa Blanca y confirmada por el Senado en 2006, ha dicho con frecuencia que los esfuerzos del gobierno y de la industria por prevenir las ejecuciones hipotecarias no son lo suficientemente eficaces. Siempre ha considerado la protección del consumidor como una tarea importante de la FDIC, que se encarga de la vigilancia de los depósitos bancarios.

Sus comentarios se produjeron en medio de tensiones crecientes sobre figuras clave para la solución de la crisis financiera, en particular el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, de acuerdo con personas familiarizadas con el asunto.

Los defensores del plan de rescate de Bush dicen que el abordar los problemas vitales de la industria financiera, en particular la pérdida de la confianza en las instituciones bancarias, es responsabilidad primordial del gobierno. Afirman que un congelamiento de los mercados financieros pone en peligro tanto a los consumidores como a las empresas porque asfixia el crédito, que es aceite que mueve el motor de la economía.

"Nosotros diseñamos un gran proyecto que hace mucho por los propietarios de vivienda", dijo Tony Fratto, portavoz de la Casa Blanca. "Siempre habrá distintos puntos de vista sobre aspectos concretos de la política, pero creo que todos estamos tratando de jalar hacia el mismo lado".

Es de suponer que los comentarios de Bair darán más bríos a los críticos del gobierno por su respuesta a la crisis, especialmente aquellos que dicen que se ha hecho muy poco para ayudar a las familias rezagadas en sus pagos de hipoteca.

"Yo apoyo todas las medidas", dijo la funcionaria. "He sido parte de todas las que se han adoptado, pero estamos trabajando en el nivel institucional en contraposición al nivel prestatario; o sea los impagos de los prestatarios. Si esto es lo que está causando peligro en el nivel institucional, ¿por qué entonces no abordar el problema de los prestatarios?".

Más poder

La FDIC ha ido ganando más poder, toda vez que se ha convertido en jugador imprescindible del plan de rescate. En las últimas semanas ha manejado algunas de las mayores quiebras bancarias en la historia del país, y ahora se encarga de garantizar tanto los depósitos bancarios de los consumidores como la nueva deuda emitida por las entidades. Tal medida, anunciada el martes, hace parte de los esfuerzos por conseguir que el crédito vuelva a fluir.

Bair ha argumentado que el plan debería poner mayor atención a los propietarios, cuyas penurias son el núcleo de la crisis. Hasta que los precios de las viviendas no dejen de caer, será poco probable la estabilización de los mercados y de la economía. "Esta entidad, que se gestó en los años de la gran depresión, tiene ahora más sentido que cualquier otro organismo", dijo.

Las negociaciones sobre los detalles del acuerdo resultaron tensas, con funcionarios estadounidenses tratando de ponerse al día con sus homólogos extranjeros y con los mercados de valores tambaleándose. Bair se reunió con Paulson y Bernanke la semana pasada, y los dos hombres trataron de convencerla de extender las garantías de deuda a más instituciones y a más deudas.

Bair, que se negó a comentar sobre la reunión, estuvo inicialmente reacia, y finalmente solicitó un dictamen jurídico sobre si tales medidas serían válidas. Un día después les envió un memo, proponiéndoles un compromiso. En lugar de garantizar las deudas bancarias hasta el 100%, hacerlo hasta el 90%. En últimas, las garantías fueron limitadas al 100% en deudas sin asegurar emitidas hasta el 30 de junio con tres años o menos de vencimiento.