Estados Unidos

Asumió Obama

Las ilusiones de cambio y las duras realidades

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 22/01/09

Duro ataque a Bolivia y Venezuela

El nuevo gobierno muestra la hilacha

Un retrato del nuevo gobierno lo dan las recientes declaraciones de Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, sobre Chávez y Evo Morales. Conviene citarlas para despejar la charlatanería “progre” que ha comenzado a tejerse alrededor del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

En su audiencia ante el Senado, Clinton dijo que la nueva administración de Obama tendrá “una agenda positiva” para la región para contrarrestar “el temor propagado por Chávez y Evo Morales”. ¿“Temor” para quiénes? ¿Y qué significa “agenda positiva” en relación a Venezuela y Bolivia? ¿“Dar manija” y dólares a los escuálidos en Venezuela y a los fachos autonomistas en Santa Cruz, para ver si los derriban?

Luego, el propio Obama, en una entrevista a la cadena Univisión, agravó la cosa: “Chávez ha sido una fuerza que ha impedido el progreso de la región... Venezuela está exportando actividades terroristas y respalda a entidades como las FARC.”

En contraste con estos malvados presidentes, Obama no tiene nada que decir sobre el narco Uribe, cuyas fuerzas armadas “oficiales” y sus paramilitares han asesinado a miles de colombianos. Seguramente para Obama esto impulsa “el progreso de la región...”

Obama “estrena” su mandato con una típica expresión de atropello y prepotencia imperialista en relación a América Latina. Frente a eso hay que contestarle claramente: ¡Fuera las manos de Bolivia y Venezuela! ¡Fuera yanquis de América Latina!

En un show transmitido por la TV de todo el mundo y que habría costado por lo bajo unos 200 millones de dólares, asumió la presidencia Barack Obama. Fue un espectáculo hollywoodense en el pleno sentido de la palabra, ya que el acontecimiento fue organizado por el mismo equipo de gente del show bussines que participa desde hace tiempo en la “fabricación” de Obama como ángel salvador de un imperialismo en declive. Y, como era de esperar, en América Latina los cipayos Y malinches de los medios nativos batieron los records de obsecuencia y comentarios imbéciles.

Corresponde, entonces, en medio de tanta pavada, examinar con más seriedad las perspectivas de Obama en el trono de Washington. El discurso de asunción es un buen punto de partida para eso.

Obama, presidente del imperio

Su breve discurso no deja ninguna duda sobre un primer punto esencial: Obama asume como presidente del imperio mundial norteamericano.

El dominio imperialista de EEUU sobre el resto del mundo hoy está seriamente cuestionado. Si bien no hubo un colapso, las cosas con Bush fueron cuesta abajo. Hay muchos ya no obedecen la Voz del Amo.

Obama reconoce “el temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable”. Pero no viene a sumir esta realidad, ni menos aun a renunciar a las relaciones de dominación imperialista deterioradas bajo Bush. Por el contrario, en su discurso se presenta como el presidente que va a restaurar el pleno dominio del imperio yanqui sobre el planeta.

Por eso, es lógico que Obama alabe a los que “por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn”. La referencia a esta última batalla –la de Khe Sahn– es todo un símbolo. Fue, en 1967/68, una de las más sangrientas de la guerra de Vietnam, donde imperialismo yanqui recibió una merecida paliza. ¡Obama reivindica esta infame guerra colonial, repudiada en todo el mundo y en primer lugar en el mismo EEUU, donde enormes movilizaciones populares obligaron a la retirada!

Por supuesto, no podía esperarse otra cosa. En este rubro, el “cambio” que Obama anunció desde el principio era meramente tratar de reparar los desastres de Bush. Luego de ser electo, cuando anunció su equipo de gobierno, ratificó la perspectiva de una política exterior tan imperialista como la Bush, aunque con tácticas y modales diferentes. Así, el centro de torturas de Guantánamo –un escándalo mundial– va a ser cerrado... pero eso no implica la libertad de sus víctimas ilegalmente presas, sino su traslado a EEUU.

El nombramiento de Hillary Clinton como Secretaria de Estado dejó también las cosas en claro: se trata de un personaje que responde directamente al lobby israelí. El silencio oprobioso de Obama y su Secretaria de Estado ante el genocidio de Gaza es más que elocuente.

Economía: un pálido “progresismo” que no anuncia cambios en serio

Pero los problemas y las catástrofes del imperialismo yanqui a nivel geopolítico, palidecen ante la magnitud de la crisis mundial, cuyo centro sigue instalado en EEUU.

Aquí, el discurso de Obama es algo distinto a lo acostumbrado. Pero esas diferencias son de modestas dimensiones.

“La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro Gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona... La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece solo a los ricos.”

Hoy el discurso neoliberal puro y duro del “estado mínimo” y la desregulación total ha pasado de moda, ante el desastre en que ha desembocado. En todos los países, hasta los políticos más de derecha hoy no sólo aceptan, sino que hasta exigen la intervención de los gobiernos y estados... por supuesto para salvar las papas a los banqueros y grandes capitalistas.

Sin embargo, eso no implica que el “modelo” neoliberal, como modo de funcionamiento del capitalismo, haya sido reemplazado. No hay ninguna vuelta al “compromiso keynesiano” que comenzó a funcionar con Roosevelt en EEUU y luego, en la posguerra, se generalizó mundialmente.

O sea, no hay mayores concesiones a las masas trabajadoras. Por el contrario, la política de todos los gobiernos es hacerles pagar la crisis. Obama, más allá de algunas cataplasmas, no anuncia nada distinto.

La grave contradicción entre las esperanzas y la realidad

Esto nos lleva a un problema crítico: la grave contradicción entre las enormes esperanzas que las masas trabajadoras y populares estadounidenses depositan en Obama y la triste realidad que van a enfrentar en el próximo período.

Las masas no sólo esperan mucho, sino que los anhelos que manifestaron en el día de asunción de Obama, están bastante más “a la izquierda” que el discurso y las acciones del nuevo presidente. Aquí hay una contradicción que puede ser explosiva.

Para curarse en salud, Obama pintó con tonos bien negros el panorama de la crisis. Asume “en medio de nubarrones y furiosas tormentas... Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son serios y son muchos. No los superaremos fácilmente o en un corto período de tiempo.”

Obama hace la de todos los nuevos gobiernos. Le dice a las masas: “tengan paciencia y esperen sentadas que alguna vez resolveremos sus problemas”. El interrogante es por cuanto tiempo eso será posible.

Las colosales ilusiones y esperanzas de las masas en Obama pueden mañana ser un boomerang, si se cansan de esperar sentadas y pasen a reclamar soluciones.