Obama y
la crisis mundial

La crisis económica en Estados Unidos

Los analistas predican pesimismo

Por Eric Walberg (*)
Global Research, 28/01/09
Traducido por Germán Leyens

Incluso antes de que se evapore la euforia, los analistas se muestran pesimistas frente a Obama en el frente interior.

La parte fácil se acabó: Un despliegue de órdenes ejecutivas para cerrar Guantánamo, desmantelar gran parte de la arquitectura del presidente George W Bush para la “guerra contra el terror,” permitir la promoción de la planificación familiar en el exterior. La parte difícil ha comenzado: El presidente de EE.UU. Barack Obama está frente a una economía en depresión galopante, la peor desde los años treinta en todos sus aspectos.

El crecimiento económico de los años de Bush, tal como fue, fue alimentado por una explosión de la deuda privada; ahora los mercados financieros han colapsado y la economía está en caída libre. Las construcciones de viviendas nuevas, indicador tradicional de la dirección por la que va la economía, nunca han bajado tan vertiginosamente desde que comenzaron a ser documentadas. Los precios caen, y no sólo los precios del petróleo. La tasa de interés de la Reserva Federales es ahora cero. El ingreso medio cayó durante la década pasada y sigue cayendo. La producción industrial bajó el año pasado un 7,8% desde 2007, y la manufactura un 10%. El desempleo aumenta astronómicamente, y ya se han perdido millones de puestos de trabajo.

Deberá enfrentar el Programa de Ayuda para Activos con Problemas (TARP [Lona en español, N. del T.). Como la Operación Liberación de Iraq (OIL) original de Bush, tiene un acrónimo embarazoso, considerando que se trata de una “cobertura” para rescatar a los ricos. El primer adelanto repletó los libros de instituciones financieras que trastabillaban y rescató a las principales automotoras de EE.UU., sin que siquiera le hayan echado un rapapolvo a alguno de los culpables.

Associated Press se puso en contacto con 21 bancos que recibieron más de 1.000 millones de dólares de dinero federal de rescate, y ninguno de ellos pudo, o estuvo dispuesto a, revelar el uso de los fondos. El Secretario del Tesoro de Obama, Timothy Geithner dijo al Senado que el TARP requiere una “reforma fundamental,” ya que favoreció a grandes instituciones financieras por sobre las pequeñas empresas, los trabajadores con problemas y los propietarios de casas.

La catástrofe financiera sólo puede empeorar en vista de la incapacidad de los demócratas de ajustarse a algo que huela a socialismo. La única solución factible, como fue implementada en circunstancias similares por los suecos (un gobierno derechista, nada menos), es la nacionalización de los culpables.

Los suecos se tragaron la píldora, y dividieron a los bancos entre buenos y malos; los primeros siguieron trabajando como siempre, mientras los últimos, con muchos bienes raíces en su mayor parte ilíquidos, fueren administrados por el gobierno hasta que mejoró la economía. El contribuyente terminó casi sin tener pérdidas ni beneficios. “Si metes capital, debes tener pleno derecho a voto,” insiste el autoproclamado neoliberal Bo Lundgren, el ministro sueco de asuntos fiscales y financieros de entonces.

Tal como están las cosas, la hemorragia continuará y los mercados crediticios seguirán congelados mientras la economía entra a una espiral deflacionaria. Primer strike para Obama. [Strike en béisbol: lanzamiento que el bateador no logra devolver, N. del T.]

En cuanto al paquete de recuperación económica de 825.000 millones de dólares, la Ley Estadounidense de Recuperación y Reinversión de 2009, ya está siendo criticada por todos. Sesenta por ciento serán para gastos federales de educación, ayuda a los Estados para Medicaid, aumentos en prestaciones de desempleo, docenas de grandes proyectos de obras públicas para crear puestos de trabajo, y – para los republicanos – 350.000 millones de dólares en reducciones de impuestos.

En lugar de generar entusiasmo, está siendo criticada por carecer de visión estratégica. Hay 152 partidas diferentes, “una expansión indisciplinada de gastos en salud, educación, privilegios y otros,” con un modesto impacto a corto plazo, según el analista David Brooks. La creación de cada nuevo puesto de trabajo costará 223.000 dólares. La inspiración de Obama es el presidente Franklin Delano Roosevelt, cuya ambiciosa Administración de Progreso del Trabajo fue una colección de programas públicos en crecimiento descontrolado. Aunque dio a millones de desocupados trabajos muy necesarios en la construcción de represas y carreteras, hizo poco por afectar la Gran Depresión.

En su discurso inaugural, la admiración de Obama por “el altruismo de trabajadores que prefieren reducir sus horas a ver que un amigo pierde su trabajo” sonó como algo sacado de una novela de Dickens. Su promesa de estatuir la atención sanitaria universal se convirtió en una vaga declaración: “Nuestra atención sanitaria es demasiado costosa.” Considerando el aumento del desempleo que ya se acelera, es muy probable que le toque presidir sobre un aumento de los estadounidenses sin seguro, más que sobre una disminución.

Su paráfrasis de Keynes – “nuestros trabajadores no son menos productivos… nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no menos necesitados” no demandaba ninguna acción radical del gobierno, como lo hizo Keynes, sino un fin de la actitud de “darse por servido, de proteger intereses mezquinos y de postergar decisiones desagradables.” Perogrulladas timoratas.

Sus asesores económicos son todos escritorzuelos de Clinton con su experiencia en rubinómica, que es pre–keynesiana en su enfoque en presupuestos equilibrados y prudencia. Indudablemente, pueden cambiar sus tendencias, pero hay muchos economistas menos doctrinarios que no formaron parte de la manía de desregulación de la era Clinton–Bush que condujo a la actual crisis, como James Galbraith o el premio Nobel George Stiglitz, que podrían empezar con buen pie, como lo requieren tiempos nefastos. Segundo strike.

Si las cosas van mal en Iraq y Afganistán, e Israel continúa su matanza naziesca en Palestina, como seguramente será el caso, Obama pronto se verá metido en un gran lío en todos los frentes.


(*) Eric Walberg escribe para Al–Ahram Weekly.