Estados Unidos

Carta desde Nueva York

Record de despidos marca inicio del nuevo gobierno

Por Leo Ríos, desde New York
Para Socialismo o Barbarie, 01/02/09

Bronx, New York City.- Bajo los lemas de “cambio” y “esperanza”, Barack Obama asumió el 20 de enero en medio de una multitud que fue asistencia record en la toma de posesión de un presidente.

Pero el de asistencia no fue el único record de Obama presidente. También se están batiendo records en la destrucción de empleos: sólo en enero, fueron despedidos 125 mil trabajadores. Y las corporaciones han anunciado que esto es sólo el comienzo: piensan liquidar más y más puestos de trabajo.

Según el Ministerio de Trabajo, con estas cifras de enero se batió el record de desempleo de los últimos 42 años. Y las corporaciones parecen decididas a seguir retrocediendo en el tiempo y emular las cifras de la década del 30.

Pero a esta masacre de empleos no sólo aporta el sector privado. La mayoría de los municipios y estados también están en bancarrota. Y la “solución” es la misma: “reducir costos”, despidiendo.

Aquí, en Nueva York, la otrora “capital del mundo”, el municipio se debate en la quiebra total. Por eso, en la ultima semana de enero anunciaron recortes por 955 millones y despidos masivos. El ajuste se hace en los gastos sociales: educación y salud.

Ya están en lista 15 mil maestros de las escuelas publicas para ser despedidos. También, en la ultima semana, el gobierno de la ciudad anunció el cierre de dos importantes hospitales públicos en barriadas pobres de la ciudad (en Queens). Pero aquí tuvieron la respuesta de la gente y de los trabajadores que salieron a la calle a denunciar que mientras se rescata a los bancos y financieras, se abandona a los hospitales públicos a su suerte.

¡Y todo esto está sucediendo, a pocos días de haberse escuchado a Obama prometer cobertura médica para todos!

Pero, como sucede con este tipo de gobiernos “progresistas” (aquí se los llama “liberals”), siempre hay una “trampita”, cuando aparecen dando algo.

Por ejemplo, el Senado acaba de aprobar una extensión de la cobertura de la salud infantil a 4 millones de niños. Pero sucede que otros cinco millones han quedado fuera de la cobertura porque sus padres son “ilegales”. Asimismo, el nuevo plan del “generoso” Obama no obliga a los estados a dar cobertura médica, sino que les da la opción de decidir si lo quieren hacer o no. Aquí, la mayoría de los estados tiene gran independencia en aplicar las leyes. Y, con los aprietos financieros, es muy probable que muchos de ellos se nieguen aplicarlo.

Con los que están siendo generosos, es con los ejecutivos de Wall Street, que acaban de robarse 18.400 millones en concepto de “bonificaciones de fin de año”, del dinero público destinado supuestamente a salvar al sistema financiero.

La ola de indignación fue tal, que Obama debió salir públicamente por TV a regañarlos. Pero fuera de eso, no tomó ninguna medida concreta contra estos delincuentes. Los 18.400 millones siguen tranquilamente en sus bolsillos. Obama se limitó a suplicar a los ejecutivos que, de aquí en adelante, “muestren algo de moderación y algún sentido de responsabilidad...”

Pero a pesar de este comienzo no muy esperanzador, todavía es demasiado pronto para que los trabajadores, los jóvenes y la gente que lo votó, puedan hacer el balance.

Aún pesan decisivamente las promesas de Obama de crear 3.000.000 millones de nuevos empleos, de reducir impuestos para el 95% de los estadounidenses, de una moratoria en los embargos inmobiliarios, de dar ayuda financiera a los necesitados, de hacer una reforma migratoria integral, de dar hasta 4.000 mil dólares en ayuda universitaria a cada alumno a cambio de trabajos comunitarios, de cerrar Guantánamo –ahora dicen que tienen que evaluar cada caso y que eso les va a llevar otro año–, de finalizar la guerra de Iraq, etc., etc.

Sin embargo, todavía hay mucho camino por recorrer y las esperanzas en el nuevo gobierno siguen intactas. Obama tratará de alargar eso en el tiempo. Pero, mientras tanto, el ejército de desocupados amenaza seguir creciendo vertiginosamente. Esta es una contradicción enorme que, tarde o temprano, pueden convertir a Obama y su plan en una hoja en la tormenta capitalista, en la medida que la gente haga como en los hospitales de Queens: a organizarse y salir a luchar.