Estados Unidos

El presupuesto del Pentágono: negociados, despilfarros y partidas demenciales

Pagan 880 euros por un retrete

Por Pablo Pardo
Corresponsal en Washington
El Mundo, Madrid, 17/12/09

17 de diciembre de 2009.- En total, 600 dólares de 1983. Que, corregida la inflación, son 1.280 dólares de hoy. O 879,89 euros. Eso es lo que pagó en 1983 el Departamento de Defensa de Estados Unidos por una taza de váter. Tampoco es tanto. Por una bombilla que costaba un dólar, pagó 500 dólares de entonces (1.067 dólares de hoy, ó 733 euros). O sea, 500 veces más.

Esas prácticas siguen hoy en día. El Presupuesto de Defensa aprobado ayer por la Cámara de Representantes contiene partidas demenciales, porque el Departamento de Defensa de EEUU es un mundo aparte.

Una auditoría realizada en 2003, sobre las operaciones de la Fuerza Aérea y la Marina destinadas a mantener la zona de exclusión aérea en el sur de Irak, detectó, por ejemplo, 3.395 dólares gastados en trajes de sumo (¿alguien se ha dado cuenta de cómo es un traje de sumo? ¿cómo es posible que un taparrabos valga tanto?), 3.766 dólares para la adquisición de coches por control remoto y 18.890 dólares para la compra de una piedra de río con la que adornar una playa artificial.

Los despilfarros de la Guerra de Irak son más propios de la Guerra de Gila.[1] Ahí están, por ejemplo, los 998.798 dólares (686.000 euros) que el Pentágono pagó a la empresa de Carolina del Norte C&D Distributors para que llevara a Irak dos piezas cilíndricas metalicas de ésas que se colocan dentro de los grifos (en EEUU se llaman 'washers', en español, no tengo ni idea) que costaban 19 centavos de dólar (ó 13 centavos de euro). La misma empresa cobró 455.000 dólares (312.775 euros) por llevar a Irak tres destornilladores valorados, cada uno, en 1,31 dólares (90 céntimos).

Lo más curioso es que en muchos casos los propios militares no quieren este despilfarro. El Pentágono es, de hecho, un Estado de Bienestar en EEUU, que compra cosas simplemente para mantener la economía de determinadas regiones. Cerrar una base militar es una tragedia en el Congreso, porque los legisladores se ponen de los nervios ante la pérdida de puestos de trabajo que eso supondrá en sus distritos.

Hay, de hecho, casos lamentables, en los que el Congreso o el Pentágono han obligado a los soldados a usar armas que éstos no querían. En total, hay 130 ex generales que siguen asesorando al Pentágono mientras han encontrado nuevos trabajos representando a empresas de Defensa.

Algunos de ellos, como el ex general de la Infantería de Marina (los 'marines') Emil Bedard han tenido tanto éxito en su tarea como 'lobbyistas' que han conseguido que sus ex camaradas de armas tengan que comprar, por ejemplo, un sistema de vídeo que no funciona.

Aún más surreal es el caso de los 10 aviones de transporte C-17 que el Congreso decidió en verano comprarle a la Fuerza Aérea a pesar de que los propios militares habían dicho que no los necesitaban. Ya se sabe: lo que es bueno para los soldados no lo es para Boeing.

Por eso es muy importante la revisión de ese programa de 'mentores', en virtud del cual los ex generales siguen asesorando a las Fuerzas Armadas mientras trabajan para empresas de Defensa. Ayer, el secretario de Defensa, Robert Gates, anunció que va a reexaminar esa política. Pero no es menos cierto que el predecesor de Gates, Donald Rumsfled, también llegó al Pentágono prometiendo la introducción de criterios de empresa privada y fracasó miserablemente en el intento.


1.- Miguel Gila (1919 - 2001) Famoso humorista satírico español.