Estados Unidos

El apetito que no cesa

Por Juan Gelman
La Bitácora de Gelman, febrero 2010

¿Más guerras todavía? A ver: la Casa Blanca invertirá en su arsenal nuclear 5000 millones de dólares en los próximos cinco años “como parte de su estrategia para frenar la proliferación nuclear” (www.mcclatchy.com, 29–1–10). Curiosa manera de hacerlo. El aporte incrementará en un 10 por ciento el gasto anual que ya se destina a esos fines llevándolo a casi 7000 mil millones de dólares. Si ésta es la consecuencia del nuevo pacto con Rusia para reducir el mortífero armamento, Moscú no debe sentirse muy cómodo. Claro que no sería la única razón de su desasosiego. Y el de China. En el 2007 ambas potencias, más Irán y Corea del Norte, pasaron a formar parte de una de esas listas que Washington fabrica a cada rato. En esta ocasión, es la de “las cuatro naciones principales que son un desafío para los intereses estadounidenses” (AFP, 16–9–07).

El señalamiento nació con W. Bush y Obama no lo contradice. Afganistán es el centro declarado de su estrategia en el presente, pero al mismo tiempo se expande la urdimbre de bases militares y de instalaciones antibalísticas en Europa, Eurasia y Medio Oriente.

Se adensa el discurso contra Irán del mandatario norteamericano y los aliados de EE.UU. en la región aumentan sus compras de sistemas antimisiles Patriot y cazas de tecnología avanzada (The Wall Street Journal, 31–1–10). Pero el círculo es más amplio: de Egipto a Japón, de Alemania a Corea del Sur, de Polonia al Cáucaso, circunda el inmenso territorio que se extiende entre el noroeste de Rusia y el nordeste de China. No se trata, entonces, únicamente del presupuesto militar para el año fiscal 2010/2010, que sumado a los anteriores desde que EE.UU. invadió Afganistán redondea la inabarcable suma de un millón de millones de dólares.

Desde el 2001 –cuando iniciaron la guerra contra los talibán–, EE.UU. y la OTAN ocuparon y/o construyeron bases en Uzbekistán, Tadjikistán, Kirguistán y, con menos ruido, en Pakistán y Turkmenistán. En un mapa de Eurasia se observa que ese cerco no sólo aprieta a Irán: está próximo a Rusia y China. En cuanto a la primera, completa las cuatro bases en Rumania y las dos en Bulgaria que la OTAN obtuvo por acuerdos en 2004 y 2005. Como señaló una revista rumana: “Un sistema de vigilancia (escudo antimisiles) sólido y moderno ubicado en Rumania, Bulgaria y Turquía puede supervisar tres áreas calientes a la vez: el Mar Negro, el Cáucaso y el Caspio, así como las zonas de interés en Medio Oriente” (www.thediplomat.com, noviembre 2009).

El Ministerio de Defensa de Polonia anunció el mes pasado que instalará un sistema de misiles antimisiles de alta tecnología y 100 soldados en un punto del Mar Báltico que se encuentra a 50 kilómetros de la frontera rusa (www.mon.gov.pl, 21–1–10). Lituania cedió a la OTAN en 2004 la base de Siauliai y desde entonces misiones aéreas de la alianza, incluida EE.UU., patrullan los cielos de la zona a media hora de Moscú. El caso de China amerita una mención aparte.

La Raytheon, compañía fabricante de misiles, anunció en diciembre que había obtenido un contrato por valor de 1100 millones de dólares para entregar al régimen nacionalista de Taiwan 200 sistemas antibalísticos Patriot. A comienzos de enero, el Departamento de Defensa dio luz verde a la venta “pese a la oposición del rival, China, dado que un funcionario militar de ese país propuso imponer sanciones a las empresas estadounidenses que vendan armas a la isla”. El funcionario fue nada menos que el viceministro de Relaciones Exteriores chino, He Yafei, quien subrayó que la venta a Taiwan de los Patriot “socava la seguridad nacional de China”. Si EE.UU. invade países muy lejanos en razón de su seguridad nacional, parece normal que Pekín se preocupe por misiles que se instalarán a 180 kilómetros de su costa. Por lo demás, el presupuesto militar de EE.UU. es más de 17 veces superior a los de China y Rusia sumados. No poco tendrán que hacer Moscú y Pekín para “desafiar” cabalmente los intereses de Washington.

La voluntad armamentista de EE.UU. cruza todos los límites y no le teme al ridículo. Funcionarios del Pentágono anunciaron que se desplegarán sistemas antimisiles a lo largo de toda la costa oeste del país para hacer frente a la amenaza de los misiles iraníes de largo alcance (//abcnews.go.com, 1–10–09). El mismo proyecto fue antes presentado a la opinión pública como una defensa contra los cohetes que lanzaría Corea del Norte. Si se toma en cuenta que el recorrido del misil más avanzado de Irán no supera los 2000 kilómetros (//news.bbc.co.uk, 9–7–08) y que la distancia entre Los Angeles y Teherán es de 12.202, no se entiende el argumento. O se entiende demasiado.


Anuncios, jactancias, silencios

Por Juan Gelman
La Bitácora de Gelman, febrero 2010

Hay de todo últimamente en el reino del armamento nuclear. El presidente Obama acaba de dar vía libre a la construcción de dos reactores centrales, los primeros desde que un accidente la cesó en 1979. Su finalidad es pacífica: proporcionar un tipo de energía que no agrave y tal vez solucione el problema del calentamiento global. Irán se ufana de tener capacidad para elevar el enriquecimiento de su uranio del 4 al 20 por ciento y dice que lo hará también con fines pacíficos. A Washington le creen, a Teherán, no. Hillary Clinton ha declarado la intención estadounidense de imponer sanciones duras al régimen represivo que preside Mahmud Ahmadinejad. En tanto, por gracia y obra del Pentágono, varios países de Europa tienen un arsenal nuclear no declarado.

George Robinson, ex secretario general de la OTAN, confirmó que Turquía posee de 40 a 60 armas nucleares made in America en la base aérea militar de Incirlik (www.marketoracle.co.uk, 11–2–10). Nótese que esta base, construida por el cuerpo de ingenieros de EE.UU. a comienzos de la década del ’50, ha servido para los vuelos de espionaje de sus fuerzas aéreas sobre la ex URSS durante la Guerra Fría y, desde el 2001, es utilísima en las guerras de Irak y Afganistán. Podría serlo para atacar a Irán, a Siria, a Rusia, por qué no.

Cinco son las naciones europeas consideradas potencias nucleares: el Reino Unido, EE.UU., Francia, Rusia y China, estatuto que tornó oficial el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que entró en vigor en 1970 (NPT, por sus siglas en inglés). Entre las no declaradas como Turquía, cabe sumarle otras: “Hay bombas nucleares almacenadas en bases de las fuerzas aéreas de Italia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos, y los aviones de cada uno de esos países tienen la capacidad de arrojarlas” (www.times.com/com, 2–12–09). El NPT es el único tratado vinculante en la materia y lo firmaron 187 países. No hay otro acuerdo de desarme más ratificado, pero del dicho al hecho el trecho es bien largo en este caso.

Es dudoso que Irán esté en condiciones de enriquecer uranio hasta los umbrales de una bomba nuclear. Ninguno de los 16 servicios de espionaje estadounidenses lo estima posible por ahora. David Albright, presidente del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional (ISIS, por sus siglas en inglÉs), una institución privada que desde Washington rastrea el curso de la proliferación de este armamento, señaló que el número de centrifugadoras nucleares iraníes “es lo suficientemente bajo y los inspectores internacionales tendrían ‘muy serias dificultades’ para detectar las máquinas si Irán las oculta en lugares clandestinos” (www.nytimes.com, 9–2–10). No faltan datos nuevos y contrarios.

Irán padecería retrocesos notables en sus esfuerzos para enriquecer uranio, fallas del equipo y otras dificultades que “podrían socavar los planes iraníes de adelantar rápidamente su programa nuclear” (www.washingtopost.com, 11–2–10). Los informes del 2009 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) muestran una caída de la producción en la planta principal de enriquecimiento de uranio cercana a Natanz, según el borrador de un estudio del propio David Albright: “Más de la mitad de sus 8700 centrifugadoras” estaban ociosas a fines del año pasado y el número de las que funcionan descendió de 5000 en mayo a poco más de 3900 en noviembre. Además, el producto de las que nominalmente funcionan fue apenas la mitad del esperado”. La voluntad política de Teherán no puede, solita, equiparar en pocos años el medio siglo de progreso tecnológico occidental.

Sucede, en cambio, que tiene confirmación la capacidad nuclear de los cinco países europeos mencionados que no la declaran. EE.UU. les ha proporcionado bombas termonucleares 480 B61 y, subraya el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés), “la presencia continuada de estas armas enerva las relaciones con Rusia, debilita los esfuerzos globales para disuadir a otras naciones de que desarrollen armas nucleares, impide la evolución de la OTAN en consonancia con el fin de la guerra fría” (www.nrdc.org, febrero 2005). Tal cual: la nueva hipótesis de guerra de Moscú establece que su probable enemigo sería la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

El país con más abundancia de armamento atómico es Alemania, con tres bases de las que dos funcionan a pleno. No es oficialmente una potencia nuclear, pero produce cabezas nucleares para la marina francesa y podría haber almacenado hasta 150 bombas B61 estadounidenses. Lo cual no impedirá a Berlín apoyar todas las sanciones contra Teherán que Wa–shington proponga. Se sabe: el doble discurso y el ejercicio de los dos pesos y las dos medidas son prácticas universales.