Estados Unidos

Peligro de perder la mayoría demócrata en el Congreso

Más del 50% desaprueba a Obama

Siete de cada diez estadounidenses no confían en legisladores de ningún partido

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 14/07/10

Nueva York, 13 de julio.- Debido a una economía anémica con casi 15 millones de desempleados, mientras las grandes empresas y bancos reportan jugosas ganancias, la mayoría del pueblo estadounidense ha perdido la fe en su cúpula política, y las consecuencias inmediatas más severas las sufrirán el presidente Barack Obama y el Partido Demócrata en las elecciones intermedias de noviembre.

Según encuestas nacionales divulgadas este martes, una creciente mayoría de votantes estadounidenses desaprueba el manejo de la economía del presidente Obama. En la encuesta de Washington Post/ABC News, 43 por ciento aprueba el manejo y 54 por ciento lo desaprueba, en lo que resulta el peor nivel desde que el demócrata llegó a la presidencia. Otra encuesta de CBS News registró casi lo mismo, con sólo 40 por ciento que está de acuerdo con el manejo económico de Obama.

En la encuesta de Washington Post/ABC News esta desaprobación afecta la calificación en general del mandatario: casi seis de cada 10 votantes dicen que carecen de fe en que Obama tome decisiones correctas para el país.

Pero al presidente le va mejor que a los legisladores. Cerca de siete de cada 10 votantes dicen carecer de confianza en legisladores demócratas y republicanos. Más de un tercio (36 por ciento) dicen tener nada de confianza o muy poca en el presidente y en los legisladores de ambos partidos. Unos dos tercios de los votantes afirman estar insatisfechos o enojados con cómo funciona el gobierno federal en general.

Cobran fuerza expresiones populistas de la derecha

Todo esto nutre el sentimiento contra los políticos electos que los principales analistas políticos han registrado durante los últimos meses, y que algunos señalan como explicación de la sorprendente fuerza que han adquirido expresiones populistas derechistas como el llamado Tea Party. Pero otros recuerdan que justo fue este mismo tipo de desilusión con George W. Bush y el liderazgo republicano que nutrió la ola que llevó a Obama y sus demócratas a tomar control de la Casa Blanca y el Congreso. Ahora, ese triunfo está bajo amenaza.

Según la encuesta del Post/ABC News, sólo 26 por ciento de empadronados dicen que esperan votar por la relección de su representante federal y 62 por ciento buscan a alguien nuevo para sacar de su curul al actual.

Este peligro es tan claro que el propio vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, comentó este domingo que el partido de Obama podría perder su mayoría en la Cámara de Representantes en los comicios de noviembre. "Creo que no hay duda de que hay suficientes curules en juego que podrían causar que los republicanos tomen el control. No hay duda de eso", dijo en un programa de noticias de NBC News.

Por ahora, los demócratas gozan de una mayoría de 255 contra 178 republicanos (hay dos vacantes) en la Cámara, donde el total de los 435 puestos están sujetos a la elección en noviembre. Los republicanos necesitan recuperar unas 39 o 40 curules para lograr mayoría en la Cámara baja.

De acuerdo con el prestigioso Cook Political Report, unas 64 curules demócratas están en juego (o sea, que no están firmemente en manos de ese partido), y sólo siete de las curules republicanas están en riesgo de ser ganados por el opositor.

"Aunque nadie está contento con estos difíciles tiempos económicos, los demócratas tienen más que perder políticamente si las cosas no cambian pronto", advierte Charlie Cook, uno de los analistas electorales más influyente en Washington. "Las fortunas (políticas) de los demócratas este noviembre están vinculadas de manera inextricable con la economía", escribió en su análisis más reciente.

Por ahora, los pronósticos económicos no auguran nada bueno para los demócratas, con tasas de crecimiento que no son suficientes en los próximos dos trimestres como para generar suficientes empleos que logren reducir de manera significativa la actual tasa de desempleo de 9.5 por ciento.

Por otro lado, las asociaciones empresariales promueven una crítica coordinada para presentar al gobierno de Obama como "antiempresarial", al denunciar sus reformas del sector financiero como algo que podría deprimir la generación de empleo y la actividad empresarial.

Pero esto debería de sonar curioso, si no hueco, para los ciudadanos comunes que padecen el desempleo, la pérdida de sus casas y la anulación de sus ahorros y sus esfuerzos para educar a sus hijos, entre otras cosas. El sector empresarial espera anunciar ganancias enormes esta semana.

El New York Times reportó el pasado fin de semana que los bancos y casas financieras más grandes han tenido una recuperación "notable" desde que Washington los rescató en 2008, y que a la vez ya se registró un enorme rebote en ganancias para las empresas que integran la Bolsa de Nueva York, lo cual para 2009 fue de un total de 61.4 mil millones de dólares, la cifra más grande registrada hasta hoy.

Por ahora, el presidente y los políticos demócratas intentan no alarmarse demasiado ante el peligro de que si pierden la mayoría en la Cámara de Representantes y se reduce su margen en el Senado, los republicanos podrían descarrilar algunas de las iniciativas más importantes de Obama. En sus argumentos para intentar controlar el daño potencial de las elecciones, recuerdan que fueron los republicanos quienes llevaron al país a este desastre. "Se pasaron una década conduciendo la economía a una zanja y ahora están pidiendo que se les regresen las llaves. Y mi respuesta es no, no pueden tener las llaves. No pueden conducir", declaró Obama en un discurso reciente en apoyo de la campaña de relección del líder del Senado, Harry Reid.

Pero para Obama y otros demócratas el problema no es sólo la ira popular por la situación económica del país, sino también la desilusión entre sus propias bases, quienes expresan una y otra vez que no se está cumpliendo con esa promesa de "un cambio", explican a La Jornada diversos líderes sindicales, latinos, maestros, defensores de inmigrantes, del movimiento antiguerra, entre otros.

Así, uno de los desafíos en el juego electoral que enfrentan Obama y los demócratas no es sólo cómo abordar el malestar entre sectores del electorado para que no voten por los republicanos, sino cómo convencer a sus propias bases para que mantengan su lealtad y salgan a votar por los demócratas.


Por la crisis económica, Obama, en el centro de las críticas y con menos apoyo

Su popularidad llegó al mínimo desde
el inicio de su mandato

Por Silvia Pisani
Corresponsal en EEUU
La Nación, 18/07/10

Washington.- No hay día en que no le disparen una andanada. Dieciocho meses bajo el fuego de una economía que no responde con el empleo ni con la prosperidad esperados han puesto a Barack Obama en el peor momento de su presidencia. Hoy, sólo cuatro de diez norteamericanos confían en su habilidad para manejar la economía, de acuerdo con un sondeo de la cadena ABC.

Nunca como hasta ahora las encuestas le dieron tan bajo. Y, seguramente, como consecuencia de esto, nunca como hasta ahora había tenido tantos críticos ni tan virulentos. "Usted ha perdido la mira", le espetó, esta semana, el presidente de la influyente -y conservadora- Cámara de Comercio, Tom Donohue.

Ni nunca como hasta ahora había tenido Obama amigos tan faltos de carácter a la hora de defender su gestión. Porque la novedad es que, con el oportunismo que a veces tiene la vida política y el temor a perder las elecciones de noviembre próximo, el desencanto de la obamamanía empieza a evidenciarse entre quienes, hasta ahora, fueron aliados y partidarios.

"Obama necesita desesperadamente alguna buena noticia sobre la economía. Una buena noticia más allá de septiembre u octubre", dijo Larry Sabato, experto en ciencias políticas de la Universidad de Virginia, consultado por LA NACION.

Los reproches son, muchas veces, abiertamente contradictorios: los republicanos lo acusan de gastar mucho, sin sentido y de ser hostil para con el mundo empresarial. Los demócratas y progresistas le reprochan lo contrario, que gaste poco en medidas para dinamizar la economía y que no suba los impuestos a los más ricos.

¿En qué quedamos? "El problema de Obama es que hace política de centro no sólo en un país impaciente con la economía sino, sobre todo, muy polarizado ideológicamente", dijo a LA NACION Eric Tompkins, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Minnesota.

La cosa va más allá del mundo del poder. Hoy, la calle no es del Organizing for America (la adormecida heredera de la red de base que apoyó el triunfo de Obama) sino del Tea Party, el conglomerado conservador que, básicamente, expresa enojo con todo lo que huela al gobierno federal.

"Más allá de la calle, lo que ganó el Tea Party es la pantalla del televisor", acotó Héctor Schamis, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Georgetown. "Y eso le da enorme difusión", añadió.

Enterradas en la comodidad del olvido la angustia y la depresión de los días finales de la gestión de George W. Bush, la economía le deparó a Obama el peor indicador de confianza.

Al comentar el sondeo de la ABC, que señala que apenas cuatro de cada diez norteamericanos confía en la habilidad de Obama para manejar la economía, Rick Sánchez, presentador de la CNN, exclamó: "¡Sólo el 40 por ciento! ¿Hay punto de retorno para eso?". No hubo respuesta cierta.

Pero, con ser ingrediente de peso en el malhumor popular, la mala economía, como casi todas las desgracias, no viene sola. Y cerca de la mitad de su mandato, la presidencia de Obama parece chocar con una realidad adversa que, en un abanico de problemas, convirtió su esperanzador "Sí, podemos" en un bumerán.

"Es curioso, incluso cuando avanza, como ocurrió con las reformas financiera y del sistema de salud, la gestión de Obama se percibe como una presidencia fallida. Muy al estilo de Jimmy Carter", dijeron John Harris y Jim van de Hei, analistas de Político , una de las publicaciones más seguidas. "Obama pierde aun cuando triunfa", fue el título de su artículo.

"Parece que éste es el verano de la decepción para muchos progresistas", concluyó, días atrás, la columnista política Abby Phillip.

Una carrera larga

¿Se desinfla Obama? "¡Por supuesto que no! Esta es una carrera larga y él es un líder de recursos, que reacciona mejor cuando está contra las cuerdas", dijo a La Nacion Michael Shifter, del Inter American Dialogue.

Enfrentado contra la mala imagen, Obama recogió el guante y reaccionó con firmeza. "La única encuesta que me guía es si algo es bueno o no para los Estados Unidos", dijo, al hablar en un acto en Kansas. Los adversarios, en tanto, disparan. "Obama tiene una agenda pro sindicatos, con la que entierra a las empresas en una nueva generación de regulaciones", dijo Tom Donohue, uno de los líderes empresariales más influyentes del país.

Los "decepcionados" de Obama son más cautos, pero ya no disimulan. "Está bien que [el presidente] rechace la ley que, en Arizona, criminaliza la inmigración irregular. Pero debería hacer más y terminar con las deportaciones, que ya superan a las de Bush", dijo Gustavo Torres, de la asociación CASA e interlocutor de la Casa Blanca en la materia.

Pero, entre los demócratas, hay quienes piensan que el hecho de oponerse a la ley de Arizona ya es demasiado. "Deberíamos estar hablando de empleo y no de esto", dijo el gobernador de Tennessee, Phil Bredesen; uno de los tantos líderes del partido que teme por el resultado de las elecciones de noviembre.

Figuras populares de reconocida militancia demócrata coquetean con la idea del "desencanto". Y hasta el vocero presidencial, Robert Gibbs, admite que las cosas no van bien y que los republicanos pueden ganar el control del Congreso. ¿Sería eso el final de Obama? "No, para nada. Es posible que pierda las elecciones de noviembre. Eso entra en el escenario y no significa que pierda la chance de un segundo mandato", acotó Shifter. "Son contextos distintos. Yo veo a Obama en 2012; los republicanos tienen poco que ofrecer", añadió.

Mientras, convencidos de que ganarán en noviembre, los republicanos lo acusan de "incompetente" por el manejo de problemas que se arrastran desde la gestión de Bush. La burbuja que disparó la crisis, las dos guerras, el déficit y un sistema migratorio "quebrado". "Pero hablar de la herencia ya no le sirve", acotó Schamis.

Ajeno a las encuestas que lo hunden y a las críticas que recrudecen a medida que se acercan las elecciones, Obama se templa y avanza en su agenda. Pero eso no se traduce en votos en una sociedad que no aguanta más el desempleo de dos dígitos y el miedo que eso conlleva. Eso, sin contar el derrame de petróleo -que, al igual que la reforma financiera, le dio esta semana un respiro al mandatario- la guerra en Afganistán, ni la imposibilidad de cerrar la prisión de Guantánamo porque no hay, hasta ahora, posibilidad de reacomodar a todos sus reclusos. Ni la reciente insubordinación de su general amigo, Stanley McChrystal.

"Estados Unidos debe crecer y lo que necesitan los ciudadanos es la cualidad que distingue a los adultos de los niños: paciencia", recomendó el escritor Paul Starobin en The Washington Post . Y dejó bien en claro que las soluciones mágicas no existen. "No esperen que Obama sea Superman", fue el título de su reflexión.

Los sectores mas críticos del presidente

Empresarios: Representados por la conservadora Cámara de Comercio, le reprochan a Obama no ser capaz de generar certidumbre económica.

Republicanos: En los últimos meses, agudizaron su oposición a casi todo. Le censuran el aumento del gasto público y la inversión de US$ 800.000 millones en un paquete de estímulo económico.

Afroamericanos: Expresaron decepción por no percibir mejoras sensibles en la situación de la población negra, que padece un índice de desempleo mayor que la población blanca.

Corte de Justicia: Hay malestar por la fallida embestida de Obama para limitar y blanquear la participación de empresas privadas y grupos de lobby en la campaña electoral.

Demócratas: Parte de la cúpula del partido le empezó a dar la espada, por el temor a perder las próximas elecciones. Los gobernadores demócratas manifestaron su malestar por la ofensiva contra Arizona.

Wall Street: No tolera que Obama le atribuya responsabilidad en el estallido de la crisis financiera y acaba de ser blanco de una gran reforma.

Progresistas: Se esfumó el entusiasmo que había despertado entre los progresistas y "liberal-demócratas" por temas como Afganistán y el cierre de la prisión de Guantánamo.

Hispanos: Hay descontento por el incumplimiento de la promesa para abordar la reforma migratoria en el primer año de gobierno y dudas sobre cuándo sucederá eso.

Las mayores preocupaciones

Mejorar el desempeño de la economía: La caída de la imagen de Obama entre los norteamericanos, que llegó a un nuevo mínimo esta semana, obedeció en buena parte a su manejo de la economía del país. Cuatro de cada diez estadounidenses lo cuestiona.

Combatir el gigantesco déficit: Los rescates y paquetes de estímulo dejaron un déficit de un billón de dólares, una cifra intolerable para los republicanos, que han frenado nuevas iniciativas en el Congreso.

Concretar la demorada reforma migratoria: Después de las reformas sanitaria y financiera, es la gran apuesta del mandatario. Sin embargo, no parece contar con el respaldo suficiente para llevarla adelante. El debate se polarizó tras la aprobación de una legislación más dura en Arizona.

Las guerras en Irak y en Afganistán: La guerra de Afganistán, cada vez más impopular en Estados Unidos, parece lejos de estar terminada, y se demora la retirada de tropas de Irak. La remoción del general Stanley McChrystal como comandante contribuyó a aumentar la crisis en el frente militar.

Bajar el índice de desempleo: La desocupación trepó a cerca del 10% tras el estallido de la crisis económica y es la principal preocupación de los norteamericanos.

Sortear con éxito el test electoral de noviembre: Los demócratas enfrentan un duro panorama de cara a las elecciones legislativas de medio término, en noviembre. El vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, reconoció que podrían sufrir una dura derrota.