Estado Unidos

Preocupación entre los republicanos por el extremismo del movimiento

El Tea Party llega al poder sin un mandato claro

Por Kate Zernike
New York Times, 02/11/10
La Nación, 04/11/10
Traducción de Mirta Rosenberg

Nueva York.– En su primera elección legislativa, el Tea Party impulsó a los republicanos en la Cámara de Representantes, al captar el estado de ánimo de una parte significativa del electorado y lograr que cuatro de cada diez votantes expresaran su apoyo por el movimiento en las encuestas de boca de urna.

Sin embargo, en el Senado, el efecto fue el que los republicanos habían temido: mientras la energía del Tea Party allanó algunas victorias, la preocupación por el extremismo del movimiento también les costó lo que parecían triunfos fáciles, especialmente en Nevada, donde el líder demócrata del Senado, Harry Reid, sobrevivió al desafío planteado por Sharron Angle, favorita del Tea Party.

Ahora, mientras trata de hacer la transición entre ser un movimiento de protesta y ser el poder en el Capitolio, el Tea Party enfrenta el desafío de canalizar la energía que infundió a las elecciones hacia una agenda de gobierno sin tener un mandato claro, con un manifiesto disgusto por las inevitables concesiones de la vida legislativa y una recelosa relación con los líderes republicanos del Congreso. Para muchos votantes, el Tea Party ha sido como una pantalla en blanco donde se proyectan esperanzas y frustraciones no siempre compatibles ni realistas.

Para muchos integrantes del movimiento, el objetivo es detener a un gobierno en expansión. Pero el Tea Party también está animado por la convicción de que todo el sistema político se ha desconectado de las necesidades y valores de los norteamericanos; con eso sugiere que su poder electoral emanó tanto de la indignación en un duro momento económico como de la ideología. Lo que muchos de sus adherentes quieren es que los dos partidos se reúnan para resolver los problemas.

Mirando hacia adelante, el foco del movimiento estará puesto en los grandes temas legislativos que enfrenta el Congreso. Pero como la atención se centrará en 2012, el Tea Party también tendrá la oportunidad de ejercer una influencia potencialmente grande sobre la competencia por la nominación presidencial republicana, con una variedad de candidatos potenciales como Sarah Palin y el senador Jim DeMint, de Carolina del Sur.

Una frágil alianza

Para los líderes parlamentarios republicanos, el representante John Boehner, de Ohio, y el senador Mitch McConnell, de Kentucky, la pregunta es si la pasión del Tea Party se traducirá en una agenda capaz de impulsar el proceso legislativo en una capital dividida o si se convierte en un obstáculo para bloquear a Obama y a su partido. El año pasado se reveló dentro del Tea Party una incómoda alianza entre los que se incorporaron con una ideología inquebrantable y los que ingresaron más bien por frustración.

Mientras el ala más ideologizada del movimiento defiende ideas como eliminar la seguridad social y Medicare para reemplazarlos por cuentas de ahorro privadas, la mayoría disiente. Y así como los miembros del Tea Party no siempre coinciden en lo referido a la agenda, casi todos los estadounidenses están en desacuerdo con muchos de los objetivos proclamados por los candidatos del Tea Party.

David Adams, un activista del movimiento de Kentucky, dijo: "Si los líderes republicanos piensan que van a seguir actuando como siempre, se equivocan". Como otros muchos miembros del Tea Party, Adams dijo que los objetivos más importantes son el equilibrio del presupuesto y la reducción de la deuda nacional. La lista incluye también la reforma de la seguridad social y la reducción del presupuesto militar... todas ideas que ya han sido rechazadas por votación.

Pese a que el Tea Party permitió que los republicanos recuperaran entusiasmo, el partido tendrá una fuerza política relativamente pequeña en la Cámara y en el Senado. Con el control del Congreso dividido, los republicanos tendrán que trabajar en conjunto con los demócratas. Los legisladores del Tea Party que se nieguen a acordar podrían descubrir que carecen de importancia y ése no es el objetivo que ha defendido tan apasionadamente.