Estados Unidos

¿Hay en Estados Unidos un cansancio de la guerra?

Por Immanuel Wallerstein (*)
Agence Global, 05/05/11
La Jornada, 07/05/11
Traducción de Ramón Vera Herrera

Estados Unidos está actualmente involucrado en tres guerras en Medio Oriente –en Afganistán, Irak y ahora Libia. Estados Unidos tiene bases por todo el mundo, en más de 150 países. En la actualidad mantiene tensas relaciones con Corea del Norte e Irán, y nunca ha descartado la acción militar.

Cuando comenzó en 2002, la guerra en Afganistán tuvo un fortísimo apoyo de la opinión pública estadounidense, y de hecho un gran respaldo en otros países. La guerra en Irak tuvo casi tanto respaldo de la opinión pública estadounidense cuando comenzó en 2003, pero mucho menos apoyo en otros países. Ahora Estados Unidos está a medio camino en Libia. Menos de la mitad del público estadounidense respalda las acciones, y hay mucha oposición en el resto del mundo.

Las encuestas más recientes en Estados Unidos muestran oposición no sólo a la operación en Libia sino también a permanecer en Afganistán. Los encuestadores están hablando de un “cansancio de la guerra”, como es entendible que lo haya, debido a que es difícil argumentar que Estados Unidos haya salido victorioso de cualquiera de estos conflictos.

El conflicto en Libia va directo a ser un atolladero prolongado. En Afganistán, todo el mundo está intentando encontrar una solución política, que tendría que implicar que los talibanes se sumen al gobierno, y tal vez que, aun en el corto plazo, accedan al poder en pleno. En Irak, Estados Unidos tiene programado retirar sus tropas para el 31 de diciembre. Ha ofrecido mantener 20 mil efectivos por más tiempo, siempre y cuando el gobierno iraquí lo solicite, y lo solicite muy pronto. El primer ministro iraquí Nuri Maliki podría caer en esta tentación pero los sadristas le han dicho que si lo hace le retirarán su apoyo y su gobierno caerá.

Lo más interesante, sin embargo, es lo que es probable que ocurra el próximo año en la política interna estadounidense, conforme se mueve hacia las elecciones presidenciales. Desde 1945, el Partido Republicano ha hecho campaña como el partido que respalda con fuerza a los militares y ha acusado al Partido Demócrata de ser blando. Los demócratas siempre han reaccionado buscando probar que no son blandos, y en la práctica no ha habido mucha diferencia en las políticas reales que han emprendido, sea cual sea el partido que tenga la presidencia. De hecho, las guerras más grandes (Corea y Vietnam) empezaron en el mandato de presidentes demócratas.

El Partido Demócrata siempre ha tenido a un grupo, considerado su ala izquierda, que ha sido crítico hacia estas guerras, y este grupo continúa existiendo y protestando. Pero, entre los políticos electos, estos demócratas siempre han sido una minoría, que es ignorada enormemente.

El Partido Republicano estaba más unido en torno a un programa de respaldo constante a los militares y a las guerras. Fueron raros los políticos republicanos que tuvieran un punto de vista diferente. Éstos surgieron del ala libertaria del partido, y la persona más notable que encarna este punto de vista es el representante Ron Paul, de Texas. Él ha sido también uno de los pocos políticos que pensó que era mala idea eso de tener un respaldo ilimitado de Estados Unidos a Israel.

Al momento, aquí nos hallamos en la carrera por la presidencia. Barack Obama será el candidato demócrata. No lo desafía nadie dentro del partido. El panorama republicano es bastante opuesto. Hay 10 o 12 candidatos para la nominación y ninguno de ellos es claro favorito. La carrera en el partido está abierta en pleno.

¿Qué significa esto para la política exterior? Ron Paul busca la nominación. En 2008 casi no tenía respaldo. Ahora le está yendo mejor en la campaña. Eso se debe en parte a sus fuertes posturas en torno a las políticas fiscales, pero sus posturas en torno a la guerra están atrayendo atención. Además, un nuevo candidato ha entrado en el ring. Él es Gary Johnson, un ex gobernador republicano de Nuevo México. Es también un libertario, aun más fuerte que Paul en asuntos relacionados con la guerra. Johnson llama a una retirada total e inmediata en Afganistán, Irak y Libia.

Dado la vasta dispersión hacia varios de los candidatos potenciales, no hay duda de que habrá programas de televisión donde todos los candidatos republicanos hablen y debatan. Si Johnson hace del asunto de la guerra gran argumento de campaña, esto le asegura que todos los candidatos republicanos tendrán que abordarlo.

Una vez que eso pase, descubriremos que los llamados republicanos del partido del té están profundamente divididos en cuanto a su involucramiento con la guerra. De pronto, todo Estados Unidos estará debatiendo el punto. Barack Obama descubrirá que la posición centrista que ha estado tratando de mantener de pronto se movió hacia la izquierda. Si quiere permanecer siendo un centrista, él también deberá moverse a la izquierda.

Esto implicará un viraje importante en la política estadounidense. La idea de que las tropas deben retornar a casa se ha vuelto una posibilidad seria. Algunos echarán humo de coraje porque Estados Unidos estará, así, exhibiendo debilidad. Y de algún modo esto será cierto. Es parte de la decadencia estadounidense. Sin embargo, le recordará a los políticos estadounidenses que pelear guerras requiere de un serio apoyo de la opinión pública. Y en esta combinación de presiones geopolíticas y económicas que todo el mundo siente, el cansancio de la guerra es un serio factor a considerar de aquí en adelante.


(*) Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador estadounidense, continuador de la corriente historiográfica iniciada por Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios acerca de la génesis y transformaciones históricas del capitalismo. Su monumental trabajo “El moderno sistema mundial”, cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el desarrollo del capitalismo como “economía–mundo”. En el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S. in a Chaotic World” (New Press).