Estados Unidos

Dos años en el imperio: vivir pa’ contarla

Por Kasandra Dalton;
Para Socialismo o Barbarie, 26/06/11

La idea de este artículo es combinar elementos de análisis empíricos con generalizaciones de naturaleza más analítica con la idea de lograr un posicionamiento introductorio a la coyuntura que en la actualidad atraviesa la nación madre del imperialismo yankee. Metodológicamente, este artículo tratará de sintetizar las conclusiones a las que hemos llegado luego de vivir dos años en EE.UU. y que han sido expuestas de manera preliminar en varios artículos publicados en su mayoría por lxs compañerxs del MAS argentino. La idea, en síntesis, es pasar en limpio la experiencia de estos dos años.

El imperio es múltiple y heterogéneo, esta generalización debe de ser precisada de mejor manera. En primera instancia, habría que señalar que la histórica división entre Norte y Sur, que fue fundamento de la guerra civil del s. XIX, comienza a dar paso a una nueva segmentación de naturaleza sociológica y económica. En principio, esta segmentación queda sintetizada en la contraposición del Centro y de las Costas. Esta idea ya la habíamos avanzado en un artículo previo a propósito de la promulgación de la racista ley antiinmigración en Arizona:

“Y es que el tema sociológico acá es central. Esto implica señalar que el modelo identitario, siempre tenso y contradictorio, de los Estados Unidos parece dirigirse cada vez más hacia una contradicción insalvable. Por un lado, las costas, tanto la este como la oeste, se han convertido cada vez más en espacios totalmente multiculturales donde el sector blanco, cristiano, pro capitalista, heterosexual y monolingüe es hoy una minoría en relación a una explosión de gentes de todas partes del mundo con background distintos y escalas axiológicas muy, muy poco relacionadas. Este sector mayoritariamente vota demócrata, pero no pareciese ser una cuestión de convicción política, sino más bien de default, frente a la carencia de otras posibilidades políticas visibles.” (. . .) Al otro lado del espectro, se encuentra el centro – sur del país, donde hay una mayor concentración del sujeto conservador ya mencionado. Es precisamente este sector el que se siente representante directo del espíritu nacional, del cristianismo más conservador de tronco anglosajón, creyente del utilitarismo y emprendedurismo capitalista y que abrumadoramente vota republicano. Precisamente, la legislación antimigratoria y racista aprobada por el senado estatal de Arizona es un producto de esta conciencia.”

Esta idea de una nación escindida en dos conciencias con proyecciones históricas distintas bien puede ser una de las primeras conclusiones a las que habría que apuntar.

Indudablemente, la coyuntura económica–política de EE.UU. sigue estando signada por los efectos devastadores de la crisis[1]. En ese orden, los efectos más visibles de la descomposición imperial son: tasas de desempleo que, a pesar de los datos oficiales, posiblemente superan el 20%, y el estancamiento generalizado en las intervenciones militares en Medio Oriente.

En el interior del país, hay dos elementos que afectan de manera directa la calidad de vida de las masas trabajadoras norteamericanas por el volumen de endeudamiento privado que provocan: la educación y la salud. En un artículo relativo a las movilizaciones estudiantiles californianas de 2009 en contra de los aumentos de matrícula en University of California, señalábamos lo siguiente:

“Existen, por lo menos, dos elementos inmensamente desestabilizadores dentro de la estructura capitalista de USA: uno relativo al inmenso porcentaje de personas que no cuentan con ningún tipo de cobertura médica, cerca de 50 millones dónde se calcula al menos un número de 45 000 personas anuales quienes mueren por falta de atención. Otro, los elevadísimos costos de la educación superior pública o privada, por ejemplo, solamente los costos anuales de matrícula en una universidad relativamente barata pueden ascender a los 12 000 dólares anuales, lo que implica una erogación de 48 000 dólares por un título de bachillerato universitario. Esto solamente en costos de matrícula, por fuera queda habitación, comida, libros y todo el resto. Por supuesto, cualquier familia de clase trabajadora no tiene más opción que recurrir a un préstamo pagable en un periodo que oscila entre los 20 y 40 años.”

Así las cosas, una segunda conclusión sería que la actual crisis económica ha profundizado las problemáticas estructurales del capitalismo imperial agudizando la crisis social y deteriorando de manera significativa las condiciones de vida de las clases sociales no hegemónicas.

Ahora bien, una de las preguntas fundamentales que cualquier lector latinoamericano podría hacerse es la siguiente: ¿Por qué la inmovilidad de las masas trabajadoras norteamericanas que no han salido a defenderse del intento de descargar la crisis sobre sus hombros? La respuesta es la siguiente: Si bien es cierto no ha habido un movimiento nacional por la izquierda[2] de respuesta a la crisis, sí han existido movilizaciones defensivas de distinto signo e importancia. Nosotros resaltaríamos tres: las movilizaciones estudiantiles californianas de 2009, el movimiento contra la ley antiinmigración SB 1070 de Arizona y la más importante, el movimiento contra los recortes presupuestarios en Wisconsin que incluyó movilizaciones de cientos de miles personas y la toma del Congreso estatal por espacio de un mes. A propósito de esto último señalábamos hace apenas unos dos meses:

“Es precisamente en Wisconsin, uno de los estados más al norte de los Estados Unidos donde se está desarrollando un nuevo episodio de la lucha de clases dentro del país centro del capitalismo global. La lucha es de miles de trabajadores públicos estatales, estudiantes, sindicatos y activistas en contra del gobernador estatal republicano Scott Walker y una legislatura estatal también controlada por los republicanos. Y es que toda la masa de descontento popular contra Obama y una administración que no ha hecho nada por resolver los problemas materiales de la base social que lo votó presidente, abrió en las pasadas elecciones legislativas una puerta que fue utilizada por los republicanos y los tea parties. Por esta puerta precisamente entraron Walker y los republicanos a atacar directamente y sin contemplaciones de ningún tipo las conquistas de la clase trabajadora en Wisconsin.” (. . .) “Ahora bien, la crisis también ha determinado la reaparición del fantasma de la movilización. En distintas oportunidades, como las movilizaciones estudiantiles del año pasado en California en contra de los aumentos de matrícula, la relámpago toma de una fábrica en Chicago al principio de la crisis como medida para evitar los despidos, las movilizaciones de clase trabajadora inmigrante en contra de la ley racista en Arizona, y finalmente las movilizaciones masivas en Wisconsin han introducido de nuevo dentro de la vida política de EE.UU. la movilización como método de lucha. Este fenómeno es de una importancia extrema puesto que la movilización había prácticamente desaparecido de la conciencia política norteamericana desde la lucha por los derechos civiles y el movimiento antiguerra de los 60.”

Como elemento de balance político es necesario destacar que los tres movimientos señalados fueron derrotados: la matrícula subió en UC, la ley racista de Arizona pasó y los republicanos lograron recortar brutalmente las condiciones de los trabajadores públicos en Wisconsin. Ahora bien, estas derrotas parciales no deben invisibilizar el hecho concreto de la reintroducción en la conciencia de la clase trabajadora y sectores afines (estudiantes, indocumentados) de la movilización de masas como método de lucha por la reivindicación de sus intereses. Esta es precisamente nuestra tercera conclusión.


[1] Para un análisis más detenido de esta temática revisar: “Obama: El Roosevelt que nunca fue” por Roberto Ramírez en Revista SoB 23/24.

[2] Por la derecha existe el Tea Party, movimiento político ultraconservador y más o menos nacional, que ha logrado posicionarse en alguna institucionalidad estatal usando el aparato político republicano.