EEUU: se evitó el default pero se
agravó la crisis

¿Lograrán las exportaciones o la inversión sacar al gigante de su actual letargo?

Los cuatro motores de la economía de EEUU

Por Justin Lahart
Wall Street Journal, 02/08/11

En un momento, pareció que las piezas de la economía estadounidense por fin se estaban ensamblando en 2011. Sin embargo, se vinieron abajo.

Lo que ocurra el resto del año depende, para bien o para mal, de cuatro factores: ¿estarán dispuestos los consumidores a llevarse la mano a la billetera? ¿Repuntará la inversión de las empresas? ¿Continuarán los recortes de los gobiernos a nivel federal, estatal y local? ¿Y podrán los exportadores estadounidenses vender más bienes y servicios al resto del mundo?

El informe del viernes acerca de que el Producto Interno Bruto (PIB) creció a una tasa anualizada de apenas 0,8% en el primer semestre sugiere que los riesgos para la economía son severos. Recientes estudios de la Reserva Federal muestran que cuando una economía crece de manera tan lenta como la de EEUU este año, a menudo se estanca para luego caer en recesión. La fragilidad de la economía también la hace más vulnerable a shocks potenciales, como el recrudecimiento de la crisis financiera europea.

Este año, los cuatro componentes principales del PIB, consumo, inversión, gasto fiscal y comercio– han estado por debajo de los pronósticos. Sin embargo, algunos economistas sostienen que el crecimiento se acelerará en el segundo semestre. Para poner la recuperación en marcha, es necesario que alguno de los componentes del PIB, o todos ellos, superen los niveles mostrados en el período anterior.

Consumo

En momentos en que muchos estadounidenses tratan de reducir su endeudamiento no parece probable que el gasto del consumidor vaya a impulsar el crecimiento como lo hizo en otras ocasiones. De todos modos, las compras de bienes y servicios representan dos tercios de la demanda interna, de modo que la economía no se puede sostener si el gasto no repunta desde su anémico crecimiento de 0,1% en el segundo trimestre.

El terremoto y el tsunami de Japón tuvieron algo que ver con eso. Las interrupciones en la cadena de suministros llevaron a las automotrices a reducir la producción en EEUU lo que se tradujo en una disminución de cerca de un tercio de un punto porcentual en el PIB del segundo trimestre. Con la recuperación de la producción automotriz, los economistas esperan que las ventas de automóviles mejoren.

Los bolsillos de los consumidores también deberían sentir cierto alivio tras la reciente baja del petróleo, lo que reduciría el precio de la gasolina.

Inversión

La inversión de las empresas en nuevos equipos y software es uno de los pocos puntos a favor en medio de un panorama sombrío, con un crecimiento de 7,2% en la primera mitad del año. Las empresas, asimismo, tienen los recursos para gastar más. A fines del primer trimestre, las compañías no financieras contaban con cerca de US$1,91 billones (millones de millones) en efectivo y otros activos líquidos, su mayor nivel desde inicios de los años 60.

Sin embargo, la incertidumbre acerca de la recuperación podría hacer que el gasto de las empresas sea más cauto.

Gobierno

Por lo general, cuando el resto de la economía es débil, aumenta el gasto fiscal para estimular el crecimiento. Pero en el primer semestre de 2011, el gasto público se redujo a una tasa anualizada de 3,5%, lo suficiente para derribar las tres cuartas partes de un punto porcentual del PIB. Aunque el declive se debió en parte a los problemas presupuestarios que obstaculizan a los gobiernos estatales y locales, una gran caída en el gasto de defensa en el primer trimestre, que parece poco probable que se repita, también fue un factor, señaló Bruce Kasman, economista de JP Morgan.

Comercio

Con las exportaciones estadounidenses creciendo un poco más rápido que las importaciones, el comercio dio un ligero impulso a la economía en el primer semestre. El problema fue que ni las exportaciones ni las importaciones crecieron tan rápido como el año pasado. Las exportaciones son una de las claves para la recuperación de EE.UU, opina Michael Carey, economista de Crédit Agricole. "No podemos depender de los consumidores", sostuvo.


Las empresas producen y ganan más, pero no aumentan su personal

¿Por qué falla la máquina de empleos de EEUU?

Por David Wessel
Wall Street Journal, 29/07/11

He aquí algunos números del desempeño de las empresas y el mercado laboral en Estados Unidos que sirven de barómetros clave de la economía del país. En los últimos 10 años:

– La producción de bienes y servicios se ha expandido 19%.

– Las ganancias de las empresas que no pertenecen al sector financiero han aumentado 85%.

– La fuerza laboral ha crecido en 10,1 millones de empleos.

– El número de puestos de trabajo del sector privado, sin embargo, se ha reducido en casi dos millones.

– Y el porcentaje de adultos estadounidenses con trabajo se ha reducido a 58,2%, un nivel que no se había visto desde 1983.

¿Por qué está fallando la máquina de empleos estadounidense? Como señaló hace poco Greg Hayes, director financiero de United Technologies Corp., "las ventas han regresado, pero la gente no".

En gran parte, eso ocurre porque la economía crece demasiado despacio o como para absorber la fuerza laboral disponible, y los sectores que suelen contratar en las primeras etapas de la recuperación —como la construcción y la pequeña empresa— se vieron paralizados por el descalabro del crédito.

También hay que considerar el factor de la confianza. Si los empleadores estuvieran seguros de que podrían vender más, contratarían a más personas. Si estuvieran menos inseguros de la durabilidad de la recuperación y otros factores, estarían más inclinados a incrementar sus niveles de contratación.

Hay, además, un fenómeno que precede a la recesión y que ha persistido a lo largo de ella. Se trata de los cambios en la forma en que funciona el mercado y cómo los empleadores ven a su fuerza laboral.

Trabajadores desechables

Los ejecutivos lo llaman "reducción estructural de costos" o "flexibilidad". El economista Robert Gordon, de la Universidad de Northwestern, lo llama el surgimiento de "los trabajadores desechables", una abreviación de una estrategia de las empresas para reducir costos laborales dondequiera que puedan, a un nivel sin precedentes.

El economista Alan Krueger, de la Universidad de Princeton, calcula que 70% de la escasez de trabajo actual es simplemente cíclica, el resultado de una decepcionante recuperación de una profunda recesión. Sin embargo, atribuye 30% a cambios en el mercado laboral que comenzaron una década atrás o más.

Consideremos lo siguiente:

En la recesión más reciente y en las dos anteriores —1990–91 y 2001— los empleadores han sido más rápidos a la hora de despedir empleados y recortar sus horas de trabajo que en la recesiones que las habían precedido. Muchos de ellos también fueron más lentos para volver a contratar. Como resultado, la "recuperación sin empleo" se ha convertido en la norma.

En el pasado, cuando los negocios se desplomaban, las empresas reducían personal y aceptaban menos trabajo por empleado. Durante la profunda recesión de principios de la década del 70, la producción estadounidense de bienes y servicios se redujo en 5% y el empleo en 2,5%. Los economistas trataban de comprender el "acaparamiento laboral", la tendencia de las empresas a retener a los empleados que no necesitaban.

Pero ya nadie piensa así. Entre finales de 2007 (cuando el empleo estadounidense alcanzó su mayor pico) y finales de 2009 (cuando tocó fondo), la producción estadounidense de bienes y servicios disminuyó 4,5%, pero el número de trabajadores se redujo mucho más: 8,3%. El rompecabezas de hoy es entonces: ¿cómo y por qué los empleadores lograron aumentar la productividad, o la producción por hora de trabajo, como nunca antes durante la peor recesión en décadas?

La nueva norma

En una época anterior, cuando más estadounidenses trabajaban en líneas de ensamblaje, muchos despidos eran temporales. Cuando el negocio se recuperaba, los trabajadores volvían a ser convocados, a menudo debido a garantías sindicales.

En el peor momento de la recesión de 1980–82, uno de cada cinco desempleados correspondía a un "despido temporal". En la reciente recesión, la proporción de despidos temporales nunca fue superior a uno de cada 10. Eso se debe en parte a que menos estadounidenses trabajan en fábricas. Hoy, en cambio, si un restaurante no tiene suficientes clientes, quiebra.

"Cuando los despidos son temporales, las recontrataciones pueden realizarse muy rápido", comentan los economistas Erica Groshen y Simon Potter, de la Reserva Federal de Nueva York.

Cuando los despidos son permanentes, la recuperación del empleo es lenta, añaden. Si el empleador quiere contratar, debe embarcarse en la tarea de revisar currículos, lo que consume mucho tiempo.

Las empresas, con sus ojos fijos en el precio de las acciones y en las ganancias, valoran más que nunca la flexibilidad encima de la estabilidad. La recesión les demostró que podían hacer más con menos trabajadores de lo que muchos de ellos creían.

En una encuesta a 2.000 empresas a principios de este año, McKinsey Global Institute, el centro de estudios de la enorme empresa de consultoría, encontró que 58% de los empleadores esperaba tener más trabajadores a tiempo parcial, temporales o subcontratados en los próximos cinco años y más de 21,5% trabajadores "tercerizados o externos".

"La tecnología", señala McKinsey, "permite a las empresas gestionar el empleo como un aporte variable. Con el uso de nuevos sistemas de programación de recursos, se pueden proveer de personal sólo cuando lo necesitan, ya sea por un día completo o unas pocas horas".

Las agencias de ayuda temporal juegan un papel cada vez más importante, desde la provisión de personal fabril y administrativo hasta enfermeras e ingenieros.

Black & Veatch, una empresa de ingeniería de Missouri, que antes de la recesión contaba con 9.600 empleados y los redujo luego a los 8.700 que tiene hoy, contrata alrededor de 100 trabajadores por mes. Cerca de 10% de sus empleados son temporales, indica Jim Lewis, jefe de recursos humanos de la empresa. "Esa es una forma rápida de traer gente, y da un poco de tiempo para saber si el crecimiento se mantendrá o no", explica.

También facilita volver a recortar en tiempos difíciles. Los trabajadores, en pocas palabras, ahora pueden ser contratados "en el momento preciso". Y aparentemente, muchos empleadores no creen que todavía sea el momento. Debido a que pueden contratar personal temporal casi al instante, hay poca necesidad de contratar a la espera de una recuperación en los negocios".

Cuando sí reclutan personal, las grandes empresas multinacionales con sede en EEUU están en mejor condición de y más dispuestas a contratar en el exterior, en parte porque los salarios son a menudo más baratos, pero también porque es allí donde están sus clientes.

En la década de los 90, las multinacionales incorporaron en EEUU casi dos puestos de trabajo por cada nuevo empleo fuera del país; en tanto que en la década siguiente, recortaron 2,9 millones de empleos estadounidenses, mientras que aumentaron 2,4 millones en el extranjero, de acuerdo con el Departamento de Comercio de EEUU.

Hal Sirkin, de Boston Consulting Group (BCG), afirma que el aumento de los salarios en China resta un poco de atractivo al país. En 2000, los salarios de los trabajadores chinos promediaron 3% de los de sus contrapartes estadounidenses. Hoy en día, representan 9%, y la firma de consultoría espera que la cifra llegue a 15% en 2015. Sirkin predice que ello impulsará a muchos fabricantes a devolver el trabajo a EEUU. ¿Cuántos? Sirkin todavía trabaja en un cálculo.

Aun cuando el gobierno cuenta 4,68 trabajadores desempleados por cada puesto que se abre, algunos empleadores insisten en que no pueden encontrar empleados con las habilidades que necesitan a los salarios que pueden pagar.