Guerra en el Cáucaso

Resultados de “la guerra de cinco días”

Por Alexei Pilko
RIA Novosti, Moscú, 15/08/08

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, declaró el 12 de agosto que la operación para  imponer la paz a Georgia estaba concluida.

Concluyó “la guerra de cinco días”, la que había madurado hace mucho en el Cáucaso, pero empezó inesperadamente. Su principal resultado es el siguiente: Rusia supo defender a Osetia del Sur y sus habitantes, fortaleció sus posiciones en Abjasia y asestó un serio golpe al potencial militar georgiano. Es prematuro, por supuesto, hacer previsiones a largo plazo. Pues la paz es frágil en el Cáucaso, todo puede cambiar en cualquier momento. Pero muchas cosas ya son evidentes.

La aventura de Saakashvili

Por Ernesto Carmona (*)
RIA Novosti, 15/08/08

Lejos de nuestra región, el presidente de Georgia, Mikheil Saakashvili, aliado íntimo de Bush, tambalea en el gobierno,mientras su nación sufre una humillación militar de envergadura. Está a punto de caer del poder después de haber llevado a su país a la mal calculada aventura de apoderarse de Osetia del Sur, región protegida por Rusia que no quiere ser parte de Georgia.

El presidente del país donde nació José Stalin creyó que controlar Osetia del Sur sería un paseo, pero probablemente le cueste el cargo. Saakashvili alcanzó el poder traicionando a su ex maestro y protector Edward Schevarnadze, el último canciller de la Unión Soviética, quien fue el primer jefe de Estado de Georgia tras la desaparición de la URSS. Los medios como CNN y el discurso de Bush y Condoleezza Rice presentan a Georgia como víctima y no como país agresor.

El mismo error de cálculo del “paseo militar” de Saakashvili ya ha ocasionado muchos sufrimientos en otras latitudes cuando gobernantes cuestionados creyeron conquistar popularidad y legitimidad haciendo sonar las campanas del nacionalismo y la “integridad territorial”, como aquellos militares argentinos que con una mano torturaban a los jóvenes obreros y estudiantes de todo el país y con la otra los mandaban “a morir por la patria” en Las Malvinas.

Saakashvili es un peón de Estados Unidos en el tablero geopolítico del poder imperial en esa parte del mundo. Estudió leyes en EEUU, en las universidades de Columbia y George Washington, y trabajó en un influyente estudio de abogados de Nueva York. Y hoy vendería su alma al diablo con tal de ingresar a la OTAN.

Mal aconsejado por EEUU y tras una reciente visita de Condoleezza Rice, que le prometió el oro y el moro, el 6 de agosto Saakashvili se lanzó a recuperar Osetia del Sur, territorio que reivindican los nacionalistas de Georgia, pero midió mal la reacción rusa y le dio el pretexto para ocupar toda Osetia del Sur y la vecina Abjasia, otra nación enclavada en la frontera ruso–georgiana. Y así EEUU gatilló otra guerra que no se sabe cómo y cuándo va a terminar.


(*) Periodista chileno, también es consejero nacional del Colegio de Periodistas de Chile y secretario ejecutivo de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas.

¿Cuáles son los resultados del conflicto armado? Lo esencial radica en que se hizo parar el genocidio del pueblo oseta. La máquina militar de Georgia está en ruinas. Rusia declaró con mucha claridad las metas que se proponía en ese conflicto, y al alcanzarlas, dio por concluida la operación militar. Al mismo tiempo, la parte rusa sigue manteniendo una posición activa. De volver a realizar Georgia su política de agresión, recibirá una respuesta análoga. Se sobreentiende que el régimen de Tbilisi ahora puede olvidar sus planes de organizar una nueva intervención contra las repúblicas secesionistas.

Además, es obvio que se asestó un “golpe mortal”, al decir de Vladímir Putin, a la integridad territorial de Georgia. Desde ahora ni hablarse puede de regresar Osetia del Sur y Abjasia al seno del Estado georgiano. La tarea de los diplomáticos estriba actualmente en encontrar una fórmula política para lograr el reconocimiento internacional de la independencia de Tsjinvali y Sujumi. Con un alto grado de seguridad se puede afirmar que las posiciones de Mijaíl Saakashvili empezarán a tambalearse dentro de poco (por lo visto, dentro de muy poco). Los días del más prooccidental presidente en el espacio postsoviético están contados. Al desatar una agresión contra Osetia del Sur y organizar un masacre allí, él puso en una situación embarazosa a su propio pueblo, y éste se lo hará recordar en un futuro próximo.

Las posiciones de Rusia parecen ser bastante sólidas. Al defender a Osetia del Sur contra la liquidación física, Moscú demostró tener voluntad política y posibilidades militares para seguir desempeñando en el Cáucaso su papel tradicional, el de garante de la paz y la tranquilidad en la región. Osetia del Norte y otras repúblicas del Cáucaso del Norte seguían muy atentamente la reacción de los dirigentes rusos. De mostrar flojedad nosotros, las consecuencias serían impredecibles. El país no necesita tener un Gobierno incapaz de castigar a un insolente dictador que en un día mató a dos mil de nuestros ciudadanos.

Rusia fortaleció sustancialmente sus posiciones estratégicas en la región. Sus fuerzas armadas están controlando el túnel Rokski, de importancia estratégica,  ubicado cerca de Tbilisi. Este último hecho de por sí solo es capaz de enfriar el entusiasmo de los aficionados a jugar a unas guerras relámpago. El Kremlin demostró asimismo la creciente capacidad combativa de sus fuerzas armadas. Expertos señalaban ciertos lados flojos de éstas, los que se revelaron también durante el desarrollo del conflicto en cuestión. Mas no se puede negar que el despliegue de las tropas se realizó en plazos mínimos, literalmente sobre la marcha. De surgir un atraso de varias horas, el agresor habría podido tomar bajo su control todo el territorio de Osetia del Sur. En tal caso, las víctimas humanas serían mucho más numerosas.

Junto con Georgia, también el Washington oficial figura entre las partes perdedoras. Sin lugar a dudas, el líder georgiano nunca se habría atrevido a agredir contra Osetia del Sur, de no contar con el apoyo de EEUU. La guerra relámpago fallida se concibió usando croquis de la ocupación por las tropas croatas de la Krajina serbia en 1995. En aquella ocasión, los seguidores de la Wehrmacht quedaron impunes tras haber cometido un genocidio  contra la población serbia de Croacia. Pero en Tsjinvali tal plan fracasó. Se sentó un precedente único. En vez de estar contemplando cómo Rusia “entregaba” a Osetia del Sur, todo el mundo vio a EEUU abandonar a su suerte a Georgia, a la que había instigado a desatar la guerra.

Al actuar de este modo, EEUU se hizo un considerable daño político. Puede decaer su prestigio entre los regímenes prooccidentales en el espacio postsoviético. Las consecuencias de ello no se harán esperar. Las fuerzas antirrusas de la desaparecida Unión Soviética han recibido una lección: en la confrontación con Rusia se les asigna el papel de carne de cañón. Si algo pasa, nadie se preocupará de defenderlas.

Se puede afirmar que tras el revés sufrido por Georgia, las posibilidades de EEUU para realizar su política en el Cáucaso y Asia Central se han limitado mucho. Tanto Azerbaiyán como los Estados centroasiáticos preferirán ponerse de acuerdo con Rusia en los temas de su interés que participar en las partidas de ajedrez que Washington juega contra Moscú. Tras la ingerencia del Kremlin, en Washington reinó confusión durante un tiempo. Los analistas del Pentágono no esperaban, al parecer, que Moscú en horas contadas pueda acudir en ayuda a Osetia del Sur. Los comentarios del presidente estadounidense eran poco inteligibles y se reducían, en esencia, a la tesis de que debe conservarse la “integridad territorial” de Georgia. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, presa de emociones, lo único que pudo hacer es exponer en forma tergiversada – por boca del embajador de EEUU ante la ONU – una parte de su conversación telefónica con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergueil Lavrov. El único quien intentó expresar con claridad la posición estadounidense era el vicepresidente Dick Cheney.

En la Unión Europea, unos de sus miembros – Gran Bretaña, Polonia y los países bálticos – apoyaron incondicionalmente la posición estadounidense. Pero los líderes europeos como Francia y Alemania emitieron valoraciones bastante moderadas. El conflicto en Osetia del Sur puso a los Estados de la UE ante un dilema: solidarizarse con Georgia y EEUU, haciendo caso omiso a las obvias violaciones de los derechos humanos por la parte georgiana u ocupar una posición constructiva, valorando objetivamente lo sucedido. Los resultados de la reunión entre Dmitri Medvédev y Nicolas Sarkozy demuestran que la Unión Europea, a diferencia de Washington, no va a apoyar ciegamente al proestadounidense régimen georgiano.

Pues, ¿qué se tiene al fin y al cabo? Nada definitivo. Está a la vista el revés sufrido por el régimen de Saakashvili. Sus patrocinadores extranjeros intentarán desquitarse, pero no obligatoriamente por vía militar. Probablemente lo hagan ya en un futuro próximo. Los resultados que se tienen actualmente pueden enfocarse sólo como preliminares.