Georgia - Rusia

Los malos hábitos son contagiosos

Por Boris Kagarlitsky
Eurasian Home, 14/08/08
Sin Permiso, 14/09/08
Traducción de Daniel Raventós

Georgia ha condenado resueltamente las acciones de Rusia en Chechenia. Rusia ha criticado severamente las acciones de la OTAN contra Serbia.

Más tarde las autoridades georgianas trataron de hacer lo mismo en Osetia del Sur que las autoridades rusas habían hecho en Chechenia. Moscú decidió tratar a Georgia del mismo modo que la OTAN había tratado a Serbia. Los malos hábitos son contagiosos. Con su afirmación de que después de que los líderes occidentales habían reconocido la independencia de Kosovo los estándares de la ley internacional habían dejado de existir, los diplomáticos rusos debían haber sido clarividentes: un año aún no había transcurrido que ya el gobierno ruso ignoró estos estándares. Las leyes fueron reemplazadas por precedentes y costumbres. Desde este punto de vista, existían buenas razones para la campaña de Moscú en Osetia del Sur. Osetia del Sur es de hecho una república, incluso si nadie (incluida Rusia) no la ha reconocido. Sin embargo,  se convirtió en un protectorado de Rusia. ¿Cómo podía permitir que alguien la atacase?

Moscú apela al sentido común y a la voluntad de la población de Osetia del Sur. Aquellos que no comparten esta voluntad colectiva fueron expulsados de la república ya hace tiempo (lo que también es verdad para Chechenia). Como Serbia, Georgia hace referencia a la historia. Pero nada de eso es importante, la fuerza y solamente la fuerza es lo que importa.

Va de suyo que las autoridades georgianas se dieron cuenta de esto cuando decidieron seguir el ejemplo de Moscú y sostener la operación para restaurar el orden constitucional en el país. Esperaban no solamente que el ejército georgiano fuera más fuerte que el de Osetia, sino que también los EEUU los apoyarían. Llevó dos días tomar la capital de Osetia del Sur, Tsjinval, mientras las autoridades rusas consultaron entre ellos y con Washington. Este plan casi triunfó, pero como tan a menudo suele ocurrir las decisiones importantes fueron tomadas por los comandantes en el campo de batalla más que por los funcionarios del Kremlin: mientras las autoridades rusas estaban consultándose, las fuerzas de pacificación rusas, que habían sido desplegadas en Osetia del Sur, se sumaron a la batalla, recibieron apoyo aéreo y de hecho transformaron el conflicto georgiano–osetio en la guerra ruso–georgiana.

Esta vez, la elite georgiana (y la sociedad georgiana) estaban muy decepcionada de nuevo. EEUU no iba a proteger Georgia. Los EEUU iban a usar a Georgia para contrarrestar a Rusia, como un proveedor de soldados para la guerra en Irak y como un aliado diplomático en la ONU. Pero eso no significa que Georgia pudiera usar, a su vez, a los EEUU de ninguna manera.

El derecho de los fuertes implica que el fuerte no tiene compromisos para con el débil. Para ser más preciso, estos compromisos son realizados cuando suponen un beneficio para el fuerte. Por ejemplo, Rusia ha satisfecho compromisos formales e informales con Osetia del Sur. La razón para la interferencia de Rusia en el conflicto georgiano–osetio está en línea con la propaganda de EEUU: protección a los ciudadanos.

Por cierto, es un misterio el cómo a los osetianos del sur, que viven en Tsjinval, les fue concedida la ciudadanía rusa al tiempo que mucha gente que ha vivido y trabajado en Rusia durante muchos años no la tiene otorgada. Los osetianos del sur no pagan impuestos en Rusia y no sirven en el ejército ruso. No tienes obligaciones, solamente gozan de derechos. El gobierno ruso es reacio tanto de ocuparse de muchos de sus ciudadanos que viven en Rusia como de proteger sus derechos.

Sin embargo, desde un punto de vista formal, todo es correcto. El gobierno debe proteger a sus ciudadanos. Si las autoridades se hubieran cuidado mejor de sus ciudadanos en Rusia, las palabras acerca de que hay necesidad de proteger “a nuestro pueblo” en Tsjinval podrían sonar a más verdaderas.

Los militares no piensan demasiado sobre los detalles diplomáticos y legales. Simplemente saben que ellos tienen un superior arsenal que debería ser usado. El ejército georgiano aplicó este poder a los osetianos  y bombardeó Tsjinval. Pocos días después, Georgia fue atacada por el ejército ruso.

Los generales rusos contaron a los periodistas curiosos que el ejército bombardeó y disparó solamente a instalaciones militares. Era probable que emitieran tales órdenes. Pero no se preocuparon por lo que las bombas estaban machacando en realidad. Sorpresivamente, incluso las bombas “inteligentes” del siglo XXI, sobre las que se ha hablado tanto, machacan distritos residenciales en vez de fortificaciones enemigas.

Después de que los generales rusos hicieran otra declaración acerca de que solamente las instalaciones militares de Georgia habían sido bombardeadas, las casas destruidas de la población civil de Gori fueron mostradas en las televisiones occidentales. Se parecían mucho a las casas destrozadas de Tsjinval, las cuales fueron mostradas en la televisión rusa.

Los malos hábitos son contagiosos.


(*) Boris Kagarlitsky es el Director del Instituto para el Estudio de la Globalización y los Movimientos sociales de Moscú. Su ultimo libro es “Empire of the Periphery: Russia and the World System” (2008)