Francia

Francia, en medio de las elecciones al Parlamento europeo...

La crisis, el desempleo y los barrios populares

Por Ramate Keita
Desde París
Para Socialismo o Barbarie, 29/05/09

“Desde otro ángulo, lo que se pone sobre la mesa es toda la rica diversidad de la clase obrera mundial en lo que tiene que ver con sus generaciones, orígenes nacionales, diferenciales étnicos, etc., y cómo esta potencial riqueza, esta “universalidad”, es aprovechada por el capitalismo para lo contrario: dividir, emponzoñar y empobrecer al conjunto de la clase trabajadora internacional.”[1]

En estos días de campaña electoral, vuelven a estar de moda las noticias sobre la violencia en los barrios populares, el tema de la “seguridad”. Es el tema preferido de Sarkosy en cada elección, una manera de atraer los votos de extrema derecha, que en este momento le hacen mucha falta puesto que solo 26% votarían por su partido, la UMP. Se sirve de la división de la clase obrera, entre los franceses de “origen” y los inmigrantes e hijos de inmigrantes. Ahora acaba de lanzar un ataque contra los jóvenes pobres, llamando a la “reconquista de los barrios sensibles”.[2]

Es sabido que el estado burgués en todo el mundo siempre ha tratado de dividir a la clase trabajadora. Racismo, sexismo, xenofobia han sido los principales instrumentos de esta división. El objetivo es pagar menos salarios a los obreros discriminados, sean árabes, negros o mujeres. Pero ha habido cambios en las últimas décadas.

Nosotros, la parte más frágil de la clase obrera, estamos confinados en los barrios populares, donde hay una situación de desarrollo desigual y combinado de varios elementos:

El carácter "issue de la immigration" (proveniente de la inmigración) de la gran mayoría de nosotros

No solamente "venimos del extranjero", sino mayoritariamente de las ex colonias francesas o de las colonias actuales (los Tom-Dom, como Guadalupe, Martinica, etc.). Hay una continuidad actual de la antigua situación colonial, que se ve en todo sentido: racismo, discriminación en los empleos, un sistema educativo que reproduce la desigualdad , viviendas insalubres, etc. Esto pesa no sólo en relación a los actuales inmigrantes, en gran parte “sin papeles”, sino también sobre los que son “ciudadanos franceses” de segunda o tercera generación, teóricamente “libres” e “iguales”.

El status colonial sigue, de hecho, vigente: “Los hijos de las actuales colonias son, en Francia, relegados al estado de inmigrantes o de franceses de segunda categoría sin todos los derechos”.[3]... “Perseguidos por nuestro aspecto, [víctimas de] provocaciones policiales, la persecución se multiplica mientras las brutalidades policiales, a veces extremas, son raramente sancionadas por una justicia que funciona a dos velocidades”.[4]

Sufrimos en permanencia ataques del estado, como la “renovación urbana” que busca aislar y alejar a los más pobres, con el fin de recuperar el terreno para las viviendas de “clases medias”. Crean guetos con barreras físicas, e impiden que las personas puedan hacer vida social en los espacios comunes; ejemplo: eliminando los bancos de un espacio verde entre varios edificios, para que los jóvenes no puedan reunirse.

Las transformaciones de la clase trabajadora por las décadas de capitalismo neoliberal

Mundialmente, se han dado dos procesos unidos y contradictorios: Por un lado, la extensión enorme del trabajo asalariado (con la proletarización hacia "arriba" –médicos, profesionales, etc.– y hacia "abajo" –artesanos, campesinos, etc.–). Por otro lado, la fragmentación no menos enorme de la clase trabajadora asalariada.

Esta fragmentación no es sólo la antigua división (que se mantiene) de obreros y empleados, sino mucho mas amplia y compleja, al punto que muchos sectores de trabajadores asalariados no se reconocen conscientemente como miembros de una misma clase: “El capitalismo logró fragmentar y dividir profundamente a la clase trabajadora en los últimos 30 años. La asalarización se extendió a ojos vista, el número del proletariado aumentó, pero con ellos creció la atomización y fragmentación de los trabajadores: una clase obrera cuya estructura está marcada por una serie de «anillos concéntricos». Esto se puede ver palmariamente en momentos donde el eslabón más débil tiene que ver con todas las circunstancias de contratación informales. Aquí, se superponen varias «situaciones»: diferenciales de relación de contratación, cuestiones generacionales, cuestiones étnicas y migratorias.[5]

Nosotros estamos en el último anillo; somos los que trabajamos en negro, en ínterin, los que somos echados en primer lugar cuando hay problemas, los que debemos hacer los trabajos más duros y peor pagados. Seria largo contar todos los abusos que sufrimos como intérimaires (precarios)y como trabajadores no declarados.

Un patrón declara en 2008: “Se nos machaca que el problema del mercado laboral francés viene de su rigidez. Desde un punto de vista global, nuestro mercado es tan flexible como el de los Estados Unidos o del Reino Unido. El problema del mercado francés se debe a que solo un 15% de las personas deben soportar toda la precariedad”[6]

3. En plena crisis mundial, ese porcentaje son ante todo los habitantes de los barrios, los trabajadores precarios que son los primeros afectados por la crisis. “Estas «figuras obreras» frágiles son las que vienen siendo la primera variable de ajuste de la crisis. En el caso de EEUU, la inmigración latina y la clase obrera de color; en al caso de la UE, se trata de la migración africana o asiática; en la de China, del proletariado venido del campo; en países latinoamericanos como la Argentina –socialmente muy “homogéneo”– la variable de ajuste son los contratados. En todos estos casos, esta importantísima porción de la clase obrera mundial (estamos hablando de quizás casi la mitad del proletariado mundial), opera como “válvula de seguridad” del sistema que permite dejar en la calle a la franja más débil de la clase obrera. Se trata de una “variable de ajuste” –o, más conceptualmente, una de las leyes contrarrestantes del capitalismo a la crisis– que al no afectar directamente a las porciones más estables de la clase obrera funcionan a modo de “colchón” social para producir despidos en masa sin que –en lo inmediato– se haya producido todavía una respuesta a la altura de la agresión. Este es un patrón internacional que explica materialmente también porque –mundialmente– la reacción no es todavía acorde al ataque en curso.”[7][8]

Precisamente desde 2008 se han perdido en más de 300.000 puestos de intérimaires. Ese sector había aumentado de 300 mil trabajadores en 2001 a más de 700 mil en 2006. Es parte de la variable de ajuste, que impide que la luchas obreras contra la crisis sean mayores de lo que son, junto a la política criminal de las centrales sindicales, que movilizan a sus adherentes cada dos o tres meses, y esperan que el gobierno los invite a la “mesa de negociaciones”.

Estamos en los barrios, esperando un turno en alguna agence de interim o algunas horas en negro... las mujeres viven buscando algunas horas de limpieza. Somos las primeras víctimas de la crisis, cuando ni siquiera disfrutamos de bienestar en la época de boom económico. ¡Siempre somos precarios!

Las centrales sindicales

La CGT nunca ha hecho su prioridad nuestras reivindicaciones, como la lucha contra discriminación racial en los empleos.[9] Recién el año pasado comenzó una campaña de regularización de los “sin papeles” de pequeñas empresas. Pero estas luchas han quedado bajo el control del aparato burocrático sindical. Los burócratas no permiten que los mismos “sin papeles” tomen la lucha en sus manos, de manera autónoma.

Un grupo de “sin papeles” decidió tomar la Bourse du travail de Paris, para pedir apoyo de las centrales sindicales sin perder su autonomía. Se trata de “sin papeles” que trabajan para particulares, o están aislados en su lugar de trabajo. La CGT consigue apenas para algunos un permiso de trabajo de un año, al final del cual el trabajador comienza de nuevo el calvario de encontrarse “ilegal”.

Nunca las centrales burocráticas ni los principales partidos de extrema izquierda han hecho una prioridad de la lucha contra el racismo al interior de la clase obrera. Ven a la clase obrera como si fuese un bloque homogéneo, sin ver las diferencias y contradicciones en su interior. Niegan las dominaciones especificas y consideran como no prioritaria toda reivindicación que no interese a los sectores más privilegiados. Así, subestiman los intereses de los OS (los trabajadores peor pagados) en los sindicatos. Y, por supuesto, la mayoría de los trabajadores “issue de la immigration” son OS.

Cuando se produjeron las “marches pour l'egalité”, manifestaciones enormes de los hijos “franceses” de inmigrantes en 1983 a 1985, no dieron importancia a la principal reivindicación, que era el rechazo a las discriminaciones institucionales, porque decían que eso “podía dividir”. Entonces, se disolvió todo en un antiracismo sentimentaloide, apoyando la gran maniobra del Partido Socialista para controlar el movimiento, la creación de “SOS racisme”. Todo esto conduce hoy en día a una incomprensión de las formas de expresión y lucha de los barrios populares.

En la extrema izquierda

Cuando militamos en estas organizaciones, somos el “negro” o el “árabe” de servicio: simpático, pero que no sabe o no puede comprender las profundidades de la lucha de clases, y que necesita ser “dirigido”. No se permite que organicemos nuestras luchas de manera autónoma. Como con respecto a la juventud, la dirección del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) está contra la autonomía de los activistas de los barrios.

A su vez, el poder interviene sobre los activistas con dos herramientas: el garrote y la zanahoria, la represión y la cooptación. Cuando surgen nuevos activistas, la falta de apoyo de sindicatos y partidos hace que estos se vean empujados a conformar “asociaciones”. Se los tienta con buscar financiamiento del estado. En vez de luchar, se tienen que dedicar a montar dossiers de proyectos para las comunidades (ayuda escolar, atención a los ancianos, actividades para la juventud, etc.). Es el plan del estado neoliberal en casi todo el mundo, convertir a los luchadores en “gerentes” de miserables recursos, pero sin darles ninguna estabilidad.

Como decíamos, la mayoría de la extrema izquierda no ha contribuido a cerrar las brechas que se dan en la clase trabajadora entre los de origen francés y los parias “issue de la immigration”. Esto también tiene que ver con las diferencias culturales de las poblaciones provenientes de la inmigración. Lamentablemente debemos recordar que uno de los dirigentes actuales del NPA, Pierre François Grond, fue en 2003 (cuando estaba en la LCR) el profesor responsable de la expulsión de un liceo de Saint Denis de las hermanas Levy, porque se negaban a quitarse el foulard (“velo” o pañuelo que usan las musulmanas). Este incidente, que tuvo amplia repercusión, marcó prácticamente el inicio de la campaña islamofóbica del estado francés. Esto lo hemos explicado en un artículo sobre la República imperialista y el foulard.[10]

Ahora, en el NPA, discutimos los problemas de implantación en los barrios, cuando ni siquiera hay una posición clara de defensa de los trabajadores y familias de cultura musulmana, víctimas principales del racismo. Muchos militantes siguen oponiendo la “laicidad” del estado burgués republicano, a la defensa de la población musulmana en Francia, que repetimos, es parte del sector más explotado de la clase obrera. Con esa actitud, que es la versión “roja” de las campañas islamofóbicas promovidas por los imperialismos de Europa y EEUU, y el Estado de Israel, ¿cómo creemos que vamos a ganar masivamente a la juventud de los barrios?

Ahora, para las elecciones al Parlamento europeo, el NPA lleva entre sus principales candidatos a un joven de origen palestino. No está mal. Pero, sin un giro global de su política, huele demasiado a demagogia electoralista.

La política que llevan adelante tanto las burocracias sindicales como las direcciones mayoritarias de la extrema izquierda, conduce no sólo a mantener esa división entre los núcleos centrales de la clase trabajadora y los “anillos concéntricos” –o sea nosotros, parias cada vez más excluidos–, sino también a reforzarla. Es que, en el otro lado, en la población proveniente la inmigración, por un lógico fenómeno "defensivo" y de autoafirmarse ante la discriminación, se desarrollan el "comunitarismo", los agrupamientos religiosos, etc. O sea, formas de asociación que, desde el otro extremo, cavan aun más la fosa que los separa del resto de la clase trabajadora.

¡No basta poner un “beur”[11] como candidato para solucionar estos problemas!


[1] Roberto Sáenz, "Crisis laboral mundial y lucha de clases - La compleja mecánica del despertar obrero", Socialismo o Barbarie, 21/03/09, www.socialismo-o-barbarie.org/economia/090322_crisisyresp_a_desempleoyluchadeclases.htm

[2]http://tempsreel.nouvelobs.com/actualites/societe/20090528.OBS8390/sarkozy_demande_un_plan_de_prevention_de
_la_delinquance.html

[3] Appel des indigenes…

[4] Idem.

[5] Saenz, cit.

[6] http://www.usinenouvelle.com/article/crise-et-recrutement-2-les-precaires-en-premiere-ligne.149544

[7] Sáenz, cit

[8] Sáenz, cit.

[9] http://www.grioo.com/info3559.html

[10] http://www.socialismo-o-barbarie.org/europa/041024_b_lacuestiondelfoulard.htm

[11] Se llama “beur” al hijo nacido en Francia de inmigrantes árabes. Se trata de Omar Slaouti, que encabeza la lista del NPA a las elecciones europeas.