La crisis en la
Unión Europea

El titular del BCE hoy es, de facto, presidente de la Unión Europea

El Banco Central Europeo en un apriete

Por Jack Ewing
New York Times, 07/02/10
La Nación, 09/02/10
Traducción de Mirta Rosenberg

Las opciones

Rescate: Algunos expertos creen que el BCE, liderado Jean-Claude Trichet, deberá rescatar a países como Grecia o Portugal para evitar una debacle continental, pero los principales líderes de la UE se resisten a la idea, y consideran que eso pondría en duda los principios de la eurozona.

Disciplina: Cada vez más voces pronostican un escenario menos dramático, pero más dañino: largos años de férrea disciplina fiscal que no hundirían a esos países en el default, pero tampoco restaurarían su salud financiera.

Estancamiento: Este último escenario, sin embargo, llevaría a los países endeudados a estancarse en un batalla para enderezar sus finanzas, que implicaría salarios más bajos para trabajadores públicos, tasas de interés más altas y la imposibilidad de estimular la economía con gasto público.

Francfort.- Le guste o no, Jean-Claude Trichet no es tan sólo el presidente del Banco Central Europeo. Trichet, de 67 años, es también el presidente de facto de Europa, al menos de las 16 naciones que usan el euro como moneda común.

La Unión Europea acaba de establecer formalmente un nuevo presidente en Bruselas y la única responsabilidad del BCE es mantener la inflación controlada. Más aún, el banco con sede en Fráncfort casi no tiene ninguna herramienta política para ayudar a un miembro en apuros, como Grecia.

Pero a medida que crece la alarma de los inversores debido al creciente endeudamiento de Grecia, España y Portugal, la crisis ha puesto en evidencia la debilidad fundamental de la unión monetaria europea. Por carecer de un brazo político fuerte que garantice que los miembros respeten los límites de endeudamiento, la responsabilidad de intentar resolver la crisis recae sobre Trichet.

En la situación actual, dijo Joerg Kraemer, economista jefe del Commerzbank de Fráncfort, sólo el presidente del BCE "tiene la autoridad y la capacidad necesarias" para manejar la situación.

El sábado, Trichet declaró, en una reunión de ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales del G-7 en Canadá, que confiaba en que Grecia podría cumplir las nuevas metas de restricción. Apenas un par de días antes, sermoneó a los gobiernos sobre la necesidad de recortar rápidamente sus déficit.

"Cuando se comparte con otros una única moneda, la contraparte es que hay que tener una sólida política fiscal", dijo Trichet.

Luego, en un gesto que no ayudó a tranquilizar a los nerviosos inversores, Trichet señaló que el nivel de déficit general de los países del euro, de alrededor del 6% del PBI, aún se hallaba bastante por debajo del déficit de Estados Unidos y el de Japón, que este año consumirá más del 10% de sus respectivos PBI.

A veces Trichet sostiene que los problemas de las naciones del euro, individualmente, no deberían ser para el BCE una preocupación más grande de lo que son los problemas fiscales de cada Estado para la Reserva Federal de Washington. Después de que lo acribillaran a preguntas sobre Grecia el jueves, Trichet respondió: "Dudo de que, en una conferencia de prensa, Ben Bernanke hubiera recibido una pregunta sobre Alaska o Massachusetts".

De hecho, Trichet debe ser mucho más abierto y explícito que Bernanke porque Trichet opera con muchas más limitaciones. La falta de un gobierno central fuerte que respalde el euro es la diferencia más obvia. Apenas el mes pasado el Consejo Europeo eligió un presidente por primera vez, pero tiene pocos poderes para disciplinar a los 16 miembros de la zona euro.

"El problema último es la inexistencia de una unión política -dijo Kraemer-. Ese es el motivo fundamental, el mayor, de todos los problemas a los que nos referimos."

La otra gran diferencia es que el BCE, a diferencia de la Reserva Federal, tiene prohibido comprar bonos del gobierno u ofrecer apoyo directo a los bancos con problemas dentro de su esfera. Pero, durante la reciente crisis financiera, el banco demostró que era capaz de encontrar maneras creativas de reforzar el sistema bancario europeo. Amplió enormemente el volumen de los préstamos a los bancos, con lo que logró evitar una crisis crediticia mucho más grave.

En la situación actual, el banco está ayudando a Grecia al aceptar bonos griegos. Mientras Grecia sostenga sus actuales calificaciones crediticias, los bonos se mantienen dentro de las reglas del banco central. Si la crisis se agravara, les correspondería a los gobiernos europeos instrumentar un rescate de Grecia o de cualquier otro país en problemas, como Portugal.

Pero la Comisión Europea carece de la capacidad necesaria para manejar la delicada mezcla de incentivos y castigos involucrados en cualquier rescate, según afirman los economistas. El año pasado, cuando el índice de crecimiento se desplomó en países de Europa del Este, Bruselas esencialmente derivó la implementación del rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los líderes europeos no quieren recurrir al FMI para que los ayude a rescatar a un miembro de la eurozona, su unidad nuclear.Probablemente eso los deja con la alternativa de entregar fondos de ayuda, emitir bonos en nombre de Grecia que sean respaldados por otros países europeos o garantizar los bonos griegos.

Mientras el BCE mismo no puede proporcionar el dinero, Trichet está obligado a desempeñar un rol discreto pero influyente entre bambalinas. Tiene la ventaja de que puede expresarse con franqueza sin preocuparse de si será elegido o no. Eso se convierte en una preocupación mayor a medida que los contribuyentes europeos toman conciencia de cuánto podría costarles un rescate.