Grecia

Una lucha de alcance europeo

Por Georgiou Christakis
corriente[a]lterna, 12/03/10
Traducción de Alberto Nadal

Las medidas de austeridad impuestas a los trabajadores griegos para reabsorber los déficits no son más que un preludio de lo que podría producirse en otros países europeos. La crisis griega demuestra los desacuerdos de la clase dirigente sobre las estrategias a adoptar.

Por segunda vez desde diciembre de 2008, Grecia está en el corazón de la situación política en Europa. Desde la llegada al poder del Pasok, el partido socialdemócrata griego, y las revelaciones sobre el trucaje de las cifras del déficit presupuestario (el gobierno de derechas había falsificado las cifras para anunciar un déficit menos elevado que su nivel real, lo que le permitía continuar pidiendo prestado a tasas de interés bajas en el mercado), una especie de tragedia griega se desarrolla ante nuestros ojos. Los socialdemócratas han abandonado rápidamente sus promesas electorales y han anunciado la inevitabilidad de las medidas de ajuste. La prensa alemana lleva a cabo una campaña de denigración de la población griega. El primer ministro griego, Papandreu, hace una gira por las principales capitales de Europa para demandar un plan de rescate europeo. En la prensa burguesa, el debate sobre la oportunidad de salvar o no al estado griego hace furor. En los mercados financieros, la especulación ligada a los déficits griegos hace bajar al euro e inquieta a sus arquitectos. En la propia Grecia, los planes de ajuste se siguen unos a otros a una velocidad impresionante (el del mes de enero no ha bastado para calmar a los grandes inversores financieros y han sido precisas medidas suplementarias, anunciadas en febrero, de una amplitud mucho más importante), las huelgas se multiplican y el miedo a un nuevo diciembre griego recorre Europa.

La crisis griega es significativa de la situación en varios países europeos. En primer lugar, refleja las divisiones de quienes dirigen nuestras sociedades. Es lo que revela el debate sobre la ayuda que podría aportar Europa a Grecia. Algunos no quieren oír hablar del menor céntimo de ayuda a Grecia. “Alemania no dará un céntimo a Grecia”, ha declarado Rainer Brüderle, el ministro de Economía y miembro del FDP, el partido liberal–demócrata alemán, socio de la CDU de Merkel en el gobierno. Los liberales del FDP y los bávaros de la CSU están absolutamente opuestos a un rescate de Grecia. Defienden que el Estado griego arregle su casa e imponga a los trabajadores la integridad de la factura por medio de las medidas de rigor. Pero enfrente, otros quieren a cualquier precio evitar una quiebra del Estado y entre ellos, muchos banqueros europeos que han prestado de forma masiva a Grecia y se encontrarían de nuevo en una situación muy difícil si el país no pagara sus deudas. Es lo que explica la visita del patrón del Deutsche Bank a Atenas a finales de febrero, con el objetivo de negociar con el gobierno griego un eventual apoyo alemán.

En esta situación, Papandreu intenta jugar todas sus cartas para presionar sobre el gobierno alemán. Tras su visita a Berlín el 5 de marzo y a París el 7, se ha reunido el lunes con Barack Obama en Washington para evocar la posibilidad de un apoyo del FMI. Los dirigentes europeos no quieren oír hablar de ello. Una solución así mostraría la incapacidad de la UE para arreglar sola sus problemas. Y antes que ver intervenir al FMI, están dispuestos a hacerlo por si mismos.

Lo que está en juego en todas estas peleas es saber como va a distribuirse la carga de los déficits griegos. Es un pulso entre las clases dirigentes europeas. Pero su fuente principal es la incapacidad del gobierno griego para hacer pagar los platos rotos de la crisis a los trabajadores de su país.

Pues si Papandreu fuera capaz de imponer el rigor necesario para reabsorber rápidamente los déficits y calmar a los inversores financieros, no habría necesidad de un apoyo europeo. Es lo que reclaman los “halcones” en Alemania.

Crisis europea

Tras Grecia, un conjunto de países esperan su turno. Los déficits griegos no son mucho más elevados que los de España, Portugal, Irlanda, Italia o incluso Gran Bretaña. Dejado aparte esta última, los demás forman parte del euro. Si Grecia recibe apoyo, sería un signo de que los grandes países europeos –particularmente Alemania, principal potencia económica europea– harán lo mismo por los demás. Esto debilitaría la presión que se ejerce sobre ellos para imponer medidas de rigor.

Así pues, en cierta forma, la lucha actual de las y los trabajadores griegos tiene un alcance europeo. En la medida que logren resistir a las medidas de rigor se crearán condiciones más favorables para la población trabajadora de los demás países europeos para luchar contra los planes de rigor que no van a tardar en caerles encima.

Y por otra parte, en muchos países ya, las y los trabajadores del sector público pasan a la acción. Los días 8 y 9 de marzo los funcionarios británicos han hecho huelga contra la reducción de sus primas de despido. En Portugal, los trabajadores del sector público han hecho huelga el día 5 de marzo contra la congelación de sus salarios, medida tomada para reducir los déficits portugueses. En España, el martes 2 de marzo ha habido una jornada contra la subida de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. En Francia, el 23 de marzo es una jornada interprofesional.

La crisis griega se convertirá ciertamente en una crisis europea cuando los demás gobiernos adopten medidas similares. La resistencia de los trabajadores griegos deberá seguir el mismo camino.