Crisis del euro

Fisuras en el eje Berlín–París

Por Fernando Heller
Deutsche Presse Agentur (DPA), 26/03/10

Bruselas.– No fue un acuerdo fácil, sino "con fórceps". La crisis griega puso de relieve las diferentes posturas de Alemania y Francia, pero finalmente Angela Merkel y Nicolas Sarkozy lograron superar sus divergencias sobre el rescate del endeudado vecino y presentaron ante el resto de los socios de la Unión Europea (UE) un mecanismo para ponerlo a salvo ante un eventual colapso de su economía por el elevado déficit público.

Se trata de créditos bilaterales voluntarios a una tasa de interés "aceptable" para Grecia, quizás en torno del 3%, por parte de los socios de la eurozona (16 miembros) combinados con inyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sarkozy se resistió casi hasta último momento a que el FMI tuviera un papel destacado en esta "operación de salvamento".

No obstante el acuerdo final, la cacofonía entre Berlín y París por el "expediente griego" dejó en evidencia que se está apagando lentamente la sintonía que existía en el (ex) eje Bonn–París, en épocas del canciller Helmut Kohl y del presidente François Mitterrand.

Merkel y "Sarko" se toleran, como mucho, pero no hay buena "química" entre ellos, opinan los expertos. Merkel quería una participación activa del FMI, frente a la resistencia de Francia.

A falta de un "Fondo Monetario Europeo", a imagen del FMI, con la crisis de Grecia, Europa muestra –de forma alarmante– una vez más sus desacuerdos, sus fisuras internas y su miopía política.

Una foto histórica

A pesar del éxito forzado de ayer, no parece posible que se pueda reeditar aquella fotografía histórica, de septiembre de 1984, en la que Mitterrand y Kohl aparecían con las manos unidas ante el monumento a los caídos en la masacre de Verdún, una de las batallas más crueles de la Primera Guerra Mundial, en 1916, con más de 150.000 muertos.

Aunque el primer gran paso en la reconciliación franco–alemana fue la creación, en 1957, de la Comunidad Económica Europea, con un grupo de seis países pioneros (Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo e Italia), el eje franco–alemán, primero conocido como "eje París–Bonn", ya comenzaba a arrancar a principios de los años 50.

El primero de los grandes hitos fue, en 1951, la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), que agrupó a las industrias de ambos países y sembró el primer germen de la actual UE.

Se trataba de dejar atrás el secular enfrentamiento entre ambos gigantes de Europa y de desterrar al olvido las dos guerras mundiales que tuvieron como principales protagonistas a alemanes y franceses, con un saldo de millones de muertos.

Como hito fundamental se recuerda el 9 de mayo de 1950, cuando el entonces canciller francés, Robert Schuman, pronunció un discurso en el que buscaba un acercamiento entre los dos países que es considerado la primera propuesta para la construcción de una Europa integrada. Quedó en la historia como la Declaración Schuman. También fue clave el 22 de enero de 1963, cuando el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles de Gaulle firmaron en el Palacio del Elíseo el Tratado de Amistad.

Desde entonces, el camino ha sido, en general, bien engrasado, hasta que París y Berlín se toparon con la "piedra griega".