Grecia: rebelión
obrera y popular

La furia abarrotó las calles de Atenas

Por C. E.
Corresponsal en Grecia
Diagonal, 08/05/10

Atenas se despertó el día después de la huelga general con una sensación extraña. “La manifestación del miércoles fue una de las más numerosas de los últimos veinte años”, escriben diversos medios de comunicación y repite la gente por la calle.

La furia ante las injusticias del capital imperante abarrotó las calles del centro de la ciudad. El griego no es un pueblo fácilmente domesticable, aún hay esperanzas, y respondió como debía en estas circunstancias. De los ánimos caldeados de los manifestantes surgían comentarios del tipo: “Hoy tomamos el Parlamento”, donde en esos precisos momentos los amos y dueños de esta pequeña parte del mundo discutían cómo van a empeñar el país durante los próximos años de la mano del megabanco mundial, el FMI.

Durante la gran manifestación del 5 de mayo, la gente empezó a subir las escaleras situadas junto al monumento al soldado desconocido, en la plaza Sintagma, frente al Parlamento, allí donde desfilan esos tipos pintorescos a los que los turistas fotografían a diario. Se acercaban al edificio cuando un rumor se extendió por las calles y llegó a oídos de todos: habían muerto tres personas en el incendio de un banco.

La multitud se sintió de pronto invadida por las dudas y el desconcierto, que, junto con el inevitable rociado de gases lacrimógenos, a los que la policía griega nos tiene tan acostumbrados, empezó a disipar poco a poco las fuerzas, hasta que la manifestación se desintegró. Aunque es todavía demasiado temprano para llegar a conclusiones firmes, todo parece indicar que se ha producido una serie de coincidencias a priori sospechosas.

Las oficinas bancarias del centro de Atenas, en especial de las calles Panepistimíu y Stadíu, por las que pasan la inmensa mayoría de las manifestaciones, son objetivo habitual de ataque (ataque que, cabe señalar, sólo apunta a bienes materiales). Por lo tanto, en las jornadas de lucha masiva, los primeros negocios que cierran sus puertas son los bancos. Y así sucedió también el miércoles, con la excepción del banco Marfin, que resultó incendiado.

Por este motivo, entre otros, se cuestiona la responsabilidad de la dirección del banco. Circula un comunicado de un trabajador de dicho banco en el que se comenta que no sólo se impidió a los trabajadores ejercer su derecho a la huelga, sino que incluso no se les permitió salir del edificio cuando la manifestación estaba ya acercándose. Al parecer, el edificio no disponía de ninguna medida de seguridad contra incendios, ni siquiera de salida de emergencia. Además, curiosamente, los policías de paisano que cada día vigilan la sucursal no se presentaron ese día, aunque se había asegurado su presencia.

Insistimos en que todavía no es posible confirmar buena parte de la información que nos llega, pero lo que desde el primer momento no pudimos evitar preguntarnos fue si este incidente debilitaría las consignas y la fuerza de los griegos que luchan contra las medidas económicas del gobierno, que son muchas.

A última hora de la tarde del miércoles 5, los que volvíamos a nuestras casas del barrio de Exarjiatras, nos encontramos con la habitual reacción policial indiscriminada que sigue a todo acto de rebeldía. Dos cafeterías, una de ellas en plena plaza Exarjia, fueron asaltadas y se detuvo a cuantos estaban dentro. Al pasar por el número 13 de la calle Tsamadú, donde está ubicado el local de un grupo de izquierdas y el de los inmigrantes del barrio, descubrimos que los antidisturbios lo habían allanado y habían golpeado con su brutalidad característica a los allí presentes.

No obstante, el objetivo principal de las detenciones fueron los anarquistas. El Centro Social Ocupado, en la calle Zaími, recibió también la entrada de policías, que, con total impunidad y amparándose en los tres muertos en el incendio de la oficina bancaria, se llevaron por la fuerza a todas las personas que estaban dentro. Se produjeron además allanamientos de casas particulares, y se golpeó a vecinos ante los ojos indignados de otros vecinos que gritaban desde los balcones.

A las seis de la ayer del jueves 6, estábamos de nuevo llamados a una manifestación en el centro de Atenas con el fin de frenar los desmanes y abusos del gobierno. Pese al desafortunado incidente del miércoles, la asistencia ha sido muy numerosa. No nos consta que se hayan producido episodios de violencia por parte de los manifestantes, pero durante la noche del jueves 6, la policía volvió a cargar y a disolver la concentración a base de gases lacrimógenos. El barrio de Exarjia estaba literalmente ocupado por la policía (como tan a menudo) y había policías secretas por todas partes deteniendo a diestro y siniestro.

Ojalá ningún incidente, por desafortunado que sea, acalle la voz que sigue llamando injusto a lo que es injusto.