“El pueblo empieza a enfurecerse en contra de
la violencia capitalista”

Breve panorama de un genocidio social

Bucarest.- Este pequeño artículo intenta presentar un panorama general de lo acontecimiento con relación a las medidas de austeridad en Rumanía. Un país que parece quedar un poco más relegado cuando se habla de la crisis actual, pero que se verá seriamente afectado. En todo caso, ya desde hace tiempo se vienen viendo sus efectos con salarios congelados y vacaciones obligatorias no pagadas[i]. Ciertamente, el hecho de que se encuentre fuera de la Eurozona hace que la atención que prestan los noticieros internacionales a la situación del país haya prosperado más lentamente. A eso se suma que la información que circula en América Latina acerca de esta parte de Europa es poca, desde nuestra región Europa del Este está “muy lejos”; masivamente es sólo como un espacio en la historia: comunismo, antes del final de la historia; después de esto prácticamente “desapareció”, ya todo seguramente se hace “correctamente”.  Sin embargo, como en toda la Unión Europea, las medidas de austeridad se vienen anunciando desde ya hace más de un mes. El gobierno, aliado del FMI[ii], conspira contra el pueblo y el Lei (moneda rumana) no para de caer.

“Rumania es uno de los países más pobres de esa región. El salario promedio es de 400 euros y la jubilación mínima de apenas 85 euros. Sobre estos montos se aplicarán los recortes para intentar bajar el déficit público de 7,2 a 5,9 por ciento este año. El impacto que tendrá el ajuste sobre una economía que ya está en recesión será devastador. En 2009 el producto bruto cayó 7,7 por ciento, fundamentalmente por un derrumbe de 19,7 por ciento en la construcción, que venía siendo el principal motor del crecimiento. Eso hizo que la desocupación trepara de 6 a 8 por ciento y se espera que en los próximos meses llegue a 10 por ciento. En lugar de aplicar una política contracíclica para tratar de revertir esta situación, lo que hizo el gobierno conservador de Traian Basescu es ajustar para cumplir con las exigencias del FMI y seguir teniendo acceso a sus líneas de crédito.”[iii]

En otras palabras, las principales reducciones que plantean las medidas de austeridad en Rumanía son[iv]: 25% en todos los salarios públicos, 15% en las pensiones, 15% en las indemnizaciones para crianza de los niños, 15% en las subsidios para desempleados, 25% en la compensación mensual para alquileres, 25% en becas para investigación, entre  muchas otras.

“Además de la baja de salarios y jubilaciones, prometieron despedir al 10 por ciento de los 140 mil empleados públicos, reducir la ayuda para desocupados, recortar subsidios, como los que cubren el gasto de calefacción, y cerrar 150 hospitales considerados “ineficaces”, lo que le restará 9200 camas al sistema sanitario. Las propuestas figuran en la carta de intención firmada con el Fondo para recibir 900 millones de euros correspondientes a la quinta partida del crédito de 12.950 millones de euros pactado con la entidad en mayo del año pasado, acuerdo que también incluyó una línea de 5000 millones de la Unión Europea sujeta a las mismas condicionalidades.”[v]

Los primeros en salir a las calles, a mediados de mayo, fueron los pensionados, quemando fotografías del presidente y con consignas como “abajo Basescu, abajo Boc”, gritando “era mejor en el tiempo de Ceaucescu”.[vi] También salieron desde el inicio las madres de familia que se benefician de la indemnización para criar a niños con menos de dos años.  Posteriormente, a las manifestaciones se han unido los educadores, trabajadores del sector salud, del correo, de asistencia social, administradores locales, policías, agricultores, trabajadores del aeropuerto, los transportistas públicos (metro, autobuses, trenes), los estudiantes (aunque con una presencia pequeña), funcionarios públicos e incluso personas del medio privado[vii]. La opinión general  apoya la huelga, aunque muchos ciudadanos no acuden a las manifestaciones. A esto se suma el hecho de que, de acuerdo con la opinión de los ciudadanos -aunque también un poco difundido por los medios de comunicación[viii]- muchas personas están amenazadas con perder su trabajo si se manifiestan, otras simplemente tienen la idea de que esto es lo que sucederá si acuden.

No es de extrañar que hayan sido los pensionados los primeros en salir a la calle. La pensión mínima es de 350 lei, como se mencionó arriba: unos 85 euros por mes. Con la aplicación de las medidas de austeridad, aproximadamente un millón de personas estaría condenada a la pensión mínima[ix]. Y mientras el gobierno sostiene que una medida de protección es que nadie estaría por debajo de la pensión mínima ni del salario mínimo (unos 143 euros mensuales, muy por debajo del salario medio ya mencionado), en los medios de comunicación publican lo que no es ningún secreto: estas medidas son una condena a la pobreza, un verdadero genocidio social[x]. En todo caso, además de recibir el mínimo de dinero por parte del estado, los pensionados no se beneficiarían más de transporte público gratuito u otras reducciones para autobuses y trenes. ¡Y añadimos la reducción del 10% de la cantidad de funcionarios del estado!

No obstante, para entender no la validez sino la necesidad de manifestarse del pueblo rumano, hay que tomar en cuenta las condiciones actuales del país. No se trata sólo de las reducciones, sino de la crisis general. Rumania tiene unos de los salarios y las pensiones más bajas de la UE. En cambio los gastos son muy altos, en relación con el dinero que recibe cada persona. Así por ejemplo, un apartamento con un cuarto, sala, baño y cocina en una ciudad como Bucarest ronda los 300 euros mensuales; a eso habría que sumarle la electricidad, el agua, la calefacción y por supuesto ¡la comida! Sorprendido un alemán comentaba alguna vez que los precios de los alimentos en Rumanía son básicamente los mismos que en Alemania, pero con una diferencia enorme en los salarios. Asimismo, la pensión mínima difícilmente ayudaría a pagar la calefacción mensual para el invierno. La crisis también se manifiesta de modo extremo en el sector de salud. Por ejemplo, en la ciudad de Constanţa, se puede leer en los autobuses afiches pidiendo dinero para ayudar al hospital público de la jurisdicción pues no hay medicinas ni fondos para comprarlos; el afiche advierte el peligro que representa la situación para la comunidad. En todo caso, la salud pública no podría estar más en crisis, cuando, como ya hemos visto, el FMI pide a Rumanía cerrar 150 hospitales y dejar sin camas a un pueblo que no tendrá dinero para ningún medicamento[xi]. Habría que comparar estas medidas con las que quiso tomar el gobierno de Basescu para disminuir el número de perros en las calles de Rumanía: eutanasia. Claro que no se trataba de eutanasia, sino de matar a los perros que estaban saludables. Asimismo es que el gobierno no le interesa que la población pobre esté en peligro de muerte; en palabras de los pensionarios: “¡mejor nos dieran cianuro![xii]”

Con respecto a los medios de comunicación rumanos, podríamos hablar de una doble campaña. Por una parte se habla a diario de las protestas y las medidas de austeridad, de la condena de la gente a la pobreza, de los salarios altos de unos y los salarios mínimos de otros. Por otra, se hacen reportajes de cómo “luego de un día de huelga los griegos van a los clubes”[xiii], explicando qué tan caro es salir en Grecia y cuánto dinero gastan la personas a pesar de estar en crisis; prácticamente ridiculizando la lucha del pueblo heleno, pues “incluso tienen tiempo para la siesta”, una especie de fiesta que se continúa fácilmente durante la noche.  Asimismo, no  ha faltado algún comentario en el noticiero informando de la preocupación de que “las manifestaciones de Grecia contaminen a Europa del Este”. El hecho es que ni la situación de Grecia ni la de ningún país de la Unión Europea es asunto de contaminación.

Los acontecimientos más recientes[xiv]

El martes 15 de junio, se votó en el parlamento rumano una moción presentada por el PSD (Partido Socialdemócrata) para censurar al gobierno de Boc (presidente del gobierno rumano). La moción “detengan el genocidio social” no pudo ser aprobada por 8 votos. Según la ley se requiere de 236 votos, el martes hubo 228 votos a favor y 197 en contra[xv].

Victor Ponta (PSD), presidente del parlamento, asegura que esta votación, a pesar de no haber alcanzado los votos necesarios, demuestra la ilegalidad del gobierno. Y asegura que el partido socialdemócrata no dejará de luchar para que estas medidas no sean puestas en práctica. Aún existe la posibilidad de proponer otra moción de censura para la que el PSD espera sumar los 8 votos necesarios. Asimismo, también trabaja por la detención de las medidas por el medio legal, pues se consideran inconstitucionales.[xvi]

“El debate ha sido muy tenso tanto dentro como fuera del Parlamento. En las calles casi 20.000 pensionistas y trabajadores públicos han intentado cortar los accesos al parlamento, bajo el enorme e insufrible calor que está haciendo estos dÍas en Bucarest (aunque las lipotimias y deshidrataciones merecen la pena, pues lo que se juega es el poder sobrevivir decentemente). Dentro, silbidos, insultos, gritos, y al final, triunfo ajustado del gobierno que es tambien, como decian las pancartas de los sindicalistas asentados en los palcos, ha sido el triunfo de los „afaceriştilor" (hombres de negocios).”[xvii]

Más allá de la lucha partidaria, hay que destacar la jornada de lucha del pueblo rumano. Las manifestaciones siguen, la huelga sigue. Frente al parlamento rumano[xviii], miles de personas se manifestaron a favor de la moción de censura desde la mañana del 15 de junio. A pesar de las temperaturas de 38° C, se mantuvieron las demostraciones de repudio ante las medidas de austeridad. Es así que, con un calor que causó el desmayo de 18 personas, además de enviar a cientos de hombres y mujeres a sus casas, una gran cantidad de manifestantes se quedó hasta el final de la jornada parlamentaria, para enterarse de que la lucha sigue en pie y cada vez con más fuerza.

Al respecto, aunque hay quienes pesimistas afirman que el pueblo finalmente sólo se conformará con adoptar estas medidas, es también común escuchar decir que, de continuar con ellas, esta crisis social podría resultar en una revolución. Luego de más de 20 años de una sensación de derrota y de final de la historia, de una frustración y un común “no somos tan civilizados como en Europa del Oeste”, de 20 años de experiencia capitalista, de 20 años de una brutalidad desconocida en el pasado, del empobrecimiento de la mayoría, el pueblo empieza a enfurecerse en contra de la violencia capitalista.