Francia

El quinto paro contra el proyecto para retrasar la edad de jubilación paralizó al país

Hubo tres millones de personas en las calles

Rechazan el plan de reforma de Sarkozy con otra masiva huelga

Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
La Nación, 24/09/10

París.– Por segunda vez en 16 días, tres millones de franceses realizaron una abrumadora demostración de fuerza que paralizó virtualmente el país para obligar al gobierno de Nicolas Sarkozy a modificar su proyecto de reforma del sistema de jubilación, que prevé prolongar la edad de retiro de 60 a 62 años.

Frente a las cifras reivindicadas por los sindicatos, que estiman haber superado las dimensiones de la movilización del 7 de septiembre pasado, el gobierno afirmó que la jornada apenas reunió a unas 997.000 personas, contra 1,12 millones de hace 15 días.

"De nada sirve tergiversar. El presidente y los parlamentarios deben asumir en su justa medida la exasperación provocada por una ley inspirada exclusivamente por las posiciones de la central empresaria francesa (Medef)", afirmó anoche la central sindical comunista CGT.

Para la confederación liderada por Bernard Thibault, Sarkozy y su equipo "deben abrir una verdadera negociación sobre las propuestas alternativas susceptibles de garantizar la financiación de las jubilaciones y el mantenimiento de la edad legal del retiro a los 60 años". A su juicio, "cualquier otra actitud es susceptible de provocar una crisis social de gran envergadura".

Más allá de la batalla de cifras, lo concreto es que, de Nantes a Estrasburgo y de Lille a Marsella, miles de manifestantes salieron a la calle a expresar su rechazo de la prolongación de la edad legal de la jubilación utilizando slogans contundentes: "Metro, trabajo y a la tumba" o "No a la jubilación en 3D: decepcionado, desmoralizado, deprimido". Se trató de la quinta demostración de fuerza contra el proyecto desde marzo pasado.

Las huelgas afectaron sobre todo los servicios ferroviarios, el tránsito aéreo y la educación, pero también se sintió en grandes empresas privadas, como en el grupo petrolero Total, que registró entre 50% y 80% de huelguistas, según las refinerías.

Al término de la jornada, François Cherèque, líder de la central socialista CFDT, habló de "pulseada perdida para el gobierno, que esperaba un debilitamiento del movimiento".

"Es necesario que el gobierno comprenda que nadie acepta su reforma", dijo a su vez Alain Olive, dirigente de la UNAS (autónomo). "Sarkozy tendrá que revisar su proyecto", advirtió.

Los sindicatos reconocen, sin embargo, que los huelguistas fueron menos numerosos en el sector público. "Es absolutamente normal –estimó Olive–. Es difícil perder una segunda jornada de salario en un solo mes" en estos tiempos de crisis.

Las centrales obreras se congratularon de la creciente participación de los asalariados del sector privado. Los porcentajes más alto de inactividad se registraron en la ciudad de Toulouse (sede de Airbus, Capgemini o Continental), en Lyon (Rhodia, Renault camiones o Sanofi–Aventis) y en Havre, donde hay sólidas delegaciones de Total, Renault y Cooper, entre otras.

Muy diferente fue el análisis del gobierno. Su vocero, Luc Chatel, estimó que "hubo menos huelguistas" y "menos manifestantes". A su juicio, eso podría significar dos cosas: "O bien los franceses consideran que todo esto ha quedado atrás o adhieren más al proyecto de reforma. O las dos cosas".

La intersindical debe reunirse hoy para adoptar nuevas iniciativas, en momentos en que comienzan a aparecer las inevitables tensiones entre partidarios y opositores de una radicalización del movimiento.

Todos, sin embargo, son conscientes de que la unidad es la mejor arma a fin de obligar al Ejecutivo a buscar un terreno de acuerdo. Ayer, los líderes sindicales privilegiaban la realización de una gran jornada de manifestaciones un sábado, acompañada por otras formas de acción el 7 o el 14 de octubre, con el objetivo de obtener concesiones del Senado, que debe comenzar a examinar el proyecto de reforma a partir del 5 del mes próximo. Ese debate en la se anuncia muy delicado para Sarkozy. Su partido, la Unión para una Mayoría Popular (UMP), carece de mayoría absoluta en esa cámara.

Los diputados adoptaron el proyecto de reforma el 15 de este mes, al término de agitados debates y después de la decisión del presidente de esa cámara, Bernard Accoyer (UMP), de abreviar los trabajos ante una tentativa de obstrucción de la oposición.

La prolongación de la edad de retiro es la piedra angular del plan desde el punto de vista financiero. El gobierno piensa economizar 19.000 millones de euros en 2018, año fijado para restablecer el equilibrio del sistema jubilatorio. Esas previsiones dejaron escépticos a los miembros del Consejo de Orientación de Pensiones, que evaluaron entre 40.000 y 49.000 millones de euros las necesidades de financiamiento para 2020.


Media Francia protestó por la reforma

Por Eduardo Febbro
Desde París
Página 12, 24/09/10

Batallas de cifras como en una competencia escolar, el gobierno francés y los sindicatos divergían ayer sobre la cantidad de personas que se movilizaron en el país en la quinta jornada de huelgas y manifestaciones contra la reforma del sistema de jubilaciones. La policía calculó que cerca de un millón de personas salieron a las calles, mientras que los sindicatos evocan poco más de tres millones. Quién sabe cómo cuenta la policía pero, a juzgar por la manifestación parisiense y el codo a codo festivo e interminable, los sindicatos protagonizaron una movilización sólida en contra del “proyecto faro” del mandato del presidente Nicolas Sarkozy. El gobierno, en cambio, sostiene que hubo menos asistencia que en las protestas de hace dos semanas (7 de septiembre, 2,7 millones de personas en 232 marchas) y exhibió un perfil satisfecho por la menor densidad de las huelgas.

Los principales sindicatos, CGT y CFDT, siguen en pie de guerra en su objetivo de impugnar una reforma que hará pasar de 60 a 62 años la edad mínima para jubilarse y de 65 a 67 la requerida para contar con una jubilación completa. La presión sindical no afloja las corbatas de un Ejecutivo que, pese a la poderosa capacidad de movilización ininterrumpida demostrada por las centrales sindicales a lo largo de cinco manifestaciones, se mantiene en su posición de no modificar ni una línea del proyecto de ley. El gobierno se sienta sobre su argumento de que hubo menos gente que el pasado 7 de septiembre, lo que no es cierto, y de que hubo menos huelguistas que en ese entonces, lo que sí es auténtico, para dejar fijado el rumbo.

La presidencia francesa consideró por ejemplo que había una “baja sensible” del número de huelguistas y la atribuyó a que “los franceses adhieren en mayor número” a la reforma. Desde luego, las encuestas de opinión desmienten esa tendencia. Casi 70 por ciento de los franceses apoyaron las marchas y las caminatas de ayer. Bernard Thibault, secretario general de la mayoritaria CGT, advirtió que “si Sarkozy no escucha, habrá nuevas movilizaciones”. La nutrida marcha de París contó con la presencia de importantes grupos de funcionarios, profesores, maestros, médicos y, sobre todo, de jóvenes entre la adolescencia y la juventud. Los jóvenes llevaban adhesivos que decían “a los 60 años, mi libertad”.

Muchos manifestantes no se desplazaron bajo el lema principal de la jornada, contra la reforma, sino para repudiar con su presencia la política de Nicolas Sarkozy hacia todo lo que es extranjero, en especial a las minorías étnicas más indefensas, como es el caso de los gitanos que siguen siendo deportados a Rumania y Bulgaria. “Un Estado racista, que prolonga el esfuerzo de los trabajadores para salvar un sistema sin hacer contribuir a los ricos, esa no es mi Francia”, decía Jean Claude, un enfermero que, confesó, casi siempre vota a la derecha. “Pero esta derecha, decía colérico, no es la que representa a mi país.”

Los líderes sindicales constataron en la calle la persistencia de un movimiento que va sumando descontentos plurales perfectamente reflejados en la baja cifra de popularidad del presidente –sólo 32 por ciento lo apoya–. Ayer se veían carteles que llamaban “a la huelga general”. Los sindicatos decidirán este viernes el camino que seguirán. Sea otras huelgas y manifestaciones, sea un paro general.

El próximo 5 de octubre la ley entra en el Senado. Es muy poco probable que el presidente dé marcha atrás. Para Sarkozy, la reforma de la jubilación se convirtió en una cuestión de principios y nada, ni siquiera las sospechas de colusión con la heredera del creador de la multinacional L’Oréal que acechan al ministro de Trabajo, Eric Woerth, han torcido su convicción.

Los sindicatos cuentan, al menos, con que el gobierno modifique la ley para las mujeres. Estas serían las grandes perdedoras de la reforma, porque los contratos entrecortados no les permiten cotizar con regularidad, lo que las penaliza a la hora de la jubilación. Tal vez el gobierno ceda en este caso y exceptúe a las mujeres de la jubilación a los 67 años.

En plena ofensiva para su reelección, Nicolas Sarkozy enfrenta turbulencias profundas: lo acosa el frente sindical, la mala imagen que tiene en su país, la crisis que de–sató con Europa por la deportación de los gitanos, el secuestro de cinco franceses en Níger por una rama de Al Qaida y el secuestro de otros tres ciudadanos en Nigeria a manos de meros piratas.