Estado español

Huelga general en España

Más que la ruptura entre los sindicatos y el gobierno,
un llamado de atención

Por Adrián Sack
Corresponsal en Madrid
La Nación, 30/09/10

La clave que explica la compleja huelga general de ayer en España, la primera contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se resume en el lema que, acuñado por los sindicatos, animó las manifestaciones: "Así no, rectificación ya".

La frase, presente en pasacalles, remeras, calcomanías y, sobre todo, en el discurso de los máximos dirigentes sindicales, volvió explícito aquel secreto a voces que delata a los sindicatos como los organizadores de una medida de fuerza contra la reforma laboral aprobada por Zapatero, pero de ninguna manera en contra de un gobierno que no terminó de quebrar su alianza con las centrales sindicales.

A través de la "rectificación" de una política de un gobierno que no terminan de condenar, los líderes de la UGT y las CO tomaron distancia del otro eslogan que, en forma de cántico, comenzó a subir su volumen en los últimos meses, en especial en las manifestaciones realizadas por los gremios de empresa –alejados de todo trato directo con ministros y funcionarios nacionales– o por la oposición conservadora.

Se trata del sencillo aunque contundente "¡Zapatero, dimisión!", que ayer, sin embargo, llegó a escucharse en forma aislada en boca de algunos grupos que, sin remeras partidarias ni pancartas, se unieron en Madrid al grueso de la ingente marea de banderas rojas que se desplazó al atardecer desde Cibeles hasta Puerta del Sol.

El cuidado en evitar una confrontación directa que pudiese afectar profundamente las relaciones entre el gobierno y los sindicatos quedó en evidencia ayer en el primer contacto entre el ministro de Trabajo español, Celestino Corbacho, y la prensa.

Al ser consultado sobre un eventual "fracaso" de la huelga tras los bajos índices de acatamiento que el mismo funcionario acababa de anunciar, Corbacho eludió la respuesta y prefirió darles –y más de una vez– la "razón" a los sindicatos sobre los motivos que los llevaron a convocar a una huelga general.

Del mismo modo, los dirigentes sindicales se abstuvieron de emplear los términos que se vieron en algunas pancartas –sobre todo, las hechas a mano y no por prolijo y masivo encargo a las imprentas– que calificaban a Zapatero de "traidor" y reclamaban su alejamiento del poder.

Pero así como los organizadores de la gran huelga se esmeraron en destacar, en cambio, la convocatoria de una multitud mayor que la esperada por sus propios cálculos, la pronosticada "paralización de Madrid" estuvo lejos de producirse como el verdadero "quiebre" entre el gobierno y los sindicatos tras la jornada de lucha.

Aquel plan de neutralizar la red de transporte público de la ciudad para aumentar el ausentismo en un distrito gobernado por el opositor Partido Popular (PP), el cual en reiteradas ocasiones rechazó la medida de fuerza, resultó boicoteado por los propios trabajadores de la red de subterráneos y de colectivos urbanos, que superaron ampliamente la cobertura de servicios mínimos pactada antes de la huelga.

En una recorrida por la red de metro LA NACION pudo comprobar que los trenes circulaban con una frecuencia similar a la prestada los días de semana y que las formaciones partían parcial o totalmente ocupadas por pasajeros que en su mayoría se dirigían a sus lugares de trabajo.

En el centro, en las inmediaciones del circuito donde se llevaron a cabo las marchas, sólo un puñado de negocios cerró sus puertas.

Pero muchos de ellos lo hicieron por temor a los grupos "anarcosindicalistas", que, como los de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), increpaban a los que se encargaban de los locales al considerarlos "esquiroles" y "esclavos del sistema", para luego conminarlos a bajar sus persianas. Sin embargo, el cuadro, finalmente, regresaba en todos los casos a su estado anterior tan pronto como la cuadrilla de manifestantes desaparecía de la vista de los indignados comerciantes.

De todas formas, las miles de personas que, sin estar afiliadas a los sindicatos, participaron ayer de las marchas en contra de una crisis que no tiene precedente en la historia de la democracia moderna de España también parecen reclamar algo más que una "rectificación". Esto es, no sólo de la política económica, sino también del rumbo del sindicalismo.


Protestas e incidentes durante la huelga general

Disturbios y detenidos en Barcelona

Por Adrián Sack
Corresponsal en Madrid
La Nación, 30/09/10

La primera huelga general realizada en seis años de gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero logró sacar ayer a las calles de las principales ciudades de España la angustia y la desazón por el aumento sostenido del desempleo, que supera los 4,5 millones de personas, y por la gravedad de una situación económica que no da señales de recuperación.

El gobierno consideró que el acatamiento de la huelga fue "desigual" y su impacto, "moderado". Si bien las estimaciones sobre el nivel de adhesión variaron sensiblemente de acuerdo con la fuente consultada, las multitudinarias marchas del aquí llamado "29–S" superaron las expectativas de los sindicalistas: mientras en Madrid los organizadores congregaron a 350.000 personas, en Cataluña, donde los despidos en el sector industrial se hicieron sentir con fuerza en los últimos dos años, la cantidad de asistentes superó las 400.000 personas.

También en esa región fue donde se registró la mayor cantidad de arrestos por disturbios. De los 110 detenidos en toda España hasta el cierre de esta edición 43 fueron demorados tras enfrentarse con la policía catalana cuando varios de los huelguistas intentaban evitar la apertura de negocios en Barcelona, además de romper vidrieras y realizar pintadas en los frentes de los comercios.

No obstante, voceros de las dos grandes centrales sindicales y organizadores de la medida de fuerza, la Unión General de Trabajadores (UGT) y las Comisiones Obreras (CO), se desvincularon de los responsables de todos los actos vandálicos, en especial luego de que las fuerzas de seguridad identificaron a los provocadores de los incidentes en Cataluña como "Okupas" y militantes radicales de izquierda.

En tanto, en Madrid, el titular de CO, Ignacio Fernández Toxo, afirmó que el acatamiento de la huelga alcanzó al 70% de los trabajadores en todo el territorio español, un porcentaje que se traduce en cerca de 10 millones de personas. "El éxito es incuestionable y obliga a rectificar", señaló el dirigente en una de las marchas, ante el aplauso y el sonar de silbatos que fueron repartidos generosamente por los organizadores entre los manifestantes, a quienes también proveyeron gratuitamente de remeras, gorros y banderas rojas con los nombres impresos de ambos sindicatos.

Poco antes, en una conferencia de prensa conjunta ofrecida en la sede de UGT, Fernández Toxo destacó la necesidad de "corregir los efectos perniciosos que sobre el mercado laboral está teniendo la reforma, aunque la espera no puede ser eterna, porque hay muchos parados [desocupados] y muchas personas en riesgo de pobreza extrema", dijo.

El dirigente gremial criticó así ley de reforma laboral impuesta por Zapatero a través de un decreto, que contempla una drástica reducción de las indemnizaciones por despido y responde a un insistente pedido de las cámaras empresariales españolas. "Lo importante aquí es que hemos ganado la huelga y que ahora tenemos que ganar el futuro", remató.

Transporte y comercios

A pesar del alto acatamiento declarado por los organizadores del paro, el transporte público en Madrid funcionó prácticamente con normalidad. Esta situación llevó a que sólo unos pocos comercios cerraran sus puertas al público, aunque más por temor a los ataques de los grupos anarquistas que por falta de personal.

Como era de esperar, el gobierno español transmitió una impresión diferente sobre el 29–S. "El seguimiento de la huelga ha sido desigual. Y ha tenido un efecto moderado", dijo el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que sostuvo que, de acuerdo con los datos obtenidos por el gobierno, la adhesión en la actividad privada sólo alcanzó al 23,8% de los trabajadores, mientras que en el Estado el respaldo apenas llegaba al 7,52%.

El gobierno y los sindicatos volverán a verse las caras en los próximos días en el Palacio de la Moncloa, donde evaluarán las conclusiones de la quinta huelga general realizada desde el regreso de la democracia a España. "No iremos a conversar como si nada hubiera pasado", dijo Fernández Toxo, animado por la multitud que ayer protestó en las mismas calles madrileñas que fueron escenario, hace tan sólo dos meses y medio, de una alegría desbordante por la obtención del Campeonato Mundial de Fútbol.