Europa

Las causas del descontento

Europa, ¿el fin de la buena vida?

Por Gerardo Lissardy
BBC World, 19/07/10

A los 38 años, Dominique Lacomblez, un músico francés de orquesta clásica apasionado por su trabajo en París, está convencido de que la suya es una ''generación de sacrificio'' respecto a la de sus padres.

''A nosotros nos tocó conocer el SIDA y ahora el desempleo y la jubilación a los 62 años, que pienso que seguirá aumentando hasta los 65'', comenta Lacomblez con cierta resignación.

De inmediato compara eso con los ''treinta gloriosos'' años que vivieron sus padres desde el fin de la Segunda Guerra, cuando el modelo social europeo aseguraba trabajo, largas vacaciones y prestaciones sociales para todos.

En Francia y en buena parte de Europa, se podía contar con un sistema de salud pública, buena educación gratuita y una edad de jubilación que eran la envidia en otras regiones.

''Ahora cada vez hay menos ayuda financiera para la cantina (escolar), el deporte o la música'', dice Lacomblez, que también enseña percusión en un conservatorio público. ''Eso está desapareciendo''.

El cambio no es nuevo, pero lo está acelerando la crisis económica y financiera que azota al viejo continente, sumada a su envejecimiento poblacional.

Muchos europeos como Lacomblez no tienen más remedio entonces que asumir algo duro: la vida a la que están acostumbrados hoy está en riesgo.

''Trabajar más''

Algunos gobernantes europeos han mencionado explícitamente ese cambio, mientras recetan reformas económicas, ajustes fiscales y planes de austeridad dolorosos ante la crisis financiera y el endeudamiento.

El primer ministro británico, David Cameron, advirtió el mes pasado que el ''modo de vida'' de la población se verá afectado por sus medidas para equilibrar las cuentas públicas, el mayor ajuste fiscal del país en sesenta años.

Las medidas ensayadas en Europa incluyen recortes de inversiones y de ayudas sociales, congelación o reducción de salarios públicos, subidas de impuestos y aumentos en las edades mínimas de jubilación.

En Francia, donde el gobierno propuso subir la edad legal de jubilación de 60 a 62 años, el presidente Nicolas Sarkozy dijo esta semana que el cambio es inevitable para salvar un sistema de pensiones deficitario.

''Es más fácil ser popular y decirle a la gente que puede trabajar menos, que explicarle que el mundo cambió y que deberemos trabajar más'', sostuvo Sarkozy por televisión.

El presidente francés recordó que ese cambio ha sido adoptado en países vecinos como Alemania, donde la edad de jubilación subirá a 67 a partir de 2029, o España, que proyecta una medida similar.

¿Trabajar hasta los 70?

El aumento en la expectativa de vida y la disminución en la tasa de natalidad en Europa ha vuelto deficitarios los sistemas de pensiones que hasta ahora eran más generosos que en otras partes.

Mientras que en México los hombres dejan de trabajar en promedio a los 73 años, en Japón casi a los 70 y en Estados Unidos a los 65, en Francia lo hacen a los 59 y en Italia y Bélgica a los 60, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Pero se estima que, debido al envejecimiento poblacional, en 2060 habrá en Europa apenas dos trabajadores activos por cada persona mayor de 65 años, la mitad que actualmente.

En base a estos datos, la Comisión Europea sugirió a comienzos de mes que la gente en el continente deberá trabajar en promedio hasta los 67 años en 2040 y hasta los 70 años en 2060.

Red de seguridad

El peso de la deuda pública de los países de Europa y los planes de ajuste también ponen en tela de juicio otro orgullo del continente: el gasto social, que en promedio fue de 21% del PIB en 2005, según la OCDE.

Siempre en relación al producto, esos desembolsos básicamente en seguridad social y salud han sido superiores en Europa a los de otras regiones como Norteamérica (13% entre México, Estados Unidos y Canadá en 2005).

Eso permitió a los europeos contar con una red de contención en hospitales, centros de desempleo y formación para momentos difíciles como los actuales.

La pregunta que muchos se formulan ahora es cuánto cambiará el modelo social europeo ante la presión de los mercados para reducir el déficit y los niveles de deuda pública del continente.

"Menos brillante"

''Hasta la fecha, los europeos han pedido a sus hijos y nietos que paguen la cuenta: han gastado más de lo que ganan y producen'', dijo el sociólogo francés Alain Touraine a BBC Mundo.

A su juicio, la situación actual que vive Europa implica que la próxima generación va a vivir peor que la actual.

''Hay una conciencia muy fuerte de que las próximas generaciones, el futuro próximo de Europa, será menos brillante, menos acomodado que la vida europea durante los últimos 20 o 30 años'', comentó Touraine.

Hasta ahora, quizás gracias a la misma red de seguridad social construida en la posguerra, diferentes gobiernos europeos han evitado que esta perspectiva de deterioro se traduzca en estallidos sociales.

Pero el riesgo de los planes de ajuste es que pueden agravar el desempleo y el descontento social en los próximos tiempos, sobre todo ante la noción de muchos de que la lógica que se sigue es injusta.

''Pasen la factura''

''La crisis la causaron los bancos y los mercados financieros'', sostuvo Ronald Janssen, de la Confederación Europea de Sindicatos. ''Los gobiernos intervinieron y, utilizando el modelo social europeo, salvaron a la economía y a los bancos del colapso total''.

''Y ahora son los mismos bancos y los mismos mercados financieros que le dicen a los gobiernos: 'Ahora que nos salvaron, pasen la factura a los trabajadores y a los ciudadanos de a pie''', agregó.

Cuando Lacomblez reflexiona sobre el futuro, su mente parece lejos de la paz que inspiran sus conciertos de música clásica.

''El problema es el clima social'', señala. ''Lo que me da miedo, por mis hijos realmente, es la violencia y el mundo en que viven''.


Los bancos se quedan en España con una media de 25.000 casas cada trimestre
por impagos de hipotecas

Doscientas mil familias pierden sus viviendas

Por Fernando Vicente Sevilla
Público.es, 17/10/10

Apenas se las ve, pero ya suman cientos de miles los hogares que han perdido su sueño. Eran los protagonistas de la España de los propietarios millonarios, que, en apenas dos años, se han convertido en familias sin casa y, peor todavía, endeudadas de por vida con el banco. Son los desahuciados, los 203.980 hogares a los que, desde el 1 de enero de 2008 y hasta el 30 de junio de este año, el banco o la caja de ahorros les ha ejecutado la hipoteca a través de un proceso judicial que, en la gran mayoría de los casos, no ha servido a los deudores para quedar en paz con la entidad financiera.

"La vivienda se adjudica en subasta, muchas veces al propio banco, pero la tasación de la vivienda ni siquiera cubre el importe del préstamo, y la gente se queda sin casa y debiendo todavía al banco hasta el 40% del crédito. Así es imposible levantar cabeza", asegura José Carlos Coutiño. Como responsable del departamento Jurídico de la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA), Coutiño lleva meses intentando ayudar a muchas de esas familias a las que las autoridades no quieren ver.

El que pierde la casa prefiere no contarlo y los demás no queremos verlo. Menos aún si se es político. "Ya es un problema de dimensiones sociológicas, y en España, al contrario que en Estados Unidos, Reino Unido o incluso Irlanda, además de echarlos de la casa se les sigue persiguiendo, pero parece que a los políticos no les afecta", protesta el economista especializado en temas inmobiliarios Julio Rodríguez.

Para él, lo más escandaloso es que las entidades, cuando ya sabían la que se avecinaba, "se limitaron a pedir más a la gente. No se conformaron y siguieron dando, pero exigiendo garantías adicionales, que no eran sino llamar a los padres que tenían su casa pagada para pedirles avales. Y ahora hay auténticos dramas, en los que los hijos se quedan sin casa y la madre va al asilo". "El asalto más fuerte coincide Rodríguez con Coutiño es que no hay manera de que los bancos bajen el precio de la vivienda, pero al hipotecado se le impone un precio, fijado por una tasadora de la entidad, para el que hay toda la flexibilidad a la baja. Es el que amarga al desahuciado y lo endeuda para toda la vida".

Tras su paso por las presidencias del Banco Hipotecario y de Caja Granada, sabe de lo que habla. De hecho, la mayor de todas las tasadoras, Tinsa, es propiedad de las cajas de ahorro, y él, como presidente de la caja andaluza, fue miembro durante años de su consejo de administración. Pero tasadoras y entidades niegan que se estén infratasando los inmuebles que llegan a las subastas judiciales tras haberse dejado de pagar una hipoteca. "¿Eso qué significa?, ¿que si no fuera un embargo la tasación sería más alta?, responde incómodo el director de márketing de Tinsa, Raul García: "No es cierto que antes se sobretasara y ahora al contrario. Lo que pasa es que antes las viviendas valían más y ahora valen menos". Tampoco los bancos lo reconocen. La portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB) asegura rotunda que "los bancos tienen buenas prácticas".

Constantes visitas al banco

Víctor Manuel Adriano Escudero es un ecuatoriano de 54 años que lleva 12 en España, el último con constantes visitas a una sucursal madrileña de Banesto. El 14 de septiembre de 2007, cuando la crisis ya asomaba orejas, hocico y hasta el rabo, el banco le concedió un crédito a él, su mujer, y dos de sus hijos, para que se compraran una vivienda en el municipio toledano de Yuncos por la que pagó 234.394,70 euros. Con unos intereses ordinarios del 8,45%, tenía 27 años para devolverlo con los ingresos de su pequeña empresa de construcción, que daba de comer a otros 18 empleados. Pero llegó la crisis y no pudo pagar. Pidió una reducción de su cuota de 1.200 euros a cambio de un alargamiento en el plazo. Tampoco así consiguió seguir al día. "He ido tantas veces al banco, pero ¡no hay manera¡", explica. Al final, con unos intereses de demora del 20,5%, su deuda total ascendía a 375.000 euros, según las cuentas que le envió por correo electrónico el "Gestor de Recuperaciones Hipotecarias" del banco.

En esa misiva, le propuso una operación de dación en pago por la que, a cambio de la vivienda, la entidad le reducía algo su deuda. Así, tras tasarla en 188.100 euros (un 20% menos de lo que costó), aún le quedarían otros 187.800 euros por pagar. El banco se mostró comprensivo y en el documento añadió una quita de 75.000 euros: "Esto es lo que el banco os perdona", dice textualmente el correo, que fija la "deuda final entre 100.000 y 110.000 euros". En Banesto responden con un "no hablamos de casos de clientes particulares", y sobre el mecanismo, que no pueden "hablar en general sin conocer los casos".

40.000 entregas de viviendas

Fernando Herrero, secretario general de la asociación de usuarios de banca ADICAE, que asesora a Víctor, sí explica la importancia que está adquiriendo esta práctica de quedarse la casa sin que se liquide la deuda: "Calculamos que el año pasado hubo más de 40.000 daciones, que no son sino desahucios sin control judicial que se deben sumar a las 90.000 ejecuciones". Y añade otro dato: entre 2004 y 2008 se constituyeron en España casi seis millones de hipotecas, de las que el 40% tiene hoy un valor de tasación por debajo del préstamo concedido.

"Las autoridades podrían por lo menos reconocer este problema", pide Julio Rodríguez, y Herrero añade que "se está ocultando una situación dramática porque se pretende que el ciudadano pague esta situación derivada de años de libertinaje en la concesión de créditos". Mientras, las ejecuciones siguen creciendo.