Gran Bretaña

Algo está pasando en el Reino Unido

Las universidades británicas en lucha por su futuro

Por Daniel Mourenza (*)
Rebelión, 26/11/10 y 02/12/10

Primera parte (26/11/10) – Algo está pasando en el Reino Unido

Algo está pasando en el Reino Unido. Algo que tiene que ver directamente con el futuro de la Universidad. El pasado 10 de noviembre, unas 50.000 personas, entre estudiantes y profesorado, se manifestaron en Londres. El 24 de noviembre, las movilizaciones tuvieron lugar en diferentes puntos del país y desembocaron en las ocupaciones de algunos centros. Cabe decir que el movimiento universitario en el Reino Unido no es un movimiento muy experimentado. De hecho, aparte de las movilizaciones en contra de la guerra, no se recuerdan movilizaciones estudiantiles similares a las de los últimos días desde la era de Thatcher. Por tanto, estas jornadas de protesta que se están sucediendo en los últimos días por todo el país marcan una nueva y excepcional etapa en la vida universitaria británica, que teme realmente por su futuro. ¿Pero por qué protestan estudiantes y profesores universitarios? Las razones son más que contundentes.

El Reino Unido es un caso más, y no menor, de los cambios que se están produciendo en toda Europa en la Educación Superior. La incertidumbre y el malestar sobre lo que podía pasar con las universidades británicas era un sentimiento que se vivía ya el año pasado, cuando todavía estaba Gordon Brown en el poder. Los recortes en Educación eran ya algo anunciado. El cambio de gobierno no hizo sino acelerar (y agravar) la situación. Meses después de la llegada al poder de la coalición entre Conservadores y Liberal–Demócratas, los planes se hicieron públicos, pese a que Nick Clegg, líder de los Lib–Dem y actual Viceprimer Ministro prometió en la campaña electoral que no haría recortes en Educación. A partir de la publicación del informe “Independent Review of Higher Education Funding and Student Finance” el pasado 12 de octubre, más conocido como Browne Review (ya que está redactado por Lord John Browne, Baron of Madigley y antiguo presidente ejecutivo de BP, entre muchos otros cargos), se ha planteado que el presupuesto dedicado a las Universidades debe afrontar una bajada que puede llegar hasta el 80%. El presupuesto de las universidades puede bajar de los actuales 3.500 millones de libras hasta los 700 millones. El presupuesto para la investigación puede bajar también en un millón de libras.

Pero estas medidas no vienen solas. A la vez se planea que las matrículas universitarias pasen de las 3.290£ por año que cuestan actualmente hasta una cifra que puede llegar según algunos cálculos a ser de entre 7.000 y 9.000£. La cifra actual es, en efecto, suficientemente elevada. ¿Cómo pueden permitírsela entonces los estudiantes británicos? Lo hacen principalmente a través de préstamos. Fue en el 1998, con el gobierno de Tony Blair, cuando los estudiantes no sólo tuvieron que empezar a pagar una matrícula de 1.000£ por año, sino que también se suprimió el sistema de becas y se potenció el sistema de préstamos, que ya existía, pero con una inversión inferior. En 2004, la matrícula subió hasta unas 3.000£. Los préstamos son, por tanto, una necesidad para completar los estudios para más de un millón de personas.

Actualmente los préstamos los da el Gobierno a través de la Students Loan Company (SLC), que se trata por lo menos de un ente público. Los préstamos deben ser devueltos por el estudiante con un bajo interés en un plazo de sesenta mensualidades a partir de cuando empiezan a cobrar una cantidad de alrededor de 15.000£ por año. Lord Browne, en su enorme bondad y profundo conocimiento de las clases populares, ha matizado que ahora no tendrán que empezar a pagar hasta que no lleguen a un sueldo de 21.000£ al año. Claro está que la deuda será mucho mayor.

El mecanismo de cómo ven que debe funcionar la Universidad no nos es ajeno. La reducción de dinero público destinado al presupuesto universitario se ve compensado por la enorme subida de las matriculas. Éstas pasan a ser la fuente principal de financiación de la Universidad, lo que deja, por supuesto, en una situación muy precaria a la Universidad. Cuando se dice en el Browne Review que todos los programas universitarios menos Medicina, Ciencias, Ingeniería y Lenguas Modernas podrían dejar de recibir dinero público se está diciendo, obviamente, que las demás carreras deberán buscarse la vida para poder subsistir.

Por un lado deberán hacer frente a los costes con el dinero de las matriculas de los estudiantes, lo que pese a su incremento deja un margen poco amplio para que los diferentes departamentos puedan conseguir un buen funcionamiento.

¿Por el otro? Algo que ya venimos anunciando desde hace años: la Educación Superior deberá supeditarse a la lógica del mercado, es decir, ‘si no hace dinero, no es importante.’ La plataforma University of Leeds Against Cuts pone un ejemplo que nos es conocido, si bien con otros nombres. Esta vez se trata de un ejemplo claro, conciso y real, que se va a llevar a cabo en breve. La Universidad de Bradford ha anunciado recientemente un programa de grado ‘Morrisons’ (importante cadena de supermercados en el norte de Inglaterra, con base en esta ciudad de Yorkshire), que promete que tendrás “una gran carrera en los supermercados, gracias a una carrera de supermercados.”

Otra vez el sempiterno truco de hacer pensar que la responsabilidad que la Universidad tiene con la Sociedad es la de beneficiar directamente a las empresas y no la de generar conocimiento y un espíritu crítico e independiente. El espíritu que guía sin embargo al Browne Review y a todos los cambios que se están produciendo actualmente en la Educación Superior es el de alejar la Universidad del sistema público y acercarlo a los intereses privados.

Algo que cuadra perfectamente con el informe “Estrategia Universidad 2015: La gobernanza de la universidad y sus entidades de investigación en innovación” en España, firmado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo, presidida por la señora Ana Patricia Botín, que llega a afirmar que el rector no tiene por qué ser un académico, sino por ejemplo un hombre de negocios, lo que agilizaría el funcionamiento de la Universidad (aparte de privatizar todos los sistemas de gestión dentro de las universidades, claro).

Las reformas que se espera se lleven a cabo en Educación en el Reino Unido significan, entre otras cosas, la posible pérdida de hasta 200.000 puestos de trabajo, tal y como anuncia el sindicato universitario UCU. Por otra parte, un 40% de los estudiantes del equivalente a Bachillerato en el Reino Unido dicen que si salen adelante las medidas que propone el Browne Review reconsiderarán si ir a la Universidad, según publica The Guardian.

Estas medidas han sacado a la clase universitaria a la calle. El 10 de noviembre se produjo una de las manifestaciones más numerosas que se recuerdan en el país en los últimos años. Unas 50.000 personas acudieron a la convocatoria de la National Union of Students (NUS) y la University and College Union (UCU) a marchar por las calles de Londres. Estudiantes y profesores de todos los puntos del país llegaron a la capital para protestar contra las reformas que pretender minar el sistema público universitario británico, que podría llegar a convertirse en el más caro de todo el mundo si se hacen realidad las medidas anunciadas. La enorme afluencia desbordó las expectativas de la organización, lo que provocó que la manifestación se dividiera y se dirigiera a diferentes objetivos. Una de las facciones fue a parar a la Millbank Tower, donde el Partido Conservador tiene su sede central. Unas pocas personas provocaron actos de violencia, rompiendo los cristales, destrozando el mobiliario y “ocupando” el edificio. Mientras tanto, unas dos mil personas se concentraban pacíficamente fuera lanzando cánticos contra los tories. Por supuesto, esto fue aprovechado por la mayoría de medios para tildar esta protesta de violenta y para eclipsar el contenido real de la movilización.

El 24 de noviembre los estudiantes volvieron a salir a la calle . Esta vez en diferentes puntos del país. Se calcula que hasta unas 130.000 personas salieron a la calle para continuar con las movilizaciones que empezaron el día 10 de noviembre y que no dan viso de parar en los próximos meses. Esta movilización no fue convocada por la NUS, tildada generalmente de institucionalista, sino que fue promovida por las diferentes plataformas y asambleas que participan bajo la National Campaign Against Fees and Cuts .

La jornada transcurrió bajo un intenso y saludable clima de protesta entre unos estudiantes que, se nota, son nuevos en esto de las movilizaciones estudiantiles. Lejos de ser negativo, viejas controversias se dejan de lado para unir a estudiantes de todo tipo. Además, este clima generó un profundo ingenio a la hora de inventar algunos de los lemas y carteles que los estudiantes confeccionaban a lo largo de las marchas, si bien hay una falta de cierta conciencia política. No obstante, sigue habiendo muchos estudiantes que parece que esto no les comprometa (de hecho, el incremento de la matrícula no afectaría a los estudiantes que ya han comenzado su grado, aunque los recortes los notarán directamente en la calidad de la educación que reciben).

Los únicos incidentes ocurrieron en Londres, en donde unos 4.000 protestantes fueron acordonados por la policía en Whitehall, frente al Parlamento y Downing Street, donde estuvieron retenidos durante horas en contra de su voluntad. Sin embargo, la nota dominante en los diferentes puntos del país fue la de seguir con las movilizaciones a través de la ocupación de algunos centros en diferentes universidades.

Así, se ocuparon algunos espacios en universidades tan importantes como la UCL, la London South Bank University, Oxford, Warwick, Manchester Metropolitan o la University of Leeds. En estas ocupaciones se intenta crear un espacio de debate, de participación estudiantil y sirve como medida de presión a las diferentes universidades para oponerse a los recortes que el Gobierno quiere llevar a cabo.

En la Universidad de Leeds, estas jornadas de lucha se completan con el programa “Really Open University” y bajo el slogan de “Reimagina la Universidad”, en el que se están realizando varios talleres como alternativa a una Universidad cada vez más mercantilizada. La ocupación del Rupert Beckett Theatre, una de las salas más importantes de la universidad, sirve como centro neurálgico de la ocupación, en donde los estudiantes se reúnen para decidir cuáles van a ser los próximos pasos en la lucha. De momento, ya hay anunciada una nueva movilización en todo el país para el próximo martes día 30 de noviembre.

Segunda parte (02/12/10) – Los estudiantes siguen con las ocupaciones y las movilizaciones, pese al frío y los obstáculos policiales

Las universidades británicas han continuado con las movilizaciones durante esta semana. El 30 de noviembre fue el tercer día de acciones a nivel nacional en el Reino Unido, después de la gran manifestación del 10 de noviembre en Londres y de las diferentes movilizaciones que se vivieron el 24. De hecho, doce universidades han seguido ocupadas desde el miércoles de la semana pasada y allí no ha cesado en ningún momento la actividad. Las siguientes grandes movilizaciones se están planeando para el 9 o el 11 de diciembre, coincidiendo con la votación en el Parlamento sobre la subida de las matriculas universitarias, que podían alcanzar las 9.000 libras, y que se rumorea se llevará a cabo a mediados de diciembre.

La aprobación de estas medidas no está clara, ya que los Liberales–Demócratas, que gobiernan en coalición con los Conservadores, han protagonizado diversos vaivenes entorno a su posición. Si en la campaña electoral, Nick Clegg, líder de los Lib–Dem prometió no hacer ningún recorte en Educación , meses después se desdijo y declaró que a veces no se puede controlar lo prometido, pasando a defender los enormes recortes en presupuesto educativo, así como la subida de los precios de las matrículas. Un día antes de esta última movilización, envió una carta a Aaron Porter, presidente de la National Union of Students, diciéndole que los estudiantes no habían entendido bien las propuestas y que la subida del precio de las matrículas no iba a privar a ningún estudiante de acceder a la Universidad. Porter le respondió acusándolo de “traidor”, ya que no sólo no vota en contra de subir las matrículas como prometió, sino que ahora que forma parte de la coalición de gobierno las quiere además triplicar. Dentro de las filas de los Liberales–Demócratas, hay 104 antiguos parlamentarios que han firmado una petición para que el partido mantenga su propuesta electoral y no vote a favor de las medidas que el Gobierno quiere llevar a cabo en Educación . Entre las personas a las que iba destinada esta petición esta Vince Cable, actual Secretario de Estado de Universidades, quien ha dicho que está dispuesto a abstenerse en la votación para respetar la unidad del partid.

Mientras tanto, los estudiantes siguen en pie de guerra. A los universitarios se les ha sumado una parte de los estudiantes de instituto, que ven cómo estas medidas pueden afectar directamente a su futuro. No sólo en cuanto a su acceso a la Universidad, sino también por la supresión del EMA (Education Maintenance Allowance), una beca que reciben estudiantes de entre 16 y 18 años para seguir estudiando más allá de la educación obligatoria . Con esta ayuda, reciben una cantidad de unas 10 ó 30 libras por semana. Es además un tipo de beca que va destinada a las personas con menos ingresos económicos y que generalmente se centra en las áreas económicamente más desfavorecidas. El curso pasado unas 635.000 personas se beneficiaron de esta ayuda. Su supresión podría significar que gran parte de las clases bajas del Reino Unido no puedan aspirar a la Educación Superior .

En la ocupación de la Universidad de Leeds, un grupo de adolescentes de un instituto de la ciudad explicaba cómo habían movilizado a todo su centro para que acudieran a las manifestaciones. Ésta también era su lucha porque, como decían, a ellos también les gustaría poder ir algún día a la Universidad. Todo el auditorio del Rupert Beckett Theatre recibió su discurso con aplausos. Más tarde, Malcolm Povey, presidente de la delegación del sindicato UCU en Leeds, proclamaba lo orgulloso que estaba de la acción que los estudiantes estaban llevando a cabo, un sentimiento que repitieron todos los oradores de cierta edad que tomaron la palabra en la asamblea general que se celebró en el espacio ocupado. “You are about the change. You are about the future” (“Vosotros sois el cambio, sois el futuro”), espetó Povey. El sindicato de profesores de Educación Superior UCU, mayoritario en las universidades británicas, está apoyando todas las movilizaciones de los estudiantes, sin embargo no ha tomado todavía medidas directas que llamen a sus afiliados a la movilización (aparte de convocarles a la gran marcha del 10 de noviembre en Londres).

Se ha anunciado, no obstante, que en enero posiblemente convocarán huelgas en todos los centros del país. Esta acción parece ser más que urgente y enero puede ser demasiado tarde.

Las medidas se votarán en el Parlamento probablemente en diciembre y la única medida que puede paralizar la Universidad sería una huelga general de los profesores y el personal de administración y servicios. Por eso, es más que necesario que este tipo de acciones lleguen cuanto antes. La NUS, que a partir de los altercados en Millbank, la sede central del Partido Conservador, se había mantenido al margen de las movilizaciones estudiantiles, está comenzando a dar apoyo a todas las acciones estudiantiles, tanto manifestaciones como ocupaciones. Aunque parece que se ha conseguido una unidad entre profesores y estudiantes, es la National Campaign Against Cuts and Fees (Campaña Nacional Contra los Recortes y las Tasas) la que está llevando el peso de las movilizaciones en todo el país.

Bajo esta convocatoria, las manifestaciones del 30 de noviembre volvieron a sacar a los estudiantes a la calle por toda la geografía británica . Y esta vez con un frio helador. En Leeds, bajo una temperatura de unos dos grados bajo cero y las calles cubiertas de nieve (no ha parado de nevar en una semana, algo nada habitual por estas fechas), la pancarta más acertada parecía ser una que rezaba: “Capitalismo quiere decir crisis y caos climático”. Las manifestaciones han sido realmente menos numerosas que las dos anteriores, pero eso no ha sido óbice para que los habituales hayan protestado más alto que nunca. Se respiraba además un ambiente enrarecido hacia la policía. Una estrategia policial parece haberse puesto de moda, el ‘kettle’, un tipo de cordón policial para cerrar a los protestantes durante un tiempo indefinido en un espacio sin que puedan salir de éste . Es lo que pasó el miércoles pasado en Londres en Whitehall, en donde los manifestantes estuvieron retenidos durante hasta siete horas. De cara a esta nueva jornada de movilización nacional se explicaba a todos los manifestantes, mediante videos o panfletos, cómo comportarse ante posibles ‘kettles’ organizados por la policía.

En la ocupación de la UCL, en el céntrico barrio londinense de Bloomsbury, un abogado dio también una charla sobre los derechos legales de los manifestantes ante acciones como las que realizó la policía el miércoles pasado. Un estudiante entrevistado por The Guardian expresaba como el ‘kettling’ debe ser considerado una forma de violencia, incluso si no supone contacto corporal, porque se está reteniendo a alguien en contra de su voluntad, lo que se agrava con las temperaturas que se están soportando estos días. Las marchas que tuvieron lugar por todo el país transcurrieron con normalidad, excepto por algunos enfrentamientos que se dieron entre la policía y los manifestantes en Trafalgar Square, cuando se intentaba desalojar a los protestantes al final de la manifestación.

Esta acción se saldó con 146 detenidos, de los 153 en total que hubo en la capital londinense al cabo de la jornada de protestas. Momentos antes, también se habían vivido momentos de pánico cuando unos 4.000 estudiantes que marchaban hacia las Casas del Parlamento trataron de eludir un supuesto ‘kettle’ de la policía, algo que ocurrió también en otros puntos del país. En Birmingham, en Oxford y en Lewisham (Sur de Londres), se ocuparon temporalmente los ayuntamientos. El balance al final de la jornada fue de 32 edificios ocupados. Las movilizaciones prometen seguir en los centros educativos.

El debate, aunque tampoco es generalizado en todas las aulas, se está dando entre profesores, estudiantes y otros miembros de la comunidad educativa. Son conscientes de que esta lucha no es algo que incumba solamente a la Universidad, sino que son medidas que están afectando a todos los servicios públicos y que amenazan con desmantelar el Estado del Bienestar . Es una lucha además que tampoco se reduce al Reino Unido.

Las luchas que se están viviendo en Italia estos días resuenan habitualmente en los centros ocupados, así como las medidas que se están poniendo en práctica contra la Educación Publica en Grecia y, en general, en todos los países de la Unión Europea. Estas luchas son el único método que queda a la población británica para defender su futuro, para poder controlarlo.

La decisión de lo que puede pasar parece recaer sin embargo en unas personas que no sienten ninguna responsabilidad hacia las personas para las que gobiernan y de las que recibieron su voto. La democracia liberal ha demostrado su ineptitud a la hora de representar los intereses de la clase mayoritaria, la clase obrera. Por aquí es donde hay que atacarla. Y la única manera de hacerlo es saliendo a la calle. Los estudiantes lo harán, a pesar de la nieve…