Portugal

Sin otra salida, Portugal solicita rescate a la UE

Por Patricia Kowsmann y Charles Forelle
Wall Street Journal, 07/04/11

Lisboa.– Portugal, que se está quedando sin dinero y anda a la deriva en medio de una crisis política, pidió formalmente el miércoles un rescate financiero de la Unión Europea, convirtiéndose en el tercero de los 17 países que integran la eurozona en recurrir a sus pares en busca de ayuda.

El pedido, que se hizo en horas avanzadas del miércoles, es un momento humillante para Portugal, pero era inevitable. El país ha tenido dificultades para recaudar efectivo en los cautelosos mercados financieros y sus déficits persistentes están drenando las arcas estatales.

Hace dos semanas, el gobierno del primer ministro José Sócrates se desmoronó después de que su último intento por controlar el presupuesto de Portugal fue rechazado por el parlamento. Sócrates se había rehusado con tenacidad a solicitar un rescate financiero.

El miércoles, el jefe del gobierno dijo que el país no tenía opción. "Es hora de asumir la responsabilidad", afirmó en un mensaje televisivo. "Es en nombre del interés nacional que le digo al pueblo portugués que tenemos que tomar esta medida".

El pedido de rescate financiero pone a Portugal en una posición difícil: Sócrates saldrá del poder tras las elecciones a comienzos de junio. No está claro cómo se negociará el paquete de ayuda. En una muestra de unidad, el principal líder de la oposición, Pedro Passos Coelho, dijo que su partido respaldaba completamente la solicitud de ayuda.

Es improbable que Portugal eluda por completo el recorte presupuestario rechazado por su parlamento.

Como precio de un rescate, la UE exigirá significativas medidas de austeridad.

La EU procesará la solicitud de rescate lo más pronto posible, dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. En una declaración, el funcionario "reafirmó" su confianza en "la capacidad de Portugal de superar las actuales dificultades".

El rescate de Portugal también será una prueba clave de la respuesta más robusta de Europa a la crisis de deuda soberana. El año pasado, los líderes europeos vacilaron durante meses antes de intervenir para salvar a Grecia con un paquete de 110.000 millones de euros, que incluyó un aporte del Fondo Monetario Internacional.

Buena parte de los últimos meses se ha consagrado a convencer a los inversionistas de que los países de la UE podían unir fuerzas rápidamente si volvía a asormarse una nueva crisis. Se creó un fondo de rescate temporal y se creará uno permanente en 2013.

Cuando resurgió la crisis a fines del año pasado en Irlanda, la maquinaria de rescate funcionó relativamente bien. Nuevamente con ayuda del FMI, Irlanda recibió 67.500 millones de euros, parte de ello proveniente del nuevo fondo de la UE.

Como cosecuencia, España, a la que el mercado trataba de manera similar a Portugal (aunque no con igual severidad), ha tenido un desempeño relativamente bueno. A medida que la crisis se intensificó en Portugal, los inversionistas se libraron de deuda portuguesa pero conservaron la española.

Portugal no tenía más remedio que buscar ayuda. Sus reservas de efectivo, de 2.000 millones de euros al comienzo del año, están peligrosamente bajas. El 15 de abril tiene que pagar 4.200 millones de euros a inversionistas de quienes tomó prestado en 2005.

El gobierno parece tener suficiente dinero para hacer este pago, pero no suficiente para uno de 4.900 millones de euros que se vence el 15 de junio.

Una opción hubiera sido aguantar hasta las elecciones del 5 de junio recaudando dinero reiteradamente con la venta de pagarés del Tesoro a corto plazo, una medida transitoria que ya no podía continuar.

Ello quedó claro en una subasta de deuda portuguesa el miércoles: vendió 1.000 millones de euros en bonos del Tesoro a 6 y 12 meses, pero pagó un precio astronómicamente alto.


Uno de los analistas de referencia del rotativo cree que el endeudamiento privado y
los problemas del 'ladrillo' causarán el rescate

El Financial Times vaticina la caída de España

El País, 11/04/11

Si bien hace una semana el Financial Times alababa en un editorial las reformas de España y la distanciaba de los tres países que han pedido hasta ahora un rescate financiero, hoy uno de los principales columnistas del rotativo económico liberal por excelencia, Wolgang Munchau, se desmarca de la opinión del periódico y vaticina que el Estado español acabará pidiendo la ayuda de la Unión Europea y el FMI.

El analista considera que el alto endeudamiento privado español, equivalente al 170% del PIB, unido al riesgo de mayores caídas en el valor de los activos inmobiliarios y la elevada exposición a los mismos de las entidades financieras, obligarán a España a seguir los pasos de Grecia, de Irlanda y de Portugal, el último en ceder a la presión de los mercados y solicitar un multimillonario préstamo al fondo de rescate comunitario.

"La buena buena noticia es que incluso en el peor de los escenarios España sería solvente", dice el periodista del diario británico sobre el sector público –que tiene una deuda del 62% del PIB–, para a continuación referirse a la deuda privada como "insostenible".

La reciente subida de los tipos de interés del Banco Central Europeo y, sobre todo, los más que probables nuevos incrementos de los próximos años, serán también una piedra muy pesada en el camino de la recuperación española, según Munchau. La tendencia de estabilizar los precios que podría situar los tipos en el 2% en 2012 y el 3% e 2013, "tendrá consecuencias negativas para España" porque además del impacto directo en el crecimiento, afectará al mercado inmobialirio del país, apunta el periodista en su columna de hoy.

"España tenía una burbuja inmobiliaria extrema antes de la crisis y, a diferencia de otros países como EE UU o Irlanda, los precios solo han bajado moderadamente", afirma Munchau, quien pronostica que la vivienda todavía ha de bajar un 40% y señala que en el país hay alrededor de un millón de casas vacías.

El autor cree que los descensos de los precios que están por venir se deben a la recesión de la que apenas ha empezado a salir España, un elevado desempleo, un débil sector financiero, mayores precios del petróleo y tipos de interés al alza. Esa caída de los precios y el encarecimiento de las hipotecas provocarán que aumenten los desahucios y la tasa de morosidad y eso afectará al balance de las entidades, sobre todo de las cajas, asegura Munchau.

El autor piensa que las estimaciones del Gobierno sobre las necesidades de recapitalización de las cajas (menos de 20.000 millones de euros) son "poco convincentes" y juzga más acertadas las de otras instituciones que han hablado de entre 50.000 y 100.000 millones: unas previsiones echas sobre escenarios económicos de estrés mezclados con los reales que tuvo en cuenta el Banco de España.

"Si mi corazonada es correcta, el sector financiero español necesitará más capital de lo previsto". "La combinación de un elevado endeudadamiento exterior, junto a la fragilidad del sector financiero y el riesgo de nuevas caídas del valor de los activos incrementan la probabilidad de que se produzca una fuerte restricción de fondos que acabe convirtiendo a España en el siguiente país de la eurozona forzado a buscar el rescate por parte de sus socios y el FMI", concluye el columnista.


In Portugal Crisis, Worries on Europe’s “Debt Trap”

By Steven Erlanger
New York Times, April 8, 2011

Paris.– For the third time in a year the European Union is going through the same ritual, bailing out another insolvent country. Portugal now follows Greece and Ireland to the European welfare office to ask for new loans on the condition of ever more drastic spending cuts.

So far the markets have taken Europe’s third successive sovereign financial crisis in stride. But many economists are a good deal more alarmed, most notably because the bailout formula European leaders keep applying to their most indebted member nations shows no signs of working.

Greece, Ireland and now almost certainly Portugal have access to hundreds of billions of dollars in emergency European aid to help them avoid defaulting on their debt. But the aid is really just more loans, and the interest rates the countries are paying, if a little lower than what the private market would charge, are still crushingly high. Their pile of debt gets bigger with every passing day.

Moreover, the price of these loans has been a commitment to slash government spending far more drastically than domestic leaders would have the desire or the political power to accomplish on their own. And for countries that depend a good deal on government spending to generate growth, rapid decreases in spending have meant sustained economic stagnation or outright recession, making every dollar of debt that much harder to pay back.

Economists call this “the debt trap.” Escape from the trap generally requires devaluation of the currency, which cannot happen among countries that use the euro as their common currency, or strong economic growth, which none of the three have, or some kind of bankruptcy process, which all three forswear. Add to that the likelihood that all three countries will continue to have unstable governments until they figure a way out, and Europe’s financial crisis has no end in sight.

“What has been missing, in the debate about how countries can restore their finances to some kind of sustainability, is the limit of how much they can cut in a period of austerity,” said Simon Tilford, chief economist for the Center for European Reform in London. “There is a limit of how much any government can cut back spending and survive politically unless there is a light at the end of the tunnel, a route back to economic growth.”

The problems of the weaker countries are not just sovereign debt, but also lack of competitiveness, both in Europe and the larger world. Without the nations’ restoring competitiveness and selling more goods abroad, which can come only through a longer–term process of reducing wages and taxes to spur private sector investment, economists are not optimistic about prospects for new growth soon.

The crisis in Portugal also raises new questions about whether the European Union will come to grips with the other side of its crisis: the banks. Banks in well–off countries like Germany, France and the Netherlands, as well as Britain, hold a lot of Greek, Portuguese and Irish debt. And if these countries cannot pay their debts, they would have to reschedule them, reduce them or default, causing a major banking crisis in the rest of Europe.

That reckoning would require governments to ask their taxpayers to recapitalize the banks, which is exactly what political leaders are afraid to do.

“We have a banking crisis interwoven with a sovereign debt crisis,” Mr. Tilford said. “Europe needs to address both, and it needs to acknowledge that the banking sectors of creditor countries – especially Germany – are not now in a position to handle restructuring and default, and that governments will have to pump money into the banks to recapitalize them.”

In essence, Mr. Tilford said, it is the taxpayers of Greece, Ireland and Portugal who are bailing out German, French and British taxpayers and depositors – not the other way around. The indebted countries are not really getting bailouts, he said, “but loans at high interest rates.” For there to be a real bailout, he said, there would have to be a default.

António Nogueira Leite, a former Portuguese secretary of the treasury and an adviser to the center–right opposition, said that the bailout packages “don’t really take into account the arithmetic of the debt.” The experiences of Greece and Ireland show, he said, “that once austerity sets in, the country doesn’t generate the means to be able to pay for the already incurred debt.”

The Economist this week, in an article about Greece’s problems, said, “The international plan to rescue Greece is instead starting to paralyze it.”

Of course the indebted countries have responsibility for their own dire straits. Greece lied about its statistics, Ireland decided to guarantee the enormous debts of its reckless banking sector and Portugal borrowed cheap money but did not restructure its economy. Still, Mr. Nogueira Leite said, “If you can’t devalue, and you say no restructuring of the debt, and say that the taxpayers of Germany must receive a risk premium in interest to loan to the peripheral countries, then it’s impossible to avoid the debt trap.”

Portugal is not in a great position to bargain, he said, but “we must fight to get as low an interest rate as possible, so we don’t end up like Greece and Ireland.”

Portugal’s decision to seek a bailout from the European Union was hardly unexpected, and funds had already been set aside to cover its needs. But the decision is also a marker about the political costs of austerity.

Portugal went to the European Union after the opposition refused to support the minority government’s fourth austerity package, and the government of José Sócrates, the Socialist prime minister, finally fell. Portuguese bankers also made it clear that they would no longer keep buying up Portuguese government debt, which was approaching junk status, even if they could offload it to the European Central Bank.

“The government had a cash problem, but was just kicking the can down the road,” said Ricardo Costa, deputy editor of the weekly newspaper Expresso.

He said that when the European Union failed to agree on more flexible measures to aid countries like Portugal – blocked in February by Germany and Finland – Mr. Sócrates “was alone against the markets.” Elections in June are likely to bring the center–right Social Democrats to power in a coalition.

They accept the need for cuts, but how they react to the bailout deal Mr. Sócrates will have to negotiate before then is complicated, Mr. Costa said.

Portuguese efforts to get a small “bridging loan” to get the country through the elections failed because the European Union has no such practice and no country would give a bilateral loan. So on Friday, in Hungary, European finance ministers said they would begin negotiations, together with the International Monetary Fund, for a roughly 80–billion–euro rescue package for Portugal with all political parties.

“If the opposition signs the package before elections, voters will say, ‘You’re the same, raising taxes, closing schools,”‘ Mr. Costa said.

“But our main problem is that we’re not growing enough; actually we’re not growing at all,” he said. “And if we don’t grow, we won’t get out of this problem in a decade.”

There are also fears about Spain, one of the largest economies in the euro zone, which has problems with bank debt, unemployment and bad mortgages that are still on the books after the construction bubble burst. If Spain needs a bailout, the euro will be in deep trouble because the rescue fund, the European Financial Stability Facility, is not big enough. On Friday, European officials insisted that the Portuguese bailout would reduce the risk to Spain.

The Spanish government has worked hard to pacify the markets by cutting spending, but its economy must also grow to convince markets that it can handle its debt. The austerity program already in place has made the Socialist prime minister, José Luis Rodríguez Zapatero, and his party so unpopular that he announced this week that he would not run again.


(*) Stephen Castle contributed reporting from Brussels.