Grecia

En calles y barrios de Atenas, ecos de la Argentina de 2001

Ante el ajuste, crece la tensión social y política

Por Luisa Corradini
Enviada especial
La Nación, 17/06/11

Atenas.- La imagen es recurrente: la zona que rodea la plaza Syntagma recuerda inevitablemente el viejo barrio del Once [de la ciudad de Buenos Aires]. Pero ahora la proximidad con Buenos Aires está más presente que nunca, porque la crisis griega evoca el clima de la tormenta económica que vivió la Argentina en 2001.

Como una remake de aquella crisis, centenares de personas caminaban ayer, después de medianoche, sin rumbo -con la mirada sumergida en la desazón de sus pensamientos-, por la plaza ubicada frente al Parlamento. Algunos exhibían carteles que proclamaban: "No pasarán", como la famosa consigna de los republicanos en la Guerra Civil Española, recientemente retomada por los "indignados" de Madrid y de Barcelona. Otras banderolas decían: "Que se vayan los ladrones".

Durante las manifestaciones de anteayer también se vieron pancartas que señalaban: "No debemos, no pagamos y no vendemos", una clara respuesta al plan de ajuste exigido por el FMI y la Unión Europea (UE).

Como en la Argentina hace una década, los manifestantes pedían a gritos "que se vayan ya", mientras las amas de casa efectuaban un vigoroso cacerolazo y los estudiantes hacían sonar pitos y tambores.

Con los auriculares en los oídos, los griegos seguían anoche desde la Plaza de la Constitución las transmisiones en directo sobre los esfuerzos del primer ministro, Georges Papandreu, para mantener en pie a su gobierno y la serie de reuniones que se realizaban en París, Berlín, Fráncfort (sede del BCE), Washington (sede del FMI) y Bruselas (sede de la UE) para poner en marcha el nuevo plan de salvataje para Grecia.

"Nadie se imagina hasta dónde estamos dispuestos a resistir", advirtió Athina Kretakis, una jubilada de 65 años que calcula haber perdido la mitad de su pensión.

En medio de la calurosa noche de Atenas, se respiraba una atmósfera política extremadamente pesada que arrastraba los peores presagios para el momento en que el Parlamento deba pronunciarse sobre el nuevo plan de ajuste. "Esto recién comienza", estimó Markos Andrealis, un ex empleado público que fue despedido después del ajuste adoptado en 2010 para responder al plan de rescate Grecia I: "Vamos a resistir -aseguró- porque no tenemos nada que perder".

Papandreu se encontraba ayer en una posición similar al equilibrista que camina por una delgada cuerda tendida sobre un abismo: ese delgado hilo salvador le permite huir de los animales feroces que lo persiguen, pero lo conduce a un territorio poblado de tribus salvajes.

Agotado por casi 20 horas de consultas y las fuertes dificultades para formar un gabinete, que debía ser anunciado anoche, el primer ministro optó por postergar hasta las 6 de hoy (las 3 en la Argentina) el anuncio sobre la composición de su nuevo gobierno, que prestará juramento cuatro horas después.

Hasta pasada la medianoche, en Atenas no se sabía aún si Papandreu había obtenido el acuerdo de la coalición de derecha Nueva Democracia para formar un gobierno de coalición, como les propuso anteayer al líder del partido rival, Antonis Samara, y a otros dirigentes del espectro parlamentario del país.

"Si tiene un plan para gobernar, no nos necesita. Si no lo tiene, debe renunciar, dejar el lugar libre y convocar a nuevas elecciones", había respondido Samara con un sorprendente gesto de soberbia en medio de la grave crisis que atraviesa el país.

La posible renuncia

La decisión de reorganizar su gobierno fue una apuesta crucial que hizo Papandreu porque puede hacerle perder el equilibrio y obligarlo a renunciar.

El primer ministro se vio obligado a adoptar esa decisión después de las manifestaciones y los violentos enfrentamientos ocurridos anteayer en el centro de la capital. Entre 20.000 y 40.000 personas se reunieron en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, para protestar contra el nuevo plan de austeridad exigido por la UE y el FMI, que prevé ahorros adicionales por valor de 40.000 millones de dólares de ahora a 2015, mediante la reducción de funcionarios públicos, aumentos de impuestos sobre gas, tabaco, patentes de vehículos, y recortes en los seguros de desempleo y de salud. Esas medidas afectarán a unos 800.000 griegos.

También aumentarán los gravámenes sobre los productos suntuarios y los signos exteriores de riqueza (barcos, piletas y vehículos de lujo) y recortes en ciertas categorías de pensiones y jubilaciones.

Además, se prevé privatizar o vender participaciones del Estado en una serie de empresas (puertos y aeropuertos, correos, electricidad y gas) para recaudar unos 71.000 millones de dólares, que se destinarán al pago de la deuda que se eleva a más de 500.000 millones de dólares.

Ese programa, que los griegos comparan con el drástico ajuste que conoció la Argentina durante la crisis de 2001, desencadenó una rebelión dentro del partido socialista (Pasok).

Dos diputados renunciaron en los últimos días y otros 35 amenazaron ayer con negarse a votar el plan de austeridad exigido por la UE y el FMI, y pidieron una reunión con Papandreu. El Pasok controla 155 de los 300 escaños del Parlamento. El primer ministro apeló a sus diputados a "mantener la unidad" en este "momento dramático".

Sin el apoyo de ese grupo, el gobierno de Papandreu puede caer en los próximos días, cuando el Parlamento deba pronunciarse sobre el plan de austeridad.

Si consigue escapar a las fieras y atravesar el precipicio, Papandreu deberá enfrentar otros desafíos igualmente importantes.

Ante la amenaza de un default griego, los mercados viven horas de extremo nerviosismo. "La situación es confusa. Grecia sigue encabezando la preocupación de los operadores. Como la situación es confusa, siempre está presente el peor de los escenarios", reconoció Patrick O'Hare, analista del sitio Briefing.com.

Ese extremo pesimismo propulsó los intereses sobre los CDS (seguros contra default) de la deuda griega al nivel récord de 18 por ciento.

Sarkozy y Merkel

Para tratar de superar esta dramática situación, hoy deben reunirse el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, a fin de conciliar las posiciones entre ambos países.

Alemania pretende, aunque cada vez con menos vigor, que el sector privado (bancos, fondos y compañías de seguros) participen en el plan de rescate Grecia II. El resultado de esas conversaciones incidirá en la decisiva reunión que mantendrán pasado mañana y el lunes los ministros de Finanzas de la eurozona con el FMI y el BCE para definir el plan de ayuda, que será del orden de los 156.000 millones de dólares.

Pero toda esa arquitectura depende, en gran medida, del nuevo gabinete que anuncie hoy Papandreu, del apoyo que obtenga en el Parlamento y -sobre todo- de la reacción de una opinión pública extremadamente excitada que parece firmemente resuelta a resistir.


En medio de huelgas y masivas protestas

No hay voluntad política para impulsar el ajuste y
las privatizaciones que exige la UE

Por Luisa Corradini
Enviada especial
La Nación, 21/07/11

Atenas.- Los griegos tienen un particular agradecimiento hacia Dominique Strauss-Kahn, el hombre que hizo posible que este país obtuviera el primer plan de rescate de 110.000 millones de euros hace un año.

Por estos días, sin embargo, la mayoría recuerda con ironía la célebre frase que solía utilizar el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) para convencer al resto del mundo: "These people are in deep shit" , que -elegantemente- podría traducirse como "esta gente está en un serio problema".

"Entre él y nosotros, ahora es difícil decidir quién se encuentra en peor situación", afirma el banquero de negocios Christos Giotopulos, que intenta en vano ocultar su preocupación.

Aterrado por las posibles consecuencias para su propio banco y para su país de un default -que la mayoría de políticos, economistas y hombres de negocio consideran inevitable-, Giotopulos hace una previsión de lo que podría suceder en los próximos días.

"Si el Parlamento rechaza el programa de austeridad que reclaman el FMI y la UE [ver aparte], el primer ministro Giorgos Papandreu tendrá que llamar a elecciones anticipadas, Grecia no recibirá la cuota de 12.000 millones de euros del primer plan de rescate que necesita en julio y será incapaz de pagar el próximo vencimiento de capital y los intereses de su deuda. El resto será una reacción en cadena que nos arrastrará a todos, eurozona incluida", afirma.

Esa bancarrota tendría naturalmente repercusiones dramáticas, sobre todo, para los ciudadanos griegos que perderían gran parte de sus economías.

Sin embargo, Giotopulos parecía ser el único afectado por el ultimátum lanzado ayer desde Luxemburgo por los ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE).

El resto de los griegos se encogía de hombros. "No somos nosotros los que estamos en deep shit . ¡Son los europeos!", precisa Costas Dimitris, sindicalista del poderoso sindicato del sector privado (GSEE), que ha convocado a una nueva huelga general de 48 horas para fin de mes.

"Grecia jamás podrá pagar esas cifras siderales y todo el mundo lo sabe. De modo que habrá que buscar la forma de resolver el problema a nivel del bloque. De lo contrario, nosotros iremos al default y Europa estallará", dice, con serenidad filosófica, mientras con la cuchara hace ochos en la espuma de su capuchino.

El argumento no es descabellado. En 2010, el PBI griego se contrajo 4,5% y debería retroceder un 3% suplementario en 2011, mientras que el desempleo supera el 15%, y la recaudación impositiva sigue siendo anémica. Resultado, el déficit se reduce, pero la deuda aumenta. Actualmente, se sitúa en cerca del 150% del PIB, nivel récord en la zona euro.

Sin voluntad política

La idea de que el problema no lo tiene Grecia, sino Europa, ha comenzado a abrirse camino en este fascinante país. Para aceptar un nuevo plan de rescate, la UE y el FMI exigen de Grecia que haga aún más concesiones de las que aceptó el año pasado. Ahora, Atenas deberá ahorrar por lo menos 78.000 millones de euros suplementarios.

Para lograrlo, tendrá que seguir recortando en forma drástica el número de sus empleados públicos -reemplazar sólo una de cada diez vacantes durante 2011-, mientras que la recaudación fiscal, así como el programa de privatizaciones por valor de 50.000 millones de euros probablemente deberán ser administrados por expertos extranjeros. Una exigencia difícil de hacer aceptar por los legisladores griegos.

Los griegos, los analistas y los líderes europeos afirman que Grecia se encuentra en esta situación debido a la ausencia de voluntad política para corregir los grandes males de esta caótica sociedad.

Cuando comenzó la crisis, en 2009, el gobierno del actual primer ministro cumplió con su obligación de hacer votar leyes que permitirían las reformas necesarias para obtener el primer plan de rescate. Quedaron, sin embargo, gran cantidad de áreas que debían ser implementadas por decretos ministeriales. Un año después, la mayor parte de esos decretos siguen durmiendo en los cajones de los ministerios.

"Cuando el año pasado se llevó a cabo la reducción de salarios del sector público, numerosos ministros dieron a sus empleados primas especiales sin informar al Ministerio de Finanzas", precisa Miranda Xafa, ex representante griega ante el FMI. "En otras palabras, los mismos ministros sabotearon el programa", agrega.

Lo mismo sucedió con el capítulo privatizaciones. Las promesas del primer ministro de desarrollar una economía verde quedaron en aguas de borrajas, manipuladas por responsables de distintos sectores gubernamentales.

Nada es fácil en Grecia. Por el bien del país, el primer ministro tuvo que proponerle cuatro veces a la oposición formar un gobierno de unidad nacional. La respuesta siempre fue la misma: "No".

Desde ayer, por ejemplo, el país está sometido a cortes esporádicos de electricidad decididos por el influyente sindicato de la empresa de electricidad estatal (DEI), que observa huelgas de 48 horas renovables, para protestar contra la privatización del grupo, prevista antes de 2012.

Costas Dimitris se vuelve a encoger de hombros. "La adversidad, mientras no haya muertos, siempre es aleatoria", sentencia.

¿Qué diría Pericles de todo esto? Más fácil es imaginar la reacción del extravagante Diógenes. Cuando el poderoso Alejandro Magno le pidió que lo escuchara, el padre de la escuela cínica le contestó desde su barril: "Córrete, que me tapas el sol".


Los griegos, entre el abismo y la esperanza de la "salida argentina"

Muchos opinan que declararse en default,
salir del euro y devaluar es la mejor opción

Por Luisa Corradini
Enviada especial
La Nación, 18/06/11

Atenas.- El modelo argentino no sólo inspira a los manifestantes griegos que se oponen al nuevo programa de ajuste que reclaman la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El espectro del default de 2001 sobrevuela también las reuniones de funcionarios europeos e incluso determina los brainstormings que organizan dirigentes de bancos y fondos especulativos en las grandes capitales financieras para estudiar las hipótesis que se abren si Grecia no puede (o no quiere) ser rescatada y cae en cesación de pagos.

No hay ninguna duda: los griegos no son alemanes. Desde hace 27 siglos que el pueblo que le dio la democracia al mundo piensa que el ciudadano tiene derecho a dar su opinión en la gestión del Estado.

Por esa razón, los 12 millones de griegos se niegan a aceptar el nuevo plan de rescate exigido por la UE y el FMI. Por una abrumadora mayoría del 80 por ciento, han decidido oponerse al nuevo programa de ajustes, privatizaciones y austeridad que propone el primer ministro Giorgios Papandreu.

Como en el ágora de hace 2700 años, centenares de atenienses se reunieron en la noche de ayer en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, para escuchar con calma y pasión los discursos de los oradores improvisados que repiten una y otra vez que "no pasarán" y, francamente, "que se vayan todos".

En el fondo, los griegos comienzan a preguntarse si no habrá otra forma más fácil y menos dolorosa de salir de este atolladero. E, inevitablemente, la experiencia argentina de hace diez años está cada vez más presente en la reflexión.

"Después de los terribles años del default durante los cuales la economía argentina se hundió en forma dramática, el país consiguió recuperarse fácilmente. No es lo que nos prometen nuestros socios de la UE y el FMI", proclamó a través de un megáfono Kostas Vatzisis, un sociólogo que desde hace 20 días -como su ancestro Diógenes en el barril- acampa en la plaza Syntagma. "Entre miseria sin salida y default con esperanza, ¿qué es mejor?", reflexionó.

A la luz de las previsiones del FMI, Vatzisis podría tener razón. Según el organismo internacional, la economía griega se habrá contraído el 9,3 por ciento desde 2008 a fines de este año. Y si bien el Fondo afirma que Grecia comenzará a salir del pozo el año que viene, las proyecciones anuncian un crecimiento anémico de alrededor del 2 por ciento anual. A ese ritmo, a fines de 2016, la economía griega habrá recuperado apenas los niveles de 2008.

La solución argentina

Ante esa perspectiva, los griegos bien podrían decidir que la solución argentina es la única posible. En otras palabras: salir del euro, declararse en default y devaluar. Y, a juzgar por la multiplicación de declaraciones alarmistas que formulan numerosos representantes del sector financiero, esa posibilidad parece ser tomada muy en serio por expertos y mercados.

Los expertos y analistas argumentan que ningún sector de la sociedad griega parece haber comprendido exactamente la gravedad de la situación. "La gente común no entiende lo que esto significa. No sólo para Grecia, sino para la economía mundial", afirmó Jan Randolph, director de Sovereing Risk Analysis de IHS Global Insight.

En Grecia -afirman los especialistas de Londres, Nueva York y Fráncfort-, el gobierno y la oposición se acusan mutuamente de obstaculizar una solución; los asalariados del sector privado responsabilizan a los empleados públicos, y éstos a los evasores fiscales, mientras que la mayoría de los griegos afirma que el verdadero problema son los políticos corruptos.

"Es difícil de creer que los griegos están haciendo todo este escándalo con la cantidad de dinero que les estamos ofreciendo", afirmó un agobiado responsable de un banco central europeo.

En un año, el gobierno redujo en un 20 por ciento los empleos públicos, elevó la edad de la jubilación de las mujeres, recortó las jubilaciones en más del 10 por ciento y congeló las contrataciones.

A pesar de todo, los problemas persisten. Según el Ministerio de Trabajo, el 25 por ciento de la economía del país opera en negro y las empresas públicas deficitarias le costaron al Estado 18.000 millones de dólares entre 2004 y 2009.

"El gran peligro para el nuevo plan de rescate son los mismos griegos", afirmó esta semana en una nota el banco J.P. Morgan.

Para los griegos, la cuestión se plantea exactamente al revés. "El gran peligro que acecha a Grecia y al resto del mundo es el control absoluto del mundo financiero sobre todas las actividades humanas", señaló a La Nacion Nikolai Pappas, doctorante de Ciencias Políticas en la Universidad de Atenas.

Con tres diplomas universitarios, Nikolai es uno de los miles de jóvenes que se han visto obligados a aceptar un trabajo de mozo de café para poder sobrevivir. "Cobro 500 euros por mes y pago 350 de alquiler. ¿Alguien me puede explicar cuál será la ventaja de seguir haciendo más sacrificios? ¿Que los bancos y fondos de inversión puedan seguir ganando fortunas?", se preguntó.

Algunas cifras

71.000 millones de dólares, debe recaudar Grecia, a través de privatizaciones de empresas, para poder pagar la deuda.

170.000 millones de dólares se estima que necesita el país para evitar la bancarrota del Estado y el default de sus obligaciones externas.

130.000 millones de dólares recibirá, por lo menos, Grecia en un segundo rescate financiero preparado por la UE y el FMI.