Crisis política en
el Reino Unido

Aparece muerto el periodista que alertó de los ‘pinchazos’

"Murdochgate"

El escándalo por las escuchas sacude a las altas instituciones
británicas y en especial a Cameron

Por Begoña Arce
Corresponsal en Gran Bretaña
El Periódico, 19/07/11

Londres.– En apenas dos semanas, el escándalo de las escuchas en News of the World se ha transformado en una crisis que sacude las más grandes instituciones británicas.

La integridad de la policía, del primer ministro, de la prensa, se hallan comprometidas y cuestionadas.

Scotland Yard, una de las mayores fuerzas policiales del mundo, vive las peores horas de su historia, al haber perdido en menos de 24 horas a sus dos máximos responsables.

El magnate de la comunicación Rupert Murdoch y su hijo James tendrán que defenderse hoy en el Parlamento de gravísimas acusaciones de corrupción e interceptación ilícita de las comunicaciones. Y como en las novelas policíacas, en el caso incluso apareció ayer un cadáver, el de un periodista que alertó de los pinchazos .

Sean Hoare, antiguo reportero de espectáculos de News of the World y del diario The Sun , fue hallado muerto en su domicilio, en Watford. Hoare fue el primer periodista que acusó a Andy Coulson de estar al corriente de las escuchas telefónicas cuando era director de los diarios de Murdoch. La policía calificó su muerte de «inexplicable, pero no sospechosa» y está realizando más indagaciones. El fallecido tenía al parecer problemas con la bebida y las drogas.

Ayer, en otra jornada de histeria, el número dos de Scotland Yard y jefe de la lucha antiterrorista, el subcomisario John Yates, dimitió por sus vinculaciones con el dominical del grupo Murdoch. Yates había estado a cargo de la investigación inicial sobre los pinchazos en News of the World en el 2006.

Entonces se limitó a mandar a la cárcel al corresponsal de la Casa Real y a un detective, antes de dar carpetazo al caso. Su conclusión fue que todo el asunto era obra de algunos individuos aislados que actuaban por su cuenta, sin que hubiera indicios de que los pinchazos fueran generalizados.

Tres años después, pese a haber salido a la luz más denuncias y nuevas pruebas, Yates se negó a reabrir la investigación.

Su dimisión llegó pocas horas después de que su jefe y máximo responsable de la policía, Paul Stephenson, se viera forzado a hacer lo mismo, acusado de contratar a Neil Wallis, el subdirector de News of the World, como asesor de la policía.

La acusación

Al anunciar su renuncia, Stephenson señaló directamente con el dedo al primer ministro, David Cameron, cuestionando su conducta. Si él se marchaba por el trabajo ofrecido a Wallis, se preguntó, qué debía hacer Cameron, por haber designado como jefe de comunicación a Andy Coulson, exdirector de la publicación ahora cerrada.

El primer ministro, de viaje oficial en Sudáfrica, negó el paralelismo entre ambas situaciones, pero decidió acortar su viaje y regresar antes de lo previsto a Londres, donde la oposición laborista le apremia a asumir sus responsabilidades por Coulson. Con la sensación de que la crisis se halla fuera de control, Cameron ha convocado para el miércoles una sesión extraordinaria de la Cámara de los Comunes.

El primer ministro hará una declaración después de escuchar hoy lo que tienen que contar algunos de los principales protagonistas del escándalo. Los mandos policiales Stephenson y Yates comparecerán ante la comisión de Interior. Murdoch, su hijo James y Rebekah Brooks lo harán ante la de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes.

Todos ellos acudirán seguramente acompañados de abogados y asesores.

El letrado de la exdirectora de News of the World declaró ayer que su clienta, tras ser interrogada durante nueve horas el domingo, no ha sido acusada de ningún cargo. Las preguntas a Brooks estarán centradas en sus pagos a la policía a cambio de información y en las escuchas cuando era directora de News of the World, y en el especial sobre el caso de la niña asesinada, Milly Dowler.

James Murdoch deberá detallar las indemnizaciones pagadas a algunas víctimas de los pinchazos , pactadas fuera de los tribunales por los abogados, para evitar airear las denuncias. Rupert Murdoch debería explicar cómo ha podido dejar que las cosas llegaran al punto en el que se encuentran.

De momento, es la policía la que está pagando un precio muy alto en el escándalo. La ministra del Interior, Theresa May, ha anunciado tres investigaciones diferentes sobre la amplitud de la corrupción, la incompetencia y el nepotismo en Scotland Yard.


Fue encontrado muerto el periodista que denuncio primero las escuchas ilegales

Giro sorpresivo en el caso de las pinchaduras

Por Marcelo Justo
Desde Londres
Página 12, 19/07/11

El hallazgo de un cadáver y la renuncia de la cúpula de Scotland Yard son los últimos acontecimientos de un escándalo que sacude al imperio Murdoch y al mundo político británico. Hoy, magnate e hijo comparecerán ante el Parlamento.

El escándalo que sacude al grupo Murdoch, segundo imperio mediático a nivel mundial, tuvo otro giro sorpresivo y brutal con la muerte del periodista del News of the World que denunció las escuchas telefónicas, Sean Hoare, y el virtual descabezamiento de la Scotland Yard, luego de la renuncia del número dos de la Policía Metropolitana, John Yates, por su decisión de no reabrir la investigación sobre el caso, el año pasado.

El domingo por la noche, su jefe, sir Paul Stephenson, había dimitido con un ataque al primer ministro David Cameron, cada vez más cuestionado por su cercanía al grupo Murdoch. La comparecencia hoy ante el comité de interior de la Cámara de los Comunes de Rupert Murdoch y de su hijo James subirá unos grados más la temperatura de un escándalo que tiene en vilo al Reino Unido.

Dicho escándalo estalló hace 15 días, cuando The Guardian reveló que el News of the World interfirió el celular de una niña desaparecida en 2002 y se convirtió en un tsunami que amenaza al grupo Murdoch, a políticos, periodistas y policías y replantea la relación de los medios con la sociedad. Ayer, el líder del laborismo, Ed Miliband, que le ha sacado varias cabezas de ventaja al resto con su denuncia del grupo, exigió el desmantelamiento de la News Corporation, subsidiaria británica de Murdoch, que domina el 40 por ciento de la prensa escrita, con casi 15 millones de lectores. “Desde siempre la concentración de poder ha llevado al abuso de poder y al olvido de las responsabilidades. No es saludable para nuestra democracia”, señaló Miliband.

Esta declaración pública de un político era impensable antes de la oleada de revelaciones sobre interferencias telefónicas de familiares de caídos en Irak y Afganistán, víctimas de atentados terroristas y abusos de pedófilos. Pero el vértigo de los acontecimientos se ha convertido en una espiral incontenible y ha puesto en jaque la posición de Rupert Murdoch en News Corp, la compañía madre con sede en Estados Unidos.

La muerte del periodista Sean Hoare del News of the World –el primero en revelar que Andy Coulson, ex editor del diario y hasta enero de este año jefe de prensa de David Cameron, estaba al tanto de las interferencias telefónicas– añadió un factor siniestro (ver aparte). La policía declaró que por el momento no trata al hecho como “sospechoso”, pero la desaparición o muerte de un testigo clave suele ser casi un tópico inevitable de cualquier novela policial y arroja más sombras sobre un escándalo que tiene todos los ingredientes de un thriller.

La renuncia el domingo de sir Paul Stephenson, y ayer de su número dos, John Yates, no sólo descabezó a la famosa Scotland Yard, sino que dejó al descubierto las tensiones entre la policía y el poder político. Sir Paul Stephenson presentó su dimisión ante la presión del primer ministro, David Cameron; la ministra del Interior, Theresa May, y el alcalde de Londres, Boris Johnson, todos conservadores, quienes lo criticaron públicamente por haber contratado como asesor de relaciones públicas a Neil Wallis, ex subeditor del News of the World, en momentos en que la policía todavía estaba investigando las escuchas telefónicas.

En su dimisión, Stephenson comparó su contratación de Wallis –que nunca estuvo bajo investigación por el caso– con la de Andy Coulson por parte de David Cameron, quien había renunciado a su puesto, salpicado por la primera onda expansiva del escándalo en 2007. La portavoz de temas del interior del laborismo, Yvette Cooper, aprovechó la oportunidad para hundir más la daga. “La gente se va a preguntar por qué existen diferentes tipos de reglas para el primer ministro y la Policía Metropolitana”, señaló Cooper. Cameron, que cortó de cuatro días a dos su gira por Sudáfrica a raíz del escándalo, procuró desmarcarse de las críticas y señaló que eran casos distintos, pero no resultó convincente.

En clave de thriller será también la comparecencia hoy de Rupert Murdoch y de su hijo y presunto heredero dinástico, James Murdoch. El escándalo de las escuchas comenzó en septiembre de 2002, hace casi una década, con la denuncia del matutino The Guardian de que News of the World y otros periódicos adquirían información confidencial de una red de policías corruptos, encabezados por un detective privado, Jonathan Ress.

Desde entonces las revelaciones sobre interferencias telefónicas y otras oscuras artes investigativas se han multiplicado y, sin embargo, la política oficial de News Corp y su subsidiaria británica, News International, fue negar todo desaguisado, para lo cual contó con la colaboración de la policía y el poder político.

La pregunta obvia para Murdoch padre e hijo es cómo pudieron ignorar tanto durante tanto tiempo. En otras palabras, los diputados querrán averiguar si hubo complicidad pasiva, negligencia, incompetencia o un intento activo de estimular todo tipo de prácticas a cualquier costo con el único objetivo de aumentar las ventas.

Será un día agitado en la Cámara. Rebekah Brooks –editora de News of the World entre 2000 y 2003 y directora ejecutiva de News International hasta su renuncia el viernes– comparecerá ante el mismo comité. Su arresto y libertad bajo fianza el domingo puede beneficiarla y complicar la vida de los parlamentarios, porque le facilita una excusa para callarse con el argumento de que no puede interferir con la investigación policial en curso.

Brooks tendrá que explicar si sabía que más de la mitad de sus reporteros estaban pagándole a un investigador privado para que les consiguiera historias con actos penados por la ley. Como si fuera poco, también comparecerá en la Cámara el hoy ex jefe de la Scotland Yard, sir Paul Stephenson, que deberá explicar por qué en 2009 la fuerza decidió que no había suficientes datos como para reabrir la investigación de las escuchas telefónicas de News of the World.


Parlamentarios piden la renuncia del premier británico

Cameron, más acorralado

Por Andrew Grice y Oliver Wright
The Independent, 19/07/11
Página 12, 19/07/11

David Cameron estaba bajo gran presión anoche, cuando los miembros conservadores del Parlamento cuestionaron su opinión al nombrar a Andy Coulson como principal asesor después de que hubiera renunciado como editor del News of the World por el escándalo de las escuchas telefónicas. Los principales parlamentarios conservadores expresaron su preocupación de que la controversia domine la agenda de las noticias durante el verano, provocando un enorme daño al gobierno y a Cameron personalmente.

En medio de una creciente sensación de crisis en Westminster, el primer ministro interrumpió su visita a Africa y regresará esta noche. Se inclinó a las demandas de los laboristas de demorar por un día el comienzo de las vacaciones de verano de los diputados y hará una declaración a los miembros del Parlamento a su regreso mañana.

Cameron también tratará de calmar los exaltados nervios de su propio partido. Algunos conservadores advirtieron que la renuncia de Coulson como director de comunicaciones de Downing Street en enero no había aislado al primer ministro del escándalo que rodea al imperio de Ruppert Murdoch y a la Policía Metropolitana, como sus asesores habían esperado.

“Nunca se debió permitir que Coulson cruzara el umbral del Número 10”, dijo un alto conservador anoche. “Fue un gran error de cálculo y se revierte como un fantasma para los miembros del Parlamento.” John Baron, parlamentario conservador para Basildon y Billericay, dijo que el nombramiento de Coulson fue un “gol en contra”. Describió el escándalo como “muy serio por cierto” y dijo que “todos los líderes políticos tienen una cierta responsabilidad”.

En la Cámara de los Comunes, dos veteranos parlamentarios laboristas, Gerald Kaufman y Dennis Skinner, le pidieron a Cameron que renunciara por su decisión de nombrar a Coulson. En una conferencia de prensa en Sudáfrica, Cameron desvió las preguntas sobre su futuro al apuntar a la policía, diciendo que el asunto había provocado “algunos interrogantes muy serios sobre el potencial corrupto de la policía”.

El primer ministro le devolvió el golpe a Sir Paul Stephenson quien, en su renuncia el domingo como jefe de la Policía Metropolitana, declaró que no le había dicho a Cameron que había reclutado a Neil Wallis –un ex vice editor de News of the World y cercano colega de Coulson– como consejero de Relaciones Públicas. Paul Stephenson dijo que había hecho esto para no comprometer al premier.

Cameron, irritado porque los comentarios de Sir Stephenson lo habían arrastrado más profundamente en la controversia, insistió en que los casos de los dos hombres eran diferentes. “La situación del Servicio de la Policía Metropolitana es muy diferente a la situación del gobierno, porque los temas que rodeaban a la Policía Metropolitana han tenido una directa relevancia en la confianza de la opinión pública, en la investigación policial de News of the World y en la policía misma”, dijo.

Más tarde, Cameron tuvo lo que sus asesores describieron como una “muy amigable” conversación telefónica con Sir Stephenson. Nick Clegg, el viceprimer ministro, reconoció que el público estaba “alterado” por la acusaciones sobre la policía, pero descartó las sugerencia de que Cameron pudiera verse obligado a dimitir.