La
crisis europea genera reacciones impensadas
Sentimiento
anticapitalista
Por
Eduardo Lucita (*)
Cash, 31 de julio de 2011
El agravamiento
de la crisis en el Viejo Continente está provocando
respuestas sociales cada vez más intensas. Los gobiernos de
la región, sin embargo, siguen apretando el torniquete de las
recetas ortodoxas.
Las inmensas
movilizaciones en toda España, las revueltas en Grecia, las
derrotas de Berlusconi en Italia y el malestar general que
recorre el Viejo Continente muestran que la indignación crece
a la par que se desnuda la profundidad de la crisis
capitalista a escala mundial. La evolución de esta crisis no
es mecánica ni lineal, su dinámica depende de sus propias
leyes, también de la acción de los gobiernos y organismos
internacionales que operan sobre ella. Cada vez que parece
aminorar su ritmo, por las razones que fueran, los centros
financieros internacionales y los formadores de opinión a su
servicio nos anotician de que “la situación se está
superando”. “Que lo peor ya pasó.” “Que la recuperación
es lenta pero está encaminada.”
Pero a poco
andar, la propia crisis se encarga de poner las cosas en su
lugar. El actual es uno de esos momentos en que grandes
nubarrones se dibujan en el horizonte. Nouriel Rubini, el gurú
de turno, acaba de pronosticar una verdadera tormenta económica
para el 2013.
La todavía
mayor economía del mundo no repunta o, si se quiere, crece
menos de lo esperado. Apenas ha superado levemente el 2 por
ciento en el último trimestre cuando se esperaba algo más
del 3. La confianza de los consumidores sigue baja, éstos
prefieren saldar sus deudas o ahorrar. Así, el incremento de
la tasa de ahorro supera a la del consumo. La actividad económica
sólo creó 54.000 puestos de trabajo en el último trimestre
cuando en los anteriores lo hacía a un promedio de 220.000.
La tasa de desocupación está clavada en el 9 por ciento. Sin
mayor ocupación, salarios bajos y consumidores sin consumo,
el crecimiento de la economía sólo depende de las
exportaciones, éstas han mejorado favorecidas por la
debilidad inducida del dólar, pero están atadas a la evolución
mundial. Si empeora la situación en Europa, la economía
china se contrae y Japón sigue estancado, ¿dónde colocar
los productos exportables?
Por si algo
faltara, la deuda no deja de crecer, ya está en el 98 por
ciento del PBI, y se ha superado el límite de endeudamiento
autorizado presupuestariamente. Romper este límite requiere
la anuencia de los republicanos, que por ahora y ya en campaña
electoral buscan cobrarles caro a los demócratas, empujándolos
a que el ajuste lo hagan sobre los programas sociales y no
sobre el gasto militar. Mientras esto no se resuelva, la
primera potencia está en riesgo de caer en default. China, el
principal tenedor de bonos del Tesoro norteamericano, acaba de
hacer una seria advertencia a no jugar con fuego.
Mientras tanto,
las dificultades para encontrar una solución a la crisis
griega amenazan con llevar al límite todo el andamiaje
financiero de la Unión Europea. El FMI, como conclusión de
una nueva misión evaluatoria de la situación de la Eurozona,
emitió un comunicado donde advierte que “un fracaso a la
hora de adoptar una acción decisiva podría extender rápidamente
las tensiones al núcleo de la Eurozona y resultar en amplios
contagios globales”.
Es que la crisis
ha ahondado las diferencias entre Alemania, Francia, la UE y
los bancos, que defendiendo cada uno intereses particulares
están enfrascados en la discusión sobre el segundo rescate.
Sin eufemismos, el FMI urgió a “cerrar rápidamente” el
“improductivo” debate sobre “la reprogramación o
reestructuración” de la deuda.
El cuadro no
alcanza sólo a Grecia, sino que también crecen las dudas
sobre Irlanda, Portugal e Italia, cuya economía está
estancada desde hace tiempo, su deuda ya es el 120 por ciento
del PBI y su gobierno cae en picada. O la de Bélgica, con una
deuda que ya es del 98 por ciento del PBI, que además hace un
año no logra constituir gobierno.
Más allá de la
periferia, es toda la Eurozona la que está en peligro. En
este contexto el euroescepticismo gana terreno, cada vez son más
las voces que piensan que el reinado del euro está terminado
y que el proceso de integración corre serio riesgo. Es así
particularmente en Alemania, el gran ganador que crece a más
del 4 por ciento anual. Pero también crece allí la idea de
que la crisis ya no es griega, sino de toda Europa y que
tampoco es financiera, sino política. Consecuentemente, la
solución no se encontraría en Atenas sino en Bruselas,
capital de la UE.
A
mayor crisis, mayor indignación
Al compás de la
crisis, el número de indignados crece rápidamente y se
extiende por distintos países. La reacción social se expande
con fuerza. En España el movimiento ha superado todos los cálculos,
del acampe se ha pasado a las asambleas barriales y luego a la
movilización masiva, y el componente obrero esta vez fue
notorio. En Grecia los paros y las movilizaciones se suceden
sin solución de continuidad y el descontento generalizado
recorre el Viejo Continente.
Para Josep Maria
Antentas y Esther Vivas, dos referentes del movimiento en
Cataluña, el lema “No somos mercancías en manos de políticos
y banqueros” sintetiza las demandas del momento: “Contra
el plan euro” y “Democracia real ya” y agregan: “Del
15M al 19J se ha recuperado la confianza en la acción
colectiva. Se ha pasado del escepticismo y la resignación al
‘sí se puede’. Las revueltas en el mundo árabe, las
movilizaciones en Grecia y el ‘No pagaremos su crisis’ del
pueblo islandés han pesado con fuerza en el imaginario
colectivo y le han dado impulso, permitiendo recuperar la
confianza en el ‘Nosotros’”. La “globalización de las
resistencias” de aquel movimiento altermundialista, de hace
ya más de diez años, se revive de nuevo en un escenario bien
distinto, marcado por la crisis.
Junto con el
crecimiento del movimiento de los indignados parece
registrarse un salto cualitativo en el contenido político. De
la denuncia a los bancos y al neoliberalismo se ha pasado a la
crítica del sistema capitalista como tal, “Caminemos juntos
contra la crisis y el capital” es ahora la convocatoria
movilizadora junto con una constante apelación al movimiento
obrero a lanzarse a la huelga más allá de sus direcciones.
El final está abierto.
*
Integrante del colectivo EDI–Economistas de Izquierda.
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