Francia, primer turno
de las presidenciales 

Un voto masivo de rechazo a los ajustes dictados por la UE...

...aunque falseado por los candidatos
que lo capitalizan

Por Claudio Testa (redacción de SoB)
con la colaboración de Flor Beltrán desde París,
Socialismo o Barbarie, periódico, 26/04/2012

En Francia, el domingo pasado se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Los resultados tuvieron una trascendencia que sobrepasó las fronteras francesas. Fueron objetivamente una expresión de cuestionamiento a las políticas de austeridad impulsadas por el eje germano-francés como salida a la crisis europea y, sobre todo, de defensa del euro a costa del desempleo y la miseria de los trabajadores y los pueblos de Europa.

Resultados primer turno

François Hollande (Parti Socialiste)

28,63 %  

Nicolas Sarkozy (UMP)

27,18 %  

Marine Le Pen (Front National)

17,90 %  

J-L Mélenchon (Front de Gauche)

11,11 %  

François Bayrou (MoDem, centro)

9,13 %  

Eva Joly (Europe Ecologie)

2,27 %  

Philippe Poutou (NPA)

1,20 %  

Nathalie Arthaud (LO)

0,56 %  

Abstención

20,53 %  

Voto en blanco

1,52 %  

Junto con los resultados desfavorables a Sarkozy, que hacen muy difícil que logre su reelección, llegó otra mala noticia: la caída del gobierno de Holanda, que había sido otro de los grandes puntales de la política de ajuste depresivo dictada desde Berlín. Su caída se desencadena alrededor del punto clave de esa política: por el desacato de Holanda al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE) y al pacto fiscal dispuesto en marzo por el Consejo de Europa, que establece un máximo de 3% de déficit en relación al PBI. ¡El gran “pacto fiscal europeo” comienza a desplomarse a un mes y medio de ser firmado!

Las malas nuevas de Holanda y Francia hundieron el lunes las bolsas en toda Europa, y redoblaron las críticas generalizadas a los ajustes impuestos por el dúo “Merkozy” (Merkel-Sarkozy), que lógicamente están teniendo consecuencias depresivas cada vez más graves. Luego de la bancarrota de Grecia, ahora España e Italia comienzan a rodar hacia el mismo precipicio. Y si ellos se desploman, puede ser el fin de euro y de la misma Unión Europea.

Todo esto ha generado un gran debate, que en cierta medida se parece al de la cuadratura del círculo: cómo hacer brutales “ajustes” y “planes de austeridad” salvajes... y que al mismo tiempo la economía crezca, de modo que no se derrumben los ingresos del Estado.

Las elecciones francesas reflejaron, distorsionadamente, la gravedad de la crisis, el profundo descontento de amplios sectores de las masas trabajadoras y populares, pero también que se está votando en una situación de pocas y dispersas luchas obreras y juveniles, en comparación con las jornadas masivas de septiembre y octubre de 2010.

Derecha (Sarkozy) versus “izquierda” (Hollande)

Los resultados de estas elecciones desmintieron varios de los “sondeos de la opinión pública”. Uno, fue una participación mayor que la pronosticada, de casi un 80%. El malestar popular no se expresó principalmente mediante la abstención, sino votando contra Sarkozy. Este “referéndum anti-Sarkozy” –como lo llama Le Monde– le dio ante todo votos a Hollande, un candidato que inicialmente parecía desahuciado. 

De esa manera, en los “grandes números” –es decir, a nivel de los dos principales candidatos, el actual presidente Sarkozy y su rival François Hollande–, pareciera que todo sigue igual... Es decir, que las oscilaciones de la mayoría del electorado siguen dándose en el limitado espacio del “voto útil” centro derecha / centro izquierda.

Efectivamente, el Partido Socialista y su candidato François Hollande no presentan una alternativa real, ni siquiera en los marcos del capitalismo, al encuadramiento neoliberal que rige al conjunto de la Unión Europea.

Sin embargo, es también importante subrayar que, para captar votos y superar a Sarkozy, Hollande debió presentarse como “enemigo de las finanzas” y muy crítico de los compromisos y pactos firmados por Sarkozy en la Unión Europea... Claro que todo eso a nivel de implorar la “renegociación” de esos compromisos y, por supuesto, ¡nada de “rupturas” ni de sacar los pies del plato neoliberal de la UE!

Hay que tener esto muy en cuenta, porque va a quedar planteada la contradicción entre el sentido de ese “voto de protesta”, por un lado, y la política social-liberal del PS y los compromisos de Francia en la UE como “petit partenaire” de la Gran Alemania, por el otro. ¡Quizás por esto los “mercados” europeos recibieron con muy mal humor el triunfo “socialista”, a pesar a pesar del incuestionable ADN neoliberal, “europeísta” y pro euro de Hollande y el PS!

Asimismo, para constituir un gobierno sólido, al PS (o a Sarko) no le basta con ganar las presidenciales (que se definen el 6 de mayo). Un mes después, el 10 y 17 de junio, deberá lograr una gran bancada en las elecciones a la Asamblea Nacional. Y no hay garantías de que esos votos de “referéndum anti-Sarkozy” sigan cayendo en la bolsa del Partido Socialista. Es que, al mismo tiempo, la polarización Sarkozy-Hollande no fue absoluta. Casi un 45% de los votantes quedaron por fuera de ella.

El espejismo Mélenchon-Front de Gauche y la gran elección de la “extrema derecha”,
el Front Nationale

Desmintiendo a todas las encuestadoras, los votos de Mélenchon (Front de Gauche) fueron sólo el 11%, muy inferior al 15% que le atribuían en vísperas de la elección. En cambio, Marine Le Pen (Front Nationale) alcanzó un inesperado 18%, quedando tercera. La erosión del bipartidismo, que se advertía en un artículo anterior de este periódico,[1] se dio, efectivamente, pero escorada hacia la derecha, no hacia la izquierda. ¿Por qué?

Un primer elemento de fundamental importancia es el que señalamos al principio. Las elecciones presidenciales se dan en medio de un profundo malestar social, pero en ausencia de grandes luchas obreras, juveniles y populares masivas, como las de septiembre / octubre de 2010. La derrota sufrida en esa ocasión no ha sido remontada. Si la elección se hubiese realizado en medio de ese ascenso, es más difícil pensar que tantos votos de ruptura con el bipartidismo derecha-“izquierda” hubiesen ido a parar al Front Nationale.

En relación a Mélenchon, el fiasco tiene también posiblemente otros motivos. En primer lugar, fue una candidatura evidentemente inflada en los medios, que en los hechos actúa como una colectora de votos “a la izquierda” del PS... votos que luego son encaminados al bolsillo de los socialdemócratas. Así, como era de prever, al minuto de saberse los resultados del primer turno, Mélenchon proclamó el apoyo incondicional a la candidatura de Hollande. ¡Y eso, sin el menor debate ni consulta dentro del Front de Gauche! Esa “inflación mediática” del Front de Gauche se reflejó en “sondeos de opinión” cuya credibilidad está cada vez más cuestionada.

Asimismo, la campaña del Front de Gauche se presentaba como “izquierdista” [“Tomemos el poder”, “Revolución”, “Tomemos la Bastilla”, etc.] pero abstracta: cuando se “baja a tierra” –por ejemplo, qué hacer con la Unión Europea, el euro, etc.– todo se vuelve muy “sensato”: ¡allí se terminan los rayos y truenos revolucionarios, las “tomas de la Bastilla”! ¡La de Mélenchon es una “revolución” que no se expresa en hechos concretos! A nivel concreto, todas son simples reformas a negociar en el marco de la UE: mantener el euro... pero sin que “sea una moneda fuerte que penalice nuestra economía”; mantener el BCE (Banco Central Europeo)... pero “controlado democráticamente”... La guillotina queda en el museo.

Así, la principal fuerza a la izquierda del PS, el Front de Gauche, se presenta como “izquierda radical”, pero su “radicalismo” es de muy limitados alcances. ¡Todo se cuece en la misma olla de la UE, donde también está el Partido Socialista! Por eso Mélenchon puede llamar instantáneamente a votarlo en el segundo turno. Y, luego, después de las elecciones a la Asamblea Nacional, negociar eventualmente algunos ministerios.

Paradójicamente, desde la extrema derecha, el Front Nationale aparece como más “radical” y “antisistema” que esta “izquierda radical”, al mismo tiempo que ha tratado de “aggiornarse” y sacarse de encima los estigmas de su estirpe fascista.

Efectivamente, al igual que otras formaciones de orígenes fascistas (como la Alleanza Nazionale de Gianfranco Fini, en Italia), el Front Nationale, bajo la conducción de Marine Le Pen, siguió un proceso llamado en Francia de “desdemonización”. O sea, de reciclarse como un partido “normal” en los marcos del régimen. Se proclama  “republicano” y no reivindica (por lo menos abiertamente) a Vichy ni menos al fascismo originario. El tradicional antisemitismo ha sido convenientemente reemplazado por la islamofobia, el odio a los inmigrantes (sobre todo si son magrebíes o africanos) y el apoyo al Estado de Israel, que da el gran ejemplo de combate al Islam.

Pero, muy probablemente, no es la xenofobia antiislámica la que ha hecho la diferencia para que Marine Le Pen lograse el tercer puesto. Al mismo tiempo, el Front Nationale hace una campaña violenta y concreta contra el euro (y en menor medida contra la Unión Europea). Mientras tanto, en la “izquierda radical” o incluso en la “extrema izquierda” predominan los tartamudeos ininteligibles sobre el “control democrático” del BCE o se habla de la “Europa de la solidaridad y la cooperación, la Europa democrática de los trabajadores y los pueblos”, sin aclarar que eso exige la liquidación de la actual Unión Europea.

Por supuesto, no se trata de exagerar lo del Front Nationale, que como siempre va a tratar de ser aprovechado para justificar, como “mal menor”, los apoyos a las “izquierdas” del sistema. Su crecimiento es desigual y sigue siendo principalmente fuera de las grandes ciudades. Pero según varios estudios, su clientela ya no se reduce a la tradicional de pequeños comerciantes y artesanos en crisis de algunas regiones, sino que ha logrado ganar el voto de una franja de jóvenes trabajadores precarizados, que hoy tienen escasas posibilidades de salir del desempleo crónico.

¡Con un movimiento obrero y sindical en manos de burocracias como las encabezadas por Thibault y Chérèque, que no mueven un dedo por sus problemas, jóvenes de estos sectores pueden ser ganados por la extrema derecha! El Front Nationale aprovecha esto demagógicamente. Critica a los dirigentes que abandonan así a los trabajadores. ¡Mientras tanto, para gran parte de la “extrema izquierda” es un tabú denunciar las traiciones de los burócratas sindicales!

La campaña del NPA

Por último, son necesarias algunas palabras de balance de la campaña de Poutou y el NPA.

Los militantes han vivido como un triunfo haber logrado presentar al candidato y obtenido el 1,2% en la difícil situación objetiva de estas elecciones. Más aún con el sabotaje abierto, público y descarado del ala derecha del NPA, que trabajó como quinta columna del Front de Gauche. El resultado final de Mélenchon, que se desinfló como un globo pinchado, demostró además el impresionismo que había detrás de las exageraciones sobre Front de Gauche, que era presentado como el gran fenómeno político a la izquierda del PS.

Asimismo, más que los votos, hay que destacar la notable concurrencia a los actos y reuniones con Poutou. Demostraron que en la vanguardia hay sectores muchos más radicalizados, que no se conforman con el reformismo electoralista del Front de Gauche. En ese marco positivo, habría que señalar diversos problemas. Uno de ellos es el de no haber fijado una posición clara y revolucionaria frente a la Unión Europea y su euro, y que este no haya sido ni mucho menos un tema central de la campaña... ¡cuando todo el mundo habla de eso!

El NPA ha borrado del programa, sin ninguna justificación seria, la consigna de “¡Estados Unidos Socialistas de Europa!”, cuando la bancarrota de la Unión Europea burguesa la hace más correcta y actual que nunca. Se la reemplaza con nebulosas como “una Europa democrática de los trabajadores y los pueblos”, que no se sabe qué significa en concreto, ni si eso se puede lograr reformando la UE o rompiendo con ella y destruyéndola.

Otro problema es el voto en la segunda vuelta. Poutou, en una declaración, dice que “el 6 de mayo (día del segundo turno) estaremos del lado de los que quieren impedir un segundo mandato de Sarkozy. Lo decimos claramente, hay que sacar a Sarkozy y toda su banda, votando contra él. Pero esto no significa ningún apoyo a la política de François Hollande.”

¡Pero significa votar por Hollande y el PS! Y eso, quiérase o no, es asumir una responsabilidad por la política de “austeridad de izquierda” que va a aplicar.


Nota:

1. “Elecciones presidenciales en Francia - En medio del recrudecimiento de la crisis europea”, Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 222: http://www.socialismo-o-barbarie.org/europa/120413_francia_elecciones_presidenciales.htm