Europa,
crisis y elecciones

Los griegos votaron contra la Unión Europea y la austeridad

Ascenso de la izquierda radical y la extrema derecha

Conservadores y socialistas, que defienden el rescate, se desploman

Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 06/05/2012

Desencantados de la casta de políticos tradicionales, furiosos con los sacrificios generados por la crisis y hartos de que Bruselas o Berlín dicten su política económica, los griegos acudieron el domingo a las urnas para votar con el corazón y con las vísceras. Y lo hicieron dinamitando el bipartidismo vigente desde la restauración de la democracia, en 1974: la conservadora Nueva Democracia y el socialista Pasok, los dos grandes partidos, los únicos que defienden la política de austeridad y los rescates, solo lograron el 34,3% de los votos (frente al 78% de 2009), con el 38% de los votos escrutados.

Hambre en Atenas: voto de protesta del pueblo griego contra los genocidas de la Unión Europea 

El auge de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), que con el 15,81% (48 diputados) se convierte en el segundo partido más votado, y la entrada en el Parlamento de los neonazis de Aurora Dorada, con el 6,8% de los sufragios (en torno a 20 escaños), complican el escenario político más fragmentado de la historia y auguran, en el mejor de los casos, una traumática formación de Gobierno; el peor sería la repetición de los comicios, como mínimo dentro de cinco semanas. Tras este cataclismo electoral, a partir de hoy ya nada será lo que fue, políticamente hablando, en Grecia.

La coalición izquierdista, que logró el 4,6% de los votos en 2009, propone la renegociación del memorándum suscrito entre el Gobierno de Atenas y la troika, y añadirle una cláusula procrecimiento. Los neonazis, que en 2009 solo cosecharon el 0,29% de los sufragios, exigen por su parte la revocación del acuerdo y la condonación total de la deuda. Con una estruendosa campaña xenófoba y antieuropea, Aurora Dorada es una burda paradoja en un país que perdió el 10% de su población —entre bajas de guerra o por el hambre y exilios— durante la ocupación nazi, entre 1941 y 1944.

El líder socialista, Evánguelos Venizelos, movió esta noche la primera ficha poselectoral al proponer “un Gobierno de unidad nacional, firme y estable”, y advirtió a los partidos revelación de estos comicios —en especial Syriza, su particular bestia negra— que “no han recibido un cheque en blanco” de las urnas. A continuación, Antonis Samarás, de Nueva Democracia (ND), hizo pública su oferta de un “Gobierno de salvación nacional”. Obtuvo inmediata réplica de Alexis Tsipras, líder de Syriza y ganador in péctore de la noche: “La salvación nacional que proponen algunos pasa por la modificación del memorándum. Los pueblos de Europa no pueden sobrevivir así. Merkel debe entender que la austeridad no conduce a ningún sitio”. Con apelaciones a “la solidaridad, la justicia y la dignidad”, Tsipras propuso un Gobierno de las fuerzas de izquierda.

Conservadores y socialistas, que defienden el rescate, se desploman

En las primeras elecciones legislativas que se celebran en el país desde el comienzo de la crisis, en 2010, la dispersión del voto fue la tónica dominante, en consonancia con los sondeos realizados durante la campaña: siete partidos (dos de ellos, nuevos) entrarán en el Parlamento. Como las urnas se encargarían de demostrar después, costaba encontrar a un votante de la conservadora ND y del socialista Pasok entre los electores que acudían a dos colegios del barrio de Plaka, en el centro de Atenas. Es más, partidarios en otras ocasiones de ND y Pasok se decantaron el domingo por los extremos —otra tendencia demoscópica ratificada en las urnas—, como Nikos, funcionario del Ministerio de Economía y socialista desencantado. “He votado más a la derecha y para frenar a Europa y, sobre todo, a Angela Merkel, que es una psicokiller. Ya está bien de decir que somos unos ladrones; hay que pararle los pies”. En un aparte al resguardo de curiosos, Nikos confesaba haber votado a Griegos Independientes, un nuevo partido de derecha nacionalista (cuarto, con el 10,3% de los votos y en torno a 30 diputados).

Yanis y Zódoros confesaban sotto voce haber apoyado al filonazi Aurora Dorada. Al lado, Panayotis Papayoryíu, parado de 27 años, explicaba por qué eligió Syriza, equivalente a la española Izquierda Unida: “Porque si existe alguna posibilidad de que gobierne la izquierda, hay que intentarlo, a ver qué hace con el memorándum y con Europa”.

Siete partidos, dos de ellos nuevos, entran en el Parlamento

Los votantes de más edad no soltaban prenda de su elección; solo el jubilado Kostas Glikeos, a las puertas del colegio de Ypitu, en Plaka, confesaba encogido de hombros haber respaldado como siempre al Pasok: “Es lo menos malo de lo peor, y el único capaz de anclarnos a Europa”.

Los partidos más pequeños —32 formaciones concurrieron a las urnas— cosecharon 18% de los votos, pero se quedaron fuera del Parlamento al no superar cada uno el umbral del 3%. La abstención también fue protagonista: en torno al 38%. “He elegido uno de los pequeños. Todos los demás son lo mismo. Es hora de asumir responsabilidades, no pueden liquidar este país”, decía Eliana.

La nueva ley electoral reserva un bono de 50 escaños suplementarios para el partido ganador; también consagra una complicada proporcionalidad en la representación parlamentaria: cuantos más partidos entren en la Cámara, más difícil resulta a la formación ganadora llegar a la mayoría absoluta. Pero no es el caso de estas elecciones, que arrojan el Parlamento más fraccionado de la historia. “Urnas bomba”, titulaba el domingo, muchas horas antes de que se conocieran los datos, el diario To Vima, de centro–izquierda.


Los dos grandes partidos se pierden en el
laberinto electoral griego

Por Antonio Cuesta
Desde Atenas
Gara, 05/05/2012

En la recta final de la campaña electoral en Grecia los sondeos de opinión muestran de manera unánime un triple desenlace tras la cita con las urnas: el fin de décadas de bipartidismo, la atomización del nuevo Parlamento y el aumento significativo de la abstención.

La percepción social coincide con las encuestas al considerar que las elecciones legislativas de mañana domingo pondrán punto final al control hegemónico que los dos principales partidos, el conservador Nueva Democracia (ND) y el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), ejercieron en Grecia tras la dictadura de los coroneles en 1974. ND cuenta con una intención de voto de entre el 20 y el 25 %, mientras que el PASOK se sitúa entre el 14 y el 19%. Ambas proyecciones supondrían los peores resultados en la historia de ambos partidos ,que lograron en la última convocatoria de 2009 un 33,5 y un 43,9 % de los votos, respectivamente, y que de forma conjunta siempre obtuvieron un apoyo cercano al 80% de los sufragios emitidos.

Parece claro que ninguno de ellos conseguirá una mayoría suficiente para poder gobernar, y que incluso juntos –pues son los únicos cuyos programas contemplan la aplicación de las medidas incluidas en el memorando de préstamo– lo tendrán difícil ante el resto de grupos que, en principio, se declaran contrarios a las drásticas políticas impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI). Por el momento, ambas formaciones descartan cualquier tipo de pacto y achacan los actuales males a su respectivo contrincante, intentando con ello atraer al voto indeciso que pudiera alzarles con la victoria.

Para muchos votantes los comicios del domingo tienen más de plebiscito –a favor o en contra del memorando– que de sufragio sobre partidos e, incluso, ideologías. La polarización del voto muestra esa tendencia. Además, existe una gran diferencia generacional ya que, según los encuestadores de la empresa MARC, los menores de 50 años votarán por partidos opuestos al acuerdo de préstamo mientras que los más mayores muestran sus preferencias por los dos partidos tradicionales. «No está nada claro cuál será el resultado, pero lo que es seguro es que el futuro Parlamento nada tendrá que ver con los pasados 40 años de bipartidismo», asegura a Gara el artista plástico Jristos Plumidis.

Y tampoco faltan los analistas y periodistas locales que vaticinan la repetición de las elecciones (poniendo como fecha posible el 17 de junio), toda vez que el presidente de ND, Antonis Samaras, afirmó al inicio de la campaña que, en caso de no conseguir una mayoría que le permitiese gobernar en solitario, procedería a convocar nuevos comicios.

Así las cosas, ND y PASOK tratan de captar tanto a los votantes progresistas, con promesas de incrementar las ayudas sociales y reformar el estado; como a los conservadores, asegurando severas políticas de seguridad ciudadana y orden público. Los nuevos recortes, que el ejecutivo saliente de Lukas Papadimos dejó preparados este miércoles, no tienen hueco en la campaña aunque constituyen una pesada hipoteca para el futuro gobierno, que deberá ratificarlos antes de finales de junio.

Pero los electores también están siendo presionados en favor de la opción pro–memorando por las grandes cadenas mediáticas y las instituciones del Estado, que presentan cualquier otra opción como un escenario de caos. En su última comparecencia como primer ministro, Papadimos apeló a la responsabilidad de los ciudadanos para que valoren «el mañana y no el ayer» pues lo que está en juego –aseguró– «es el futuro del país durante las próximas décadas, y no sólo el gobierno que se formará tras las elecciones». En la misma línea se expresó la pasada semana el gobernador del Banco de Grecia, Yorgos Provopulos, al advertir tanto a votantes como a políticos de que cualquier retroceso en las obligaciones del país con sus acreedores internacionales tendría graves consecuencias. Incluso desde Bruselas se hace oír el mensaje de que determinados resultados electorales podrían poner en riesgo las medidas fiscales y las reformas necesarias para que Grecia siga recibiendo dinero que ayude a reflotar su economía.

El eje progresista

Tras estos dos partidos las encuestas sitúan a la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), el Partido Comunista de Grecia (KKE) e Izquierda Democrática (Dimar), cada uno de ellos con un porcentaje cercano al 10% en intención de voto.

Syriza, integrada en el Partido de la Izquierda Europea, está centrando su campaña en buscar una «alianza de progreso» que haga de contrapeso a la probable coalición promemorando. Su líder, Alexis Tsipras, insiste en la posibilidad de desobedecer las directivas impuestas por la troika, aparejadas al préstamo concedido el pasado mes de marzo, argumentando que Bruselas no expulsará a Grecia por ello pues sería contraproducente para la propia UE. Una afirmación desmentida por el cabeza de lista del PASOK y ex–ministro de Economía, Evangelos Venizelos, quien aseguró al diario británico «The Guardian» que la permanencia de Grecia en la eurozona no estaría garantizada y habría que desechar «la idea errónea de que pase lo que pase no vamos a abandonar el euro». En la misma entrevista pidió a los griegos que den «una respuesta clara en cuanto a si se quiere (seguir) un curso pro–europeo, que es seguro y responsable, o cualquier otra cosa».

Tampoco el KKE se ha mostrado proclive a integrarse en esa hipotética alianza. Aleka Papariga, secretaria general de la organización comunista, anunció su rechazo a tal pacto al considerar que el impedimento hacia un sistema social y económicamente más justo para las clases populares no es el memorando sino la misma pertenencia a la UE. Papariga fue tajante al explicar que la imposibilidad de cooperar con Syriza y Dimar no se basa en «las diferencias fundamentales de nuestros programas», sino en el hecho de que «trabajamos en direcciones opuestas». Para el KKE el único modelo de desarrollo con futuro para Grecia pasa por la salida de la UE y la socialización de los medios de producción.

A su vez el tercero en discordia, Dimar (una escisión por la derecha de Syriza, surgida en 2010), ya ha mostrado durante la campaña su disposición a colaborar tanto con unos como con otros (ND y PASOK), siempre y cuando se prioricen los programas sociales y no se ponga en riesgo la continuidad del país en las instituciones europeas.

Sin darse por vencido, Tsipras sigue mostrando su confianza en que los resultados del domingo obligarán al KKE y a Izquierda Democrática a abandonar su oposición a «un gobierno de izquierda» con tal de evitar la continuación de la coalición de ND y PASOK.

El eje panheleno

Por el flanco derecho tres son las formaciones políticas, de corte marcadamente pangriego, que muy probablemente consigan representación en el hemiciclo y que ya dejaron clara su oposición a cualquier tipo de acercamiento a los dos principales partidos.

El primero de ellos Griegos Independientes, una escisión de ND surgida en marzo de este año liderada por el populista Panos Kammenos –admirador de Vladimir Putin–, que podría lograr el 11% de los sufragios. Sus integrantes afirman no tener ningún vínculo con su anterior partido, del que salieron al rechazar el contrato de préstamo firmado entre Grecia y la troika, pese a que Kammenos fue durante 20 años uno de los diputados del ala más dura de ND, ultranacionalista y xenófoba. Además se le vincula con el lobby armamentístico, según explicó al diario GARA el periodista Yannis Jrissoverghis.

Políticamente abogan por acabar con la inmunidad parlamentaria para poder perseguir penalmente a los responsables de la crisis, así como demandar al Estado alemán las reparaciones de guerra nunca desembolsadas. Al mismo tiempo Kammenos ha hecho llamamientos al despertar nacional para la construcción de una nueva Grecia, que ha sido víctima de una «conspiración internacional».

El neofascista Jrisi Avgi (Amanecer Dorado) le sigue en intención de voto (entorno a un 5%), aunque su discurso se adentra en el terreno del racismo y la xenofobia, definiéndose como nacionalsocialista y defendiendo la supremacía de la raza blanca y de la nación griega. Según su líder Nikolaos Mijaloliakos, un ex oficial de las unidades especiales del Ejército, Jrisi Avgi es un partido antisistema cuyo principal punto de debate es la cuestión de la inmigración. En una entrevista concedida al semanario «Athens News», Mijaloliakos defendió la dictadura de los coroneles y propuso deportar a todos los inmigrantes a sus países de origen.

Por último, la ultranacionalista Alerta Popular Ortodoxa (Laos) ha acusado su paso por la coalición de gobierno perdiendo buena parte de su apoyo electoral, y situándose en el límite legal del 3% para acceder al Parlamento. Su suavizado discurso –mientras duró el apoyo al ejecutivo de Papadimos– se ha vuelto a endurecer durante la campaña principalmente contra la inmigración y las medidas procedentes de la UE. Su líder, Yorgos Karatzaferis, ha llegado a acusar a ND de haberles robado el programa electoral, lo que da una idea de por donde transitan conservadores y nacionalistas.

Liberales y Verdes

Por último dos pequeños partidos podrían llegar a completar el rompecabezas que se presume será el próximo parlamento heleno.

Alianza Democrática es una formación de centro–derecha liberal dirigida por la ex ministra de Asuntos Exteriores Dora Bakoyannis. Siempre favorable a las medidas de ajuste propuestas desde Bruselas, intentó formar parte de la última coalición de gobierno, sin conseguirlo, y de nuevo se postula para idéntica tarea a los dos principales partidos, caso de que consiga representación parlamentaria. Las bajas perspectivas de voto confían en que sean revertidas por ese 20 por ciento de indecisos que, no se entiende porqué, los partidos promemorando aseguran que son potenciales votantes suyos en exclusiva.

Los Verdes Ecologistas celebran este año su décimo aniversario y por primera vez se hallan ante la posibilidad de acceder a la Asamblea Nacional. Integrantes de los Verdes Europeos, su programa se basa en reformar el sector público, sin recurrir para ello a los recortes exigidos por los acreedores internacionales, y tratar de renegociar los términos del memorando. Su propuesta para el futuro de Grecia se basa en el desarrollo sostenible, utilizando para ello energías renovables o readaptando la industria turística –la principal del país– a patrones respetuosos con el medio ambiente.


Desde la gran siderúrgica Volos

Los obreros griegos recelan de los
dos grandes partidos

Gara, 01/05/2012

La futuro de las fábricas no figura en el programa del Pasok y de Nueva Democracia (ND), en liza para las legislativas del domingo. El futuro de estas formaciones tampoco importa a los obreros siderúrgicos de Volos.

Vangelis, quien oculta su apellido, era un incondicional de la derecha de ND. Era otra época. «No les votaré a ellos, y menos al Pasok (socialdemócrata)», explica este obrero de Hellenic Halyvourgia, una de las grandes siderúrgicas griegas situada en esta ciudad portuaria del centro del país con 150.000 habitantes.

Este obrero cuarentón duda entre votar al neonazi Chryssi Avghi (Alba Dorada) o a Pavlos Kamenos, un disidente de ND que ha fundado su propio partido antimemorándum. ¿Por convicción? «No, para ver a otras caras en el Parlamento».

Maki, de 22 años, asegura que antes que votar a uno de los grandes partidos se cortaría los brazos. Thomas les reprocha no haber hecho nada en todos estos años y no pensar más que en ellos.

Voto imprevisible

A la salida de los pabellones de Halyvourgia, cuando el turno de tarde sucede al de la mañana, Yannis, electricista, asegura que esta vez no votará, porque «pequeños o grandes, todos los partidos son iguales».

Vassilis duda entre la ultraderecha de Alba Dorada o los comunistas ortodoxos del KKE. .

Takis, fiel votante de los conservadores, optará esta vez por la izquierda de Syriza y califica a su líder Alexis Tsipras de «la nueva estrella de Grecia».

Para los 320 obreros de la fábrica, el voto más importante fue el pasado 15 de noviembre. Ese día, la mayoría votó a favor de un plan de paro técnico que supuso la reducción del trabajo a cinco horas diarias y del sueldo en un 40%. Sus compañeros de Astropyrgos, en la periferia de Atenas, rechazaron este plan y siguen en huelga desde hace seis meses. Ello ha provocado tensiones entre el personas de las dos fábricas.


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Votos de protesta contra la austeridad

Análisis de Apostolis Fotiadis
Inter Press Service (IPS), mayo 2012

Atenas.– Aggeliki Anagnostopoulou, de 30 años, siempre votó a la conservadora Nueva Democracia (ND), pero en las elecciones nacionales de este domingo 6 lo hará por el nuevo partido Griegos Independientes.

Este fue creado por Panos Kammenos, parlamentario y viceministro de Marina Mercante de la ND, que abandonó por estar en contra de las medidas de ajuste dictadas por el gobierno de coalición que integraba.

"Los griegos están decepcionados con los dos grandes partidos. Tratan de encontrar una nueva perspectiva. Solía votar a Panos Kammenos en la ND, pero me desilusioné y lo seguí en este nuevo comienzo", señaló Anagnostopoulou, quien trabajaba como auditora externa para una multinacional estadounidense hasta que la despidieron en 2011.

La ND y el Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) han dominado la política griega desde principios de los años 80 y hasta las pasadas elecciones de 2009. Se prevé que muchos de sus partidarios voten por Kammenos en lo que parece ser el mayor voto de protesta que se haya visto en el país en los últimos 30 años.

Kammenos, conocido por sus discursos explosivos en el parlamento, aprovechó la retórica contra el plan de austeridad con un trasfondo nacionalista en el marco de una campaña que critica a los dirigentes de la ND y el Pasok por traicionar al país y conspirar contra la nación.

Las últimas encuestas sobre la intención de voto indican que tiene 10 por ciento de apoyo entre los consultados.

Acreedores tienen las riendas

En mayo de 2010, cuando quedó claro que este país no podría hacer frente a la deuda pública, entregó el control de las finanzas a una troika integrada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Grecia se vio obligada a implementar un severo programa de ajuste que incluyó el aumento de los impuestos, el recorte de las pensiones y los salarios de funcionarios públicos, la desregulación del mercado laboral, y a impulsar reformas favorables al mercado a cambio de miles de millones de euros.

El recorte en el gasto público sumió a este país en una profunda recesión y aumentó el desempleo, que actualmente afecta a 21 por ciento de la población económicamente activa.

La política de austeridad resultó contraproducente para los dos grandes partidos gobernantes, lo que tendrá consecuencias electorales, pues se estima que una cantidad significativa de sus votos irán para los partidos de izquierda y de derecha.

Las encuestas previas muestran la fragmentación de las fuerzas políticas, pues indican que 10 partidos de todo el espectro político superaron el umbral de tres por ciento en la intención de voto.

"Es evidente que estamos en el principio del fin del viejo sistema político que cuidó las finanzas públicas de Grecia", señaló Nick Malkoutzis, periodista y analista político que se hizo conocido con la cobertura de la crisis desde su popular blog "Inside Greece" (Dentro de Grecia).

El creciente apoyo a los partidos de izquierda y el surgimiento de agrupaciones extremistas como la neonazi Alba Dorada no son todavía la prueba de un cambio en la cultura política. Pero "es evidente que la gente busca algo diferente. Creen que votar por los neonazis es una forma de castigar a los políticos tradicionales", indicó Malkoutzis.

"El cambio real quizá no se vea en estas elecciones, sino en las próximas", dijo a IPS.

Dado que la troika tiene previsto regresar a Grecia después de las elecciones para definir un plan económico que reduzca el gasto público en otros 11.500 millones de euros (unos 15.118 millones de dólares), "es poco probable que el nuevo parlamento dure mucho", comentó el analista político Stavros Lygeros.

"De hecho, una de las grandes paradojas de estas elecciones es que la ND y el Pasok se enfrenten mutuamente, dado que ambos firmaron el programa de austeridad que se implementará después de los comicios", explicó.

En círculos de decisión política apuestan a que ambos partidos sobrevivan a las elecciones, formen una nueva coalición de gobierno y lleven adelante las disposiciones de la troika, añadió.

Cuando se anunciaron los comicios, a principios de abril, miembros de la troika presionaron públicamente a los líderes del Pasok y de la ND para evitar que se alejaran demasiado de su compromiso.

Paul Thomsen, responsable de la misión del FMI en Grecia, mencionó medidas específicas que el nuevo gobierno deberá implementar, independientemente de qué partido gane las elecciones.

"Es muy negativo para Europa que los tecnócratas aparecieran en medios de comunicación internacionales opinando sobre si debería haber elecciones en Grecia o diciendo que el país debía cumplir con sus compromisos sin importar el resultado de los comicios", se lamentó Malkoutzis.

"Es obvio que la troika preferiría un gobierno del Pasok y la ND que implemente más medidas de austeridad", remarcó.

La campaña y la retórica de dirigentes de ambos partidos estuvieron al borde del chantaje, pues alertaron de forma explícita sobre el caos que podría instalarse en el país si ellos no sobrevivían.

"El chantaje viene funcionando desde hace dos años, pero no durará mucho más", sostuvo Zeza Zikou, analista económica en Kathimerini, el mayor periódico del país.

De a poco, la ciudadanía comprenderá que los acuerdos para el rescate financiero de Grecia condenaron a la población a trabajar eternamente para pagar una deuda que nunca se podrá saldar, arguyó.


Grecia espera en las urnas la debacle del Pasok y
el auge del extremismo

Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 04/05/2012

Si la asistencia a un acto de final de campaña resulta un indicador fiable de lo que le espera a un partido en las urnas, el batacazo del Pasok (Movimiento Socialista Panhelénico) el domingo va a ser clamoroso. Tras una campaña penitente, casi a la defensiva, la formación que obtuvo mayoría absoluta en 2009 y ha gobernado Grecia durante buena parte de la crisis solo logró reunir ayer en el centro de Atenas a unos pocos miles de seguidores: había más banderolas que simpatizantes —un puñado de ellas por cabeza— en la plaza Sintagma, epicentro del poder político, escenario de protestas y broncas, lugar escogido por suicidas a los que la crisis literalmente arrebata la vida.

“No he vendido ni una”, dice Yorgos en un puesto ambulante de banderas del Pasok. “Nada que ver con 2009, y no es solo la crisis. ¿Ahora quién se va a atrever a ir por ahí con una bandera socialista?” A dos pasos, en una de las pocas tiendas que no ha echado el cierre —por quiebra o por miedo a los disturbios—, una dependienta desarma el interés periodístico por cuanto sucede alrededor. “¿Poca gente? Es que creo que hay otro mitin por aquí cerca”, explica. ¿Cuál? ¿El de Griegos Independientes, un nuevo partido de derechas al que las encuestas conceden el 10% de los votos? ¿El del populista Laos, que también cierra campaña en la ciudad? “Ni idea, la verdad”.

El desinterés es hoy en Grecia sinónimo de abstención, y esta, que puede llegar al 30% el domingo, tiene muchos adeptos entre la juventud, a la que el paro (21,7%) golpea brutalmente: la mitad de los menores de 25 años están desempleados. Pero Vasilikí también es joven, y no se oculta entre los seguidores del Pasok que a cuentagotas se concentran para oír a su líder, Evánguelos Venizelos. “Sí, hay poca gente, y es comprensible, porque la crisis está haciendo estragos entre la población y provoca desafección política. También a mí me perjudica, porque me he quedado en paro. Pero quien cree en unos valores ha de defenderlos en lo bueno y en lo malo”. Aquí y allá, unos pocos barones socialistas llegados para no dejar a Venizelos solo ante el vacío estrechan manos y reparten promesas.

Con el perímetro de Sintagma sellado por los antidisturbios, nadie diría que mañana hay elecciones en Grecia, el momento culminante de una sociedad politizada hasta el tuétano. Poca propaganda electoral en las calles, con más pintadas que carteles, aunque los partidos se han gastado 12 millones en la campaña (10 de ellos, a cargo de las arcas públicas); una circulación a medio gas, pocos turistas; ancianos acarreando bolsas de plástico sin rumbo; sin techo, menesterosos, inmigrantes ociosos: la crisis. El centro de Atenas es un compendio de los peores efectos de la recesión. Un grupo de trabajadores asiáticos pasa tranquilamente junto a una dotación de antidisturbios y unos cuantos barrenderos griegos que echan un pitillo allí al lado bromean: “Metedlos a todos dentro [de los furgones]”.

Economía, seguridad e inmigración —las dos últimas, socorrida combinación en épocas de crisis— han dado mucho de sí durante la campaña, si es que se puede llamar así a tres semanas de viacrucis para Pasok y ND, socios del Gobierno de coalición, y de ruido y de furia para el resto de fuerzas, empeñadas en un ejercicio de exorcismo contra Europa. “Habrá un auge de los extremismos a derecha e izquierda, y un castigo a los dos principales partidos. La gente está muy enfadada, porque se resiente de las duras medidas que han adoptado”, explica en su despacho Pantelis Kapsis, portavoz del Gobierno. “Pero ambos llegarán al 45% de los escaños, es decir, tendrán la mayoría”.


Los sondeos prevén la derrota de los dos grandes
partidos y el auge de los grupos de izquierda

La extrema derecha podría entrar en el Parlamento

Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 03/05/2012

Los griegos acuden a las urnas el próximo domingo para renovar los 300 escaños del Parlamento en unas elecciones generales anticipadas por el impacto de la crisis. Según los sondeos de intención de voto, las urnas consagrarán el fin del bipartidismo vigente desde 1974 (alternancia socialistas–conservadores), el ascenso de la izquierda y la irrupción en la Cámara de la extrema derecha (derecha nacionalista y, probablemente, ultras filonazis). El futuro hemiciclo estará mucho más fragmentado que el elegido en 2009: el domingo pueden lograr representación entre 9 y 10 grupos, frente a los cinco previos; la mayoría absoluta de anteriores convocatorias será un recuerdo del pasado.

La mayoría de los votantes, según las proyecciones demoscópicas, castigará a los dos principales partidos (el socialista Pasok y la conservadora Nueva Democracia, ND) por su gestión de la crisis y, con su apoyo a otras fuerzas, pondrá a Grecia en aprietos ante la troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo): solo Pasok y ND defienden los rescates y las medidas de austeridad impuestas por Bruselas; el resto de partidos se opone a la intervención del país y al memorándum suscrito con la troika. El rechazo a Europa va desde la revocación completa del acuerdo para los rescates (en eso coinciden los filonazis, los ultranacionalistas y los comunistas del KKE, entre otros) a la renegociación del mismo, como propone Izquierda Democrática, una de las estrellas revelación de la campaña.

Los comicios deberían haberse celebrado en otoño de 2013, pero en octubre pasado el socialista Yorgos Papandreu, a la sazón primer ministro, protagonizó una espantada al proponer un referéndum sobre el segundo rescate a Grecia (de 130.000 millones de euros, que se sumarán a los 110.000  acordados en mayo de 2010). Eso precipitó su caída y una crisis institucional resuelta provisionalmente mediante un Gobierno de coalición Pasok–ND (con el concurso, de noviembre a febrero, del populista —y siempre oportunista— Laos), dirigido por el tecnócrata Lukas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo.

Pasok y ND han sufrido un desgaste severísimo desde los comicios de 2009: si los socialistas lograron entonces casi el 44% de los votos —y mayoría absoluta en la Cámara, con 160 diputados—, ahora luchan por arañar el 15% de las papeletas, según la última encuesta de Public Issue, del 12 de abril (la ley electoral prohíbe la divulgación de sondeos en las dos semanas previas a la votación). Los conservadores, por su parte, aspiran a un 20% de los sufragios, frente al 33,5% de hace dos años y medio.

Ambos partidos han sufrido también una fuga de diputados por su apoyo a las medidas de austeridad impuestas por la troika: desde 2009 el Pasok ha perdido 31 diputados; ND, 19. En total, medio centenar de escaños que ahora pueden resultar claves. La mayoría de los desertores del Pasok engrosa las filas de Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas), con el 12% de la previsión de voto, y, en menor medida, de Acuerdo Social (Koisy, ídem), de la exministra Luka Katseli. Por la derecha, los prófugos de ND han hallado principal acomodo en Griegos Independientes, liderado por un exdiputado conservador, Panos Kamenos: una versión nacionalista acérrima y bastante más a la derecha que el partido matriz.

Mientras los medios de comunicación extranjeros se hacen eco del auge de Aurora Dorada, un partido filonazi y xenófobo que defiende la expulsión de los inmigrantes indocumentados —y ronda el 3% en las encuestas—, el verdadero quid de los pactos podría estar justo al otro lado del arco político, en la izquierda: en el papel de Syriza (Coalición de Izquierda Radical) el día después de la votación. Los últimos sondeos de intención de voto le conceden el 13% de apoyo, solo dos puntos por debajo del Pasok. Junto con Dimar, podría reunir un nada despreciable 25% de los escaños, si se confirman los pronósticos.

La formación de Gobierno, que en ocasiones anteriores —con mayoría absoluta para cualquiera de los dos grandes— era prácticamente inmediata, puede depender por tanto de complicadas y dilatadas negociaciones, e incrementar el riesgo de ingobernabilidad del país. Bruselas desea una coalición de gobierno socialistas–conservadores; todo lo demás será un factor añadido de inestabilidad que el país no puede permitirse, hundido como está en su quinto año consecutivo de recesión (la peor coyuntura económica desde la II Guerra Mundial).


La oposición a los rescates monopoliza la campaña electoral

Grecia vota contra Bruselas y la Unión Europea

Solo dos partidos defienden las recetas de austeridad impuestas por la troika

Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 28/04/2012

El ministro germano de Finanzas en una aduana griega: “¿Nombre? Wolfgang Schäuble. ¿Nacionalidad? Alemana. ¿Ocupación? No, vengo solo unos días”. Es uno de los muchos chistes que se oyen en Grecia y, en vez de Schäuble, podrían protagonizarlo Merkel, Barroso, Juncker o cualquier europeo con mando en plaza, aunque los alemanes sean la diana favorita por las cuentas pendientes de la ocupación nazi en 1941. También hay chascarrillos sobre los afanosos funcionarios del grupo de trabajo de la Comisión Europea, que está volviendo del revés el Estado griego: los alemanes se encargan de organizar el sistema de recaudación fiscal; los franceses, de reformar la Administración central. Así que, con el país intervenido, sometido desde hace dos años por la troika a recetas de austeridad extenuantes, cuando los griegos voten el próximo domingo, muchos lo harán contra Europa.

Los dos grandes partidos, el socialista Pasok y la conservadora Nueva Democracia (ND), cuyo reinado hegemónico está a punto de concluir según las encuestas de intención de voto —una muestra de Public Issue les da el 14% y el 21,5% de apoyo, respectivamente—, son los únicos que apoyan los rescates; el resto —una treintena de propuestas, desde los comunistas más recalcitrantes a los nacionalistas o los filonazis— se opone en distinta medida a las dolorosas fórmulas europeas: recortes de hasta un 25% en las pensiones; reducción salarial del 20% en el sector privado, desaparición de 150.000 empleos públicos. El partido filonazi Amanecer Dorado propone revocar el memorándum firmado con la troika (y acaricia el 5% de los votos). El ultranacionalista Griegos Independientes, liderado por un exdiputado de ND, prevé llegar al 10% de los sufragios. La ley electoral fija en el 3% el mínimo para obtener representación parlamentaria.

Pero en un país tan dado a las contradicciones no todo es blanco o negro. “Una encuesta del 20 de abril muestra que un aplastante número de griegos, más del 70%, quiere seguir en la eurozona y en Europa. A la vez, la mayoría respalda a partidos que se oponen al memorándum firmado con la troika”, apunta Nikos Konstandaras, director adjunto del diario Kathimerini. “Esta es la paradoja, que puede explicarse por el hecho de que los griegos quieren ser parte integral de Europa, pero a la vez están disgustados por el modo en que se ha gestionado el rescate y sus condiciones. La consecuencia es que muchos quieren castigar a los dos grandes partidos por llevar a Grecia a este desastre, aunque también les preocupa que, si no sacan suficientes votos, la inestabilidad política perjudique nuestra condición de miembros de la UE. Por eso, el día 6 puede que vote al Pasok y a ND más gente de la que muestran los sondeos”.

Dimitri Sotirópulos, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Atenas, cree que las señales de alerta no se corresponden con la realidad. “No creo que la mayoría de los griegos vaya a votar a partidos de extrema derecha y extrema izquierda porque eso podría poner en peligro la economía. La extrema derecha ha utilizado la crisis para difundir ideas nacionalistas y lanzar un ataque a todas las élites políticas. Su estrategia no tendrá éxito, pero es peligrosa para el sistema parlamentario”, explica Sotirópulos, investigador del think tank Eliamep. ¿Y la izquierda? Los sondeos también auguran un incremento de votos para las tres formaciones: los comunistas (KKE, prosoviéticos y antirrescates), Syriza (equivalente a Izquierda Unida, también anti–Europa) y Dimar (Izquierda Democrática, una escisión de los comunistas). “El KKE y Syriza pueden atraer votos de los que no creen en el proceso de construcción europea. Solo el nuevo partido Dimar entiende la gravedad de la situación económica —ve que la salvación de Grecia depende de Europa— y defiende la permanencia en la UE, pero a la vez desconfía de sus líderes y no quiere colaborar con la Comisión Europea en las reformas”, añade.

La más que probable atomización de la Cámara —hasta 10 partidos podrían entrar en el Parlamento—, y el consiguiente horizonte de ingobernabilidad, van a cobrarse piezas a corto plazo: quién sabe si el peaje para la formación de un Ejecutivo no consista en hacer concesiones a los descontentos. Salvo una coalición de socialistas y conservadores, la solución que ansía Bruselas, todas las demás opciones son un salto en el vacío.