Estado español,
le llegó el turno

Las claves de la ayuda financiera a España

BBC World, 10/06/2012

Los países de la eurozona ayudarán a España con un préstamo de hasta US$125.000 millones para que recapitalice el sistema bancario. El gobierno español evita a toda costa la palabra rescate: prefieren hablar de "ayuda financiera", "préstamo" o simplemente "lo de ayer".

Al ser abordado por un periodista sobre ese aspecto este domingo en su primera comparecencia pública tras la noticia, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, dijo que no va a entrar en "debates nominalistas".

Muchos se pierden en la lucha semántica, pero, ¿importa cómo se llame?

Después de varias idas y venidas en las últimas semanas, el ministro de Economía español, Luis de Guindos, confirmó el sábado lo que ya se escuchaba en los pasillos.

España pidió ayuda financiera para sanear su sistema bancario. Los países del eurogrupo (que tienen el euro como moneda común) acceden a poner a disposición del gobierno español una cantidad de hasta US$ 125.000 millones, sin imponer condiciones macroeconómicas ni fiscales a España.

Esta diferencia de concepto entre lo que ocurrió este sábado y lo que ha pasado anteriormente con Grecia, Irlanda y Portugal, es lo que hace que el gobierno del conservador Mariano Rajoy diga que esto es un préstamo, ayuda o apoyo financiero mientras que desde la oposición se habla claramente de rescate.

Escenario previsto

Un equipo formado por personal de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional se trasladará a Madrid para evaluar las necesidades del sector bancario español, según confirmó un portavoz del eurogrupo a la BBC.

Aún no se sabe cuál es la cantidad exacta que recibirá España. Esto se decidirá después de conocerse los resultados de varios informes especializados.

Las primeras cifras se sabrán el 21 de junio, cuando se publiquen las conclusiones del informe de las consultoras independientes Roland Berger y Oliver Wyman contratadas para recabar los datos sobre las necesidades de capitalización de la banca española y que emitirán cada una un informe.

Ambas consultoras utilizarán dos escenarios para hacer sus cálculos, el primero basado en la situación "más probable" y el segundo, en previsión de un escenario más "estresado", en el que se asume una peor coyuntura económica y una caída más significativa de los precios de los activos inmobiliarios.

Además, cuatro firmas auditoras, PwC, Deloitte, Ernst & Young y KPMG, están evaluando las carteras crediticias de los bancos españoles, no sólo las inmobiliarias, sino también las de créditos al consumo, a las empresas y a las familias, para ajustar los saneamientos que se necesitan.

Se prevé que estas firmas terminen su trabajo el 31 de julio y será en ese momento cuando el Gobierno tendrá que decidir qué volumen de fondos reclama a Europa.

Cómo se debilitaron los bancos

El dinero servirá para dar un impulso a las finanzas de los bancos más débiles de España, que se han quedado con pérdidas de miles de millones de euros de los llamados "créditos malos" por el estallido de la burbuja inmobiliaria y la consiguiente recesión.

Algunos de estos bancos pidieron prestadas grandes cantidades de dinero en los mercados internacionales para, a su vez, poder conceder créditos a constructores y compradores de viviendas, una estrategia que era más arriesgada que haberlos financiado con depósitos de los ahorros.

Cuando golpeó la crisis crediticia, el sector financiero español quedó sumido en lo que el Fondo Monetario Internacional describió como una crisis "sin precedentes".

Los bancos necesitan deshacerse de cerca de 200.000 propiedades embargadas en un momento en que los precios de la vivienda han caído, de media, un 25%.

El gobierno ha inyectado ya más de US$42.000 millones en el sistema bancario para intentar reforzarlo, según el FMI. Además, ha nacionalizado Bankia, el cuarto banco más grande, que el mes pasado solicitó una ayuda de más de US$23.000 millones.

De dónde procede el dinero

El gobierno español se ha esforzado en asegurar que cualquier ayuda externa fuera directa a los bancos, mejor que al gobierno central.

Como resultado, los créditos irán a su agencia de restructuración bancaria, el llamado Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que funciona como agente intermediario del gobierno. Aún así, esto se considerará de todas formas deuda pública, dijo el ministro Luis de Guindos.

En su comunicado, el Eurogrupo declaró: "el FROB, que actúa como agente del gobierno español, podría recibir los fondos y reconducirlos hacia las instituciones financieras involucradas. El gobierno español retendrá la total responsabilidad de la ayuda financiera".

El dinero procederá de dos fondos creados para ayudar a los miembros de la eurozona que se encuentren en dificultades financieras: el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), ya en funcionamiento, y el Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEE), que entra en vigor el próximo mes.

El ministro de Economía español no supo concretar qué proporción aportará cada uno de estos fondos, dado que algunos parlamentos de países de la eurozona no han ratificado todavía el MEE.

El hecho de que el préstamo se tramite a través del FROB, hace que la tasa de interés y los plazos de devolución del dinero sean extremadamente favorables, subrayó el ministro.

¿Es un rescate?

Según señala el periodista de la BBC Tom Burridge, desde Madrid, la mayor parte de los analistas y expertos calificarían lo sucedido este sábado como un rescate financiero.

Burridge reconoce que es un rescate distinto del que recibieron Grecia, Portugal e Irlanda: no está sometido a condiciones tan estrictas y el dinero se va a gestionar a través del FROB.

Pero, dado que el FROB es una institución pública, la deuda contraída por este préstamo aterrizará en los libros de contabilidad del gobierno español.

Las autoridades españolas rehúsaban hacer comentarios hasta el último momento, e incluso algunos ministros, explica Burridge, negaban que España fuera a solicitar ayuda.

"La impresión que tenemos es que España ha sido conducida por una mano externa para acelerar el proceso de petición de ayuda del extranjero", concluye.

La crisis en España en números

Después de Grecia, España es uno de los principales países en el centro de la crisis de la eurozona. La fortaleza de su sector bancario ha sido puesta en duda, tras el llamado estallido de la "burbuja inmobiliaria". Ésta fue el resultado de un boom de crédito, alimentado por la caída de las tasas de interés que experimentó el país tras su ingreso al euro. El precio de la vivienda se incrementó significativamente entre 2004 y 2008, para caer en forma dramática a continuación. Esto afectó el sector de la construcción, considerado como uno de los principales motores de empleo y economía. Así que, aunque España todavía tiene relativamente pocas deudas, está teniendo que recurrir al crédito en gran escala para superar el agujero que está dejando el tener que pagar más beneficios por desempleo, mientras la recaudación de impuestos cae en medio de la crisis. Los siguientes gráficos describen la situación en números:


La estrategia: disfrazar el rescate

Por Fernando Séller
Deutsche Presse–Agentur (DPA), 06/06/2012

Bruselas.– "Los hombres de negro no van a venir a España". La frase, lanzada ayer por el ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, resume la gravedad del momento: la cuarta economía de la eurozona, cuyo sector bancario está bajo presión, lucha para evitar ser rescatada, aunque tenga que pedir ayuda.

La metáfora de Montoro se refiere a los miembros de la "troika", integrada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI. Montoro agregó que el país "no es rescatable" por su peso en Europa.

El énfasis de Madrid en negar ese terrible escenario para el gobierno de Mariano Rajoy tiene su eco desde hace días en Bruselas, que se esfuerza en proporcionar globos de oxígeno a España, por ejemplo el "año de gracia" (2014 y no 2013) para que el país cumpla con la meta de reducción del déficit por debajo del 3% del producto bruto interno (PBI).

España lleva semanas aferrada al dogma financiero según el cual su economía, la cuarta en importancia de la eurozona tras Alemania, Francia e Italia, es muy grande para caer, en referencia a que su caída tendría graves consecuencias para Europa.

La aparente estrategia de Madrid para evitar la palabra "rescate" está a medio camino entre el derecho comunitario, los tratados de la Unión Europea (UE) y la semántica de las palabras, para vestir el resultado del proceso de la manera menos onerosa, en términos de imagen externa, y de soberanía económica ante Bruselas.

Madrid presiona a la CE y a la UE para crear una "unión bancaria" paneuropea, con la posibilidad quizá de que los bancos en problemas reciban ayudas directas sin pasar por los Estados, algo que no está contemplado en los tratados. Así España busca mitigar los efectos nocivos de lo que podría venir. Mientras hasta hace poco España no quería ser asimilada con Grecia, ahora pelea para no ser comparada con Irlanda, que recibió un rescate de 85.000 millones de euros hace dos años para reestructurar su sector bancario. Salvando las distancias, España necesita con urgencia una inyección de capitales para sus entidades financieras, afectadas por la explosión de la burbuja inmobiliaria.

La nacionalización parcial de Bankia se convirtió en el símbolo de los errores que contribuyeron a precipitar el final de un ciclo económico expansivo. Sólo en Bankia el gobierno de Rajoy inyectará 19.000 millones de euros, que se sumarán a los 4500 millones que el banco y su matriz, BFA, ya recibieron a fines de 2010 del fondo de rescate español FROB.

Una de las claves del debate son las ayudas directas a las entidades en problemas. Anteayer, el ministro de Economía francés, Pierre Moscovici, apoyó la iniciativa, mientras el comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, accedió a debatir esa idea, que supone modificar los tratados europeos.

Según las normas, si España lo necesitara tendría que pedir un rescate a la UE y usar los recursos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para recapitalizar sus bancos.

La hipótesis de una posible unión bancaria europea y de la ayuda directa a los bancos estará en la mesa de negociación en la cumbre de los líderes europeos del 28 y 29 del actual en Bruselas. Alemania, la principal economía de la eurozona, se niega a esa posibilidad sin contrapartidas: una cesión importante de soberanía económica a Bruselas y la aplicación de duras políticas de ajuste y reformas estructurales de hondo calado.


Madrid capitula ante Berlín, el BCE, Bruselas, el FMI y Washington

Pide un rescate de 100.000 millones para la banca

Vendrán los “hombres de negro”: el Eurogrupo exige
condiciones para los bancos y limitará la soberanía fiscal

Por Claudi Pérez y Luis Doncel
Desde Bruselas
El País, 10/06/2012

Habrá vigilancia aún más estrecha y periódica. Vendrán los hombres de negro. La Gran Recesión, la crisis más profunda y prolongada del capitalismo en las últimas décadas, dejará profundas secuelas a su paso por España, que se convierte en la última frontera de la crisis existencial del euro. Cayó Grecia. Cayeron Irlanda y Portugal. Y arrastrada a cámara lenta por una banca que financió la madre de todas las burbujas inmobiliarias, cae España: el Gobierno de Mariano Rajoy, con el presidente desaparecido ayer, mostró su disposición a pedir el tantas y tantas veces negado rescate de los socios europeos para tapiar el agujero incontenible del sistema financiero.

Madrid recibirá hasta 100.000 millones de euros, el 10% de la riqueza que produce España en un año, en una línea de crédito destinada exclusivamente a los bancos. El Ejecutivo capitula así ante las fuertes presiones internacionales, ante el temor a que la banca española, la política griega o el pánico en los mercados detonen una espiral de estampidas bancarias e impagos de países que deriven en una depresión causada por un accidente financiero. Europa trata de poner un dique de contención en España. La respuesta de los mercados llegará tan pronto como mañana.

No hay comidas gratis: las ayudas europeas (a través del fondo de rescate temporal o del permanente) son en realidad préstamos para recapitalizar el sistema financiero, que el Tesoro deberá devolver religiosamente, a tocateja. Una vez más, el Estado sale al rescate de la banca. Eso sí, se trata de créditos blandos, en condiciones mucho mejores que las de mercado: en torno al 3%, según fuentes conocedoras de las negociaciones entre España y sus socios europeos. Frente a ese 3%, el Tesoro paga actualmente intereses de más del 6% por la deuda a 10 años. A cambio de los tipos subvencionados, España cederá soberanía sobre su sistema financiero, pero también perderá soberanía fiscal, en contra de lo que explicó ayer el Gobierno.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró tajantemente que la única condicionalidad será para los bancos que requieran ayudas. “No habrá ningún tipo de condiciones macroeconómicas o fiscales”, dijo en varias ocasiones en una rueda de prensa multitudinaria, informa Amanda Mars. Pero el Eurogrupo le enmendó la plana: junto a las alabanzas hacia los esfuerzos españoles por abordar sus variados y agudos desequilibrios, el comunicado de los ministros de Finanzas de la zona euro deja claro lo contrario. Europa supervisará con mano de hierro que Madrid continúe por el camino de la consolidación fiscal, las reformas estructurales y del mercado de trabajo. “Revisaremos de cerca y regularmente los progresos en estas áreas, en paralelo con la asistencia financiera”, según el texto.

Vigilancia de Bruselas

En esas revisiones están implícitas las visitas de los hombres de negro citados por el ministro Cristóbal Montoro: misiones de funcionarios de la Comisión, del FMI e incluso del BCE en las que se estrechará la vigilancia sobre España. Se reduce así hasta prácticamente cero el margen del Gobierno para desviarse de las directrices que lleguen de Bruselas. Y las últimas recomendaciones son claras como el agua: embridar el gasto de las comunidades autónomas, elevar el IVA, acelerar la reforma de las pensiones y endurecer todavía un poco más la reforma laboral, entre otros aspectos. El crédito a España, como en el caso de Grecia, Portugal e Irlanda, se concede a plazos: si se incumplen las condiciones, Bruselas cierra el grifo.

El Gobierno de Zapatero negó la crisis; el de Rajoy niega que la petición de España sea un rescate con condiciones. El Ejecutivo insistió ayer en evitar a toda costa esos dos términos: rescate y condicionalidad. En uno y otro caso se trata de un ejercicio completamente inútil: la palabra “condicionalidad” aparece en ese texto que marcará la política económica —y muy probablemente, el futuro del propio Gobierno— en los próximos años. En el caso de la banca será aún más evidente que en el ámbito fiscal: Europa exige que las entidades que necesiten ayudas activen “los planes de reestructuración de acuerdo con las reglas de las ayudas de la UE y los reformas horizontales del sector”.

En plata: venderán oficinas, recortarán personal, se desharán de activos y participaciones empresariales, despedirán a equipos gestores (como ha ocurrido en el caso de Bankia con Rodrigo Rato), pondrán en marcha nuevas fusiones o incluso podrían verse, en último caso, liquidaciones de alguna entidad. El último jarro de agua fría llega por la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI), a la que el Gobierno se oponía para ahuyentar el riesgo de quedar estigmatizado. Este organismo no será un prestamista más, como lo fue en los casos de Atenas, Lisboa y Dublín, pero sí apoyará y supervisará a las entidades con informes periódicos.

Estrechar el cerco

Bruselas, el Banco Central Europeo, el FMI e incluso el Gobierno de Barack Obama se han encargado en los últimos días de estrechar el cerco para que España pida ayuda. Pero Berlín es la clave de bóveda de toda la jugada. Las presiones alemanas para que el Gobierno de Rajoy recurra al fondo europeo tuvieron su punto álgido el miércoles, cuando el Ministerio de Hacienda germano se mostró favorable a que la intervención se limite al sector financiero. Esta intervención “suave”, concedían, estará sujeta a las normas especiales para rescates bancarios y tendrá así un calado menor que los programas de Grecia, Irlanda y Portugal. El viernes, diversas agencias internacionales citaban fuentes europeas para anunciar la conferencia telefónica celebrada por el Eurogrupo. La agencia británica Reuters se refirió a una fuente “del Gobierno alemán”, que oficialmente se ha mantenido cauteloso durante los dos días. Ayer, el ministro Wolfgang Schäuble disipó cualquier duda acerca de quién ha ejercido presiones: “Hemos instado a España a que tome decisiones”, informa Juan Gómez.

El nerviosismo en las grandes capitales se explica por la proximidad de las elecciones griegas, en las que la posible victoria de la plataforma izquierdista Syriza podría acarrear la supresión de los programas de austeridad y, con ellos, de los pagos de los próximos tramos del rescate a Atenas. Si esto sucede, podrían precipitarse los acontecimientos. Ni siquiera una fractura del euro puede descartarse. En esas condiciones, el contagio podría arrollar a España y a otros países como Italia. De ahí el apremio para que España apuntale sus bancos con dinero público europeo.

La petición de rescate fue la habitual ceremonia de la confusión: Bruselas viene a decir que es España quien lo ha pedido, y Madrid asegura que es la UE quien ha puesto ese dinero a su disposición. En cualquier caso, el mero anuncio de esa línea de crédito de 100.000 millones —que concede un margen considerable frente a las necesidades de unos 40.000 millones para la banca, según la primera estimación del FMI— puede dar algo de aire al Gobierno ante unas semanas complicadas, según fuentes financieras. Al efecto de las elecciones griegas se sumarán en el plazo de unos días las futuras evaluaciones del sistema bancario. “España debe tener un cheque preparado en cuanto esas cifras se conozcan”, explicaron fuentes diplomáticas.

Pendientes del mercado

Al Ejecutivo le quedan días duros por delante, en los que deberá convencer a los mercados y a los ciudadanos de que el acuerdo es tan positivo como ayer vendía el titular de Economía. Guindos se esforzó en recalcar por activa y por pasiva que lo acordado por el Eurogrupo no constituye un rescate, sino un préstamo “en condiciones muy favorables” que tendrá efectos positivos en la economía, porque reforzará a la banca y reactivará el crédito a empresas y familias. Vaticinó que supondrá un bálsamo para los mercados. Y justificó la ausencia de Rajoy: “Yo soy el miembro del Eurogrupo; el presidente del Gobierno no lo es”.

Pero no consiguió disipar algunas dudas acerca de las secuelas de esa decisión fundamental para el devenir de España. El rescate español es diferente, pero las tres experiencias europeas parecidas no son precisamente un éxito. Los países que solicitan ayudas internacionales, en general, no suelen querer repetir esa experiencia: para los gobernantes, la prueba del ajuste forzado se paga generalmente con la pérdida de las elecciones, incluso con un alejamiento duradero del poder; para los pueblos, el coste se mide en empleos destruidos, en rentas perdidas, en prolongadas y dolorosas recesiones. Algunas consecuencias del rescate, en fin, supondrán profundos cambios, algunos de los cuales están todavía en la penumbra. El Ejecutivo, por ahora, se niega a anticiparse a esas cuestiones. “Si la sociedad no va a sufrir las consecuencias del rescate, como sostiene el Gobierno, ¿por qué no se pidió antes la ayuda?”, le espetó un periodista a Guindos en su comparecencia. “A usted no le toca preguntar ahora”, cerró el ministro.


Dicen que van a “rescatar” a España cuando lo que
van a hacer es hundirla para años

Rescate: Se consuma el engaño

Por Juan Torres López (*)
Público.es, 10/06/2012

Primero los gobiernos les crearon las condiciones para que financiaran una burbuja de crédito sin precedentes y con la que han ganado docenas de miles de millones de euros. Dictaron leyes de suelo para que los promotores les pidieran préstamos que financiaran construcciones en todas las esquinas de España, que irían quedándose vacías y sin vender cada vez en mayor número. Aumentaron las facilidades fiscales para promover las ventas y desincentivaron el alquiler y el consumo colectivo de servicios de ocio o residencia.

Solo de 2000 a 2007, los bancos multiplicaron el crédito total destinado a la actividad productiva por 3,1, el dirigido a la industria por 1,8, el de la construcción por 3,6 y por 9 el dirigido a la actividad inmobiliaria. Y eso que cada vez disponían de menos depósitos para generarlo: en 2000 la banca española recibía 1,43 euros en depósitos por cada euro que concedía a crédito, mientras que en 2007 solo 0,76 euros.

No contentos con los beneficios que les daba el negocio inmobiliario que condenaba al monocultivo a la economía nacional, impusieron políticas de bajos ingresos y recortes salariales para que las familias y pequeños empresarios vivieran en el filo de la navaja y tuvieran que endeudarse hasta las cejas.

Pero no contentos con obtener beneficios normales, los bancos utilizaron a sus tasadores para aumentar artificialmente los activos sobre los cuales iban a dar créditos, para así generar más deuda y cobrar comisiones más suculentas y recurrieron a todo tipo de prácticas comerciales predatorias para fomentar el consumo: manejaban a su antojo los índices de referencia, incluían la abusiva cláusula que autoriza al banco a vender el piso en subasta notarial si se produce el impago de la deuda, reclamaban importes elevadísimos por cuentas que creían canceladas, cobraban comisiones leoninas (más que en cualquier otro lugar de Europa) por cualquier cosa, giraban una y otra vez un recibo inatendido por el cliente generando múltiples gastos de reclamación por una misma deuda, embargaban saldos en cuentas corrientes sin respetar lo establecido en la ley... hasta cuatro folios me ocupa el listado de malas prácticas que han recopilado las asociaciones de usuarios, es imposible consignarlas todas aquí. Y eso, por no hablar de las estafas estrella, que han podido suponer un auténtico robo de entre 12.000 y 15.000 millones de euros, si no más, mediante las participaciones preferentes, las cláusulas suelo, etc.

Mientras sucedía todo esto, las autoridades dejaron hacer, consintieron las tropelías bancarias y permitieron que se inflase la burbuja sin cesar, haciendo oídos sordos a todas las advertencias.

El actual Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, decía en 2003: "no existe una 'burbuja inmobiliaria' (...) el concepto de burbuja inmobiliaria es una especulación de la oposición que habla insensatamente de la economía de ladrillo y olvida que la construcción es un sector fundamental para la economía del país y en el que trabajan cerca de un millón de personas" (El Mundo 2  de octubre de 2003). Y el más tarde Ministro de Economía, Pedro Solbes, afirmaría que quienes auguraban el riesgo de recesión por esa causa "no saben nada de economía" (El País, 11 de febrero de 2008).

Los dirigentes de uno y otro partido negaban lo que hiciera falta, por muy evidente que fuese para el resto de los españoles, con tal de dejar que los banqueros y los grandes empresarios de la construcción literalmente se forraran a costa de todos los españoles.

El gobernador del Banco de España que había colocado el PP, Caruana, se pasaba por el arco del triunfo la denuncia de sus inspectores que en 2006 le señalaban formalmente que no se hacía nada frente a un endeudamiento creciente y muy peligroso de la banca española. Pero eso sí, no había declaración suya o más tarde de su sucesor, el socialista Férnandez, en la que no reclamasen moderación salarial y recortes de gasto social.

Pero gracias a todo ello, los bancos españoles se convirtieron en los más rentables del universo, justo, eso sí, en la misma medida en que situaban a nuestra economía entre las más vulnerables.

Cuando estalló la burbuja y ya no se iba a poder disimular lo que había pasado, el inmenso negocio que los bancos habían hecho a costa de la deuda, todos consintieron en disimular.

Permitieron que los bancos declarasen en balance los activos dañados a precios de adquisición siendo cómplices así de un engaño descomunal que hirió de muerte la credibilidad de nuestra economía porque, por mucho que Zapatero dijese en septiembre de 2008 –como le dictaban Botín y compañía– que el sistema financiero español era "el más sólido del mundo", los inversores y prestamistas internacionales sabían lo que de verdad había hecho la banca española.

Los dos grandes partidos, a los que se  suman los de los nacionalistas de derechas de Cataluña y el País Vasco, colocaron en las cajas de ahorros a sus amigos y militantes y crearon una red de oligarquías provinciales que alentó la especulación, extendió la corrupción y que comenzó a llevar al desastre a la gran  mayoría de las entidades, al convertirlas en clones de los bancos privados, sin tener capacidad real ni naturaleza legal para serlo.

Y para facilitar la recuperación de los bancos mas grandes y dejarles a ellos todo el mercado consensuaron la ley de cajas que las llevaba a su bancarización forzada, para provocar cuanto antes su caída y el reforzamiento por esa vía de los bancos más grandes.

Claro que, a cambio, esos mismos partidos han recibido cientos de millones de préstamos para ir ganando las elecciones, ahora uno luego otro, que no devuelven, y han podido colocar en sus consejos de administración, o en los de empresas participadas, a docenas de ex dirigentes o socios.

Luego, cuando el sistema saltaba por los aires porque a los alemanes les consumía el ansia de cobrar los préstamos que con la misma compulsión habían dado a los bancos españoles, todos se concitaron para negar que iban a pedir un rescate. Diez días hace que lo negaba rotundo el presidente Rajoy: "no va a haber ningún rescate de la banca española" (EFE 28 de mayo).

Y cuando lo han pedido, niegan lo que efectivamente han pedido: 100.000 millones de euros para entregar a la banca y que vamos a pagar todos los españoles. Niegan que vaya a tener efecto sobre el déficit y la prima de riesgo, cuando será el Estado quien tenga que devolverlo (¿cómo lo harían unas entidades que se capitalizan precisamente porque no tienen dinero?) y tratan de hacer creer que es algo positivo y una ayuda generosa: "Las noticias que traemos hoy son positivas", dijo el Ministro de Guindos cuando empezaba la rueda de prensa que dio ayer para anunciar el rescate.

Nos han engañado a todos cuando dicen que van a rescatar a España cuando lo que van a hacer es hundirla para años. Nos han engañado los bancos, nos han engañado los gobiernos del PSOE y del PP. Nos han engañado los dirigentes europeos que están borrachos de ideología neoliberal y no se dan cuenta de que las medidas que toman llevan al desastre a los países que las aplican (¿o acaso es que está mejor la economía de Portugal, por no hablar de los ciudadanos portugueses, desde que fue "rescatada"?). Nos ha engañado el Fondo Monetario que se ha sacado de la manga un informe deprisa y corriendo solo para justificar la decisión ya tomada y en el que cifra las necesidades de financiación de la banca española en una horquilla que sitúa, nada más y nada menos, que entre 45.000 millones y 119.000 millones de euro. ¿En qué quedamos?

Y nos engañarán esta tarde el presidente Rajoy y el Príncipe Felipe si es que definitivamente se han ido a ver el partido de fútbol cuando griten ¡España, España!, porque lo que están demostrando es lo contrario: España, los españoles de abajo, les importamos un pepino. Ellos y el resto de los políticos que han permitido lo que acabo de señalar, junto a los banqueros y los grandes beneficiarios de la burbuja y de la crisis, que tendrían que vivir 500 años más para disfrutar de todo lo que han ganado a costa de los españoles, son los responsables de este engaño descomunal. Hay que pedirles cuentas a todos y echarlos para siempre.


* Juan Torres López, Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla.


La eurozona rescata a la banca española, lo que
aumentará la deuda y traerá más recortes

Por Alberto Padrilla
Gara, 10/06/2012

La banca española será rescatada por Bruselas por un máximo de 100.000 millones de euros. Lo anunció ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos, que insiste en que la inyección económica al sistema financiero no conlleva nuevas condiciones para el Estado ni para sus ciudadanos. Según su versión, serán las entidades monetarias las que tengan que afrontar planes de saneamiento. A pesar de la gravedad de la situación económica, Rajoy no compareció.

Madrid.– Tras una semana de especulaciones, el Estado español será finalmente rescatado. Después de una videoconferencia celebrada ayer entre el Eurogrupo y en la que también participó Christine Lagarde, directora gerente del FMI, los socios comunitarios decidieron inyectar un máximo de 100.000 millones de euros para recapitalizar el sistema bancario español. No se han facilitado datos sobre cuáles serán las condiciones bajo las que se imponga el rescate ni hasta dónde llega el agujero de las entidades financieras, pendientes todavía de las auditorías externas que realizan dos firmas privadas. Hasta finales de este mes no se conocerá el montante exacto de la ayuda.

Pese a la gravedad del contexto económico, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, no compareció en público para dar explicaciones. En su lugar lo hizo su ministro de Economía, Luis de Guindos, quien llegó a asegurar que «no se trata de un rescate», sino de un «préstamo en mejores condiciones que en el mercado». En esta línea, el ministro aseguró que «lo que se ha hecho es pedir un préstamo para que las entidades sean más solventes y estén en condiciones de dar créditos a las pymes y a las familias. No hay más razón que esa, no estamos haciendo un favor a nadie, las condiciones se les van a imponer a los bancos».

La rueda de prensa con la que De Guindos anunció el rescate, celebrada a contrarreloj a última hora de la tarde, sirvió para comprobar cómo pretende el Ejecutivo español maquillar los agujeros de bancos y cajas. «No tiene que ver con un rescate», insistió el ministro, que calificó la operación de «apoyo financiero». Según su versión, Bruselas no impondrá condiciones adicionales, tal y como ha ocurrido en Grecia, Irlanda o Portugal, sino que estas se aplicarán únicamente a las entidades financieras que se acojan al plan de ayuda. «No habrá condiciones de reforma fiscal, macroeconómicas ni de gastos», aseguró, tratando de remarcar que el rescate no conllevará un nuevo plan de ajustes ni afectará a las carteras de los ciudadanos. Lo que no aclaró es en qué se concretarían las exigencias que se impongan a bancos y cajas, limitándose a señalar que «tendrán que elaborar planes de saneamiento y reequilibrio», según De Guindos,

Una vez despejada la primera incógnita, falta por conocer la letra pequeña. Todavía no se ha hecho pública cuál será la fórmula escogida por Europa para inyectar el dinero. Lo que sí que está claro es que será destinado al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), quien se encargará de distribuir el montante una vez que se conozcan cuáles son las necesidades reales. El dinero que Bruselas inyecte en el FROB para que lo preste a las entidades necesitadas computará como deuda y sólo los intereses que genere el pago de esa deuda computarán como déficit. Luego será el FMI quien controle el proceso.

¿Quiénes se acogerán al plan?

Según De Guindos, que citó el informe de la institución monetaria internacional, «el 70% de las entidades» no necesitarán acogerse al rescate. Aunque, a falta de datos más concretos, queda claro que entre ellas se encontrarán Bankia, CatalunyaCaixa, NovaGalicia, y Banco de Valencia, las cuatro entidades nacionalizadas.

Este mismo documento cifró en 40.000 millones el agujero existente en bancos y cajas. El ministro justificó el amplio margen existente entre esta cifra y lo que inyectará Europa apelando al «margen de seguridad» necesario para despejar todas las dudas suscitadas en torno al sistema bancario español.

Después de semanas negando que el rescate, y 24 horas después de que la vicepresidenta española, Soraya Sáez de Santamaría, descartarse la existencia de la reunión en la que finalmente se tomó la decisión de inyectar liquidez al Estado, De Guindos tuvo que cambiar el registro y asegurar que la medida «va a favorecer la economía». De hecho, hasta llegó a asegurar que se trataba de una «noticia positiva» al garantizar la credibilidad del sistema bancario.

Rajoy, desaparecido

En este contexto, la ausencia de Rajoy constituyó uno de los hechos más comentados. De Guindos zanjó la cuestión escudándose en que es él, como ministro de Economía, quien forma parte del Eurogrupo, y no el presidente español. A pesar de ello, alabó el trabajo del jefe del Ejecutivo y destacó su papel a la hora de llegar a un acuerdo con sus socios comunitarios.

El exLehman Brothers rechazó haber sufrido presiones de Bruselas para que acatese el plan de rescate y defendió el «compromiso» de los países de la eurozona para «avanzar en el proyecto», reconociendo, eso sí, la difícil situación por la que atraviesa la moneda común.

Paradójicamente, todavía no se conoce la cuantía total del agujero de cajas y bancos. Estos siguen a la espera de las dos auditorías que realizan Oliver Wyman y Roland Berger y que estarán listas para el 21 de junio. Posteriormente, cuatro firmas estatales (Deloitte, KPMG, PwC y Ernst & Young) realizarán un segundo examen. Será entonces cuando intervenga el Banco de España. Hasta entonces, la principal incertidumbre seguirá siendo cómo podrá afectar el rescate bancario a los bolsillos. Unas dudas no resueltas a pesar de la insistencia de De Guindos en señalar que el rescate es «un préstamo muy favorable, que no dejará el mínimo resquicio a la duda».

Comisión Europea y FMI expresan su satisfacción

La Comisión Europea (CE), por medio de su presidente, José Manuel Durao Barroso, y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con su directora gerente, Christine Lagarde, mostraron su satisfacción por el acuerdo del Eurogrupo respecto al Estado español.

Durao Barroso mostró su convencimiento en que «España logrará recuperar la confianza de los inversores y creará las condiciones para el crecimiento con el apoyo europeo a la banca junto con las medidas de ajuste y reformas estructurales emprendidas por su Gobierno».

Junto con el vicepresidente económico, Oli Rehn, señalaron que «con esta profunda reestructuración del sector financiero y la implementación determinada de las reformas estructurales y de consolidación fiscal, estamos convencidos de que España puede recuperar gradualmente la confianza de los inversores y del mercado y crear las condiciones para volver a un crecimiento sostenible y la creación de empleos», señalaron en un comunicado.

La CE «está preparada para proceder rápidamente» en colaboración con el Banco Central Europeo (BCE), la Autoridad Bancaria Europea (ABE) y el FMI «con la necesaria evaluación sobre el terreno y con su propuesta sobre las condiciones que se impondrán al sector financiero a cambio de la ayuda que recibirá para recapitalizarse y reestructurarse», dijeron.

Estas condiciones «se centrarán en el sector financiero, que tendrá que sanearse y acometer reformas estructurales, y en el cumplimiento de las normas europeas sobre ayudas estatales.

Por su parte Lagarde, que participó directamente en la reunión del Eurogrupo, declaró que el anuncio de la inyección «resulta crucial para que tenga éxito la recapitalización de España».

«Quisiera manifestar mi profunda satisfacción por el anuncio hecho por los miembros del Eurogrupo, el cual complementa las medidas adoptadas por las autoridades españolas en las últimas semanas para fortalecer el sistema bancario del país», indicó Lagarde en un comunicado del FMI.

«Esta cantidad es coherente con las necesidades de capital que fueron identificadas en el Programa de Evaluación del Sector Financiero (PESF) del FMI y da garantías de que el sistema bancario español contará con la financiación que requiera», agregó Lagarde.

La directora del organismo internacional manifestó que «crear un mecanismo de apoyo creíble para recapitalizar los segmentos más vulnerables del sistema bancario fue una de las principales recomendaciones del PESF del FMI que evaluó recientemente a España».

Por último, Lagarde afirmó que el FMI «está preparado para responder a la invitación de los miembros del Eurogrupo prestando apoyo en la puesta en marcha y el monitoreo de este respaldo financiero mediante informes periódicos».

El Fondo Monetario divulgó el viernes por la noche su evaluación de las necesidades del sector financiero en el Estado español, que cifró «en alrededor de 40.000 millones de euros», aunque también precisó que podría ser más.