Género

La política trans y el feminismo sin mujeres

Las Rojas, Boletín Nº 6, agosto 2010

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"Por un feminismo sin mujeres" parece ser la consigna que se está poniendo de moda entre las y los que sostienen la política trans o el programa de la "disidencia sexual".

La política trans no es la defensa del elemental derecho a la libre sexualidad, sino de una posición que invisibiliza la opresión de las mujeres y particularmente de las lesbianas. Plantea que lxs más oprimidxs por el sistema patriarcal son las personas sexualmente "disidentes" y sobre todo lxs que deciden asumir una identidad de género "alternativa". Es decir, lo más disidente sería una mujer lesbiana que se viste de varón o una travesti que adopta los rasgos de la mujer modelo patriarcal, una "femme fatale" que además reivindica la prostitución.  El programa de la política trans es entonces abandonar la lucha por la emancipación de la mujer.

Se trata de posiciones políticas y no sólo de sexualidad. La posición trans parte de la idea queer de que el patriarcado es la imposición de la norma heterosexual, que tanto las mujeres como los hombres heterosexuales gozan de las ventajas de esta norma y las personas que asumen una sexualidad diversa son oprimidas por esa misma norma. Esta concepción reduce el patriarcado a uno sólo de sus aspectos, la heteronormatividad. Así, al negar la opresión de las mujeres no da cuenta de las causas de la opresión lgttbi, y por lo tanto es incapaz de dar una salida efectiva a esta. Y genera la fantasía de que la subversión contra la heterosexualidad es crear morbosas caricaturas tinellizadas.

Por otra parte, el gobierno K tiene la política de utilizar las legítimas demandas lgttbi contra las mujeres. Por eso las organizaciones afines al gobierno están dedicando sus esfuerzos a que el movimiento no confluya con las mujeres en la demanda por el derecho al aborto y que se dedique exclusivamente a la movida por la Ley de identidad. Por supuesto que es correcto pelear para que cada persona tenga en su documento la identidad sexual que prefiera. Pero la gran oportunidad que abrió la aprobación del matrimonio igualitario tiene que llamarnos a la unidad entre el movimiento lgttbi y las mujeres para exigir el derecho al aborto, porque si se aprueba, tambalea también la base de la opresión sexual, que tiene como fin último imponerle a las mujeres la reproducción y el trabajo doméstico como destino.

Al contrario de la política trans, las feministas socialistas planteamos que es necesario que exista un fuerte movimiento de mujeres, que cuestione todas las relaciones sociales, que se alíe y tome como sus banderas los reclamos de las personas lgttbi para luchar contra el capitalismo patriarcal. Esto significa visibilizar a las lesbianas y sus peleas. Luchar incansablemente por justicia para Natalia Gaitán, la joven cordobesa asesinada por el padrastro de su pareja, que cometió un claro crimen lesbofóbico. Visibilizar la lucha de las travestis que pelean contra la represión policial y exigir que las compañeras tengan trabajo genuino en lugar de tener que prostituirse. La lucha por el matrimonio igualitario abrió el debate y es una oportunidad para avanzar.

El feminismo socialista es el único programa posible para terminar con la opresión sexual, al ligar la lucha lgttbi con la lucha de las mujeres junto a las y los trabajadores, por terminar con la familia patriarcal burguesa y todas las relaciones capitalistas patriarcales de explotación y opresión que la sostienen.