Género

Sudáfrica - Escandalosa protección de la policía y la “justicia” a violadores

Violadas por ser lesbianas

Por Lali Cambra
Desde Ciudad del Cabo
El País, 19/03/11

Protesta en Ciudad del Cabo por la impunidad de violadores

“Es nuestra responsabilidad asegurar que las víctimas de ‘violaciones correctivas’ denuncien los casos”, dijo hace un año el responsable del Ministerio de Justicia sudafricano. Al día siguiente, Millicent Gaika iniciaba su enésima peregrinación a los juzgados para enfrentarse al hombre que la violó para “curarle de ser lesbiana”. Como las veces anteriores, regresó a su casa. El juicio fue pospuesto porque ni los testigos ni el médico que la atendió tras la agresión, estaban presentes.

Gaika no es la única. El juicio por el asesinato de Zoliswa Nkonyane, lesbiana de 19 años, también en Ciudad del Cabo, se ha pospuesto 32 veces, la última la pasada semana. Los grupos de activistas en Sudáfrica piden la aprobación de una ley específica para castigar los que definen como “crímenes de odio”, y que mientras tanto sea el Gobierno el que supervise cada caso.

En mayo se cumplirá un año y un mes de la agresión a Millicent, de 30 años y vecina del barrio de Gugulethu, uno de los asentamientos más antiguos de la ciudad y producto del apartheid. Millicent regresaba a su casa por la tarde, acompañada de sus amigas, cuando otro vecino, Andile N., a quien ella conocía, le pidió un cigarrillo. Millicent no sabía que Andile ya tenía una condena por violación ni esperaba que aquel hombre, que siempre la había tratado con respeto y que sabía que ella es lesbiana, la asaltara, la metiera en su chabola y la violara durante cinco horas. “Crees que eres un hombre, pero te voy a enseñar que eres una mujer. Te voy a preñar, vas a darme un hijo”, es lo que le espetó el violador, según la denuncia. Un grupo de vecinos decidió tirar la puerta abajo y rescatar a Millicent. Pero el horror no acabó ahí.

Pese a la oposición de las activistas, Andile N. obtuvo libertad bajo fianza. Se le prohibió acercarse a Millicent, aunque ambos vivían en el mismo barrio. Él no paraba de acosarla y ella tuvo que cambiar de residencia.

Entonces empezaron las visitas a los juzgados. El último retraso se produjo porque los testigos no fueron avisados. “La policía no hace su trabajo”, explica Funeka Soldaat, miembro de Free Gender, una de las más de diez ONG que iniciaron una campaña para recoger firmas contra los “crímenes de odio”.

En diciembre, la campaña llegó a internet a través de una petición (en el sitio www.change.org) motivada por el suicidio, el mes anterior, de una lesbiana que había sido asaltada. En pocas semanas recogieron 170.000 firmas de 163 países, y si antes el acceso al Ministerio de Justicia parecía imposible, ahora fueron los responsables del Gobierno los que contactaron con los activistas.

El pasado lunes se reunieron por primera vez en el Parlamento de Ciudad del Cabo y acordaron adoptar un plan de acción y una comisión de trabajo para afrontar los peligros que supone ser gay, lesbiana o transexual en los guetos de las ciudades sudafricanas. “Se pasa miedo, hay una atmósfera de amenaza a la que te acostumbras... a sobrevivir”, dice Soldaat. Sudáfrica fue el primer país en prohibir en su Constitución la discriminación por orientación sexual y el primer país africano en legalizar el matrimonio homosexual. Aun así, las estadísticas de violencia machista son unas de las más elevadas del mundo.