Haití

Haití no es un “Estado fallido”

Por Jorge Aldao
Contrapunto (Prensa alternativa), 17/01/10

La tragedia del terremoto de Haití ha vuelto a poner sobre el tapete las teorías de los medios de comunicación occidentales acerca de los “Estados fallidos”, condición que adjudican a Haití.

Un somero repaso a la historia haitiana permitirá comprender que Haití no es un “Estado fallido” sino un país que, pese a la heroica resistencia de sus habitantes, sigue siendo devastado por las políticas imperialistas impuestas en todo el planeta por la autoproclamada Civilización Occidental.

Debemos comenzar este repaso por el imperio español que, luego de ocupar una isla de las Antillas (habitada por las etnias arawak, caribes y taínos), a la que bautizó como La Española, hoy repartida entre Haití y la República Dominicana, la convirtió en el primer puesto de avanzada de ese Imperio.

Al frustrarse la esperanza de encontrar oro, los colonizadores dedicaron La Española a las plantaciones y experimentaron allí diversas formas de someter (con “repartimientos” primero y con “encomiendas” después) a su población nativa, para utilizarla en las explotaciones agropecuarias, reprimiendo brutalmente las sublevaciones y contagiando a los nativos enfermedades europeas para las que sus organismos no tenían un sistema inmunitario adecuado.

Esto provocó que, en menos de medio siglo, prácticamente se extinguiera casi la totalidad de sus nativos. Las cifras de esta mortandad no son coincidentes, pero según los historiadores varían desde algunos cientos de miles de nativos hasta los tres millones de los que hablaba Fray Bartolomé de las Casas.

De todos modos, sea cual fuere la cifra, no hay duda de que, por la violencia planificada de los colonizadores y por las enfermedades diseminadas por ignorancia, España tiene en su conciencia histórica la responsabilidad del genocidio de los amerindios nativos de La Española.

Posteriormente, en 1517 ante la desaparición de la mano de obra nativa, Carlos I de España y V de Alemania autorizó la trata de negros esclavos, dando comienzo un proceso que definiría la actual fisonomía étnica y cultural de ese país.

Ésa fue la primera tragedia de Haití, que no fue espontánea ni provocada por sus habitantes, sino causada por la codicia de Occidente.

Más tarde, Francia se aprovechó del desinterés de España por la parte occidental de la Isla y, por medio de sus bucaneros (desde la Isla de la Tortuga), se apoderó gradualmente de ese sector occidental de La Española (lo que hoy es Haití) hasta que finalmente España se lo cedió a Francia en 1697.

Los franceses convirtieron ese sector occidental, al que llamaron Saint Domingue, en una de las colonias más ricas de Francia gracias a sus plantaciones trabajadas por los esclavos negros traídos de África.

El Haití colonial francés, en el último tercio del siglo XVIII y bajo un duro sistema esclavista, tenía una población de apenas 20.000 personas blancas, 30.000 mulatos libres y casi 800.000 esclavos que trabajaban las plantaciones de azúcar, tabaco, añil, algodón, etc.

La riqueza de Saint Domingue hizo que los franceses la denominaran “La Perla de las Antillas” ya que producía el 60% del café y el 40% del azúcar que se consumía en toda Europa.

En 1749 Francia, enfrentada con Inglaterra, apoyó la independencia de las colonias americanas y un contingente de nativos de Saint Domingue combatió junto a los americanos contra las tropas inglesas lo que, quizás, aportó una experiencia bélica a esos negros y mulatos que luego lucharían por su independencia.

En 1789, aunque la Revolución Francesa había proclamado que todos los hombres eran iguales, los colonialistas franceses no respetaron ese criterio con los esclavos de Saint Domingue.

Así, se produjo una sublevación de esclavos en 1971 en el norte de la isla, comandada por el jamaicano Boukman (que procuraba que se respetaran con los negros esclavos los Derechos del Hombre y del Ciudadano establecidos por la Revolución Francesa).

En esa sublevación, brutalmente reprimida por las tropas de la metrópoli colonial, participó, como subordinado de Boukman, quien luego sería conocido como Toussaint Louverture, cuyo prestigio creciente lo llevaría a comandar tiempo después el proceso de la revolución haitiana.

Posteriormente, en 1792, la Asamblea Francesa otorgó la ciudadanía a los hombres libres de color (mulatos), pero inicialmente no concedió la libertad a los esclavos.

Sin embargo, en 1794 aquella Asamblea declaró abolida la esclavitud en todas sus colonias.

En 1795 el sector español de la isla (lo que hoy es la República Dominicana) pasó a manos de Francia. Al abolirse la esclavitud, las plantaciones disminuyeron notablemente la producción, y pese a que Toussaint Louverture intentó recuperar el nivel de producción por medio de trabajos forzosos de los ex esclavos negros, la producción siguió cayendo.

En 1801 Louverture propuso a Francia una constitución en la que Sainte Domingue seguiría siendo una colonia de Francia, pero con una gran autonomía y sin esclavos.

Napoleón, con un poder creciente en Francia y deseando recobrar para financiar su proyecto político los ingresos de “La Perla de las Antillas”, presionó a España para que le cediera la colonia española de Luisiana, una enorme superficie de América del Norte que ocupaba totalmente los actuales estados de Arkansas, Oklahoma, Missoury, Kansas, Nebraska,Iowa, South Dakota y parcialmente los estados de Louisiana, Texas, New México, Colorado, Minnesota, North Dakota, Wyoming y Montana.

En 1801, Napoleón respondió a la propuesta de Toussaint Louverture enviando una flota con un ejército de 25.000 soldados para reimplantar la esclavitud en Saint Domingue. Esto provocó la reanudación de la sublevación bajo el mando de Toussaint Louverture, quien hasta 1802 luchó contra los franceses, los españoles y los ingleses (que también habían invadido la Isla) intentando ocupar la parte oriental y decretando la abolición de la esclavitud en ese sector (hoy República Dominicana) pero fue rechazado por los franceses al mando de Ferrand y, posteriormente, capturado y deportado a Francia donde moriría en prisión.

Ante el restablecimiento de la esclavitud en las colonias francesas, Dessalines, un general negro de Louverture, se amotinó contra las tropas de Napoleón, que habían derrotado a Louverture, y tras dos años de luchas las derrotó en la batalla de Vertieres, expulsándolas de la isla y proclamando la independencia de Haití en 1804.

De esta manera, Haití se convirtió en la segunda nación americana independiente, después de USAmérica, y la primera en América Latina, siendo la primera república negra en la Historia.

Pero al abolirse la esclavitud la economía de Haití se deterioró rápidamente ya que la extraordinaria riqueza de “La Perla de las Antillas” sólo era sostenible con base en el trabajo no pagado de los esclavos.

Además, y debido a la completa ausencia de un proceso civilizador por parte de Francia, los conflictos siguieron en Haití por la diferencia de intereses entre las autoridades mulatas y los afrodescendientes puros.

Hay que señalar que estos conflictos fueron otra consecuencia del racismo inherente a una gran mayoría de europeos. Este racismo francés, exacerbado por el colonialismo(que no sólo no civilizó nada sino que fomentó las diferencias entre blancos, negros y mulatos) llegó al colmo de que los mulatos, para sentirse menos despreciados por los blancos, establecieron una graduación de mezcla de sangres y fijaron una tipología de mestizaje que incluía 32 tipos diferentes de mulatos según la mayor o menor “blancura” de su sangre.

Ésta fue la segunda gran tragedia de Haití, que tampoco fue espontánea o provocada por los habitantes de Haití y también es consecuencia de la codicia occidental. Además, demuestra la falsedad de que Occidente es sinónimo de civilización ya que los franceses, al retirarse, no dejaron nada valioso ni perdurable en su ex colonia.

Si los franceses, como antes los españoles, hubieran tenido una mínima intención de civilizar a los esclavos de origen africano (suponiendo que hubiera sido aceptable arrancar a millones de pobladores de África para hacerlos trabajar gratis en América en condiciones inhumanas), habrían promovido el desarrollo cultural y político de esa inmensa masa de esclavos y habrían establecido una economía sostenible sin recurrir al trabajo no remunerado de dichos esclavos. En ese caso, otra hubiera sido la historia de Haití (como la de todas las colonias de la “Incivilización” occidental en América, África y Asia).

Posteriormente, Haití vivió un largo período, hasta 1820, de luchas intestinas por el poder, que finalizó en 1820 cuando se instauró una república. Sin embargo, la independencia de Haití no fue reconocida por la mayoría de las potencias occidentales.

USAmérica, país esclavista, recelaba de un país dirigido por ex esclavos y Thomas Jefferson se negó a reconocer a Haití. Al mismo tiempo, el Congreso de USAmérica prohibió el comercio de sus ciudadanos con Haití, colaborando con los bloqueos de Francia y España a la nación recién independizada.

En 1826, Haití obtuvo el reconocimiento de Francia a cambio de comprometerse a pagar 150 millones de francos en oro. Después, Inglaterra hizo lo propio. No fue hasta la década de 1860 –bajo la presidencia de Lincoln– cuando Haití fue reconocida por USAmérica.

De tal manera, los haitianos sufrieron un largo bloqueo internacional y los conflictos socioculturales derivados de la cultura racista impuesta por el colonialismo. Esto mantuvo durante muchos años al país en la anarquía hasta que en 1915 fueron invadidos por los marines usamericanos.

Lo primero que hicieron los marines fue atracar el tesoro del Banco de Haití y robaron todo el dinero que había en él (equivalente a 500.000 dólares de esos años, una fortuna) que fue llevado en una nave yanqui a USAmérica y depositado en las cajas del City Bank.

La historia del sometimiento de Haití a los mandatos usamericanos es demasiado larga para detallarla aquí.

Baste señalar que la economía y las aduanas de ese país estaban en manos de los yanquis, quienes permanecieron como ejército invasor y ocupante por 19 años hasta 1934 en que se retiraron, aunque mantuvieron controles indirectos sobre la economía de Haití hasta 1947.

El objetivo de USAmérica en Haití era convertirla en un país colonial disimulado como los que ya existían en el resto de América central, donde los trabajadores nativos eran virtualmente esclavos.

Durante esa ocupación las tropas usamericanas reprimieron duramente los alzamientos del pueblo y en una de esas represiones, en 1918, causaron más de 6.000 muertes.

Después de 1934 Haití debió sumar a sus crónicos problemas raciales y políticos las consecuencias de la crisis mundial de 1930 y de la ocupación yanqui. De tal manera, la inestabilidad (antes sofocada por la represión de las armas yanquis) se hizo nuevamente presente y hubo un breve período de autoridades elegidas y golpes de Estado, en los que participaban USAmérica y la dictadura dominicana de Rafael Leónidas Trujillo.

Finalmente, en 1949 tomó el poder una junta militar, que se mantuvo en el poder hasta 1957 cuando fue elegido François Duvalier (Papa Doc), un médico respetado y apoyado por los militares, que muy pronto instauró una dictadura vitalicia y sangrienta (con el apoyo financiero y militar de USAmérica, que necesitaba en Haití un gobierno ferozmente anticomunista) y firmó un acuerdo de mutua protección (para la represión de los disidentes) con el dictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo. Esta dictadura duró 14 años.

A su muerte, a Papa Doc le sucedió su hijo Jean Claude Duvalier (Bébé Doc), quien mantuvo las mismas políticas tiránicas de su padre y tuvo que exiliarse (“por impresentable” incluso a los ojos de USAmérica) en 1986, tras 15 años de dictadura.

Desde la huída de Bébé Doc, Haití ha tenido 17 presidentes en 20 años (desde 1986 hasta 2006) siendo algunos “de facto”, otros provisionales y otros constitucionales, con la peculiaridad de que Bertrand Aristide ocupó la presidencia del país cuatro veces (dos de ellas repuesto en el cargo después de haber sido destituido por las maniobras en ambos sentidos del Departamento de Estado). En estos 20 años USAmérica ha seguido controlando los destinos del pueblo haitiano.

Pero, además de la destrucción de las instituciones políticas de Haití, la injerencia de USAmérica en este país adquirió una característica particularmente grave.

Como señalaba Camille Loty Malebranche, profesor haitiano [1]:

“La política de Wilson de transformar las tierras haitianas en latifundios de propiedad estadounidense dedicados exclusivamente a cultivar caña de azúcar y otros productos para la exportación, a través de Banana Fruit, fracasó totalmente en la primera ocupación estadounidense del país, entre 1915 y 1934.”

Y por ello, con llegada al poder de Bébé Doc Duvalier, el Departamento de Estado de Usamérica, el FMI y el Banco Mundial impusieron una política de devastación de la agricultura y ganadería haitianas produciéndose lo que el citado autor describe como:

“En un país que se alimentaba opulentamente con sus productos autóctonos: carne sana, frutas (plátanos, naranjas, guanábanas, melones, papayas, piña, chirimoyas) y cereales naturales, y además los exportaba, se han acabado imponiendo los pollos con hormonas, todo tipo de despojos avícolas y los apestosos pescados residuales de las piscifactorías de Miami, pescados de ínfima calidad que hasta los insanos glotones estadounidenses rechazan de sus mesas, ya de por sí poco saludables. Hay que señalar también que el bogavante, la langosta y los pescados haitianos son rapiñados en alta mar por los barcos estadounidenses que dejan restos insignificantes a los haitianos, quienes apenas disponen de técnicas de pesca, y no pueden competir con los pesqueros de Estados Unidos que violan las aguas territoriales haitianas con total impunidad.”

Así, los 19 años de ocupación directa usamericana y los más de 70 años de ocupación indirecta de ese pueblo por USAmérica configuran la tercera tragedia del pueblo haitiano, que tampoco fue espontánea o provocada por los haitianos sino, una vez más, consecuencia de la codicia de Occidente que no sólo ha desbaratado las instituciones del país, sino que además ha destruido la soberanía alimentaria del pueblo.

Como decía el profesor Malebranche:

“Gracias a su siniestro éxito contra Haití, los estadounidenses no sólo se deshacen de su basura de productos sin valor y venden sus porquerías impresentables a precios prohibitivos para los haitianos, sino que además –y esto es terrorismo exterminador– actualmente tienen la llave del estómago de los haitianos, el terrorífico poder de crear hambrunas artificiales para destruir a cualquier gobierno o movimiento patriótico que pretenda cambiar la política para transformar la cara patibularia de este país enfermo y torturado...”

y recuerda:

“…que los presidentes estadounidenses Jefferson en el siglo XIX y F.D. Roosevelt en el XX, no ocultaban su odio por «esa peste de negros independentistas y abolicionistas que consiguieron su independencia por las armas» . El orgullo de las masas haitianas de decir siempre «no» a los depredadores colonialistas, racistas, negrófobos y sembradores del hambre en el planeta, por fin había sido borrado del paisaje y se había hundido hasta el fondo por los asaltos de un comercio desajustado por Estados Unidos que infligía un suplicio orquestado sin compasión contra Haití.”

Hoy Haití se ha convertido en uno de los puntos favoritos en el Caribe para el embarque y desembarque de cocaína, rumbo a USAmérica y Europa, y de lavado de dinero. Las fuerzas militares internacionales de la Misión Internacional de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) son vistas por los pobladores haitianos como bandas criminales que disparan sin control en los barrios marginales de Puerto Príncipe, además de robar y violar a mujeres y niños.

Haití no es un “Estado fallido” sino un país cuyo pueblo tiene fama de ser indómito, conducta inaceptable para USAmérica, situación que se agrava al estar ubicado geográficamente demasiado cerca de Cuba, cuyo pueblo tampoco acepta la dominación.

Por añadidura, Haití tiene la desgracia de estar en el camino de la cocaína en tránsito a USAmérica (como lo está Afganistán en relación con la heroína) y por ello USAmérica no permitirá que los haitianos superen sus problemas y alcancen una razonable prosperidad.

USAmérica necesita un Haití devastado para poder hacer allí todo lo que se le antoje, con el apoyo de los líderes de Occidente.


Notas:

(1) “Haití, el estómago de los pobres controlado por los plutócratas”, Rebelión, 25/04/08.