Historia
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Un libro que despierta polémica

“La limpieza étnica de Palestina” de Ilan Pappé

Comentario de Andrés Criscaut
AdnCultura, 09/08/08
Sitio cultural de La Nación de Buenos Aires

El historiador israelí Illan Pappé ha logrado ponerle un punto final a una de las polémicas más sensibles y persistentes de la historia moderna. “La limpieza étnica de Palestina” (ed. Luis Noriega), que hace referencia a hechos ocurridos entre 1947–49, cauteriza un tema del cual dependen desde hace más de sesenta años tanto la identidad palestina como la israelí. Para los primeros fue el “Desastre”, la Nakba , un componente fundamental de representación nacional; para los segundos, la guerra de la independencia, con acontecimientos considerados casi como “secretos de Estado” y hasta ahora silenciados y negados.

Pappé es parte de una generación de investigadores e intelectuales conocidos desde los años 80 como “los nuevos historiadores israelíes”, quienes han sabido analizar de una manera mucho más crítica y fundamentada el material oficial israelí desclasificado en las últimas décadas junto con la incipiente historiografía y testimonios palestinos. Su libro combina rigor académico y claridad periodística para explicar –a la vez que denunciar y responsabilizar– la política árabe de Israel a partir del concepto de limpieza étnica, entendido como el esfuerzo de homogenizar la población de una zona mediante la expulsión y la violencia.

“La limpieza étnica de Palestina” rebate los argumentos de que los árabes de Palestina huyeron por voluntad propia, y que la idea de hacer un Estado exclusivo para los judíos en Medio Oriente no podía significar otra cosa que “desarabizar” el territorio. “A partir del 10 de marzo de 1948, cuando se aprobó el plan (Dalet), en seis meses se desarraigó a más de la mitad de la población nativa de Palestina, se destruyeron 531 aldeas y se vaciaron once barrios árabes de las ciudades”, sostiene.

Pappé desarticula también el mito de que en 1948 un pequeño ejército israelí tuvo que enfrentar una aplastante coalición de ejércitos árabes. La disparidad de efectivos, coordinación, motivación, entrenamiento e incluso armamento evidenció una “supremacía militar israelí garantizada”. Los mismos informes israelíes citados revelan que los “Palestinos no estaba inclinados a luchar” ante “un ejército judío que casi duplicaba a todas las fuerzas árabes combinadas”.

Otro punto crucial para entender los orígenes del conflicto en Medio Oriente fue la indiferencia de la comunidad internacional, ocupada en aquellos años con las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y el papel de una joven ONU que dictaminó con su resolución 181 de partición de Palestina “una receta garantizada para la tragedia”. “La división en dos partes iguales del país, abrumadoramente palestino –anota Pappé–, ha tenido consecuencias tan desastrosas porque se llevó a cabo contra la voluntad de la mayoría de la población nativa”.

Y continúa: “Si la ONU hubiera decidido hacer corresponder el tamaño del futuro Estado con el territorio en que los judíos se habían asentado en Palestina (compraron el 5,8% de la tierra y representaban un tercio de la población total), a éstos no se les habría otorgado más de un 10% del total del país. Pero la ONU aceptó las exigencias nacionalistas del movimiento sionista y, además, buscó compensar a los judíos por los estragos causados por el Holocausto nazi en Europa”. La resolución 181 tampoco incluía mecanismo alguno para impedir la limpieza étnica, sino que dejaba dentro del área judía 400 aldeas palestinas con casi un millón de palestinos, quienes “de acuerdo con el derecho internacional se habían convertido en ciudadanos israelíes”.

Este libro puede ser valorado como una suerte de “J’accuse” del conflicto. Su aporte es clave ya que la base de todo el conflicto palestino–israelí se condensa en el reconocimiento de lo ocurrido durante 1948, y que cualquier intento de resolución que no lo entienda o perciba de esa manera parece destinado de antemano al fracaso.