Iraq

Cinco años en el infierno

Análisis de Dahr Jamail
Inter Press Service (IPS), 18/03/08

Washington.– Al cumplirse cinco años de la invasión de Estados Unidos a Iraq, la tétrica realidad y la opinión pública iraquí desmienten al gobierno del país ocupante, según el cual la situación allí ha mejorado.

El vicepresidente estadounidense Dick Cheney declaró el lunes, en visita sorpresiva a Iraq, que la invasión lanzada el 20 de marzo de 2003 había sido un "esfuerzo exitoso".

Pero las cifras dejan en evidencia que uno de cada tres iraquíes abandonó su hogar, depende de la asistencia de emergencia para sobrevivir o murió a causa de la invasión y la ocupación. Eso es lo que Cheney considera un "esfuerzo exitoso".

La organización humanitaria Just Foreign Policy calculó que más de un millón de iraquíes murieron tras la invasión y ocupación de su país, que este jueves cumplirá cinco años.

La firma encuestadora británica ORB elevó esa cifra a más de 1,2 millones.

El alto costo de la invasión y ocupación llevó al premio Nóbel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial Joseph Stiglitz a publicar, junto con Linda Bilmes, de la Universidad de Harvard, el libro "The Three Trillion Dollar War" ("La Guerra de los tres billones de dólares"). Y la estimación del título es considerada "conservadora".

Los autores sostienen que el gobierno de George W. Bush minimizó el costo de la guerra y escondió algunos datos a la opinión pública estadounidense.

Alrededor de 4.000 soldados estadounidenses y unos 175 británicos murieron en Iraq, según estadísticas del Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos.

"La guerra de Iraq fue una de las más desastrosas que haya librado Gran Bretaña", escribió el periodista Patrick Cockburn en el periódico londinense Independent Newspaper.

"Junto a la guerra de Crimea y a las de los bóer, la de Iraq figurará entre los conflictos que pudieron evitarse y que fueron una demostración de incompetencia de principio a fin", aseguró.

Más de cuatro millones de iraquíes debieron abandonar sus hogares, y alrededor de la mitad de ellos se vieron obligados a dirigirse a otros países, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Uno de cada cuatro residentes de Bagdad, con seis millones de habitantes, debió dejar su vivienda, indicó la Media Luna Roja iraquí.

Millones de personas siguen sin agua potable ni atención médica, informó el lunes el Comité Internacional de la Cruz Roja.

La infraestructura empeoró desde el régimen de Saddam Hussein (1979–2003), que en sus últimos 12 años estuvo signado por duras sanciones económicas dispuestas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a instancias de Estados Unidos.

En esa época murieron más de un millón de iraquíes a causa de la desnutrición y la falta de atención médica.

Unos cuatro millones de niños y niñas iraquíes necesitaban en julio pasado asistencia de emergencia, según un informe divulgado en esa fecha por la organización humanitaria Oxfam Internacional. Además, la desnutrición infantil recrudeció y 70 por ciento de la población carece de acceso a agua potable.

Los hogares iraquíes tienen, en promedio, menos de cinco horas de electricidad al día, incluso en Kurdistán, región septentrional del país que goza de amplia autonomía y que es promocionada por el gobierno de Bush como un ejemplo de éxito.

Las exportaciones petroleras, de las que Iraq extraía más de 80 por ciento de sus ingresos, no llegaron ni un solo día a la cantidad registrada antes de la guerra.

El desempleo, que ya se ubicaba en 32 por ciento de la población económicamente activa, osciló durante la ocupación entre 40 y 70 por ciento, según el gobierno iraquí.

Poco después de las declaraciones de Cheney sobre el "éxito" estadounidense en Iraq, un atentado suicida dejó al menos 32 personas muertas y 51 heridas cerca de una mezquita en Kerbala, ciudad sagrada para los musulmanes de la mayoritaria comunidad chiita ubicada 100 kilómetros al sudoeste de Bagdad.

Otras cuatro personas murieron y 13 quedaron heridas en un bombardeo poco después de la llegada de Cheney a Iraq, cerca de la muy fortificada zona verde de la capital, donde tienen su sede el gobierno nacional y las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Bagdad se convirtió en la ciudad más peligrosa del mundo, en gran parte a causa de la política estadounidense de enfrentar a facciones políticas y a grupos étnicos y religiosos entre sí.

La capital de Iraq es hoy una ciudad amurallada de guetos chiitas y sunitas, divididos por muros de concreto erigidos por el ejército estadounidense.

Esas zonas tienen sus propias banderas. En las sunitas flamea el viejo pabellón iraquí, en las chiitas, el nuevo. Los kurdos tienen uno propio.

Las estrategias de limpieza étnica y religiosa, respaldadas por las fuerzas ocupantes, eliminaron virtualmente todas las áreas mixtas de la capital.

El candidato a la presidencia de Estados Unidos por el gobernante Partido Republicano, John McCain, también en Iraq, se reunió con líderes locales en el marco de una misión de investigación de la Comisión de Servicios Armados del Senado.

Al igual que Cheney, McCain prometió respaldar al gobierno iraquí y mantener una prolongada presencia militar en el país.

La estrategia de aumentar la cantidad de tropas implementada por Washington a comienzos del año pasado "funciona", declaró el senador republicano.

Con las "perdurables" bases militares de Estados Unidos en Iraq y una embajada en Bagdad del tamaño del Vaticano, el fin de la ocupación no se vislumbra en el horizonte.