Pakistán

Para Bush, un duro golpe que revela su fracaso

Por Helene Cooper y Steven Myers
The New York Times / La Nación, 29/12/07

Traducción de Mirta Rosenberg

El asesinato de Benazir Bhutto dejó en ruinas el delicado esfuerzo diplomático que la administración de Bush instrumentó el año pasado para reconciliar las facciones políticas agudamente divididas de Pakistán. Ahora le queda debatirse tratando de elegir entre opciones cada vez más limitadas, a medida que la influencia de Estados Unidos en los asuntos internos de ese país es cada vez menor.

Funcionarios de la embajada estadounidense en Islamabad se comunicaron con miembros del partido político del ex primer ministro Nawar Sharif, según dijo un funcionario de alto rango. El solo hecho de que los funcionarios hablen incluso con partidarios de Sharif, quien según se cree tiene estrechos vínculos con los islamistas revela el grado de dificultad que tiene Estados Unidos para encontrar un socio en quien pueda confiar plenamente.

El asesinato puso de relieve, de manera espectacular, el fracaso de dos de los objetivos primordiales del presidente Bush en la región: su intento de instalar la democracia en el mundo musulmán, y ejercer presión para expulsar a los militantes islámicos que se han arraigado tenazmente en Pakistán, el estado con armas nucleares considerado punto de partida en la lucha del presidente Bush contra el terrorismo, a pesar del largo esfuerzo de la administración por desarraigar a Al–Qaeda de la frontera entre Pakistán y Afganistán.

Integrantes del gobierno afirman que Estados Unidos todavía desea que las elecciones en Pakistán se realicen en la fecha prevista, el 8 de enero, o poco después. Pero varios funcionarios de alto nivel reconocieron que el presidente Pervez Musharraf puede postergar las elecciones si el ya inestable clima político se deteriora aún más.

Un funcionario dijo que la embajada estadounidense intentaba contactarse con actores políticos de toda denominación después del asesinato de Bhutto. "Verán, casi todos los miembros del partido de Musharraf salieron del partido de Nawaz", explicó el funcionario, que pidió anonimato, refiriéndose a Nawaf. Aunque reconoció que una alianza entre Sharif y Musharraf era improbable, dada la prolongada enemistad que existe entre ambos, agregó: "En política es imposible predecir algo".

Expertos en política exterior y diplomáticos dijeron que si algo quedó en claro tras el asesinato de Bhutto es la incapacidad norteamericana para manejar la política interna de Pakistán. Incluso antes del asesinato, Washington ejercía una influencia limitada y no respaldaba completamente a Bhutto.

"Somos un actor dentro del sistema político paquistaní", dijo Wendy Chamberlin, ex embajadora estadounidense en Pakistán, agregando que, como actor, Estados Unidos tenía en parte la culpa de la extraordinaria popularidad de Musharraf. Pero agregó: "Esto es Pakistán, y Pakistán es un lugar muy peligroso y muy violento".

Dicho esto, hay que agregar que Pakistán nunca ha sido más importante para Estados Unidos que ahora, cuando trastabilla al borde del caos interno. Los funcionarios de la administración de Bush han procurado intensamente equilibrar su insistencia en que Pakistán persista en el camino hacia la democracia y la falta de voluntad de Musharraf para tomar riesgos, lo cual permitiría que Al–Qaeda y el Talibán operen con mayor libertad, particularmente con la presencia de tropas estadounidenses y de la OTAN en el vecino Afganistán.

Por eso, la administración luchó tan duramente, en medio del escepticismo de muchos de sus aliados, para sellar un acuerdo para que el cada vez más impopular Musharraf compartiera el poder con Bhutto después de las elecciones presidenciales y parlamentarias. Los funcionarios estadounidenses consideraban esa propuesta de poder compartido como una manera de forzar a Musharraf a seguir un camino democrático, y también como un intento de aliviar la presión generalizada que exigía su destitución.

Basándose en ese plan, Bhutto regresó a Pakistán en octubre, tras ocho años de exilio autoimpuesto. Pero el acuerdo de poder compartido nunca fructificó, dado que el cada vez más cercado Musharraf impuso una serie de condiciones autocráticas que lo dejaron políticamente debilitado.

Misión de Negroponte

Los funcionarios de la administración de Bush insistieron ante Bhutto sobre la necesidad de acordar con Musharraf, incluso durante el estado de sitio. El subsecretario de Estado John Negroponte viajó a Pakistán en noviembre, y habló por teléfono con Bhutto mientras Musharraf la mantenía en arresto domiciliario. Con ambas partes vacilando ante el acuerdo de compartir el poder (un pacto que, según reconoció un funcionario de Bush, era "como poner a dos pitones en la misma jaula"), Negroponte siguió insistiendo para que Bhutto accediera al plan, según lo explican integrantes de su partido político.

"Creo que era algo demencial", dijo Teresita Schaffer, experta en Pakistán del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, sobre la propuesta alianza. "No creo que Musharraf haya querido nunca compartir el poder."

Hasta esta semana, funcionarios de la administración de Bush albergaban aún esperanzas de que Musharraf y Bhutto sellaran una alianza de sus partidos políticos después de las elecciones, que hubiera sido lo más cercano a una coalición de gobierno proestadounidense que Washington hubiera podido conseguir.

El asesinato de Bhutto demuele ese plan, pero los funcionarios del gobierno de Bush todavía no han perdido la esperanza de que Musharraf pudiera armar una coalición con quien se convierta en el sucesor de Bhutto en el Partido del Pueblo de Pakistán. El problema de esa posibilidad es que los partidos políticos paquistaníes se centran en individuos fuertes y poderosos, como Musharraf, Bhutto o Sharif, y no en los partidos mismos.

El persistente apoyo de Bush a Musharraf podría deteriorar aún más el escaso respaldo popular que el dirigente tiene en su país, aun cuando Washington sigue considerando su liderazgo la mejor garantía del arsenal nuclear paquistaní, aún a costa de desmoralizar a los elementos centristas de Pakistán.