Egipto

Crisis de la dictadura

Un regalo de cumpleaños para Mubarak

Por Sami Moubayed (*)
Asia Times, 19/04/08
Rebelión, 22/04/08
Traducido por Germán Leyens

Damasco.– Los egipcios comenzaron a hablar urbanamente sobre un Egipto post Hosni Mubarak cuando su presidente sufrió un intento de asesinato en Etiopía en 1995. Este evento, junto con otra tentativa mientras iba en camino a Port Said en 1999, recordó a los egipcios la intempestiva muerte de Anwar Sadat en 1981.

Más recientemente, se desmayó mientras hacía un discurso en 2004. Mubarak cumple 80 en mayo. La gente tiende a detenerse y reflexionar a los 80 – pensando en lo que hizo y lo que no hizo durante su vida. A menudo se obsesionan por cómo la historia los calificará. Eso podría valer especialmente para quien ha sido presidente de un país como Egipto durante 26 años – quien vio de primera mano el asesinato de su predecesor en 1981.

No sabemos si Mubarak tuvo oportunidad de ver el drama televisivo “King Farouk” en 2007. Trató del último rey de Egipto, mostrando como gradualmente la calle se volvió en su contra, por una variedad de razones (muchas de ellas económicas) en julio de 1952. Incrédulo, Faruq observa como egipcios de a pie lo maldicen en la calle y desgarran su retrato repitiendo "Ya Farouk, ya Antiqa". Lo entristece la cólera pública y decide – al caer la cortina – no luchar para quedarse en el poder, abdicando con relativa facilidad a favor de su hijo infante, Ahmed Fuad II. Faruq lo comprendió – que se había equivocado – a los 32 años. Mubarak no lo ha logrado a los 80.

Oficialmente y en público, Mubarak se jacta de ciertos hechos que sólo muestran un lado de la moneda egipcia. La economía ha crecido a una tasa de un 7% y la inversión extranjera asciende a 11.000 millones de dólares por año. Esto, junto con la relativa estabilidad en Egipto, son logros por los que el líder egipcio debe ser recordado. Junto con Arabia Saudí, Egipto sigue siendo un peso pesado árabe, 30 años después de firmar la paz con Israel, y sigue marchando por la delicada cuerda floja del nacionalismo árabe mientras recibe ayuda militar de EE.UU.

El comercio con EE.UU. asciende a 8.000 millones de dólares. Si Mubarak se saliera de su zona de confort y leyera lo que dice la prensa regional e internacional, sin embargo, se daría cuenta de lo preocupado que está el mundo por Egipto. Más de un 53% de los egipcios están bajo la edad de 24 y están cualquier cosa menos contentos con el anciano líder egipcio. La salud del presidente, la cólera hirviente en la calle egipcia, y las últimas elecciones municipales y aldeanas que tuvieron lugar el 8 de abril en las que sus partidarios ganaron fácilmente, obteniendo más de un 70% de los escaños.

Lo que hace que esas elecciones sean particularmente importantes es que según la nueva ley electoral, 140 jefes de municipalidades tendrán que decidir en las próximas elecciones presidenciales, programadas para 2011. Durante las elecciones, hubo disturbios en una fábrica de tejidos estatal en la ciudad industrial de Mahallah al–Kobra, que resultaron en la muerte de dos trabajadores, en 100 heridos y el arresto de más de 300.

Los trabajadores están enfurecidos, temerosos por la inflación, los aumentos de precios y la escasez de pan, afirmando que la privatización (propugnada por el gobierno egipcio) los hará perder sus puestos de trabajo. Aunque el único sindicado reconocido es la Federación General de Sindicatos, dirigida por el Estado, muchos trabajadores son miembros de otros sindicatos más pequeños – que son poderosos en el ámbito de las bases en Egipto.

Estos sindicatos organizados son muy influyentes – más a veces que la propia Hermandad Musulmana – y no son favorables a Mubarak, para decir lo menos. La mayor preocupación de Mubarak – con razón – es lo que la calle islámica hará a Egipto una vez que se haya ido. Como el nacionalismo árabe y egipcio fracasó en la tarea de asegurar la salvación para los egipcios de a pie, el Islam político – y la religiosidad – se han introducido durante los últimos 20 años de gobierno de Mubarak.

Previamente, el Islam político era popular sólo entre los pobres de las ciudades. Ahora ha infiltrado a la alta sociedad y es igualmente popular con los egipcios ricos. Aunque ilegalizada, la Hermandad Musulmana está bien cimentada en la base y manipula el aumento en el precio del pan, estrangula a cerca de 30 millones de egipcios. Para impedir un enfrentamiento y por temor de la furia tanto de la Hermandad como de los sindicatos, el gobierno sigue subvencionando los alimentos con 13.700 millones de dólares.

De Mubarak a Mubarak

Entre todos estos motivos de queja está la primordial preocupación de que el número uno en la agenda del presidente no es el pan – ni la Hermandad – sino la sucesión de su hijo, Jamal, quien es vice–secretario general y presidente del comité político del gobernante Partido Nacional. También ha sido incluido recientemente como miembro en el consejo supremo del partido de 50 miembros.

En 2000, cuando comenzaron a aparecer rumores de que era un presidente a la espera, Mubarak dijo: “No creo los rumores, carecen de base.” Por su parte, Jamal dio una entrevista al Financial Times, diciendo: “No estoy obsesionado por esto y no me posiciono.” Unas pocas semanas después, en una feria del libro en El Cairo, agregó: “Hablando francamente, el que yo llegue a ser presidente no es algo que esté sobre la mesa, jamás se me ha ocurrido, y no es un tema en la mente de mi padre.”

La mayoría de los egipcios, sin embargo, piensa de otra manera. La nueva ley electoral le permite presentarse en las elecciones de 2011 en las que, después de una manipulación, el gobernante Partido Nacional descalificará a todos los candidatos serios, produciendo una “sucesión democrática.” Cualquier partido que desee presentar candidatos para las elecciones presidenciales de 2011 debe tener no menos de un 5% de representación en el parlamento (cerca de 23 diputados). Eso sería fácil para el Partido Nacional, que ya ha comenzado a prepararse para las elecciones, programadas para dentro de menos de cinco meses.

EE.UU. y Mubarak

EE.UU. está preocupado por una serie de temas en Egipto. Los responsables en Washington están divididos sobre cómo tratar a Egipto, un país que ha recibido miles de millones de dólares en ayuda económica y militar de EE.UU. desde 1979. Un argumento dice que Washington debería recortar su ayuda financiera a Mubarak a fin de presionarlo para que democratice.

Recientemente, el Congreso de EE.UU. trató de regular la ayuda a Egipto, afirmando que debería darse prioridad a la democratización y a la reforma educacional. Los egipcios rechazaron a secas cualquier dictado sobre los gastos, diciendo que esto puede ser discutido conjuntamente por Washington y El Cairo. Otros argumentan que sería como darle un tiro en el pie a EE.UU.

Después de todo, más democracia sólo fortalecería a los islamistas, como lo hizo con Hamas (una rama de la Hermandad egipcia) en Palestina. Argumentan que el dinero que va a El Cairo no es gastado en extranjeros, sino que la mayor parte es utilizada para comprar armas y tecnología de EE.UU. Los legisladores en EE.UU. afirman que un Egipto poco cooperativo podría causar una tragedia para los intereses estadounidenses en el mundo árabe.

Reconocen lo importante que ha sido Mubarak actuando como mediador, facilitador y negociador del proceso de paz de Oriente Próximo, entre los palestinos e Israel, y entre las dos facciones palestinas que están a matar entre ellas, Hamas y Fatah. Comprenden que si Mubarak decide ser obstinado, puede obstaculizar el paso de barcos de EE.UU. por el Canal de Suez y detener toda la colaboración de seguridad respecto a grupos islámicos como al Qaeda.

Mubarak se da cuenta de que estos son sus puntos fuertes, y los manipula brillantemente ante EE.UU. Quiere mantener su relación con EE.UU., pero insiste en reformas políticas mínimas y muy cosméticas. Por mucho que algunos en EE.UU. quieran castigar a Mubarak por sus políticas, saben perfectamente que lo necesitan para proteger los intereses estadounidenses en la región.

El presidente egipcio no está contento con la presión que recibe de EE.UU. En junio de 2006, por ejemplo, el gobierno paralizó las actividades del Instituto Internacional Republicano, un grupo de EE.UU. que promueve la democracia en Egipto, porque un miembro dio una entrevista a un periódico local diciendo que Egipto no estaba haciendo lo suficiente para generar un cambio democrático serio.

El Informe por Países sobre Derechos Humanos (2006) del Departamento de Estado de EE.UU. dijo que el historial de derechos humanos de Egipto “sigue siendo pobre, y que continúan los serios abusos en numerosas áreas.” En 2007, el Informe Internacional de Libertades Religiosas del Departamento de Estado criticó al gobierno egipcio por prejuicios contra los coptos (cristianos). Había sólo seis cristianos en el parlamento de 454 escaños (cinco nombrados, uno elegido) y sólo dos en el gobierno egipcio de 32 miembros.

Señalaron que no hay cristianos en puestos altos como ser alcaldes o comisionados de policía, y notaron discriminación y persecución de los 2.000 bahá'ís y 200 judíos del país. Bajo una presión semejante – y de muy malas ganas – el gobierno egipcio decidió convertir la Navidad copta (6 de enero) en día festivo nacional en diciembre de 2003. La reforma al respecto, sin embargo, terminó ahí.

Los estadounidenses se habían mostrado críticos de Mubarak por ponerse del lado de su aliado africano, el presidente Ahmad al–Bashir de Sudán, afirmando que no se debía imponer sanciones a Jartum por la violencia en Darfur. Aunque Egipto apoya con soldados la fuerza de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas y la Unión Africana en Darfur, se niega a condenar a la tribu árabe Yanyauid (respaldada por el gobierno sudanés) e insiste en que la violencia en el lugar no puede ser descrita como “genocidio.”

Una fuente particular de tensión es el caso de Ayman Nour, ex miembro del parlamento que fue candidato contra Mubarak en la elección presidencial de 2005 (terminando en segundo lugar), que actualmente está en la cárcel por falsificación.

Numerosos egipcios – y EE.UU. – afirman que está encarcelado por su posición política. En mayo pasado, el presidente George W Bush habló en la Conferencia sobre Democracia y Seguridad en Praga, saludando a Nour por su nombre y diciendo que es uno de muchos disidentes “que no han podido sumarse a nosotros, porque están injustamente encarcelados.”

Personas informadas en Washington afirman que aunque está contento con los esfuerzos de Mubarak por la paz en Oriente Próximo, Bush está “muy desilusionado” por la falta de progreso en los antecedentes de derechos humanos de Egipto. Dejando en claro su posición, el presidente de EE.UU. apoyó que se diera a Israel 30.000 millones de dólares en ayuda militar de 2009 a 2018 (un aumento de un 25%) mientras que a Egipto se le otorgó sólo 13.000 millones para el mismo período de 10 años.

Mubarak se queja de que esta ayuda no es benevolencia por parte de los estadounidenses; es cumplimiento de compromisos hechos con su predecesor, Anwar Sadat, durante los días del presidente Jimmy Carter. Cuando Egipto firmó los Acuerdos de Paz de Camp David en 1978, fue expulsado de la Liga Árabe (que había co–fundado durante la Segunda Guerra Mundial) y fue totalmente aislado dentro del mundo árabe.

Posteriormente se arriesgó por los estadounidenses – una vez más – durante la liberación de Kuwait en 1991 y después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, cuando compartió inteligencia sobre al Qaeda, y reprimió a islamistas egipcios. ¿Y qué recibe a cambio? Espionaje israelí en territorio egipcio, donde en 2007, un hombre fue acusado de robar documentos de la Agencia de Energía Atómica de Egipto y de pasarlos al Mossad, el servicio de inteligencia israelí.

Los estadounidenses miraron para otro lado y hasta la fecha no han hecho nada por lograr que Israel cambie de actitud, a pesar del tratado de paz que une a los dos antiguos enemigos. Eso explica el motivo por el que medios dirigidos por el Estado en Egipto no se han mostrado demasiado entusiastas sobre la Conferencia de Paz de Annapolis del año pasado, en EE.UU., afirmando que equivale a un fracaso porque no hubo una intención seria en Washington de llevar la paz al mundo árabe.

Mientras Mubarak trabajaba a toda hora por mediar para lograr progreso en la paz palestino–israelí, fue informado en diciembre de 2007 (justo después de Annapolis) de que Israel quería construir 300 casas más en el este de Jerusalén, cerca de Belén – enviando ondas de choque por toda la calle palestina. Entonces criticaron a Egipto por no hacer lo suficiente por impedir el contrabando que tiene lugar en la frontera Gaza/Sinaí, que es controlada por Egipto.

“¿Qué cárceles quieren que mejoremos?” preguntó un responsable egipcio. “Son las mismas cárceles en las que se mantuvo a Omar Abdul Rahman [el clérigo ciego que actualmente está en una prisión de EE.UU. por los atentados de 1993 en el World Trade Center] y a Ayman Zawahiri [el hombre que es la mano derecha de Osama Bin Laden]. En lugar de quejarse por la democracia en Egipto, los estadounidenses deberían enviar notas de agradecimiento más grandes y más claras a El Cairo.”

Mubarak da a entender que si los estadounidenses no cambian de curso, podría volverse hacia la Unión Europea, cuyo comercio con Egipto ha aumentado en más de un 5% en los últimos años, llegando a 11.500 millones de euros (18.200 millones de dólares).

Se da cuenta de que los estadounidenses entrarían en pánico si se decidiera a obstruir el paso de barcos de la Armada por el canal, o si se echara atrás y contemplara la situación en Palestina sin levantar un dedo para ayudar. “La gran hermana Egipto” como lo llaman los árabes, sigue siendo un mediador verosímil en las disputas entre árabes. Mubarak recientemente desairó al gobierno de Bush al negarse a enviar tropas a Afganistán o Iraq, ni antes ni después de ambas invasiones. También podría acomodarse cómodamente frente a Irán. Sólo la semana pasado, envió una invitación a su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad, pidiéndole que visite Egipto.

Es posible que el presidente egipcio haya verdaderamente visto la serie del Rey Faruq, pero que no haya comprendido la moral del drama de televisión. El matrimonio en 1939 de la princesa Fawzia (hermana del rey Faruq) a la casa real de Teherán – mostrado majestuosamente en la pantalla – no debiera haber inspirado a Mubarak. Más bien, debiera haber sido el último episodio, en el que estudiantes y trabajadores en las calles en 1952 – muy similares a las que vimos en Mahalla al–Kobra en 2008 – llamaron al rey a renunciar. La supervivencia no depende de los estadounidenses. Tampoco depende de Irán o de la UE. Depende de la paciencia que puedan tener 76 millones de egipcios.

Mubarak debería volver a ver la serie Rey Faruq, y aprender de ella. Debería prestar atención sobre todo al último episodio, que muestra por qué y cómo cayó en desgracia el último rey de Egipto en 1952 – a pesar del respaldo que tuvo tanto de EE.UU. como de Gran Bretaña. Alguien debiera enviarle una copia en DVD como regalo para su cumpleaños número 80.


(*) Sami Moubayed es un analista político sirio.