Medio Oriente

Por qué el primer ministro de Israel quiere negociar con Siria

El “giro hacia la paz” de Olmert

Por Gilad Atzmon (*)
Palestine Think Tank, 25/05/08
Tlaxcala, 27/05/08
Traducido por Manuel Talens (**)

Ehud Olmert, el primer ministro de Israel, aseguró el pasado 22 de mayo en el diario Haaretz que las próximas negociaciones con Siria en Estambul son un “acontecimiento histórico”, ni más ni menos.

Tiene razón. Es la primera vez en la historia de Israel que un primer ministro se embarca en negociaciones de paz para evitar una investigación policial de sus propias actividades delictivas. Parece que Olmert está buscando una rápida vía de escape que detenga en seco la investigación.

La Knesset israelí ha sido siempre un refugio para delincuentes israelíes y gángsteres judíos, que se aprovechan de la inmunidad que tienen sus miembros. Esto no es nuevo: el bandidaje es muy común entre los líderes israelíes.

La lista de sinvergüenzas y condenados por la justicia en el entorno político de Israel es interminable. Hace unos años, una encuesta realizada en el país reveló que el 60% de los miembros de la Knesset tenían antecedentes penales. Es bien sabido que el anterior presidente del Estado judío, Moshe Katsav, perdió su prestigioso cargo porque fue acusado nada menos que de delitos sexuales –violación y acoso–, así como del delito más banal de escuchas ilegales. Omri Sharon, hijo de Ariel Sharon y también miembro de la Knesset por el Likud y la Kadima, está acusado de soborno. Su padre tuvo la suerte de convertirse en una legumbre justo a tiempo de librarse de la vergüenza de que lo destituyeran de su puesto de primer ministro por su participación en el mismo delito.

Olmert no es diferente, es tan corrupto como el que más. Sin embargo, cabe la posibilidad de que pueda controlar su destino. Todo lo que tiene que hacer es presionar suficientemente a las autoridades policiales para que detengan la investigación de sus fechorías.

Olmert no es Tolstoi, pero tiene dos alternativas para elegir: la guerra y la paz. Ningún detective de la policía israelí hostigaría a un primer ministro en tiempo de guerra. Por la misma razón, nadie hostigaría a un primer ministro en medio de un esfuerzo histórico de conciliación con el vecino más hostil de Israel. Aunque estábamos preparados para que Olmert arrasara Gaza o golpease a Hezbolá, se ha decantado por la alternativa de la paz. Es obvio que ha tenido en cuenta la colosal derrota del ejército israelí en Líbano hace menos de dos años, así que, ante la duda, ha decidido no confiar en sus generales. Todo hace suponer que estos últimos tampoco confían en sí mismos, pues se han dado cuenta de que los árabes ya no son blanco fácil como antes: ahora contraatacan y lo hacen bastante bien.

Sin un ejército con el que librar sus guerras, a Olmert no le queda otra que la paz. Está claro que carece de poder político para iniciar una retirada de los Altos del Golán. Ha elegido la paz porque sabe que los israelíes están lo bastante desesperados como para que quizá puedan aceptarlo. Los israelíes saben la verdad: los días del Estado judío están contados y la denominada “ventana de la oportunidad” se cerró hace tiempo. Israel está rodeado de enemigos y la mayoría demográfica de los judíos en el territorio se está convirtiendo en agua pasada.

Los estadounidenses y los británicos están asimismo tan desesperados que apoyan la iniciativa de Olmert. Bush, Blair y Brown necesitan un éxito diplomático, incluso si no conduce a ninguna parte. En la política occidental todo se mide con la perspectiva del corto plazo. Por eso solemos cambiar de opción como de chaqueta.

Si se tiene en cuenta la reciente derrota militar israelí en Líbano y las cobardes tácticas que su ejército utiliza en Gaza para evitar enfrentamientos sobre el terreno (sus bombardeos alcanzan de forma indiscriminada a la población civil), cualquier retirada israelí del Golán sería considerada por israelíes y árabes como una bandera blanca. No hay mucha gente en la política de Israel dispuesta a respaldar esa iniciativa, y menos aún en el ejército o en los servicios de inteligencia. Por eso, hemos de llegar a la conclusión de que la iniciativa de paz está ahí para solventar los problemas personales inmediatos de Olmert, para posponer la investigación penal de sus actividades, para darle al corrupto un respiro en el poder.

Según el Haaretz, “Fuentes cercanas al presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad declararon el viernes que éste no podía ocultar su decepción y su sorpresa ante las noticias de las conversaciones de paz israelo–sirias”.

Mi querido presidente Ahmadineyad, no se preocupe. Nada ha cambiado y nada cambiará. Los israelíes no van a aceptar la nueva iniciativa, es algo que les resulta imposible. Israel sólo es capaz de funcionar entre conflictos, es un Estado que se define a sí mismo por la negación. El día que sus ciudadanos empiecen a buscar una paz verdadera habrán dejado de ser israelíes.


(*) Gilad Atzmon es músico, escritor y activista ex judío, nacido en Israel y autoexiliado en Gran Bretaña, desde donde defiende la causa de la liberación del pueblo palestino.

(**) El escritor y traductor español Manuel Talens es miembro de Cubadebate , Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor,
al traductor y la fuente.